Cuba

Una identità in movimento


Reflexiones para un discurso de género: apuntes sobre la historia de la esclavitud femenina en América

Leyda Oquendo Barrios


ANTESCEDENTE

Durante cuatro decadas he trabajado la documentación de los archivos de algunos paises del Caribe y America continental.Tambien me ha sido de interes trascendente la información de Madrid ,Sevilla , Roma e incluso en Luanda y Dakar donde pude consultar importantes fuentes primarias.Todo ese volumen informativo es de gran utilidad al conjunto de REFLEXIONES PARA UN DISCURSO DE GENERO. Por su puesto que la papeleria del Archivo Nacional de Cuba constituye el basamento fundamental , fuente esencial, para una serie de ensayos en esta linea. El necesario dialogo fuente primaria-libros,me ha tenido como interlocutora y catalizador al objeto de ejercer el DERECHO HUMANO AL CONOCIMIENTO DE LLA VERDAD HISTORICA, concepción que transversaliza mi obra cientifica.

Es importante subrayar que entre los resultados de estos años de trabajo esta la convicción de que quienes consulten fuentes primarias deben saber que estan frente a documentos que reflejan ,por lo general,los valores,principios,criterios... de las minorias explotadoras por lo que hay que decodificar cuidadosamente los paradigmas,sexistas,racistas, en fin discriminadores que vienen desde lo mas recondito del decursar de la Sociedad Clasista.


INTRODUCCION

La universalidad masculina del discurso histórico es imposible de obviar en cualquier intento de comunicación. Es tan simple, como que todas, somos ese HOMBRE-CONCEPTO que se intenta patentizar en la "trascendentalidad" de lo que Se dice y hace, en lo que ha sucedido, sucede o sucederá.

Rediseñar tal situación implica cambiar códigos milenarios,lo cual no es imposible, sin embargo hay que tener en cuenta que el hecho magnífico de la palabra está interferido por esa "generosa" masculinidad que trata de someter a su poder absoluto por medios diversos cualquier actividad que se realice.

A partir de esta circunstancia expresar el papel de la mujer esclavizada en la etapa de la acumulación originaria capitalista — asumiendo la palabra desde posiciones propias del género y la clase oprimida — ha sido, es particularmente difícil porque la visión filosófica eurocéntrica del mundo es masculina: la palabra es uno de sus vehículos y nosotras somos parte de la llamada cultura occidental conformada esencialmente por esos contenidos.

Entonces, ¿quiénes y qué fueron e hicieron las esclavas?; ¿a qué contribuyeron en el decursar del tiempo americano para realizarse en el acto de identidad genética y cultural de esta parte del mundo?

Las interrogantes son infinitas y dramáticas; las respuestas, algunas de precisión incuestionable, otras son absolutamente imprecisas. Estas últimas quizás sean las más lacerantes, porque:

  • ¿Quién definitivamente soy como producto histórico, como mujer americana en lo correspondiente a categoría conceptual sino preciso el drama que me da origen?

    Soy una figura psicosocial difusa si solo veo mis pies sobre la tierra, pero ignoro mis raíces y entorno.

  • ¿Qué me compone como historia, a quién debo mi hoy para desde él actuar en consecuencia con mi mañana?

    El diálogo interno de una mujer, pese a los esquemas establecidos que le restan seriedad, pocas veces se hace en voz alta y mucho menos ante un auditorio. Sin embargo, en el umbral de un nuevo milenio se rompen cascarones y la voz femenina dice de interrogantes que sólo desde nuestra visión protagónica corresponde formularse como madres, educadoras, trabajadoras, esposas, amantes intelectuales, monjas, prostitutas... pocas veces piratas, bandidas, asesinas... en esa trayectoria hemos sido también esclavas, cimarronas combatientes... porque la verdad — en lo profundo de la condición individual y colectiva de la Humanidad — es que la contribución de la mujer es la del AMOR en que hemos transformado el dolor para dar vida por encima de todo, por eso la esclavitud femenina tiene entre sus componentes el aporte de las esclavas a esa realidad sensible en la sociedad americana.


