Cuba

Una identità in movimento


Etnias africanas en las sublevaciones de los esclavos en Cuba (Parte II)

Pedro Deschamps Chapeaux


Palenques

El palenque era la culminación del cimarrónaje. Representaba no solo un reto a la sociedad imperante, sino la recreación de modos de vida propios. Acatamiento a la jefatura de una autoridad de prestigio, posiblemente de ascendencia real en su tierra de origen; jerarquía religiosa o natural don de mando. Era, por demás, un vehículo de unidad, de cohesión entre los explotados, frente a los representantes del poder colonial.

Se establecían en:

... las abruptas montañas que prestan aliento a la persistencia de la libertad, de acceso difícil, próximas a derriscaderos, cuevas y abismos, que aseguraban sus defensas, tupidos bosques, inaccesibles cerros y hacían allí sus cuidadelas favorecidos por la topografía del terreno, y no sintiéndose todavía lo suficientemente seguros, clavaban en todos los caminos que pudieran conducir al palenque estacas cortas de madera dura bien enterradas que imposibilitaban el ataque de fuerzas de infanterías...

Centinelas situados estratégicamente vigilaban los caminos que, trazados en forma de laberinto dificultaban el acceso de intrusos que, por otra parte, tenían que verificar su entrada en fila india, o sea, de uno en fondo, dado lo angosto de los trillos, siendo así fácilmente diezmados o rechazados; además, el sitio escogido tenía por fondo el monte espeso, virgen, que, en caso de sorpresa o derrota, hacía factible la huida de los apalencados.

Refiriéndose al sistema de defensa del palenque, sistema común a todos, dice en un informe la Real Junta de Fomento:

... toman la precaución de abrir en dirección a sus palenques, en sus proximidades, algunas falsas veredas sembradas de estacas muy agudas del palo de la cuaba, rodeadas de una hendidura horizontal, que cuando se clava en el pie de sus perseguidores se divide del grueso en que está apoyada en la tierra cubierta con alguna paja, de modo que no puede arrancarse la puya sino con instrumentos quirúrgicos, y estas trampas las tienen colocadas de tramo en tramo por los caminos que preparan para la fuga, si son atacados...(7).

La fusión en el palenque de las diversas culturas africanas condujo forzosamente a la creación de una cultura del palenque que conservó ciertos rasgos de africanidad, en tanto este se mantuvo como baluarte de resistencia contra la impuesta cultura del colonizador europeo, hasta bien entrado el siglo XIX, cuando, al estallar la primera guerra por la libertad de Cuba, un gran número de cimarrones apalencodos se incorporaron a las filas del ejército mambí, para dar un nuevo giro a la historia nacional,

De los numerosos palenques establecidos en la isla, desde las lomas del Cuzco en la región occidental, hasta Baracoa, en el extremo oriental, sobresialieron, entre otros, los de Sumidero, Cayajabos, Rubí, Jarucó, Guanimar, Ciénaga de Zapata, Cayo Toro, Cañada del Salobre, El Frijol, Maluala, integrados por minas, congos, carabalíes, lucumíes y otros.

En la región oriental, puede afirmarse, sin temor a error, que desde el siglo XVI se establecieron palenques por los negros cimarrones. La agreste topografía de su territorio permitió su estabilización y propagación. Uno de los más célebres y temidos por su agresividad fue el de Sigua, que mantenía bajo su constante amenaza al partido de Limones, al que invadieron en 1815. La táctica desplegada por los apalencados en sus incursiones era una verdadera guerrilla: atacar súbita y rápidamente, desapareciendo después de haber logrado sus objetivos.

De la permanencia del palenque, tanto en la región oriental como en la occidental y central de la isla, de su organización y hábil enmascaramiento, nos ofrece una admirable descripción el parte de operaciones de una columna española publicado en Gaceta de La Habana, de 14 de mayo de 1870, en plena guerra independentista:

El Teniente Coronel Cubas encontró en su última expedición una especie de palenque formado bajo este sistema. En el interior de un bosque espeso se habían chapeado como dos cabalierías de tierra, haciendo allí bohíos, siembras y pozos y viviendo como en los tiempos primitivos cuyos trajes son también los adoptados. Dos sendas muy estrechas y tortuosas, daban entrada por opuestos lados al dicho palenque, estando el acceso dispuesto de tal modo, que sin el práctico se hubiera pasado muchas veces por allí sin sospechar la presencia de alma viviente...

