Cuba

Una identità in movimento


Sociedad de Folklore Cubano (1923-1930)

María Eugenia Mesa Olazábal


Abogo por una sociedad de folklore cubano.
Es menester aunar voluntades.
(Chacón y Calvo, 1914)




Los estudios sistemáticos sobre las manifestaciones culturales estimadas como folclóricas: narraciones, poesías, adivinanzas proverbios, etc., fueron iniciados a principios del siglo XIX, en los países del centro Norte de Europa, derivados del nacionalismo y del romanticismo predominantes. Los interesados en aquellos variados estudios recogieron de los campesinos toda clase de expresiones — casi siempre — verbales. Un grupo de científicos británicos — mitólogos, anticuarios, filólogos, etc. —, decidió en 1878 organizarse en una sociedad denominada Folklore Society, conformándose así la primera de ese tipo en el mundo. Tres años después se organiza la segunda en España, labor meritoria debida al estudioso Antonio Machado Álvarez (1848-1892); la corporación Folklore Español difería de la inglesa por su carácter y tendencias, no era nacional; estaba estructurada por secciones según las diferentes regiones españolas. Es así como el 28 de noviembre de 1881 fue constituida la Sociedad de Folklore Andaluz la cual crea una publicación del mismo nombre que habría de convertirse en la más importante de esa etapa. La referida sociedad auspició la Biblioteca de las Tradiciones Populares Españolas (1883-88) donde su fundador publicó Cuentos, leyendas y costumbres populares españolas (1873) y en coautoría con Federico de Castro Fernández la Colección de enigmas y adivinanzas (1880); de Francisco Rodríguez Marín aparecieron Cantos Populares Españoles (1882-83) además otros trabajos sobre proverbios, rimas infantiles, adivinanzas, etc. De ahí que hacia 1886, comenzara el auge del folklorismo en España vinculado a la escuela sevillana.

Posteriormente, entre 1890 y 1920 el movimiento folklorista europeo se incrementa considerablemente. El catedrático y etnógrafo español Telesforo de Avanzadi cita que en 1900 habían 2,296 publicaciones que reflejaban el ritmo de trabajo existente y la frecuencia de cónclaves internacionales. En España la Real Academia de Ciencias Morales convoca a principios del siglo XX varios concursos los cuales contribuyeron al desarrollo de los estudios folkloristas y a la publicación de obras importantes. Vale destacar el extraordinario desarrollo de las investigaciones vinculadas al campo de la cultura popular lideradas por los eruditos Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) y Ramón Menéndez Pidal (1869-1968); entre los estudios más importantes del primero el Tratado de romances Viejos y del segundo La leyenda de los Infantes de Lara (1896). El quehacer de ambos especialistas ejerció influencia notable en el cubano José María Chacón y Calvo (1892-1969) quien lo va ha reflejar en su obra posterior.

En América Latina el término folklore apareció en 1884 en el periódico El Eco del Pueblo de Santo Domingo, en una carta firmada con el seudónimo de "Valle Gracia". Luego en México, donde el término se registra en el discurso "Provincialismos mejicanos" pronunciado por el escritor Francisco García Icazbalceta cuando hizo acto de ingreso en la Academia Mejicana de la Lengua en 1885. En Argentina, el vocablo aparece por primera vez en la introducción al libro de Samuel A. Lafore Quevedo: Londres y Catamarca. Cartas a la Nación (1883-1885). En Chile en 1894, el precursor Eduardo de la Barra, presenta un plan integral para fundar el Folclore Chileno. En 1897 dicha voz aparece en Venezuela en El Cojo ilustrado, incluida en una reseña bibliográfica de J. Güel y Mercado sobre un libro costumbrista de Eugenio Méndez y Mendoza. En 1885 Arístides Roja había escrito Contribución al folklore venezolano pero este trabajo no será conocido hasta 1907 cuando aparece incorporado a una sección de sus Obras Escogidas. En Argentina el primer estudio folklórico propiamente dicho, "Materiales para el estudio del folklore misionero", lo registra la Revista del Jardín Zoológico de Buenos Aires, 1893, Vol. I, del autor Juan B. Ambrosetti; en este texto se encuentran ya las denominaciones de la ciencia con sus definiciones europeas. En Brasil, entre los trabajos publicados relacionados con el tema se reconocen: Estudios de poesía (1849), de Celso de Magalhàes; Cantos (1883), de Silvio Romero, y Festas e Tradiçiones Populares do Brasil (1888), de Melo Morais Filho.

En 1905 el mexicano Nicolás León se convirtió en el pionero de la investigación y de la docencia antropológica en su país, incluyó dentro del curso de etnología que impartía en el Museo Nacional una lección dedicada al folklor, organizada según la clasificación adoptada y publicada por la Sociedad Folklórica de Gran Bretaña. En Brasil Joao Ribeiro dictó un curso similar en 1913 en la Biblioteca Nacional, que luego recopiló en el volumen titulado O Folklore (1919). En Chile, los principios científicos de la disciplina aparecen en Etnología y Folklore (1899), de Lenz, trabajo orientado dentro de la corriente alemana llamada Volhskunde. El propio Lenz patrocinó la primera Sociedad Folklórica de Chile, — y posiblemente de Latinoamérica — en 1909. Los trabajos de sus miembros fueron recogidos en la Revista de Folklore Chileno, en los Anales de la universidad de Chile, y en la Revista Chilena de Historia y Geografía. Después de creada la Sociedad de Folklore Chileno, se fundó la de Méjico en 1914 por el poeta Severo Amador y el profesor Higinio Vázquez Santa Ana.

En la mayor de las Antillas, el escritor y etnólogo Miguel Barnet señala en el ensayo "Los estudios del folklore en Cuba" que tradicionalmente el folklore o la cultura popular fueron observados con criterios clasistas y raciales antes de que se instrumentara la folklorística en Inglaterra en 1946. El referido estudio examina "retrospectivamente y en sentido cronológico" como la cultura popular cubana fue enfocada desde los "puntos de vistas más fantasiosos y subjetivos, pasando por criterios objetivos que van desde un positivismo y un funcionalismo" liderados por Fernando Ortiz, y más adelante apunta:


Hasta donde sabemos, el primer intento de acercarse a las capas populares con el fin de estudiarlos partió de Fernando Ortiz, que en 1905 escribió un libro de etnología criminal titulado Los negros brujos. El libro estaba concebido dentro de un criterio criminalista con fuertes matices antropológicos. (...) Pero en este intento de sondeo sociológico el material folklórico no se aborda con interés primordial; aquí el folklore es sólo un complemento, un apoyo para la sustentación acerca de la mentalidad y proyección de una capa popular[1].


