Cuba

Una identità in movimento


Cimarronada cubana

Lohania Aruca Alonso


El Baile del Cimarrón fue sorprendente y conmovedor. Tambores y voces acongojadas marcaban el paso de los bailarines-esclavos huidos. Una veintena de mujeres y hombres volvían sus cabezas y ojos muy abiertos, con gestos de terror y angustia, hacia los invisibles rancheadores y perros que les perseguían implacablemente, hasta que entraron en el monte. La gestualidad maravillosa de sus flexibles cuerpos negros (¡había una bailarina blanca!) girando, moviéndose con celeridad de un lado a otro, dando traspiés y tumbos — marcados por la música — y sus caras, y sus ojos desorbitados, nos trasmitían intranquilidad en cada detalle, los cambios en el drama, la desesperada situación de la fuga.

De pronto, el piso se estremeció, golpeado por fuertes patadas y los bastones hechos de palos del monte que cada danzante portaba — imprescindibles arma y equipo de viaje de la cimarronada. Los bailarines-cimarrones continuaron el baile, huraños. El canto recordaba que eran acechados, pero, ahora, también ellos estaban al acecho del perseguidor. Las mujeres llenas de fatiga se recostaron sobre el hombro de los hombres, aunque el frenesí de la huida persistía. Los rostros desconfiados se iluminaban poco a poco con la firmeza de una sola decisión. El monte salvaje se los iba tragando, poco a poco.

Al fin llegaron a un punto calmo del baile. A pesar del hambre, del aislamiento y la zozobra perenne, allí se rindió culto a la dignidad recobrada. Los torsos se enderezaron, las cabezas se irguieron, los tambores resonaron más alto; los oíamos solemnes. Una cimarrona-posesa recibió un espíritu nuevecito; de sus ojos muy abiertos brotaban miradas feroces, representaba el ánimo de la lucha sin claudicaciones emprendida por aquel conjunto humano, cubierto de jirones de telas, desgarradas éstas, junto a las cadenas rotas, en la huida hacia la libertad. Regresaban al seno de la madre naturaleza, aunque esto no ocurría en África, el monte estaba en Cuba. Hubo un gran coro final, las voces gritaron un fuerte y altísimo ¡YA!

Entonces, enmudecieron los cantantes y los tambores.

Así, en la tarde del 26 de octubre de 2006, se inició la celebración conjunta del "125 aniversario del natalicio de Fernando Ortiz, el centenario de la publicación de su obra Los Negros Brujos y el 40 aniversario de la publicación de Biografía de un Cimarrón de Miguel Barnet", organizada por el Instituto Cubano de Antropología y la Fundación Fernando Ortiz. Un panel integrado por prestigiosos especialistas cubanos, el propio Miguel Barnet, José Matos, Tomás Robaina, Ana Cairo y Rodrigo Espina, todavía emocionados por lo visto y escuchado, se refirió al tema central que nos reunía: el cimarrón y sus manifestaciones en la cultura cubana a través de obras y autores ejemplares.

Miguel Barnet recordó su cercanía a Don Fernando Ortiz y Fernández en los últimos 6 años de vida del sabio polígrafo cubano —


"... nacido en La Habana el 16 de julio de 1881, en la casa de San Rafael 148 esquina a Lucena. Hijo del montañés don Rosendo Ortiz y Zorrilla, y de la habanera doña Josefa Fernández y González del Real".[1]


Venía de una cultura cubana de más de 120 años, a la que prestaron sus luces grandes pensadores, José Agustín Caballero y Félix Varela entre los primeros; "su cultura era humanista y electivista, a caballo entre dos siglos", afirmó el Dr. Barnet — presidente de la Fundación Fernando Ortiz, creada 12 años atrás, con el mismo espíritu amplio, democrático, subrayado con el lema que distinguió al ilustre habanero:


"Ciencia, Conciencia y Paciencia".


Los negros brujos, vio la luz en 1906,[2] cuando Ortiz contaba solamente 25 años de edad. Ya había sido reconocido como Doctor en Derecho, y defendida su tesis sobre Derecho Penal: Base para un estudio sobre la llamada reparación civil en la Universidad Central de Madrid (1901). Al año siguiente, en 1902, obtuvo el doctorado en Derecho Civil, mediante examen, y el 29 de abril — pocos días antes de la proclamación de la República de Cuba (neocolonial) el 2 de mayo — también en la Universidad de La Habana, se le confirió el título de Doctor en Derecho Público. Acerca de Los negros brujos expresó Don Fernando durante un homenaje que le fue ofrecido por los 40 años de la obra:


"En 1906 publiqué mi primer libro, un breve ensayo de investigación elemental acerca de las supervivencias religiosas y mágicas de las culturas africanas en Cuba. Es decir, como una variación extravagante de la brujería de los blancos... "

"(...) En ese libro introduje el uso del vocablo afrocubano, el cual evitaba los riesgos de emplear voces de acepciones prejuiciadas y expresaba con exactitud la dualidad originaria de los fenómenos sociales que nos proponíamos estudiar. Esa palabra ya había sido empleada en Cuba una vez, en 1847, por Antonio de Veitía, según dato que debo a la tan cortés como intensa erudición de Francisco González del Valle... "[3].

(Las palabras en negritas han sido destacadas por la autora de este comentario).


Sin embargo, Los negros esclavos[4] escrita posteriormente, y publicada en 1916 como continuación de sus estudios sobre el tema, según el criterio de Barnet


"... fue la primera visión completa de la esclavitud" en Cuba.