La revolución reconoció la importancia del palenque en la lucha que se iniciaba y en decreto firmado por Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 27 de diciembre de 1868, establecía en el artículo octavo:

... serán declarados libres desde luego, los esclavos de los palenques que se presentaran a las autoridades cubanas, con derecho a bien vivir entre nosotros, bien a continuar en sus poblaciones del monte, reconociendo y acatando al gobierno de la revolución.

Así, los palenques y sus habitantes pasaron a formar parte activa en la epopeya del 68, como abastecedores de combatientes y otros, como asilo seguro y hospitales de sangre. J.L. Franco nos dice al respecto:

... Cuando no estaba en combate, Maceo se retiraba a los viejos palenques, los refugios que en un momento u otro habían construido los esclavos fugitivos en lo más intrincado de las selvas o lo más inaccesible de las alturas montañosas. Aprovechando aquellos santuarios naturales para establecer hospitales y talleres de tipo primitivo, residencias para las familias de los combatientes, y almacenes de comestibles...(8).

El cimarronaje constituye un rotundo mentís a la propaganda sobre la docilidad del africano o criollo esclavizado. Esto está confirmado en los libros de capturas de cimarrones del interior de la isla. Entre 1800 y 1810 aparecen anotados: congos 70; carabalíes 19; criollos 48; minas 5; gangás 19; mandingas 43; lucumíes 3; sin etnias 46; bozales 2; bibíes 1; mongovi 1; ingleses 14; mozambique 1; també 1; congo mondongo 1; francés 1.

En igual período se registran entre las mujeres: congas 1; carabalíes 1; criollas 5; gangás 1; mandingas 3.

Las fugas persisten a lo largo de toda la etapa esclavista, destinándose los capturados a trabajar en la construcción de caminos y otras obras.

Según la relación publicada en Díario de La Habana de enero 29 de 1825, 4 de julio de 1833, 29 de junio de 1836, 30 de abril de 1842 y 30 de agosto de 1843:

Nacionalidad

1825

1833

1836

1842

1843

Mandingas

16

10

11

15

16

s/r

2

---

---

---

---

Bozal inglés

2

3

5

---

---

Gangás

32

35

43

42

41

Congos

31

24

39

58

54

Criollos

17

10

17

28

32

Congo mondongo

1

---

---

---

---

Carabalíes

20

24

32

24

27

Minas

2

6

7

13

12

Carabalí bibí

5

1

1

1

1

Mozambique

1

---

1

1

---

Briches

1

---

---

---

---

Mondongo

1

---

---

---

---

Macuás

9

5

4

27

14

Brican

2

---

---

---

---

Lucumíes

---

18

14

33

27

Ararás

---

1

---

3

1

Molombo

---

---

1

---

---

Bambaras

---

---

---

1

1

Portugués

---

---

---

1

---

TOTAL

142

137

175

247

226

Cimarronas

Nacionalidad

1825

1833

1836

1842

1843

Mandingas

1

1

3

1

1

Congas

8

10

7

9

10

Gangás

2

3

7

4

5

Criollas

3

2

1

2

3

Lucumíes

2

2

4

7

8

Carabalíes

2

6

2

7

7

Minas

1

2

2

2

4

Bozal

---

---

---

---

---

Bibí o Viví

---

---

---

---

---

Macuá

---

1

---

1

1

Ararás

---

1

---

1

1

Bambara

---

---

---

---

---

TOTAL

19

28

26

33

40

Total por "naciones" y por sexo

Nacionalidad

Hombres

Mujeres

Total

Mandingas

62

7

69

Gangás

193

21

214

Congos

206

44

250

Criollas

104

11

115

Carabalíes

127

24

151

Minas

40

11

51

Carabalí bibí

9

---

9

Macuás

59

3

62

Lucumíes

92

23

115

s/r

2

---

10

Bozal inglés

10

---

10

Congo mondongo

1

---

1

Brican

2

---

2


Fácilmente se observa, sin que ello corresponda a cantidad exacta, sino aproximadamente, que los más dados a cimarronearse eran, en primer término, los congos, seguidos por los gangás, después los carabalíes, los criollos, los lucumies y mandingas, entre los considerados como mayoritarios. En las mujeres, corresponde a las congas el primer lugar, seguidas por las carabalíes, después las lucumies, gangás y, por último, las criollas en la misma proporción que las minas.