Cuando irrumpía el año 1923, se lleva a vías de hecho la antigua propuesta de José María Chacón y Calvo de crear en Cuba una sociedad de folklore, proyecto que quizás no hubiese tenido la trascendencia que alcanzó sin la participación decisiva de Fernando Ortiz. Una vez que ambos se pusieron de acuerdo, tuvieron la sabiduría suficiente para proyectar y fundar la Sociedad de Folklore Cubano — justamente en ese año de especial significación en la historia de la república mediatizada —. La génesis de la labor fundacional conjunta tiene antecedentes a partir de la amistad iniciada en la segunda década del siglo XX, forjada y prolongada hasta 1969, año de la desaparición física de ambos.

Las habilidades y la agudeza que caracterizaron al sabio Ortiz para descubrir talentos y desentrañar enigmas son conocidas, sin embargo, poco se ha comentado sobre las circunstancias epocales en que el entonces joven José María Chacón y Calvo fuera objeto de su atención e interés. La observación debió ser temprana, pudo iniciarse en los espacios culturales públicos más distinguidos de la capital cubana: la Sociedad de Conferencias (1910-1915), de cuyos salones fue Ortiz disertante principal durante los dos primeros años de su existencia, y de la que en 1912, Chacón y Calvo pasó a ser uno de los directivos junto a Max Henríquez Ureña y al no menos conocido profesor universitario Evelio Rodríguez Lendían. Esta institución reconocida por el importante rol que jugó para la intelectualidad cubana de la época, fue valorada por el historiador Emilio Roig de Leuchesering en las páginas de la revista Social, donde expone que esa entidad sacó de "su ostracismos a los intelectuales", los puso en contacto con sus compatriotas y los convenció de que no


"... podían ser nocivamente avaros de inteligencia y saber"[2].


Otro lugar donde Ortiz pudo apreciar las cualidades y proyección intelectual de Chacón, debió ser la Sociedad Filomática, constituida en 1912 por estudiantes del Instituto de la Habana donde los jóvenes valores dieron a conocer sus creaciones, incluso su presidente José María Chacón y Calvo, quien el siguiente año elaboró la proposición para la fundación de una sociedad de folklore cubano. Iniciativa que publicó en el semanario Universal (1914), con el título "El Folklore cubano":


La vida moderna rápida como ninguna, va sepultando una tras otra, las tradiciones de los pueblos. Esencialmente cosmopolita, borra aquellas notas típicas que fijan la individualidad de una raza. Se pierde la personalidad, y una tendencia univerzalizadora forma, a la corta o a la larga, un conglomerado de pueblos, donde se sustituye a la conciencia de las tradiciones comunes, el interés político, más o menos fugaz y momentáneo, como todos los intereses políticos. La lengua, cuerpo de las ideas, pierde también muchos de sus caracteres genuinos, y este importante elemento de unidad étnica, parece correr la misma suerte que los otros. No sé si será beneficioso, en definitiva, esta tendencia, que acerca más y más a los pueblos, que los compenetra más; pero creo que es funesta en aquellas nacionalidades que comienzan a vivir vida de libertad y soberanía propia. Aquí, para mantener esta libertad y esta soberanía, es menester vigorizar la personalidad, fortalecer el espíritu y levantar en todos la conciencia de lo propio, de lo individual. Individualicémonos y seremos soberanos. Cada paso que demos en la formación de nuestra personalidad, es un nuevo y vigoroso esfuerzo que hacemos en el afianzamiento de nuestras libertades.

En Cuba tenemos poca conciencia de nuestro pasado. Hemos dejado morir la flor de nuestras tradiciones primitivas. El pasado de los aborígenes de la Isla, tan vago y oscuro y lleno, por lo tanto, de atrayente misterio, ha dado lugar a numerosas disertaciones científicas, pero ha inspirado a muy pocos poetas nacionales, tan pocos que casi no pueden reducirse a los nombres de Luaces y Fornaris. La tradición colonial, tampoco se ha proyectado. Aquí el olvido es más inexplicable aún. Entre la civilización de nuestros aborígenes — de la que quedan pocos rasgos, todos dispersos y sin conexión alguna — y la que vino después, hubo una total solución de continuidad. Se rompió el proceso lógico de descubrimiento de los pueblos, y fue desde un principio nuestra literatura, literatura culta, aunque con cultura artificial y postiza. Por eso, en cierto modo, se explica el olvido de aquella civilización por nuestros poetas, al menos, por los poetas estrictamente coloniales. Pero la tradición colonial ¿Cómo es que se ha olvidado también? Solamente nuestra incuria puede decírnoslo. Aunque menos épica que en otras partes de América, la colonización de Cuba ofrece aspectos interesantes junto con importantes elementos tradicionales. Estos no deben haberse perdido por completo; más hace falta una larga y continuada labor para volverlos a la vida.(...)[3].


Sugiere que el método de estudio a seguir sea el comparativo "debe partir de una clasificación provisional" del caudal folklórico; en tres grupos de tradiciones: indígenas, africanas y españolas. Señala cómo a veces estos elementos se unen, pero siempre es posible su distinción. Explica el procedimiento mediante el estudio comparativos para deducir los atributos esenciales del tema que se investiga, cuidando de no caer en generalizaciones al comienzo, a ser "parcos en teorías prematuras" y a aportar pacientemente los datos. Recalca la característica colectiva de la labor y ejemplifica con hechos de la historia del folklore español. Instituciones modestas en sus inicios pero creadas principalmente, por la férrea voluntad de hombres laboriosos y entusiastas sin los cuales no hubiera sido posible el enriquecimiento del acervo de las literaturas ibéricas.

En este artículo de propaganda, Chacón aboga por la constitución de una sociedad del Folklore Cubano aunando voluntades fortalecida mediante el ejemplo común,


"... tendrían bastante aliento para soportar la general indiferencia con que serán acogidos nuestros primeros trabajos".