ESCLAVAS ABORIGENES

El marco especulativo es escenario donde puede vislumbrarse la imagen de la esclava autóctona; la brutalidad capitalista la atrapa, viola, asesina; sabemos que ella es la madre de los primeros "bastardos y bastardas" del "Nuevo Mundo". Ella resistió la violencia como su hermano étnico pero fue "vientre-cuna y gran suicida"[1]

Entonces, ¿cuántos hijos se le murieron dentro, cuántos fuera? ¿Cuántos le arrancaron de sus brazos, cuántos sobrevivieron?

¿Pudo realmente ser madre la esclava indígena, particularmente la caribeña? ¿Qué sucedió a las primeras mujeres de ese mundo transido de dolor de la "Conquista y Colonización"?

A la reflexión hecha con mesura para la cual la documentación es fuente indirecta aunque útil, ellas son infinito pesar, gestantes atropelladas y por supuesto, son rebeldía que parece leyenda, hay un nombre cimero la Gran ANACAONA, Cacica quisqueyana, cimarrona de fuerte acometida que en desafió, insurreccionó su entorno.

Estamos urgidas y urgidos de revalorar las fuentes primarias en busca de referencias-indicios para rehabilitar el perfil de la esclava indígena. Hay un silencio que parte de la imposición tendenciosa de una visión de género de los(las), que han escrito la historia; ellos (ellas), nosotras muchas veces somos cómplices inconscientes del conjunto de falsedades que constituye gran parte de la información referente a esta temática, sin embargo, la verdad está en el tiempo, la esclavitud de Taínos, Siboneyes, Arauacas, Aztecas, Huelches, Irokesas... es un grito presente, aún enmascarado en parte, pero captable al oído receptivo. Hay que reunir datos dispersos, leer entre líneas, interpretar expresiones "manidas" cuyo mensaje oral puede ser revelador, para ello es necesario romper códigos eurocéntricos que utilizan lo masculino como símbolo de contenidos generales con lo cual en la práctica se desconoce la participación femenina en casi todo tipo de acción histórica.

Visto esto con claridad, vencido el mito, emergerá la imagen de la mujer indígena esclavizada en América, su lucha, su amor, su sacrificio, su holocausto no pueden ser espacios de silencio.

Ellas deben alcanzar las magnitudes de realidad histórica que le corresponden en este presente configurador de percepciones más sensibles y científicas.


ESCLAVAS AFRICANAS

Estas mujeres víctimas de un atropello físico de dimensiones incalculables, lo fueron también, como las indígenas, de la violencia impuesta por olores y sonidos emanados de la masculinidad de depredadores cuyas imágenes les eran extrañas. Ellas, sometidas al tránsito marítimo a través del océano por siglos, en condiciones de hacinamiento que encarnan lo insólito, fueron sobrevivientes de una catástrofe humana de magnitudes que jamás podrán ser descritas cabal mente. Entonces ¿Cuál era el calibre de esas espantadas criaturas?

La pregunta no tiene una respuesta sino que ella conduce a otras muchas interrogantes; se llega incluso al absurdo: ¿Eran realmente mujeres o sólo alcanzaban a ser entes femeninos? ¿Que era una mujer en los lugares de donde ellas procedían? ¿Con ellas comparables a las europeas o a las indígenas? ¿Es posible ser capturadas, almacenadas, flajeladas, violadas, destrozadas, y aún seguir siendo simplemente humanas, y continuar viviendo y reproducir al género, la clase, y las tradiciones ancestrales?