En los años investigados, aunque no exhaustivamente, tenemos aproximadamente un total de 1.101 cimarrones, con un valor, también aproximado, de 330.300 pesos, que consideramos como "capital en fuga".

Por el diario del célebre rancheador de Vueltabajo, Francisco Estévez, que conocemos gracias al interés del escritor costumbrista Cirilo Villaverde, tenemos la noticia de que por 1836, según su informe:

... pueden pasar de mil quinientos negros esparramados en distintos palenques en estas lomas, ya número temeroso y perjudicial en extremo para la vecindad...

En Sierra de los Tumbos, 1836-1837; Taco-Taco, 1837; Cayajabos, 1842; Caiguanabo, Bahía Honda, Lomas del Cuzco, Canasí, San Cristóbal, Los Organos, San Diego de Núñez, Santa Cruz de los Pinos, Loma del Burén, Sierra de Guajaibón y mucho más.

Una ilustración de lo que significaba los palenques en la unidad de los cimarrones, la tenemos en algunos de los informes de los rancheadores a las autoridades.

El 1ro de julio de 1833, se pronunciaba sentencia contra apalencados en las lomas del Cuzco, en la llamada La Guachinanga, que eran dirigidos por el negro Felipe, gangá, que contó con el concurso de Bonificio, Cristóbal, Domingo, Julián y Francisco, lucumíes; y las cimarronas Melchora y María, cuya nación no se expresa y que lograron fugarse.

El 11 de agosto de 1835 era aprehendido el famoso Pancho Mina, conocido por Capitán de Palenque, el cual fue herido levemente. Dio lugar a su fuga y apalencamiento, el hecho de haberío vendido su amo a un cafetal; su oficio era el de carretero. Hacía más de veinte años que estaba huido, viviendo en compañía de José de Jesús, ganga; Nicolás, carabalí; Toribio, mina; Bartolo y Remígio, cuya nación no consta, y las negras Gertrudis, conga; María Filomena, carabalí y Tomasa, criolla, "nacida y criada en el monte". En el informe, no solo se expresa el comercio de cera que mantenían con las fincas cercanas y que revela la existencia de colmenares, sino que mensajeros destínados a la compra y venta de productos del palenque, eran también los encargados de conducir al palenque mujeres, tal como se anota, que Pablo, criollo, fue encargado

... de conducir a la negra Rosalía, lucumí, esclava de don Miguel Herrera, al negro Hilario, mandinga, contramayoral del cafetal de Borbón, que estaba huido en el monte y esperando a dicha negra para mujer.

La permanencia en los palenques, a pesar de los rancheadores, los Lanceros del Rey y otras fuerzas destinadas a la persecución de los cimarrones, era revelada en cada informe elevado a las autoridades superiores. Al notificar la muerte del negro Mariano, mandinga, se expresa que el mismo hacía años que estaba

... en los palenques siendo uno de sus capitanes.

Apalencados en los manglares de la costa del sur, en la región vueltabajera y divididos en dos palenques se encontraban, en el primero: Cirilo, congo; Manuel, carabalí; Mónica, gangá; Gerónimo, carabali; Esteban, gangá; Matías, lucumí; Mariano, mandinga; José Cornelio, congo; Vicente, mandinga; Laureano, macuá; José de la Luz, gangá; Benito, congo; Cristóbal, congo; Teresa, conga; Jorge, lucumí; Gerónimo, congo; Caridad, lucumí; Damián, macuá; Cayetano, carabalí; Celestina, conga; Juan, congo; comandados por el negro Tadeo.

El segundo palenque lo integraban: Marcelina, gangá; Rosa, conga; José, criollo; Santiago, congo; Mauricio, lucumí; Miguel, carabalí, y Cecilio, del que no consta su "nación".