Agrega que si pudiera hacerlo con alguna autoridad, propondría que la sociedad se constituyera con un organismo central en La Habana, con ramificaciones por medio de sociedades correspondientes, en todos los pueblos de la Isla; sin importar el escaso número de miembros de esas sociedades, pues "lo esencial" es extender el radio de acción del organismo sede. Y advierte


"No es un folklore local ni regional, lo que quiere formarse: es un folk-lore nacional, un folk-lore cubano"[4].


Según recordaba[5] el autor, en los días del surgimiento de la idea un grupo de amigos estudiantes, pensaban seriamente en formar una sociedad del folklore cubano bajo un nombre "un poco pomposo" — no quiso mencionarlo porque le parecía muy peregrino —, sin antecedentes conocidos por ellos. Ignoraban que en Trinidad hubo en 1860 una Sociedad Filomática que organizaba bailes "dignos de perdurable memoria". Creían, amparados por la fuerza que da la solidaridad de los pequeños grupos, que el destino de Cuba y el rumbo de sus vidas estaban íntimamente unidos con el curso de las controversias que sostenían y el desarrollo de los estudios que realizaban; concluidos éstos dispersos los amigos, se desvanecieron los ilusionados proyectos, aunque algunos continuaron con los mismos empeños de la vida espiritual del pequeño grupo, entre otros los poetas Gustavo Sánchez Galárraga, Mariano Brull, Felipe Pichardo Moya,


"... tan claros y puros en nuestra lírica".


Es decir — apunta Chacón — que en aquel ambiente con buena dosis de ingenuidad, no desprovista de inteligencia y deseos de crear, toma cuerpo la idea de la Sociedad en unas cuartillas sobre el folklore.

Ya en 1914, Ortiz está convencido de las potencialidades intelectuales del joven Chacón y Calvo y en su condición de director de la Revista Bimestre Cubana, publica en la sección Bibliografía, sus impresiones sobre el estudio "Los orígenes de la poesía en Cuba"[6] (1913):


Chacón ha tenido la envidiable suerte de entrar joven en la liza de las ideas cubanas armado de todas armas, cual cumplido caballero; y a fe que si espera de la critica a este su primer trabajo el espaldarazo de iniciación, bien sonado lo tenga para su contentamiento, que quienes tan tempranamente acometen y llevan a cabal término empresas como la de este libro, merecen ser de todos tenidos por esforzados y bien recibidos señores de la república de las letras[7].


En junio de 1914 le envió una breve carta — quizá la primera de las tantas que intercambiaron[8] —, donde le dice:


"Acabo de leer su último trabajo folklórico y he redactado esa nota para la Revista Bimestre Cubana. Pero quiero anticiparle mi admiración y mi entusiasmo por sus labores".


Chacón al corresponderle por igual vía (carta inédita[9], 15 de junio, 1914) señala entre otros asuntos los artículos que más le han cautivado: "El folklore cubano", "Las fiestas populares", "Las pervivencias africanas en Cuba" y "[...]sobre todo el extracto de su conferencia "Los Negros Curros", el trabajo, por ventura, más nuevo, más peregrino y personal que se haya hecho en Cuba desde no se qué tiempo [...]"; se lamenta de que Ortiz no haya publicado la conferencia completa, pues es un texto que le interesa "sobremanera" para sus investigaciones.

La llamativa misiva revela tempranamente la idea de Chacón y Calvo acerca de que Fernando Ortiz era la figura intelectual adecuada para dirigir la institución de folclor cubano; en ese sentido se lee:


"A Ud. más que a ningún otro, corresponde la empresa de la formación del Folk-lore cubano: nadie puede acometerla mejor".


En párrafo siguiente comenta el deseo de escribir sobre la conferencia Los Negros Curros, basándose en la alusión que hiciera Ortiz a


"... lo aficionada que es la raza negra al arte musical".


En el Nro.3 de la Bimestre... (mayo-junio, 1914) apareció publicado el estudio "Nuevos Romances en Cuba", ampliación o continuación de las investigaciones realizadas por Chacón sobre las manifestaciones folklóricas en la poesía popular; en esa ocasión presenta dos nuevos romances, el de Gerineldo y el del Conde Olinos los cuales se sumaron a los once[10] anteriores que fueron dados a conocer en enero de ese año por la casa editora El Siglo XX, en el opúsculo Romances tradicionales en Cuba (Contribución al estudio del Folk-lore Cubano, 1914). La nota bibliográfica redactada por Ortiz — indicada en la carta — aparece registrada en ese número de la Bimestre y en ella valora la encomiable labor que venía desarrollando el futuro primer hispanista cubano:


Chacón, aún estudiante universitario, ha emprendido una labor poco grata para la generalidad de nuestras mentalidades enamoradas de la fantasía y del subjetivismo. Desentrañar uno a uno elementos tradicionales de nuestra sicología popular, tan sutiles y borrosas como son los de la literatura folklórica; contrastarlos con paciencia y trabajo de erudición afiligranada, directa y sólida; descubrir sus conexiones con la troncalidad hispana; y reflejar sobre esa acumulación de observaciones una critica literaria serena y de buen gusto. Tengo para mí que esa es tarea honrosa y desusada en demasía por estas tierras de cerebros bullidores. (...) sintetiza sus conclusiones críticas reafirmando su criterio ya expuesto en anterior artículo, es decir: que los romances viejos que mantienen viva la tradición oral en Cuba ofrecen como distintivos, la anuencia de elementos épico e histórico en los mismos y su tendencia novelesca. La indígena de nuestro folklore es eminentemente lírica. El amor, es el centro de nuestras canciones. (...) La labor de Chacón es más difícil y original teniendo en cuenta que no ha podido encontrar rastros de esas supervivencias folklóricas de nuestros pasados eruditos. Es que con esos temas, como con los temas todos de nuestra psicología popular, ha sucedido en Cuba que no se han tenido como merecedores del estudio y del crear de los investigadores. Todo nuestro folklore está por estudiar. Los cantos de los niños, los arrullos líricos junto a la cuna, la poesía guajira, el refranero criollo, la música anónima, las oraciones y ensalmos de las comadres, los cuentos de abuelas... ¡Oh, cuántas riquezas olvidadas y acaso perdidas! ¿Y esa cantera folklórica del alma afrocubana? ¿Acaso se ha podido pasar de un ligero trabajo de orientación?