Sumado a esto, Ortíz tiene el mérito de concebir esta obra "desde el mundo del subdesarrollo y la marginalidad", durante los primeros años de la república neocolonizada por el imperialismo yanqui. Este libro, recalcó el panelista, tuvo una


"... visión avanzada y democrática; dio sentido unitario a la cultura cubana".


Don Fernando, además de un gran investigador fue un extraordinario escritor — resaltó Barnet —


"... por la riqueza de su prosa".


Son paradigmas de la literatura cubana, sus ensayos Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar... (1940), y la Historia de una pelea cubana contra los demonios... publicada en 1959 por la Universidad Central de las Villas. En ella se inspiró el cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea para realizar su largometraje Una pelea cubana contra los demonios.

José Matos ahondó en Los negros brujos, expresó que la obra


"... vale más por lo que sugiere".


La antropología de Ortiz aún era evolucionista, pero


"... él fue muy valiente al escribir sobre aquel tema, sobre el negro como delincuente".


Matos dejó en el aire una pregunta


"¿Por qué la brujería no aparece como una figura de delito?"


La respuesta la dio Don Fernando, en la cita inicial que he insertado en este texto, pues considera a la de los negros brujos


"... como una variación extravagante de la brujería de los blancos".


Por tanto, es un elemento más de la


"... cultura intocable".


Tomás Robaina, escritor, investigador y profesor, que imparte el postgrado Historia de los negros en Cuba, reafirmó el sentido de anunciación de Los Negros Brujos, y reveló cómo a través de esa obra se visualizaron los valores que existían en el legado de la cultura de origen africano. Añadió sus reflexiones sobre la importancia y vigencia del término "afrocubano", utilizado con el mismo contenido y función que le otorgó Ortiz.

Ana Cairo se refirió a Biografía de un Cimarrón[5] de Miguel Barnet. Demostró su trascendencia, debido al tema y a las innovaciones literarias (novela-testimonio) que en su metódica introdujo Barnet; también habló acerca de la influencia de aquella obra sobre otros autores cubanos, por ejemplo en Enrique Cirules — presente en esta conmemoración múltiple —, autor de Conversación con el último norteamericano (La Habana, 1973), y de otras que iniciaron líneas de estudios etnográficos-literarios. Biografía... continuó de cierta manera la tradición de africanía en la cultura nacional que había instituido Ortiz; su importancia se refleja por las numerosas traducciones hechas en varios idiomas. Citó una ópera, Cimarrón, creada por el compositor alemán Hanz Werner Henze y también la inspiración en ella de un filme cubano.


"Cimarrón es una obra que intuye el poema ecologista; completa la armonía del hombre con la naturaleza".


Por último, Rodrigo Espina planteó en su intervención titulada El etnólogo en su isla que


"... escasean los enfoques etnológicos de esa obra, heredera de las mejores tradiciones de la ciencia en Cuba y que los reclama; esa es una de las zonas más oscuras de nuestra etnología y una deuda que tenemos con el autor de Cimarrón ".


Octubre de 2006 ha sido fructífero en el análisis y la reflexión acerca de una de las raíces más importantes de nuestra cultura popular, la africana, que llegó a la Isla, a causa del "descubrimiento" de un "nuevo continente" hecho por los europeos occidentales, en particular por el marino Cristóbal Colón y sus acompañantes, el 27 de Octubre de 1492. Los esclavistas se enriquecieron, a golpe de cuero, sudor y sangre, durante más de tres siglos de colonización española. El 7 de octubre de 1886 quedó eliminada oficialmente la última institución de la esclavitud en Cuba: el Patronato.

La batalla por la dignidad la iniciaron los primeros cimarrones, fueran ellos aborígenes aruacos o esclavos africanos, y hasta la actualidad perdura nuestro "cimarronaje" frente al bloqueo yanqui y sus ansias de destruirnos. ¡Protestamos contra la barbarie impuesta por George W. Bush en sus guerras neocolonialista!. Al grito de ¡YA! se fortalece aún más la voluntad de resistencia de todo el Pueblo cubano.

    La Habana, 27 de Octubre de 2006




Notas

  1. Araceli García Carranza, Norma Suárez Suárez, Alberto Quesada Morales, Cronología . Fernando Ortiz, Fundación Fernando Ortiz. Ciencia, Conciencia y paciencia. La Habana, 1996, p. 3.

  2. Íbidem, p. 6-12. Fue publicada "en Madrid, Librería de Fernando Fe. Es la primera parte de su Hampa Afrocubana, apuntes para un estudio de etnología criminal, con una carta prólogo del criminalista (italiano) César Lombroso, fechada en Turín el 20 de septiembre de 1905. Esta obra inicia en Cuba los estudios antropológicos y sociológicos de la criminalidad, y en el mundo de la ciencia, los estudios sobre la criminología del hombre negro delincuente".

  3. Íbidem, p. 10.

  4. F. Ortiz, Hampa Afrocubana. Los negros esclavos. Estudio sociológico y de derecho público. La Habana, Revista Bimestre Cubana, 1916.

  5. La primera edición se hizo en 1966, La Habana, Instituto de Etnología y Folklore. También es conocida por su título de Cimarrón, que tuvo en la edición del Instituto Cubano del Libro de 1967.




Lohania Aruca Alonso

  • Investigadora.
  • Lic. Historia.
  • M.SC. Estudios en América Latina, el Caribe y Cuba.
  • Colaboradora periodística del Portal de la Cultura Cubana.
  • Miembro de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).




    Página enviada por Lohania Aruca Alonso
    (3 de noviembre del 2006)


  • Cuba. Una identità in movimento

    Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

    © 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

    Statistiche - Estadisticas