El informe, fechado el 13 de junio de 1843, por el Excmo. Sr. Ramón Flores de Apodaca, expresaba que:

... Se les ha quitado porción de carne, manteca y demás víveres que tenían en sus ranchos, existiendo en mi poder varias lanzas, machetes y cuchillos que les pertenecían.

Todo es poco comparado con lo ocupado en el palenque de la Sierra de los Tumbos, en 1836: 33 ranchos de dos y tres camas cada uno; 20 calderos de hierro, chicos y grandes y como 20 cazuelas de barro; 42 frazadas de lana; 20 túnicas y camisones de negras y varios pañuelos, un sinnúmero de taparrabos, calzones y camisas de rusia; un sinnúmero de muñecos que llaman brujos; 14 herrones que remito, habiendo quemado los palos, 2 hojas de ½ cinta y un cuchillo de punta; una grande pila de plátanos que podrían contener como diez serones de a 60 manos cada uno; 54 güiras o jícaras y porción de cucharas; una tapa llave de escopeta de pellejo de jutía y una güirita con pólvora: 36 jabucos de bejuco; como una arroba de cera y dos arrobas de sal y 60 hamacas de cordel de mejagua, que ellos hacen para cargar a la espalda.

Cada informe es revelador de la importancia que tiene, para el estudio del proceso esclavista en Cuba, una investigación de los cimarrones apalencados y sus relaciones e influencia con las dotaciones de ingenios y cafetales, así como con los negros y mulatos libres.

Aún están en el olvido, ausentes de las páginas de nuestra historia, los nombres de los capitanes de cimarrones: Antonio, mandinga; Antonio José, yará; Juan Portugués; la madre Pastora, mujer del capitán de cuadrilla Mariano, gangá, muerto en 1837; Felipe, gangá; Julián, apalencado durante 37 años, el famoso Mataperros, perteneciente el palenque de la célebre Madre Melchora, que, convertido en cuadrilla volante, se movía de uno a otro refugio. Melchora cumplía su indiscutible jerarquía con las funciones de curandera y, posiblemente, sacerdotisa de alguna religión ancestral. A estos hay que agregar el nombre de Vicente Sánchez (a) Cobas, que en 1819 era emplazado por su liderazgo entre los apalencados orientales, y el no menos célebre José Dolores, congo, conocido por Mayimbe, creador de una cuadrilla volante en 1843, cuando se inician las sublevaciones que desembocan en la llamada Conspiración de la Escalera (1844).

Todo lo expuesto nos permite preguntarnos cuáles eran los negros sumisos, los dóciles que estaban sometidos gustosamente al régimen esclavista. ¿Los congos, "graciosos y picarescos, con sus cuerpos redondos como bolas de billar"? ¿Los lucumies, "finos y de carácter serio"? ¿Los gangás, "nobles y bondadosos"? ¿Los minas que "no eran propios para el trabajo de la tierra"? ¿Los ararás, "dóciles y aficionados a sus amos"? ¿Los carabalíes, "rencorosos"?

Acerca de esta rebeldía, manifestada en las tierras del Nuevo Mundo, nos dice Richard Price:

Fue en la América española donde comenzó y terminó el cimarronaje, extendiéndose por varios tumultuosos siglos. Fue allí que los cimarrones hicieron sus primeras alianzas con indios y piratas, y allí establecieron la mayor parte de los grandes reinos de cimarrones: Yanga, en México; Bayano, en Panamá; Miguel, en Venezuela; Domingo Bioho, en Colombia, e, indudablemente, otros, de los cuales aún no sabemos nada(9).

 

Parte I — Parte II

 

    Referencias

      (7) Cita en R. Pérez Landa, "Los palenques en Cuba", Nuevos Rumbos, no. 5, octubre, 1947.

      (8) José Luciono Franco, Antonio Maceo, apuntes para una historia de su vida, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.

      (9) Richard Price, Maroon Societies, The Johns Hopkins University Press, USA, 2da. ed., 1979.

 


Tomado de: PEDRO DESCHAMPS CHAPEAUX, "Etias africanas en las sublevaciones de los esclavos en Cuba", en Revista Cubana de Ciencias Sociales, La Habana, no. 10, año IV, enero-abril 1986, pp. 14-30


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