Finaliza solicitándole nuevos esfuerzos y exclama


"¡Cuán lejos estamos con Chacón, de ese lirismo exótico que en los trópicos esteriliza tantas inteligencias juveniles!"[11].


El seguimiento de Ortiz sobre los pasos literarios de Chacón y Calvo, se aprecia nuevamente en la ya mencionada revista; en la edición septiembre-octubre de ese año, hace referencia a la conferencia[12] impartida por el joven filólogo sobre la insigne poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda; y anota:


"Revista Bimestre Cubana varias veces ha tenido el gusto de comentar trabajos literarios de José María Chacón y Calvo. Este no desdice de los anteriores: la misma claridad y elegancia de estilo, la misma erudición abundante, la misma calma de juicio"[13].


Por esa época 1913-14, Chacón y Calvo había iniciado vínculos con Ramón Menéndez Pidal. Al medievalista español le informa de las investigaciones folklóricas en la Isla y su disposición de colaborar con él con aportaciones para ser incluidas en el futuro Romancero. Este hecho fue acogido con beneplácito por Menéndez Pidal y, contribuyente esencial para el desarrollo de una valiosa y fructíferas amistad facilitadora del intercambio cultural en futuras empresas entre los dos países.

Chacón viaja por vez primera a la península en mayo de 1918, permaneciendo cerca de veinte años en funciones diplomáticas, actividad que comparte con investigaciones históricas en los archivos de Indias en Sevilla, en Segovia y Simancas. En 1922 estando en La Habana, se comunica con Ortiz, momento en que el polígrafo da muestras de regocijo por haberle descubierto, y le dice:


"Lo he seguido desde lejos y siempre con satisfacciones, entre otras con la de haber adivinado su genialidad desde que usted era estudiante"[14].


Durante esa estancia vacional, Chacón sostuvo el propósito de poner en práctica su antigua iniciativa. Hizo gestiones con las instancias gubernamentales presentándoles el proyecto de realizar un viaje folklórico por toda la Isla, cuestión que ejecuta apoyado por — entonces Subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Arte — el periodista y ensayista Antonio Iraizoz El recorrido tuvo la finalidad de recoger material folklórico, organizar los primeros grupos encargados de acopiar y estudiar las informaciones en: Camagüey, Trinidad y Santi Spíritus, y constituir nuevas delegaciones en Pinar del Río, Bayamo, Manzanillo y Santiago de Cuba; en los lugares visitados encontró un ambiente espontáneo y de alto sentido de cultura. Una vez que obtuvo el clima propicio y creadas las condiciones, activo la idea del candidato para dirigir y fundar la Sociedad de Folklore Cubano con sede central en La Habana, como era de esperar invita a Fernando Ortiz para que ocupara la presidencia de la Sociedad. A tal convite responde Ortiz a finales de noviembre de 1922:


Su invitación para la presidencia de la Sociedad Cubana de Folklore es para envanecerme ¿Quién mejor que Ud. Para dirigirnos a los que sentimos la atracción del alma cubana? Yo sólo deseo seguir trabajando en "mis cosas", mis negros y mis indios. Su obra de organización, hija de su actividad y prestigio, es de todo laudable. Y más de este ambiente nuestro de tristezas, vulgaridades y encallenamiento. Vamos hacia el abismo mas que deprisa. El analfabetismo cunde. Crece en más de uno por ciento al año. ¡Que horrible es esto! ¡Y todos los bribones son patriotas!

Soy suyo en la fraternidad folklórica ¡Qué será esto! Dirán algunos: ¡Cosa de americanos! Y ojo con que no nos llamen anexionistas[15].


El contenido anterior evidencia el estado de insatisfacción del autor por la situación del país caracterizada por el atraso, la miseria, el analfabetismo, la insalubridad, el latrocinio, la corrupción y desbarajustes imperantes; deplorada también por personas cultas de la clase media, incluso no pocas de ese sector lanzaban reproches verbales a la injerencia norteamericana.

Poco tiempo después, tras la persuasión de Chacón, Ortiz acepta la invitación convencido de la necesidad de su ejecutoria y acude a la fundación de la Sociedad de Folklore Cubano. Hecho registrado en la ciudad de La Habana el 6 de enero de 1923; día agitado para el sabio cubano, pues antes de proceder a dicho acto en la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) participa en la sesión anual donde pronuncia un discurso homenaje al Dr. Carlos de la Torre. Su mensaje no sólo fue dirigida a rendir laureles al prestigioso cubano, quiso además, reafirmar simbólicamente los valores de la cultura nacional, llamando la atención de los afiliados a


"... una urgente y heroica cruzada de instrucción, sino queremos verla por siempre palidecer".


En ese sentido no escatima palabras para denunciar la situación en que se encontraba la cultura nacional:


Estos momentos de nuestra historia son muy sombríos, el horizonte está cubierto por densos nubarrones y la familia cubana, por culpa de sus hijos, está en grave trance de ruina. (...) La única inconmovible base de nuestro futuro, la de la cultura, parece que se resquebraja en honda grieta. (...) La enseñanza de las generaciones venideras está siendo hipócrita ficción y desde la Universidad a la Escuela se sienten los crujidos del desplome, con peligro mortal de las mentalidades cubanas del porvenir[16].


Horas después en la sala de los retratos de la SEAP quedará inscrita la fundación de la Sociedad de Folklore Cubano[17]. La reunión estuvo presidida por Enrique José Varona. Se encontraban presentes una representación de notables personalidades de la cultura; escritores, artistas, profesores, etc. (y la adolescente Isis Ortiz Cabrera); los doctores Manuel Sanguily, Raimundo Cabrera y Carlos de la Torre, presentaron excusas por no poder asistir a tan importante cita. Varona ofrece las palabras inaugurales, continua Chacón y Calvo explicando detalladamente el objetivo de la reunión así como presenta una síntesis del reciente viaje folklórico, además estuvo encargado de leer el documento — redactado por él — contentivo del proyecto de las base rectoras de la Sociedad, el cual después de haber recibido las observaciones formuladas por Varona, Coronado y Roig fue aprobado con los acápites: I. — Tesis de la Sociedad, II — Organización de la sociedad, III — De los grupos folklóricos, IV — Publicaciones de la sociedad, V — Una regla general de investigación, VI — De los socios, VII — De la Junta de Gobierno, y IX — De la residencia de la Sociedad y su disolución. Al concluir la reunión una vez aprobados los Estatutos, Ortiz le expresó con efusión a Chacón


"No olvidaré esta noche de civilización perfecta que he vivido en Cuba"[18].


