Cuba

Una identità in movimento


La mujer en la música cubana

Mercy Díaz


La presencia femenina en la música cubana se remonta a los primeros tiempos de la colonia. Por entonces, ante la escasez de músicos profesionales, se utilizaban cantantes negras en las iglesias.

En un censo de 1582 realizado en La Habana y Guanabacoa, no aparece ningún músico de profesión. Sin embargo, en Santiago de Cuba, había una pequeña orquesta compuesta por dos tocadores de pífano; un sevillano tocador de violón de nombre Pascual Ochoa y dos negras libres, las hermanas Micaela y Teodora Ginés. Esta agrupación tocaba en fiestas e iglesias.

Cuando Pascual y Micaela decidieron irse a La Habana, Teodora se quedó en Santiago, haciéndose famosa por sus canciones. Precisamente la única de ellas que ha llegado hasta nosotros, El Son de la Ma Teodora, es la más antigua composición cubana que conocemos:

¿Dónde está la Ma Teodora?
Rajando la leña está
Con su palo y su bandola
Rajando la leña está
¿Dónde está que no la veo?
Rajando la leña está.

Otras mujeres destacaron posteriormente, pero en la llamada música culta, que estaba limitada a los salones más selectos; aunque, como dato curioso, podemos citar que en la primera mitad del siglo XVIII había en Santiago de Cuba una familia de músicos compuesta por doña Bernarda Rodríguez de Rojas (arpista), su esposo, Leonardo González (compositor de seguidillas) y la hija de ambos, Juana González, cantante y violinista.

En el siglo XVII comenzó a manifestarse la influencia africana en la música de la Isla. En el XVIII se inauguró el primer teatro de La Habana, el Coliseo, en La Alameda de Paula, que posteriormente se llamó el Principal, donde en 1790 actuaban compañías de tonadillas. Pero no es hasta principios del XIX que surge nuestro primer género musical: la contradanza, de ascendencia afro-francesa, derivada de la contre-danse que llevaron a Oriente los colonos franceses que huyeron de Haití.

El 1 de enero de 1879 el músico matancero Miguel Faílde estrena el primer danzón Las Alturas de Simpson, en el Liceo de Matanzas. En 1929 Aniceto Díaz — ex músico de la orquesta de Faílde — da a conocer, también en Matanzas, un nuevo género derivado del danzón, el danzonete, del que se erigirá en su "Emperatriz" una cantante singular: Paulina Alvarez, quien lo interpretó hasta su muerte, a mediados de los 60.

Comienza el siglo XX y se ponen de moda los trovadores. Cantan en cafés, cines y restaurantes. Hay dos mujeres: Angelita Bequé y Mercedes Borbón, y una jovencita de Guanajay, de la humilde tierra de Vuelta Abajo. Curiosamente, procedía del otro extremo de la Isla y no de Oriente, cuna de la mayoría de los trovadores. Esta joven cantante y compositora era María Teresa Vera, quien se convirtió en figura imprescindible de este movimiento musical. Forma dúo con Rafael Zequeira, y realizan varios viajes a Estados Unidos para grabar, entre otras, esas bellas páginas de Manuel Corona: Longina y Santa Cecilia.

Al morir Zequeira, María Teresa pasó a formar parte, junto a Ignacio Piñeiro, del Sexteto Occidente, que posteriormente pasó a ser el Sexteto Nacional. Más tarde, ella y Lorenzo Hierrezuelo integraron un dúo que cosechó grandes éxitos, interpretando sus propias composiciones, entre las que destaca Veinte años.

El 10 de octubre de 1922 se lleva a cabo la primera transmisión de radio en La Habana. La cantante de ese acontecimiento fue Rita Montaner, "La única". Graduada de piano y con grandes condiciones para el teclado, Rita Montaner prefirió cantar. En 1926 recorrió los Estados Unidos con las Follies Schubert. A su regreso, Ernesto Lecuona la escogió para su zarzuela Niña Rita. Triunfó en París y en España; grabó en Estados Unidos Mamá Inés, Siboney y El Manisero. Cantó magistralmente, entre otras, las zarzuelas María La O y Cecilia Valdés y actuó en la primera película sonora cubana, Sucedió en La Habana (1938).

