Cuba

Una identità in movimento


Benny Moré en bronce

Laura Mendoza



LA HABANA, 23 DE NOVIEMBRE DEL 2004 (WORLD DATA SERVICE)

A partir del próximo sábado (27 de noviembre) los pobladores de la ciudad cubana de Cienfuegos podrán tropezarse en el Paseo del Prado con su más famoso coterráneo, el gran sonero Benny Moré, quien a 41 años de su muerte reencarnó en una estatua de bronce, la primera que se le realiza en Cuba.

José Villa Soberón, el autor esta y otras obras como el John Lennon emplazado en un parque de La Habana, adelantó hace unos meses que el Benny Moré encaja en la línea distintiva de sus esculturas de grandes personajes: la integración al paisaje y la interrelación con la gente.

La pieza, fundida en los talleres del Instituto Superior de Arte en La Habana, alcanza una altura de 1,83 metros y salvo esta diferencia (el intérprete era de complexión mediana), todos los rasgos son réplica exacta del mundialmente conocido Bárbaro del ritmo, apelativo que se ganó por la aún insuperable maestría de su arte. La escultura, que será situada en el medio del paseo cienfueguero, el más largo de Cuba, muestra al cantante de pie, como si estuviera caminando y vestido tal y como lo hacía el Benny: pantalones de amplias perneras y chaqueta extralarga; en la cabeza lleva su eterno sombrero de ala ancha y en una de las manos, el bastón que utilizaba a guisa de batuta para indicarle los compases a su orquesta, la Banda Gigante que él llamaba la Tribu.

Nacido en 1919 en el poblado cienfueguero de Santa Isabel de las Lajas, Bartolomé Maximiliano Moré, su nombre verdadero, conquistó el favor de los cubanos y de otros públicos latinoamericanos donde se presentó por su poderosa voz, acoplada como ninguna a los diferentes géneros que cultivó como el son, el bolero, el cha cha chá y el mambo.

Entró en los grandes escenarios de la mano del legendario sonero Miguel Matamoros, quien luego de escucharlo una vez lo invitó a formar parte de su agrupación. Durante un tiempo radicó y trabajó en México, donde también se le tiene como uno de los más grandes vocalistas que han actuado en ese país. Jamás estudió música y no sabía leer el pentagrama, pero aún se le considera el más grande intérprete cubano de todos los tiempos. Su muerte, ocurrida a los 44 años a causa de una afección hepática, consternó a los cubanos y su sepelio ha sido uno de los más concurridos de cuantos se tengan memoria en la Isla. Un festival internacional de música, celebrado bienalmente en Cienfuegos y Santa Isabel de las Lajas, lleva su nombre y la inauguración comienza siempre con una peregrinación al cementerio local donde descansan los restos del músico.

Además del Lennon de El Vedado, Soberón es el autor de las estatuas de la Madre María Teresa de Calcuta, emplazada en un parque habanero; y de la erigida al escritor estadounidense Ernest Hemingway, colocada en el bar del restaurante Florida, uno de los sitios predilectos del Premio Nobel durante su larga estadía cubana. De las manos del artista también salió la escultura del Caballero de París, popular personaje que durante mucho tiempo deambuló por las calles de La Habana con ademanes y poses de aristócrata, la cual está ubicada cerca del Convento de San Francisco de Asís, lugar donde está sepultado.

Fuente: RL/LM



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