La Junta de Gobierno queda conformada y Fernando Ortiz elegido Presidente. Se acuerda a propuesta de Francisco de Paula y Coronado nombrar presidentes de honor a: Enrique José Varona, Manuel Sanguily, Raymundo Cabrera y José María Chacón y Calvo. El Consejo directivo quedó integrado por: Maestro, Alfredo M. Aguayo; Secretario, Emilio Roig de Leuchesenring; Tesorero, Manuel Pérez Beato; Bibliotecario archivero, Juan Miguel Dihigo, Vocales; Carolina Poncet, Carlos de la Torre, Monseñor Arteaga, Francisco González del Valle, Francisco de Paula Coronado, Antonio Iraizoz, Joaquín Llaverías, Eduardo Sánchez de Fuentes, Gaspar Agüero, Salvador Salazar, Ramón A. Catalá, Néstor Carbonell, Adrián del Valle, Diego Tamayo, Federico Edelman y Ramiro Guerra. La Sociedad se propuso mantener las más estrechas relaciones con agrupaciones similares, especialmente españolas e hispanoamericanas. Tuvo como casa central la SEAP ( Dragones, número 62).

Fueron inscritos como asociados: José Luis Fonts, Israel Castellanos, Juan Marinello, Alberto Lamar Schweyer, Rubén Martínez Villena, Enrique Serpa, Arturo Cerra, Calixto Masó, Elías José Entralgo, Emilio Tellma, Mariano Brull, Lina R. Valmont (madre de Alejo Carpentier), Jorge Mañach, Mario Guirao Moreno, Julio Villaldo, Laura G. de Zayas Bazán, Lidia Cabrera, José Antonio Fernández de Castro, Antonio S. de Bustamante, Domingo Figarola-Caneda, Conrado W. Massaguer, Federico Castañeda, Ernesto Dihigo, Arturo González Quijano, Carlos Lobeira, René Lufriú, Manuel Márquez Sterling, Arturo Montané, Guillermo Martínez Márquez, Luis Mario Pérez, Emilio Gaspar Rodríguez, Emeterio S. Santovenia, Cosme de la Torriente y Maria Villar Buceta.

No es posible pasar revista a la nómina anterior sin admirar la prominencia de los cubanos y cubanas ilustres asociados a la pionera de las instituciones folklóricas del país. Intelectuales, casi todos de tal envergadura por cuyo quehacer transgredieron las fronteras de su tiempo porque fueron capaces de crear obras que a lo largo de todo el siglo XX enriquecieron la cultura nacional y los valores patrios. Allí estuvieron presentes los jóvenes que liderados por Rubén Martínez Villena participarían en acciones que marcaron pautas en la historia de luchas revolucionarias, fundamentalmente la vanguardia revolucionaria del treinta y en otras contiendas que prestigian y dignifican a los cubanos de hoy y del mañana.

Para la mejor realización de los propósitos de la Sociedad fue estructurada en secciones; la de Literatura — inicia de inmediato la actividad —, a cargo de Carolina Poncet, autora de la tesis Romance en Cuba (1912), la de Música la presidida por Gaspar Agüero, autor de un opúsculo sobre la música popular en Cuba; la de Medicina Popular tuvo dos colaboradores permanentes, el Dr. Tamayo, antiguo rector de la Universidad de la Habana y Manuel Pérez Beato, fundador del periódico El Curioso Americano; y la sección de Derecho dirigida por Fernando Ortiz.

Chacón y Calvo regresa a las funciones de Secretario de la Legación de Cuba en Madrid, confiado de la ejecutoria del Presidente de la nueva Sociedad, creada para acopiar, clasificar y comparar los elementos tradicionales de la vida común; la valoración de cuentos, consejas, leyendas conservadas por el pueblo a través de la tradición oral, los giros típicos de la poesía, de la música, las locuciones, los trabalenguas, los cubanismos y todas aquellas manifestaciones provenientes de la filosofía y del ingenio populares. Transcurridos cuatro meses, Ortiz le escribe comentándole la marcha de la Institución, especialmente anuncia la próxima salida de la revista que la identificará y donde se publicarán los trabajos de la disciplina folklórica, en ese contexto le dice:


"Aun no hemos celebrado reunión de la Folklórica, Barrera, el gobernador, está en Nueva York, y no ha podido tratarse el asunto económico de la Revista. De todos modos saldrá"[19].


Por esa fecha ya Ortiz había entregado a la imprenta las primeras cuartillas del Glosario de afronegrismos que dedicó al escritor y diplomático español Adolfo Bonilla y San Martín. En carta posterior refiere pormenores de la vida interna de la Sociedad así como del Cuestionario de Literatura Popular entregado por Chacón — publicado en 1923. Para entonces ya Ortiz había tomado la decisión de subvencionar con su peculio la anhelada revista y le dice en forma resolutiva:


"... la subvencionaré yo"[20].


Como era de esperar la creación de la institución folklórica cubana se conoció en Madrid a través de Chacón y Calvo; de ella dio cuenta la Revista de Filología Española (1923) dirigida por Ramón Menéndez Pidal, en la. sección Noticias redactada por el reconocido filólogo Alfonso Reyes — el mexicano universal, como le llamara Chacón —, quien recuenta cómo la propuesta formulada por Chacón en 1914 había cumplido la primera parte de los objetivos propuestos mediante la creación de los grupos folklóricos correspondientes en cada población de interés, la publicación de dos cuestionarios, uno de romances y otro musical; además divulga la próxima aparición de la revista Archivos del Folklore Cubano, y de una Biblioteca de Tradiciones, así como la reproducción de los libros y manuscritos cubanos antiguos de valor folklórico.

El artículo de Reyes contribuyó a crear una atmósfera de acogida positiva en los medios intelectuales españoles, de ahí que Menéndez Pidal le solicitara a Chacón datos de la organización de la Sociedad que en "Cuba se dedica a esta interesante rama filológica pues estamos en los preliminares de la fundación en España de una sociedad folklórica y necesitamos conocer reglamento de otras análogas"[21].