Pienso que las mujeres esclavizadas en América procedentes de África no eran humanas, no como dijeran algunos ideólogos racistas cuyos seguidores valoraron y valoran, a lo africano en rango subhumano, sino que ellas puedan situarse entre los seres sobrenaturales, por su insólita capacidad de resistencia y combate que le hace alcanzar categoría de Deidad. ¿Muy especulativo de mi parte?, idealista? Sí, es el drama de que no hay palabras para hechos tales y hay que ir a metáforas en su perfil más afilado y auténtico, para catalogar de orishas a esas vírgenes imprecisas que en miriadas fueron desarraigadas, avasalladas, despersonalizadas y que sin embargo, aún quedan nombres-huellas, descripciones en documentos primarios donde aparecen como jornaleras, iyalochas, cimarronas, Mal de santo que hasta son deificadas popularmente.

Melchora, Carlota Conga, Fermina Lucumí, Anastacia esclava, Nanny Capitana de Palenques son algunos nombres insignias de rebeldes combatientes de montañas, montes, ciénagas, muchas de ellas establecieron refugios permanentemente en tierras liberadas.

Otras tantas mujeres esclavas, que apenas se vislumbran como algo tangible, son quienes amamantaron hijos e hijas a generaciones de amos y (amas) que se los confiaban. Quizás no se enteraron que ellas no eran dóciles doblegadas; ellas dieron vida a guerreros, guerreras, libertadores; profundamente sabias, poderosas, les arrancaban al crio propio — al gestado por dentro — entonces ella gestaba al otro al que le daban a amamantar.

En el interior de generaciones de esclavistas de gesto depredador (de las que son herederas las de los racistas actuales de América) clamando por justicia estuvieron ellas que fueron acusación a la conciencia de quienes intentaron ignorarlas, porque las primicias de caricias y calor humano de criollos que serían luego amos, libertadores, gobernantes, intelectuales fueron entregadas por esas esclavas negras africanas primero, luego serían ellas también criollas, negras y mulatas. ¿Cuánto deben las independencias de los países del continente a estas mujeres?


ESCLAVAS CRIOLLAS

La reproducción natural de la esclavitud creo este nuevo ser con su correspondiente conciencia social, en tierras de América. Mujeres que nacían esclavas y cuyo status etnorracial era disímil. Las esclavas criollas hablaban como lengua propia la de la cultura dominante, a un buen por ciento de ellas le corría por las venas sangre de los depredadores. Hábitos y recuerdos de la cultura de la que mayoritariamente provenía su clase social les era transmitido por la práctica oral, su cotidianidad no tenía la experiencia del barco negrero, ni la remembranza de la tierra madre de vivencia independiente como sus predecesores y coetáneas procedente de África.

Probablemente la esclava criolla pudo tener mecanismos de adaptación a las condiciones de cautiverio, que no tenían las africanas. Se les llamaba negras ingenuas mientras que a estas últimas, durante un período inicial y no reglamentado de estadía, se les denominaba Bozales. Las criollas no obstante — sobre todo las esclavas urbanas — estaban capacitadas para reconocer su posición relativa en la sociedad en que habían nacido y de la que formaban parte. Por ejemplo las esclavas jornaleras de La Habana tenían una relativa movilidad autónoma atendiendo a los menesteres comerciales y domésticos de que fueran capaces, autorizadas por sus amos, en tanto y en cuanto le proporcionaren a los (las) mismos tres reales y medio en tiempos normales y cinco cuando hubiere flotas o galeones. Ya desde 1690 se refiere que estas esclavas tenían ese status y muchas de ellas hábiles para el negocio se hicieron libres y consolidaron ciertas "riquezas", incluso fueron poseedores de algunos esclavos como puede leerse en documentos testamentarios. La jornalera era una mujer "trabajadora", incluso "empresaria", se buscaba la vida como podía incluido el ejercicio de la prostitución, como claramente dan a entender algunas fuentes por supuesto que muchas africanas traídas muy jóvenes debieron ser también jornaleras pero la criolla se encontraba en el ambiente propio.