En esa misma década de los 30 descuella otra joven de talento, que se convertiría en la intérprete por excelencia del Maestro Lecuona. Me refiero a Esther Borja, quien hizo una maravillosa creación de su Damisela encantadora. Músico, al igual que Rita Montaner, Esther tenía una preciosa voz y talento para captar la intención de cada obra.

Esther Borja también interpretó canciones de Ernestina Lecuona, hermana mayor y primera maestra de piano de Ernesto. Gran compositora, Ernestina fue la autora, entre otras, de Me odias y Ya que te vas. Una prima lejana de Ernestina, Margarita Lecuona, fue igualmente autora de temas que fueron muy populares, como Tabú y Babalú.

El Maestro Ernesto Lecuona formó a muchas cantantes que tuvieron gran éxito, entre las que podemos citar a: Hortensia Coalla, Caridad Suárez, Luisa María Morales, María de los Angeles Santana y Rosario García Orellana.

La lírica cubana contaba con magníficas voces que cantaban ópera: Carmelina Santana, Carmelina Rosell, Zoila Gálvez y Margarita Horruitinier. Estas dos últimas más tarde fueron profesoras de destacados intérpretes de los géneros lírico y popular.

En la radio de entonces se dieron a conocer las cantantes Tomasita Núñez, Zoraida Marrero, Blanquita Becerra, etc.; la pianista y compositora María Cervantes, hija de Ignacio Cervantes; y también había una mujer musicalizadora, que se encargaba de ambientar las obras que se trasmitían: Conchita Nogara.

En 1938, nace el programa La Corte Suprema del Arte de CMQ Radio, dirigido por José Antonio Alonso. Es una verdadera cantera de artistas, de la que surgen: Rosita Fornés, Celia Cruz, Anolan Díaz (madre del cantante panameño Rubén Blade); Las Hermanas Lago, Hermanas Martí, Aurora Lincheta, Elsa Valladares, etc.

En esta década aparecen unas orquestas características de la capital cubana, integradas exclusivamente por mujeres, que tocaban en "Los Aires Libres", frente al Capitolio. Las más importantes eran la Anacaona, de Conchita Castro; y la Ensueño, de Guillermina Foyo. También hubo otras orquestas mixtas con cantantes femeninas: la Elegante, con Paulina Alvarez; la de Ernesto Muñoz, con Elena Li; Siglo XX, con Dominica Verges y la Sonora Matancera con Celia Cruz.

En cuanto a agrupaciones vocales, en 1931 María Muñoz de Quevedo funda la Coral de La Habana y dos décadas más tarde, con la llegada de la televisión, Cuca Rivero dirige su coro desde la pequeña pantalla. También en 1931 Pro-Arte Musical creó la Escuela de Ballet, donde estudió Alicia Alonso, quien en 1948 fundó el Ballet de Alicia Alonso, hoy Ballet Nacional de Cuba.

Entre las pianistas, ocupan un lugar preferente Zenaida Romeu, Zenaida Manfugás, Numidia Vaillant e Ivette Hernández y entre las compositoras, Isolina Carrillo (pianista, arreglista y autora de Dos Gardenias), Lily Batet, Celia Romero, Tania Castellanos, Martha Valdés, Ela O'Farril, Olga de Blanck y Gisela Hernández.

Omara Portuondo y Ibrahim FerrerCon la llegada del estilo musical llamado feeling, en los años 50, surgen Elena Burke, Olga Guillot, Olga Rivero, Gina León, Moraima Secada y Omara Portuondo. Estos años se caracterizan por una verdadera eclosión de figuras femeninas. Voces líricas como Martha Pérez (soprano que cantó en la Scala de Milán), Zoraida Marrero, Alba Marina, Blanca Varela, Ana Julia, María Remolá, Ana Menéndez, María Marcos, María de los Angeles Rabí, Xiomara Alfaro; y en el género popular, Berta Dupuy, María Luisa Chorens, Caridad Cuervo, Blanca Rosa Gil, Doris de la Torre, Freddy, Celeste Mendoza, Mercedita Valdés, etc. También hacen su aparición las vedettes Blanquita Amaro, Ninón Sevilla, Norma Naranjo, Teté Blanco, Olga Chaviano y "Las mulatas de Fuego"; y entre las bailarinas, destacan Sonia Calero, Martha Picanes y Elena del Cueto. Igualmente gozan de popularidad los dúos integrados por hombre y mujer, como Olga y Tony; Cabrisas-Farach; y en la música campesina: Celina y Reutilio; y Coralia Fernández y Ramón Veloz.