A finales de octubre de 1923, Ortiz le informa al amigo diplomático que se encontraba en prensa el primer ejemplar de Archivos del Folklore Cubano aunque la falta de presupuesto para financiarla insidia en su aparición. En posteriores cartas advierte las dificultades presentadas para la salida oportuna del primer número, además de otros aspectos de la Sociedad la cual hacía unos meses no se reunía.

Aprovecha la oportunidad para explicarle la marcha del Catauro de cubanismos y, le advierte: "es un verdadero mamotreto"[22] que tratará de ordenar alfabéticamente para hacer una edición refundida. Y respecto al Glosario de afronegrismos, le dice que el estudio "tiene ya unas 300 páginas impresas" pero, a causa de los viajes a Estados Unidos estaba demorada la tirada; no obstante, pronostica que el libro pasará las 500 páginas. También le informa de las recientes elecciones en la SEAP donde fue electo Presidente, mientras en la Academia de la Historia, Vicepresidente.

En 1926, Ortiz ha logrado la consolidación de la revista, pero la situación económica del país es critica y repercute en la vida de la Sociedad; circunstancias determinantes para que en 1927 se encuentre impedido de continuar sufragándola. Toma medidas y decide reorganizar la Sociedad reduciéndola a una veintena de personas, aquellas que tuvieran verdadero interés por el folklore. En la reunión de los asociados se aprobaron los cambios y le fue reconocida a Ortiz la propiedad de los Archivos, aspectos reflejados en el acta de la sesión extraordinaria del 20 de julio de 1927, en dicho documento se hace referencia a la anterior reunión de la Junta General donde el Presidente rinde cuenta del estado general de las finanzas y de la necesidad de reformar los Estatutos para darle mayor eficacia y carácter. Todos los miembros manifestaron su opinión y se acuerda por unanimidad la reforma. Acerca de los mencionados asuntos organizativos escribe a Chacón:


Lo único que ha cambiado algo es la estructura de la Sociedad de Folklore, pero supongo que seguirá siendo casi una ficción, y en la forma que venía existiendo resultaba una ficción enojosa, pues dificultaba tratar el negocio editorial de la revista y no había garantías para el futuro, en caso de que hubiera algún descontento que no aprobara la conducta del presidente. En la forma actual está independiente la revista de la Sociedad, aunque íntimamente engranada una y otra a todos los intereses comunes con lo cual estamos todos satisfechos y sobre todo, queda consolidada económicamente la publicación de la revista[23].


Ortiz viaja a Europa en 1928, en octubre se encontraba en París desde donde le anuncia su pronto arribo a Madrid, sitio apropiado para intercambiar diversos temas relacionados con los proyectos que dirige el polígrafo en Cuba de los cuales Chacón es colaborador esencial. Para el año siguiente ambos se reencuentran en La Habana, en esa ocasión la estancia del coadjutor amigo es más larga debido al otorgamiento de una licencia diplomática para realizar diligencias de la Academia de la Historia[24]; juntos participan en disímiles actividades culturales. En agosto de 1930, Chacón retorna a Madrid, al reanudarse la correspondencia, Ortiz le describe la situación en la Isla:


Vamos ahora a otras cosas de Cuba: Nuestro amigo Torriente[25], fue herido gravemente de un machetazo en el cráneo por obra de un policía bárbaro que acometió contra los estudiantes como si fueran antropófagos. Conserva una cicatriz tremenda que será una condecoración. Parece que tiene una rotura en el esfenoides y algún derrame de líquido céfalo-raquídeo. Aunque en estos días saldrá del hospital, todavía tardará en su convalecencia.

Según voz pública, el día 6 de octubre debió ocurrir un levantamiento militar en La Habana, no se sabe por qué fracasó; pero ello le dará la impresión de la grave crisis que estamos pasando. A diario se suceden motines estudiantiles y protestas más o menos clamorosas y nada más le digo[26].


El ambiente cubano marcado por la barbarie del machadismo, hace ausentar a Ortiz a los Estados Unidos desde donde sigue las dramáticas circunstancias de la Isla. Con su salida desaparecieron la Sociedad y los Archivos del Folklore Cubano; la encomiable labor de los folkloristas quedó trunca y por consiguiente las fuentes de informaciones sobre las costumbres y creencias insertas en la sabia popular del pueblo cubano dejaron de fluir.

José María Chacón y Calvo desde su cargo de director de cultura[27] en 1934, trata de reactivar la disciplina folklórica, entonces proyectaba una oficina con esa finalidad. La nueva cruzada cultural fue conocida por Ortiz con extrañeza: "¿Será verdad que alguien se va a interesar seriamente de ayudar oficialmente a los folklorista cubanos que hoy no pueden, en la presente penuria, hacer nada práctico para divulgar el tesoro de nuestra alma popular?[28]. Y en efecto, el nada despreciable análisis de Ortiz fue certero, la mencionada oficina quedó solamente en el deseo de sus gestores. Luego, en 1936 no faltaron quienes a propósito del Congreso de folklore hispanoamamericano a celebrarse en octubre en Buenos Aires, Argentina más de un editorialista se hizo eco de los estudios folklóricos en Cuba y expresaron desdén por la falta de apoyo oficial.

No fue hasta 1937 en que mediante decreto del Ministerio de Educación, Chacón y Calvo logra fuese creada la Comisión de Folklore Cubano., integrada por los destacados intelectuales Fernando Ortiz, el distinguido filólogo español Ramón Menéndez Pidal y el propio Chacón y Calvo con quien el año anterior, como delegado de la Institución Hispano-Cubano de Cultura, había coordinado la visita cursada por el Presidente Ortiz para que impartiera un ciclo de conferencias de tema folklórico. En ese período, pero ya desde La Habana, Chacón le reitera la invitación — en aquel entonces el medievalista se encontraba en Burdeos obligado por la gran tragedia que sufría España —, no obstante llega a Cuba antes de terminar 1936 y permanece hasta junio de 1937.

