Cuba

Una identità in movimento


Definición Antropológica de Orisha. Investigación de Antropología Participativa, Sociología, Antropología Psicológica, Lingüística y Etnohistórica (Parte II)

Nelson Aboy Domingo


Pero independientemente de cualquier filiación filosófica que se asuma por las convicciones subjetivas de formación socio filosóficas imperantes, determinado por las convicciones egocéntricas y/o de cada referencia propia de cada sector étnocultural; cada ser humano es una indiscutible individualidad única, que durante su existencia consciente tiene que afrontar una vida para lo cual desconoce sus potenciales peculiaridades propias, las particularidades de lo que tiene que asumir perspectivamente ni la forma adecuada de desempeñarse o vivir en ajuste a las normas y adecuamientos idóneos de su especificidad biológica y ser social en su contexto sociocultural. Principio, esencia y filosofía que realmente es el verdadero objetivo de culto en tanto el proceso iniciático es, por si mismo, única y exclusivamente pautante del nuevo modelo presupuesto de vida que corresponde a la individualidad en su contexto; hasta allende desconocido y a partir de entonces asumido como una realidad tangible de constatar por el iniciado; de carácter peculiarmente propia, exclusivamente personal e individualmente no repetible.

Por lo tanto, la mal llamada "Santería" en Cuba, no es más que el ejercicio primero de identificación, reconocimiento, acatamiento y pleitesías, que rendimos de culto a nuestra propia personalidad individual, a nuestra identidad personal físico-psíquica; con mayor plenitud y con el conocimiento pleno de sus características y de nuestro medio social en ajuste a determinados criterios de esa cultura.

Es el culto que rendimos a formas superiores de la inteligencia del inconsciente humano, no supeditadas a los sectores del consciente y subconsciente como una energía implícita que en forma de vibración se encuentra dentro de nuestro propio cerebro, localizado en lo que denominan elegdá (el trabajo de la corteza cerebral)[4].

Que mediante determinados procesos de acción psicodinámica, químicos y naturista se facilita todo aquello que prefiero llamar, la sintonización del potencial contenido en el inconsciente del individuo, para de esa forma lograr una mejor armonización, ajuste, concentricidad y conducción armónica de las vibraciones del inconsciente incontrolado al consciente y subconsciente conductual biológico y psicológico, en dependencia de las causas que condujeron al proceso de iniciación y en "atención a la frecuencia vibracional de oscilación específica"[5], que lamentablemente en las simbiosis de culturas han devenidos en místicos.

De esta forma se establece la sintonización concéntrica de tales vibraciones en los niveles corticales y subcorticales, en el sistema de conexiones de los campos primarios, secundarios y terciarios de la corteza cerebral; así como por la estructura neuronal y citoarquitectónica de la propia corteza hacia las neuronas (células de formas piramidales fusiformes y estelares) lo cual hemos abordado en otro trabajo más especializado.

Todo ello es realizado en concordancia con las calorías-colores afines correspondientes y se provoca la revelación de la personalidad específica, en el ulterior acto oracular, por conducto de sus extremidades superiores en forma de frecuencias energéticas, que fueron programados por la génesis en su especificidad individual y corregidas, rectificadas y/o estimuladas durante la acción de injerencia iniciática.

Por lo tanto, mediante los resultados prácticos del proceso "consagratorio", en realidad (Sintonización y armonización) se logra tener pleno conocimiento del sentido perspectivo de proyección personal, ya armonizado; así como todo lo concerniente a los ajustes y/o recomendaciones, prohibiciones y limitaciones en nuestra actual razón de ser para lograr la mejor manera de estar en ajuste con la individualidad en nuestro contexto y contemporaneidad general.

Como se puede apreciar es una forma dinámica cultural, para la mejor realización de la espiritualidad individual en el más amplio sentido de la realización de la especie humana, en tanto el ser humano y el sujeto que lo trasciende.

Para los pueblos Yorubas que precedieron a la etapa imperial y que desarrollaron toda su cultura alrededor del Culto a las Cabezas, conciben a los humanos en tres dimensiones: el cuerpo físico, el espíritu y el elegdá.

Precisamente es en ésta última sección de conformación de los humanos, donde se encuentran los elementos de integración del orisha personal y hacia donde se encaminan todos los procesos "rituales" que guardan relación con las ceremonias; que logran interesar en franca injerencia dicho sector, en la búsqueda de la solución a la problemática individual, como una consecuencia del ulterior desarrollo alcanzado por estas formas culturales.

Por esta razón se hace difícil para el mundo occidental la comprensión y estudios comparados de esta cultura; pues los occidentales normalmente reconocen a los humanos en sólo dos dimensiones: el cuerpo físico y el espíritu o el cuerpo y el alma; sin considerar a otras corrientes filosóficas, que en su noble fin de despojar a los pueblos "del opio religioso nativo", en ocasiones han amputado del objeto humano, al innato ser subjetivo que en definitivas particulariza el carácter identitario del ser psicosocial.