La esclava criolla fue medio hermana de sangre de señoritas y señoritos; también "hermana de leche" y madre de algunos de ellos. No es suposición falta de razón, asumir que ellas eran las preferidas en las casas de viviendas, como juguetes y acompañantes, por ende compartieron intimidades, vieron diferencias y debilidades. Ellas las esclavas criollas urbanas tuvieron que ser más asimiladas a la cultura de la cual eran parte, que las africanas, sin embargo, el hecho colonialista-esclavista, funcionó también para ellas, así que no debieron estar exentas de violaciones, ultrajes y compraventa. A ellas también les arrancaron el vástago concebido por fuerza o por amor; por tanto ellas fueron codificadas, como todas sus iguales de clase. Y como ellas también afirmaron su condición y dignidad en la ascendencia que alcanzaron en el inconsciente colectivo de la presencia humana en ¡América. La esclava criolla es, por lo regular esa negra amada y "pintoresca" en algunos casos, que crió a los amitos y amitas — les enseñó a comer, a reír, poblando su conciencia de referencias en cuanto a formas de belleza, textura, ritmos, pensamientos. Etica y estética afroamericana fue conformándose en una interacción espontánea, enjundiosa, vital y secreta.

La esclava criolla marca la identidad de esta parte del mundo como ente dinámico tanto en el ámbito genético como en el cultural.

No es simplemente que de lugar y sea ella misma en gran medida lo que afirmaban los gallegos en Cuba que era su máxima creación. La mulata, como si se autoengendraran ya que se asumían como progenitores únicos, sino que son las esclavas criollas, a no dudarlo, las cómplices activas y promotoras del "blanqueamiento", para "salvar" a su descendencia.

La "Alba sociedad criolla latinoamericana del siglo XVII en adelante debiera hacer un monumento en cada una de nuestras capitales a estas mujeres negras y mestizas que proviniendo del fondo llegan a la superficie de sociedades racistas coloniales y vencen generación a generación; apoderándose del status del dominador; por supuesto esto conllevó a riesgos de muerte para ellas que fueron ocultadas, sepultadas nuevamente en las sombras del abismo del cual hablan emergido, aunque ahora de forma diferente porque ellas están como "diluidas" pero son identidad.

La esclava criolla es catalizadora en su condición natural de asimilada. El siglo XIX cubano es una excelentísima muestra a estudiar en cuanto a la evolución y resultado de la criolla esclava, pienso que Palta un estudio coherente de esa entidad histórica cuyo verdadero papel social aún está tapiado. Las urbes de toda América pudieran ser áreas de investigación de esta apasionante temática.


ESCLAVAS CHINAS Y ESCLAVAS BLANCAS

Miseria y olvido rodean también a la esclavizada mujer asiática, china, o filipina, que arribó hace algo más de siglo y medio a costas americanas en condición de trabajadora contratada, culies cuya función era la misma que las esclavas africanas y criollas. Se enmascaraba su status de total enajenación, con una paga que no pasó jamas de 4 pequeños no bien precisado en cuanto a si eran mensuales o anuales. Es cierto que su entrada no fue masiva, según fuentes escritas pero si bien las cantidades no parecen al reporte historiográfico, como alarmantes, la calidad del hecho esclavista es de idéntica substancia: infinito sufrimiento, espantoso desarraigo, castigos, violaciones... Cuánto hay que subrayar la brutalidad esclavista cuya denuncia en este caso apenas ha podido enarbolarse como ejemplo; sin embargo, valga la referencia para constatar cuánto de silenciado hay aún del ser femenino y su existencia en Cuba y América.

En el marco de la reflexión al desgarrar la memoria histórica masculinizada, brota la imagen de la mujer europea esclava en América. No se trata de la mestiza casi blanca nacida en barracones, haciendas o sensalas, sino de la posible ENGANCHE; la hembra, el lado femenino de los trabajadores contratados por el colonialismo francés para sus colonias del caribe. ¿No hubo mujeres?... ; ¿Es cierto que sólo se tratan europeas prostitutas a América o candorosas doncellas consagradas al esposo? La epopeya Americana, como la del mundo entero, tiene flojo el lado femenino.