Una de las lecciones impartidas por Menéndez Pidal en el Seminario que desarrolló en la Dirección de Cultura estuvo dedicada a los Romances Tradicionales en América; estudio folklórico enriquecido a partir de la revelación de su creador en 1906, cuando viajó a Sur América. Los romances fueron recogidos en el continente por coleccionistas; en Chile por medio de Vicuña Cifuentes, en México, por el profesor Ciro M. Espinosa, y en Cuba por medio de la magistral tesis de la Dra. Carolina Poncet, "El Romance en Cuba", todos pudieron dar su contribución al estudio del Romancero Tradicional. Concluido los compromisos con la Hispano-Cubana y con la Dirección de Cultura, recibió el 30 de marzo una comunicación del Subsecretario de Educación informándole el otorgamiento de una comisión honorífica para iniciar la recopilación del folklore cubano en las antiguas provincias de Camagüey y Oriente. Similares notificaciones recibieron Ortiz y Chacón. La mayoría de los periódicos habaneros difundieron la noticia sobre el viaje folklórico a emprendido por la Comisión, El País, El Mundo Habanero, Avance, etc., cubrieron el acontecimiento de la partida el jueves 8 de abril a Santiago de Cuba, la estadía en las diferentes localidades y el término de ésta el viernes 16 en Camagüey. En esos lugares se organizaron grupos folklóricos; en la Escuela Normal de Oriente, (Santiago de Cuba), Menéndez Pidal imparte una conferencia sobre el Romancero, y realiza indagaciones folklóricas en la Colonia Escolar del Caney; el grupo santiaguero estuvo dirigido por Ramón Martínez y Rafael Estenger fue el secretario; en la región camagüeyana la Comisión deja constituido un nuevo grupo folklórico bajo la dirección de Felipe Pichardo Moya e Hilario Lamadrid como secretario. En ambas provincias, en las colonias infantiles, encuentra el maestro español, buena cosecha de romances conservados en las canciones de rueda para engrosar su Romancero Tradicional Hispano. Luego del regreso de la Comisión a la capital fueron reactivados otros grupos folklóricos del país. Los de Trinidad y Cienfuegos encargados por Chacón a Francisco Ichaso. Similar petición hace a Nicolás García Curbelo interesado en formar un grupo folklórico en la ámbito habanero de Güines.

En la Revista Cubana, de la Dirección de Cultura, dirigida por Chacón y Calvo, aparece su artículo "Viaje folklórico", aqui reseña el surgimiento y labores de la Sociedad de Folklore y deja ver su optimismo por reactivar los estudios folklóricos de manera organizada; destaca la vida efectiva de la Sociedad a través de los grupos folklóricos que enviaban colaboraciones valiosas a la sede Central, como las noticias suministradas por Hurtado de Mendoza referidas a los esclavos trinitarios, "verdaderos personajes de la literatura popular afrocubana". Se detiene en los motivos que impidieron su continuación:


Esta brillante actividad de tanta importancia por esclarecer y afirmar los rasgos distintivos de la cubanidad, se vio interrumpida por las luchas políticas contra el régimen imperante en Cuba, que comenzaron a agudizarse, a adquirir una trágica tonalidad, en el año 1930. Entonces obligado a abandonar Cuba el Dr. Ortiz y dispersos los colaboradores de la Sociedad, se suspendió la colaboración de los Archivos y tuvo un largo receso la Sociedad Folklórica[29].


Recalca que el viaje de Menéndez Pidal, influiría en los rumbos de la cultura cubana. Asegura que el español había evidenciado la importancia de los estudios folklóricos realizados en la América hispana haciéndoles comprender que la tarea inmediata era la de reorganizar los grupos folklóricos. Al referirse al trabajo de la Comisión en la zona oriental alude a la no incorporación de Ortiz por encontrarse enfermo El texto finaliza con una expresión entusiasta:


"La obra está en marcha pronto reaparecerán los Archivos del Folklore Cubano"[30]..


A pesar del optimismo presente en Chacón por una nueva etapa de los estudios folklóricos mostrado en la Revista Cubana, las actividades de los grupos no progresaron; las promesas de apoyo gubernamental no tuvieron lugar y el desánimo volvió pronto a diezmar la cruzada cultural que había tratado de reanudar. A penas un mes de la partida de Menéndez Pidal, da muestras de inconformidad por la falta de sostén financiero de las autoridades encargadas haciendo notar que esta situación era similar a la recibida por él durante su actividad diplomática. Estado de ánimo que comunica a Juan J. Remos[31] — entonces Secretario de Estado. Años después Chacón guardaba aquel incidente radial, pero en ocasión de su conferencia "Los días cubanos de Menéndez Pidal", revela:


(...) que una estación de radio, en la que mantenía el Ministerio una hora cultural (no tenía entonces ese departamento oficial la planta de radio que tuvo un lustro después) comentó el hecho que provocó las justas iras de don Fernando Ortiz y una sonrisa suavemente irónica en el gran medievalista. Anunciaba el comentario radial la designación de la mencionada comisión y que esa noche iniciaba la misma un viaje de indagación folklórica por la parte oriental de Cuba. Y al terminar la información una palabra, que bien podemos considerar de nuestro folklore político, era la síntesis del comentario: botella don Ramón me preguntó qué quería decir el término. Se lo expliqué en forma algo eufemística. Debo advertir que el Ministerio, fuera de los pasajes, no nos dio cantidad alguna como viáticos para esa empresa. Don Fernando nos despidió en la Terminal, pero desistió del viaje. Alegó no sé que dolencia: a mi parecer fue demasiado sensible al comentario irrespetuoso de La voz del Aire[30].


Tampoco volvió a aparecer la revista Archivos del Folklore Cubano, corrió igual suerte que la Comisión Central a pesar de haber sido reactivada legalmente mediante la Resolución[31] del 20 de marzo de 1937. Fernando Ortiz no cejó en su empeño, ese año fundó la Sociedad de Estudios Afrocubanos para dicha de las generaciones que le continuaron su obra, en particular la que realizara con su entrañable colaborador José Ma. Chacón y Calvo como fundadores principalísimos de los estudios folklóricos cubanos, a quienes dedicamos este trabajo parodiando las palabras de Ortiz en la despedía a Menéndez Pidal[32]:


"... ellos nos dejaron las lecciones realmente apostólicas de sus magisterios, evocando en nosotros esas figuras universales de los verdaderos sabios, de los sabios integrales, de los sabios por la ciencia y por el carácter, de los Félix Varela, de los José de la Luz y Caballero".