De ello se desprende, que pocas de las disciplinas occidentales concebidas para la atención al hombre, lo hacen sobre la base de los requerimientos individuales, no repetibles, que en definitivas es cada ser humano, como unidad básica del conglomerado social en su conjunto; mientras que en el Culto a los Orishas, lo más importante es precisamente la problemática individualidad específica, hacia lo cual están encaminadas, todas las ceremonias de carácter trascendente por las que se puede transitar.

Siendo así, la Santería o mejor decir El Culto a los Orishas, no es más que el culto a la personalidad individual rectora de nuestras vidas, es el culto a la aplicación y cumplimiento de nuestro código genético con pleno conocimiento del arquetipo y tipo específico de personalidad psicológica y del ente biológico, y en consecuencia los ajustes necesarios a un modo adecuado de ser, una forma acertada de asimilar la vida que nos espera; en síntesis: el curso y la conducta correctos a seguir y su contemporaneidad en un contexto y época social dado, partiendo de determinados conceptos culturales para una exclusiva realización esencialmente personal y no propiamente teológica, lo cual se observa fácilmente en la investigación de terreno.

De esta manera desde el punto de vista sociológico toma cuerpo la razón filosófica de este culto y en la misma, además, está explícita el carácter de su vigencia y la más importante condición para su perpetuidad.

Desdichadamente muy desconocido por los propios practicantes e investigadores y a priori muy subvalorado; por lo que mal se le conoce, indebidamente se aprecia y peor se le juzga.

Con independencia de las falacias teofilosóficas, que han servido de ropajes a las esencias reales y originales de estas prácticas, así como a los artificios rituales que recrean las dinámicas de funciones culturales; el corazón central de todo el andamiaje creado y recreado a su alrededor, es sin lugar a dudas la cultura a la personalidad propia y su mejor forma de realización.

Por tal razón y aun cuando actualmente estas actividades se encuentran enmarcadas en el plano de lo místico religioso, no deberá entenderse que necesariamente estamos, en presencia de una práctica supersticiosa o fanática; sino como una forma cultural de corrección y ajuste de nuestro modo de ver, de ser, de actuar, de asumir y de lograr los objetivos en la vida.

En el marco de esa plurifuncional aplicación que encontró en el contexto cubano de resolver problemas, adquirida, como resultado de los distintos escaños a que esta cultura fue relegándose de su connotación cultural original en el contexto de origen; y los múltiples mecanismos de adecuamiento, cada vez más reducido al plano de lo personal contextual, finalmente dio con un importante y consecuente desarrollo paulatino, de un nuevo concepto filosófico de enfrentar los polifacéticos conflictos humanos a través de estas prácticas como alternativa recurrente de solución práctica.

Así como nuevas dinámicas para la determinación del orisha iniciático, que indudablemente fue más universal y abarcador, en tanto se iba permeando de las concepciones politeístas del catolicismo español, que siempre encontró en la extensa cultura negra, un orisha homólogo con quien equipararlo; tan ricos en caracterología, como la complejidad problemática que en la biodiversidad individual de la sociedad existe.

Todo ello dio origen a la recreación de nuevas técnicas y de verdaderas dinámicas eficientes en la búsqueda de soluciones para cada caso, en la realización de la espiritualidad existencial en el nuevo contexto sociológico de los recurrentes; generalmente en sus inicicos de escasa o ninguna instrucción escolar y de menos recursos económicos. Que fueron produciendo soluciones reales a la problemática individual, que a lo largo del tiempo y en el transcurso de varias generaciones fue creando un estado de opinión, donde fue traduciéndose la eficacia, la eficiencia, la funcionalidad fehaciente y verás de estos procesos dinámicos para los implicados practicantes y sus descendientes; en el surgimiento de un irreversible y transculturado sentimiento que se constituyó en una trasvertida Fe religiosa, que caracteriza mejor las peculiaridades de la Fe de los actuales cubanos con un alto contenido pragmático y con ausencia o en sustitución de la resignación o del simple consuelo, ante la petición o el milagro no concedido.

Que por lo tanto, realmente en el fondo opera más en el plano de la alternativa sobre terrenal, desde la óptica estadística de los resultados objetivos, que en el plano de lo sobre natural, incluso desde el punto de vista del subconsciente subjetivo del consenso social; determinado por las características de la idiosincrasia del cubano, expresadas en la proverbial frase de: "Ver para Creer".

Independientemente de la argumentación teológica, que sin embargo, ha venido a desempeñar el más importante medio de transmisión y conservación cultural en tanto patrimonial y empírico; el móvil que induce hacia el proceso de iniciación y la resultante funcional, con la cual sistemáticamente ha estado proliferando esta actividad (a pesar de no tener ninguna forma de proselitismo), durante siglos dentro de esta cultura de realización; es más pragmática y funcional, que fanática y subjetiva[6].

En muchos casos apreciamos que se confunden y fusionan en un solo concepto; la Fe en los resultados de una práxis, que se ha realizado con un fin pragmático funcional y sus resultados fehacientes (causas y efecto); con la devoción y la Fe Religiosa que se profesa, a priori, concurra o no el resultado del milagro religioso; por convicción teológica, con total resignación, se obtenga o no el resultado per se; como una voluntad expresa de la deidad y sobre todo por su única y exclusiva participación ante la simple petición.