Es una época dorada que tiene su continuidad en los 60 con La Lupe, Martha Strada, Aida Rosa, Georgia Gálvez, Ela Calvo, Obdulia Breijo... y comienza la moda de los cuartetos vocales, algunos sólo de mujeres: las D'Aida, las Hermanas Valdivia y las Hermanas Benítez; o dos hombres y dos mujeres, como Los Rivero y Los D'Henríquez.

Pero en la segunda mitad de esa década cambia el formato, predominando los que se componen de tres hombres y una mujer: Los Meme, Voces Latinas, Los Modernistas y Los Brito.

El final de los 60 y la década del 70 se caracterizan por otra cantera que nace de la televisión, principalmente del programa Música y Estrellas, dirigido por Manolo Rifat. Debutan en este espacio artistas que rápidamente se consolidan: Mirtha y Raúl; Maggie y Luis (recuérdese que, debido a la naturaleza de este trabajo, sólo cito agrupaciones de las que forme parte una mujer); Beatriz Márquez, Leonor Zamora, María Elena Pena, Annia Linares, Elizabeth de Gracia, Farah María, Nereyda Naranjo y Mireya Escalante.

Son muy populares las cantantes Marta Justiniani, Leonora Rego, Alina Sánchez, el dúo de Clara y Mario, el de Martha y Daisy; las intérpretes y compositoras Teresita Herrera, Lourdes Torres y Enriqueta Almanza. También hay bailarinas de distintos estilos: Mirtha Pla, Josefina Méndez y Loipa Araújo, del Ballet Nacional; Mayda Limonta (Tropicana) y Gladys González, Cristy Domínguez y Tania Vázquez del Ballet ICRT (Radio y TV). Aquí también incluiré a una artista que destacaba por su excentricidad: Juana Bacallao.

Mientras tanto, fuera de Cuba, se designa a Celia Cruz como "La Reina de la Salsa", denominación que define a la música cubana enriquecida con otros ritmos del Caribe; y triunfan La Lupe, Luisa María Güell, Lissette (hija de Olga y Tony) y su hermana Olguita.

En la música para niños, por supuesto, la participación femenina ha sido muy importante. Entre las compositoras, María Alvarez Ríos, profesora del Conservatorio Manuel Saumell, y Teresita Fernández, autora de conocidas canciones infantiles; y entre las cantantes, Iselina Acosta, Maribel Rodríguez, Marlene y Mercy Díaz, dedicaron diferentes interpretaciones para los "peques" en cortos animados y en los programas de televisión Juguete y Sábado 37.

A finales de los 70, se descubrieron nuevos valores a través del espacio Todo el mundo canta, donde se dio a conocer Mayra Valdés — hermana de Chucho, el director del Grupo Irakere —, la cual demostró su dominio de la interpretación jazzística.

Malena BurkeEn los 80 continúan su trayectoria artistas ya mencionadas anteriormente, unas dentro de Cuba y otras integrando repetidamente las delegaciones musicales que viajan al extranjero; y surgen algunos nuevos nombres como Malena Burke, Rebeca y Linda Mirabal.

Ya en los 90, entre las agrupaciones femeninas que nos visitan, está la Camerata Romeu, dirigida por Zenaida Romeu, hija de la pianista y profesora del mismo nombre, y la versión actualizada de la Orquesta Anacaona.

La cubana lleva la música en la sangre, por lo que es indudable que debe haber otras figuras dentro de la Isla, pero no se conocen. No así las que triunfan en el exilio, raíces trasplantadas que han dado frutos en suelo extraño: Maggie Carlés, Marisela Verena, Albita, Martica, Lucrecia y las embajadoras por excelencia de nuestra música en el mundo: Olga Guillot (el bolero); Celia Cruz (la salsa) y Gloria Estefan, la máxima representante del mestizaje cubano-americano, que ha arraigado en todos los públicos y en sus compatriotas dentro y fuera de "Su Tierra", que también es la nuestra.



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Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia

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