Cuba

Una identità in movimento


¡Ay, mamá, la conga se va!

Omar Felipe Mauri Sierra


Mientras que otros países disputan a Cuba la paternidad de la habanera, el bolero, el mambo o la salsa, a la conga, nadie la pone en duda. Es uno de los géneros más genuinos de la música popular cubana, y escucharla significa evocar la alegría criolla.

A diferencia de otros géneros de la música cubana, la conga no tiene edad ni raza ni estrato social alguno; no necesita escenarios ni audio ni luces, y mucho menos una academia para aprenderse a bailar. Basta dejarse llevar por su música contagiosa en las calles de cualquier ciudad.

Y en las 19 ciudades que forman La Habana, la conga ha paseado siempre: las magníficas congas de Güines, Quivicán o Güira, o las multitudinarias comparsas de Mariel y Guanajay...

Pero en Bejucal, que como dijera un poeta, "es un puerto sin mar donde un día encayó un tambor", la conga se escribe con mayúsculas.

Al amparo de las fiestas populares más antiguas del occidente cubano, las Charangas de Bejucal, generaciones tras generaciones han cultiva allí esa música andariega y de ocasión, muestra indiscutible de una unión cultural africana, hispana y china: los tres pilares de nuestra identidad.

De Bejucal es también una de las pocas agrupaciones profesionales del país (si no la única) que forma su repertorio únicamente con este género. Tambores de Bejucal, poseen un amplio catálogo de congas cubanas, que ya ha grabado la Egrem y que pronto estará en el mercado nacional de la música. Este grupo arriba el presente año a su aniversario 39, siempre dirigido por Robelio Pérez Yeyo, percusionista y guía indiscutible de las congas bejucaleñas.

Ninguno de los músicos nacidos allí parece inmune a su tradición de conga. Hasta el propio pianista Juan Carlos Alfonso, encontró el ritmo de su Dan Den en las calles de Bejucal.

Hasta los rincones más íntimos de la vida familia, los sucesos trascendentales de la ciudad se llenaron con este ritmo. De ahí la necesidad de preservarlo y asegurar su continuidad. Para eso ha surgido el proyecto cultural comunitario Alfonso Iyaé, portador de las tradiciones musicales de varios grupos y familias bejucaleñas que cada diciembre solían reunirse para cantar y bailar en la casa de los Alfonso, en la calle 9, entre 6 y 8.

Además de presentarse un domingo al mes, la agrupación Alfonso Iyaé actúa con notable acogida en los Sábados de la Rumba, conciertos y peñas de la Uneac, institución a la que pertenecen, organizan un taller anual de rumba y conga que tiene carácter internacional, y realizan el único festival de congas que se celebra en el país.

Si el poeta tuvo razón al decir que en Bejucal encalló un tambor, más razón tendría decir que cuando se hable de cubanos hay que decir conga.


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