Cuba

Una identità in movimento


El coloso habanero

Argelio Santiesteban


El Capitolio habaneroTodo mediano conocedor de la geografía habanera sabe que en el cuadrilátero qiue delimitan las calles Prado, Dragones, Industria y San José se asienta una mole de concreto, acero, bronce y mármol, acerca de la cual las opiniones han estado tradicional y diametalmente divididas.

Para el historiador Emilio Roig de Leuchsenring, fue una edificación de inegable belleza, serena y majestuosa. Pero, a los ojos del colombiano Gabriel García Márquez, no pasa de ser "un esperpento neoclásico".

Los terrenos donde hoy se asienta el Capitolio Nacional (actual sede del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente), fueron ocupados, consecutivamente, por barracones de esclavos, un jardín botánico y la estación de trenes de Villanueva.

Iniciado en 1912, y concebido originalmente como Palacio Presidencial, con el transcurrir del tiempo albergaría al poder legislativo.

El proyecto inicial, de Rayneri, iba a sufrir modificaciones sin cuento a manos de Cavarrocas, Romañach, Govantes y otros. En el diseño de sus jardines intervino el afamado urbanista francés Forrestier.

En un plano más humilde, como picapedrero, participó en la construcción de este capitolio cubano quien era entonces un desconocido obrero español, y que en los años '30 figuraría en las primeras planas de la prensa mundial que reportaba la Guerra Civil Española: el general Enrique Líster.

La cúpula del Capitolio habaneroTranscurriendo 1921, el presidente Zayas ordenó la suspensión de los trabajos del Capitolio. Cinco años después, bajo el mandato de su sucesor, Gerardo Machado y Morales, se reanudaría la edificación.

Machado, como el gobernador colonial Tacón, tenía dos pasiones maniáticas: aplastar las libertades públicas y edificar construcciones colosales. El Capitolio fue concordante con esta última manía.

Que hablen las cifras: hay en ese enorme edificio 25 millones de metros cúbicos de piedra, tres y medio millones de pies de madera, cuarenta mil sacos de yeso, 150 mil barriles de cemento, cinco millones de ladrillos.

Albergaba cien relojes y, a pesar de lo barato del fluido eléctrico en aquella época, gastaba 85 pesos de electricidad por hora.


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