María Eugenia Mesa Olazábal
(Playa, octubre 2003)



Notas

  1. Miguel Barnet. "Los estudios del folklore cubano". En La fuente viva. La Habana 1983, p. 126.
  2. Emilio Roig de Leuchesenring. "La Sociedad de Conferencias". En Social, noviembre 1929, pp. 5-6.
  3. José María Chacón y Calvo. El Folklore cubano. Revista Universal. Nro. 53. Año 3. La Habana, 4 de enero, 1914. pp. 5.
  4. Ibíd., p. 6.
  5. José María Chacón y Calvo (1930). "El folklore cubano". Archivos del Folklore Cubano, Vol. V. Nro.2, septiembre-octubre, pp. 175-179.
  6. "Los orígenes de la poesía en Cuba". Conferencia leída por José María Chacón y Calvo en el aula magna del Instituto de la Habana, el 8 de febrero de 1913. Literatura cubana. Ensayos críticos. Pp.17-89, como primera de una serie acordada por la Sociedad Filomática.
  7. Ortiz, Fernando. José Ma. Chacón y Calvo.- "Los orígenes de la poesía en Cuba". 1913. Revista Bimestre Cubana, Vol. IX. La Habana, marzo-abril, 1914. Nro. 2. P. 152.
  8. Zenaida Gutiérrez Vega. Fernando Ortiz en sus cartas a José María Chacón y Calvo. (1914 a 1936-1956). Fundación Universitaria Española. Biblioteca Histórica Hispánica. Madrid, 1982, p. 29.
  9. Archivo Fernando Ortiz. Instituto de Literatura y Lingüística José A. Portuondo. Doc. Nro. 912.2.
  10. José Ma. Chacón y Calvo "Romances Tradicionales en Cuba". En Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. La Habana (sep. 1914), pp. 45-121. En el estudio de Chacón y Calvo aparecen los romances: "Conde Olinos", "Gerineldo", "Alfonso XII", "Las señas del marido", "Santa Catalina", "Aparición de la esposa difunta", "Bernardo", "Conde Niño", "Don Beso", y "El marido traidor" en sus versiones cubanas.
  11. Ver Fernando Ortiz. José Ma. Chacón y Calvo."Romances tradicionales en Cuba". (1913). Revista Bimestre Cubana. Vol. IX. La Habana, mayo-junio, 1914, p. 238-239.
  12. Ver. José Ma. Chacón y Calvo. "Gertrudis Gómez de Avellaneda. Las influencias castellanas. Examen negativo". Conferencia leída el 19 de abril, 1914 en la Sociedad de conferencias, en el conservatorio Nacional de La Habana.
  13. Ver Ibíd., nota 10, en Bimestre... septiembre-octubre, 1914, p. 394.
  14. Ibíd., nota 8, en p. 29.
  15. Ibíd., nota 8 en p. 30.
  16. Fernando Ortiz. "El Doctor de la Torre y la crisis cultural". Revista Bimestre Cubana. Vol. XVIII. Nro. 1, enero-febrero, 1923, pp. 11-12.
  17. Revista Archivos del Folklore Cubano. Volumen I. Nro. 1. La Habana. enero 1924, pp. 91-94.
  18. Ver José Ma. Chacón y Calvo. Viaje folklórico. Revista Cubana. Abril-junio, 1937, pp. 231.
  19. Ibíd., nota 8 en p.31.
  20. Ibíd., nota 8 en p. 32. En esa misiva y en otras recogidas en este epistolario, Ortiz mantuvo informado a José María de la situación sociopolítica interna, así como de sus diferencias con el presidente Alfredo Zayas y Alfonso, a pesar de pertenecer ambos al partido Liberal, de ahí que exprese: "en política ando a la greña con Zayas".
  21. Zenaida Gutiérrez Vega. Corresponsales Españoles de José Ma. Chacón y Calvo. Fundación Universitaria Española, Madrid, 1996, p. 307.
  22. Ibíd., nota 8, en p. 34.
  23. Ibíd., nota 8 en pp. 80-81.
  24. José Ma. Chacón y Calvo por esa época fue comisionado por la Academia de la Historia de Cuba para investigar en los archivos de ayuntamientos de varias provincias del país y obtener los elementos necesarios para preparar un volumen sobre los archivos de Cuba. Lamentablemente éste no llegó a publicarse.
  25. Se refiere al periodista, cuentista, novelista y revolucionario Pablo de la Torriente Brau (1901-1936). Trabajó en el bufete de Fernando Ortiz como secretario. Vivió en el piso que tenía Chacón y Calvo en Madrid en 1936. Perteneció a la Brigada Internacional que combatió por la República y murió en la trinchera en tierras españolas.
  26. Ibíd., nota 8 en p. 92.
  27. José María Chacón y Calvo ocupó la dirección de Cultura, departamento del Ministerio de Educación (1934- 1945), con breves interrupciones.
  28. Ibíd., nota 8 en p. 101.
  29. Ver José Ma. Chacón y Calvo. Viaje Folklórico. Revista Cubana, abril-junio 1937, pp. 231.
  30. Ibíd. Pp. 232.
  31. Le expresa que en 19 años de servicio al gobierno, solamente en una oportunidad (1935) recibió 150.00 pesos para trasladarse de la Habana a Madrid en 1935. Consta en Fondo de archivo de José Ma. Chacón y Calvo. Instituto de Literatura y Lingüística, C. de la Habana. Correspondencia con Juan J. Remos, 27 de julio 1937.
  32. V. José Ma. Chacón y Calvo. Conferencia ofrecida el 14 de octubre de 1960, denominada "Los días cubanos de Menéndez Pidal". Ediciones Bayona y CREART, La Habana 1995, 26-27.
  33. Documento mecanografiado que consta en el archivo literario de José Ma. Chacón y Calvo, en Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo, C. Habana, folio 7122.
  34. Fernando Ortiz. Palabras de despedida a Ramón Menéndez Pidal en la Institución Hispanocubana de Cultura, en párrafo citado: "Don Ramón nos deja la lección realmente apostólica de su magisterio, evocando en nosotros esas figuras universales de los verdaderos sabios, de los sabios integrales, de los sabios por la ciencia y por el carácter; de los Santiago Ramón y Cajal, de los Francisco Giner de los Ríos, de los Félix Varela,, de los José de la Luz y Caballero". (Publicado en Fernando Ortiz y España a cien años de 1898. Fundación Fernando Ortiz. Ciudad de la Habana. 1998, pp. 80-81 [p. 80] Tomado de Ultra, Vol. II, no. 11, La Habana, mayo de 1937, pp. 468-469).



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(24 de marzoo de 2010)


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