CIMARRONAS

De las esclavas surgieron las cimarronas, por eso las hubo indígenas, africanas, criollas... pienso que también chinas y blancas. Es decir el cimarronaje es consecuencia de la esclavitud.

¿Qué es una cimarrona?

Nuevamente se abren mil interrogantes frente a esta pregunta, que tiene que ver, por una parte con circunstancias, épocas, lugares procedencias, etc.; en tanto que por otra se relacionan como visión filosófica del mundo; visión de clase, género y raza; nivel intelectual, talento, y sobre todo acceso a información que permita acumular material para la reflexión.

El cimarronaje es controvertido PER SE; no ha podido ser ignorado pero ha sido dada su magnitud en tiempo espacio poco tratado. Hay investigadores e investigadoras del tema de tendencias ideológicas disimiles, algunos lo ven como figura delictiva, otros — entre ellos yo misma — como logro humano de dignidad máxima como afirma y demuestra el Maestro de Historiadores José Luciano Franco.

Particularmente el cimarronaje femenino es de esas actividades que muestran a la mujer en su dimensión paradigmática.

Las cimarronas no tienen limitantes convencionales son guerrilleras que machete en mano abren brechas o cortan cabezas sin ello es necesario para la sobrevivencia. Ellas enfrentaron todo: persecución, matanzas, mutilaciones. Hicieron cobijas en ciénagas y cuevas; formaron parte activa de cuadrillas volantes que atacaban haciendas; libertaban esclavos; comandaron guerrillas. Pero también fueron madres educadoras, agricultoras, oficiantes religiosas, conocedoras de misteriosos ritos donde las fuerzas ancestrales ejercían su mágica presencia en mitos de unidad y de firmeza que contribuían a uniformar conglomerados etnoculturales de procedencias diversas.

Los palenques, manieles, mocambos, cumbes, quilombos, etc. fueron pueblos libres, zonas en que las mujeres alcanzaron niveles de igualdad y supremacía.

Creo firmemente en la necesidad de conocer, de investigar, de asumir el cimarronaje femenino como indicio y muestra de una realidad distinta, y de una lucha aún no terminada de la mujer por la justicia y la libertad en cualquier parte y época del mundo. Siento que el CIMARRONAJE FEMENINO ES UNA CATEGORIA DE COMBATE ACTUAL.





    BIBLIOGRAFIA

    Fuentes Primarias. Archivo Nacional de Cuba

    Fondo; Junta de Fomento

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  • Leg. 150, No. 7427, "Expediente No. 1533 relativo a la persecución de los palenques en San Diego y Nuñez, Bahía Honda".

  • Leg. 151, No. 7470, "Expediente No. 2351. Sobre el parte dado por el administrador del Depósito, de haber una carreta de Don José Ramón Hernández atropellado a una negra cimarrona nombrada Felipa".

  • Leg. 1691, No. 82091, "Departamento oriental expediente de los cimarrones existentes en todos los pueblos de dicho departamento del año de 1858".

    Fondo: Asuntos Políticos

  • Leg. 109, No. 34, "Documentos referentes a la partida de cimarrones y que se han remitido copias al ministro de Estado un 19 de junio de 1816,por el Gobernador de Cuba, Eusebio Escudero".

    Fondo; Gobierno Superior Civil

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  • Ley. 618, No. 19751, "Nuevo reglamento de cimarrones que rige desde el primero de enero de 1846".

    Fondo: Gobierno Superior Civil

    Fondo: Gobierno General

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  • Valiñas, Leopoldo. En 1492 no solo llegó Colón (ponencia), Instituto de Investigaciones Antropológicas UNAM.



    Nota de referencia

    1. Por cierto suicida es término femenino en Español, pero se aplica a hombres y mujeres. ¿Será que en el fondo del tiempo — desde la génesis de la lengua —, este tipo de muerte es fundamentalmente femenina? Secretos lingüísticos que son indicios a seguir.






Página enviada por Leyda Oquendo Barrios
(10 de abril de 2007)


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