Sin lugar a dudas, el curioso proceso evolucionador cultural de mutación, mediante el cual se trasmutaron los procedimientos de realización cultural, en proforma iniciáticas religiosas; imposible prácticamente de precisar en tiempo la cronología sistemática del cambio cultural y época histórica, por lo lento y paulatino del mismo, evidentemente logró propiciar todas las condiciones subjetivas socio político culturales necesarias para que todo lo mítico legendario mutase hacia lo místico religioso; difuminándose además intencionalmente en unos casos y en otros no, las prácticas de una cultura eficaz de base, con los resultados de una religión (El Culto de Ifá) que tras de sí instauraba un poder colonial.

No obstante, evidentemente en la cultura de estos pueblos, luego de advertirse de la existencia del yo interno, con otra connotación por su puesto, como la más importante esencia de las cabezas y con el desarrollo paulatino de esta disciplina como cultura de realización; se fue evidenciando para ellos las múltiples diferencias caracterológica, que identificaban a uno u otro perfil definitivo de personalidad humana, con sus virtudes, defectos y tendencias; por lo tanto, fue menester la clasificación de cada arquetipo genérico de personalidad.

Por otra parte, la importancia que para los instauradores del Culto a Ifá tenían, las cuatro esencias del surgimiento de la vida en la naturaleza (tierra, aire, agua y fuego), como parte también de una realidad tangible y no subjetiva; conformaron por asociación simbólica rasgos de cada una de estas esencias deificadas de la naturaleza que posteriormente poco a poco fueron tomando forma de conceptos definitorios; que dieron lugar a la clasificación de los arquetipos de personalidad que más tarde se convirtieron en los Dioses de la creación y otros muchos más.

Ello condicionó, paulatinamente con el tiempo, un interesante intercambio de caracteres entre el proceso cultural inicial y la estructuración e instauración posterior de la religión; en donde estos dioses de la creación de Ifá, adquirieron para el culto religioso los rasgos antropomórficos y características psicológicas de los personajes más célebres de la Cultura de Orí de la época que los precedió; mientras que a estos últimos les adjudicaron las propiedades de los elementos naturales, simbólicamente deificados y advocados en ulterior proceso de deificación por sus distintas celebridades dentro su cultura.

De esta forma lo real funcional, adquirió la connotación del milagro sobre natural y al sobre dimencionamiento de los dioses sobre naturales les adjudicaron los aspectos antropomórficos de los personajes terrenales; arrogándose de esta forma la casta instauradora de la religión en su contexto original, todas las atribuciones y prerrogativas sobre naturales y sobre terrenales.

A partir de entonces, al equipararse los humanos orí de existencias reales y sus conocimientos culturales, con los elementos naturales deificados en aras de igualar las posiciones cultuales, de códigos culturales original y esencialmente también distintos en el contexto africano; para convencionalmente subordinar los unos a los otros, por medio de un dogma teológico del colono instaurador; se producen las condiciones para crear a partir de entonces los vínculos y las relaciones de filiación teísta de personas a iniciar con elementos de la naturaleza, en sustitución de los patrones culturales autóctonos de cada localidad en la propia África.

Con esta conformación, la historia real de muchos personajes célebres nativos, conocedores del mundo de la naturaleza y de los procesos para su utilización, dada la transmisión exclusivamente oral de estos pueblos; se convirtieron en verdaderas leyendas vivas, que casi podemos palparlas con las manos en la tridimencionalidad que adquieren, cuando oralmente aún en la actualidad nos son reportadas como parte del legado cultural.


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    Notas de referencia

      [4] Con la voz elegdá, de origen Anagó de los pueblos Nagos, en sentido general se hace referencia no sólo a la corteza cerebral; si no también, a todo el trabajo y resultado de sus funciones desde el punto de vista biológico y su papel en el desarrollo de los caracteres de la personalidad; así como la influencia interpersonal de esta caracterología en el marco de las relaciones sociales. Como se puede apreciar es difícil definir estos conceptos, a partir de las múltiples limitaciones lexicográficas de nuestro idioma y cultura occidental; en tanto estos códigos culturales, no sólo no existen en las mismas; sino que ni siquiera, consideran a las culturas del África Negra capaces de estas consideraciones y conceptualizaciones. Nota del Autor.

      [5] Nos referimos al tipo genérico de orisha iniciático, el que al ser determinado, nos permite conocer el centro o sector vibracional que rige al ente individual y, en dependencia de este, la vibración interna que será sintonizada durante el proceso de iniciación; así como los elementos naturales a emplear, el tipo de procedimiento y orden ceremonial. Nota del Autor.

      [6] El 94% de 256 personas encuestadas (249), sobre el móvil de su iniciación, resultaron ser por problemas de enfermedades. El 6% restante (7) lo componen los problemas y las dificultades muy diversas, para la realización existencial en el medio social. No en todos los casos la alternativa de solución, está acompañada de una vocación. En ocasiones debemos clasificar por separado la vocación hacia una profesionalidad de la práxis, como una ulterior alternativa de modus vivendi; con respecto a una vocación por la profesión de Fe, como modus operandi. Nota del autor.





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