Cuba

Una identità in movimento


Rómulo Loredo: Teatro Montuno, costumbrista y del jolgorio

Eliécer Fernández Diéguez


Rómulo Loredo, Teatro para todos. Foto: Lázaro David Najarro PujolCuanta magia se encierra en la obra de un autor que escribió con la conciencia clara del ser, el hacer y el decir; que puso los pies en la tierra y el corazón en los hombres, mujeres y niños que transformó en personajes.

Existen en la labor creativa de los hombres temas y lugares eternos por su recurrencia y uso, en el caso que nos ocupa en estas reflexiones es el campo, los campesinos, sus tradiciones, costumbres y vida con la presencia esencial de acciones que mueven otras acciones desde los sentimientos, y es por eso que descubrimos en toda la obra creada por el dramaturgo Rómulo Loredo Alonso que el campo es el centro creativo de toda su obra y que lleva a Eduardo Robreño Deupy:

    "De teatro montuno podemos calificar la producción dramática del camagüeyano Rómulo Loredo. La acción de todas esas obras transcurre en predios rurales, y los interpretes en su mayoría, son campesinos de otras épocas en que el oscurantismo y la ignorancia campean por las mentes de los olvidados, burlados y maltratados hombres y mujeres de tierra adentro".[1]

El campo, los campesinos, sus tradiciones, costumbres y vida lo hemos encontrado en su obra de diferentes maneras, ¿Cuáles?:

  1. teatro musical: donde podemos encontrar "Carnaval en pueblo chico" con sus tres versiones históricas (1961,1965 y 1980);
  2. teatro bufo: con sus obras ejemplares "El Médico Improvisado", "El velorio de Pachencho" y "Mefistófeles";
  3. la comedia musical: donde se pueden encontrar "Pedro Manso", "Matrimonio por decreto" y "Tumba Antonio, dale que dale o el tesoro del pirata";
  4. la farsa campesina: con "Las malangas";
  5. la farsa trágica: con "Cantar por Tilín García";
  6. la farsa cómico musical: "Matrimonio por decreto";
  7. el hecho histórico: "Cruzar el puente";
  8. teatro para niños: "La Guarandinga de Arroyo Blanco" y "La Gatica Soltera";
  9. teatro montuno: "Las mil y una noches guajiras";
  10. comedia cubana: "Baile en Sociedad".

El éxito de su quehacer artístico en el campo cubano como centro creativo está en que es continuador fecundo de una tradición dramatúrgica del tema montuno iniciado con el poeta Heredia en el siglo XIX y continuado con mucho éxito por dramaturgos de la talla de José Antonio Ramos, Paco Alonso, Montes López y Pichardo Moya; y que a la vez se propone superar porque sus personajes están nutridos de un fuerte halo de victoria, por eso emprenden y triunfan, buscan desde un objetivo. Por eso, podemos señalar que no hay problema sin lucha tenaz por resolverlo y por ello cada desenlace es vencedor.

El campo es lugar de mensaje por el conocimiento profundo que tiene de los poblados y velorios representados en cada obra de teatro: Gaspar, Majagua, Piedrecitas, Guayacanes, Arroyo Blanco, Esmeralda, Jatibonico, van con los personajes en sus obras porque van con el autor y son parte de él y de su vida. Esa situación lleva a Robreño a presentar su segunda calificación importante sobre este creador:

    "Dije en notas que prologaron su anterior tomo que calificaba el teatro de Loredo como teatro trochero, ya que las acciones de todas sus se desarrollan, (salvo excepciones) en un pedazo de nuestra tierra tan lleno de tradiciones guajiras y hechos heroicos: la Trocha de Júcaro a Morón... "

    "Nacido y criado en ella, en su adolescencia en más de una ocasión pensó en llevar a la escena la diversidad de tipos que trató y hechos que presenció durante esos años juveniles".

    "Y como los ha logrado podemos afirmar que Loredo es un escritor costumbrista que nos ha legado en diálogos y acciones a través de sus obras, un aporte valioso a nuestro folklore, incluyendo tonadas y giros campesinos que hasta entonces no había salido de los límites trocheros".[2]

Lo cierto es que nadie puede escribir sobre cosas que le sean ajenas a su vida. Crear es una prolongación de la vida, crear es hacer la vida más rica y profunda; lo decimos porque Rómulo tiene un sentido dramático exquisito, que nos hace coincidir con eso de que siempre deja ver en sus obras:

    "... el amor y el buen gusto para trabajar personajes campesinos y en general gente de tierra adentro".[3]

Ese mismo autor continúa emitiendo juicios muy claros e importantes sobre las características de la obra de Loredo, esta vez lo hace ejemplificando en una obra dice:

    "En Las mil y una noches… se dan de la mano la ligereza y la fluidez de la comedia, con un profundo conocimiento del alma campesina, de las tradiciones y mitos rurales. Loredo inventa situaciones y recrea viejos cuentos de velorio, olvidas sagas del campo cubano".[4]

La tercera calificación importante, según nuestro criterio, sobre este autor no la hace Robreño sino el escritor Benito Estrada Fernández, quien tuvo el honor de presentar un extracto de la vida y obra del dramaturgo en el momento en que éste aspiraba al Premio Silvestre de Balboa por la obra de toda su vida. Lo califica en un ensayo sobre esto como Teatro del Jolgorio.

Y es que el Jolgorio, y en ello coincidimos con este autor, continúa aumentando en la obra de Loredo en cada paso que da en el desarrollo de su dramaturgia sin romper con una presencia clave de "el relajo, el choteo, la chanza, lo burlesco"[5] del humorismo natural no solo de los cubanos sino de toda el área geográfica de las que nos dicen dos importantes investigadores socioculturales lo siguiente:

    "El humorismo particular del Caribe ha recibido diferentes denominaciones a todo lo ancho de la cuenca, entre los cuales el choteo, relajo, bachata son términos que aluden a la peculiaridad psicosocial caribeña, caracterizada por la capacidad de burla, de sarcasmo, de auto - ironía, de resolver en risa, chiste, despego aparencial, todo conflicto, desde la supervivencia, hasta la muerte misma".[6]

Con esa presencia clave este Dramaturgo supo captar en la esencia popular cubana los elementos trágicos y cómicos, y supo recrearlo con frases y hechos extraídos del llamado mundo trochero como por ejemplo "lo bueno de esto es lo malo que se está poniendo", partiendo de la misma esencia jodedora, jaranera y jolgorista, que es para Benito Estrada un punto esencial de partida para decirnos:

    "Y Rómulo retoma los tipos de acuerdo a la visión de su tiempo, y los universaliza por inmanente cubanía que les imprime desde su propio hábitat campestre, campechano, jolgorista, jaranero, jodedor, popular: con un ruralismo urbanidad singulares a base de mojitos de ají guaguao con ortigas que dejan en el lector y / o espectador los ojos lagrimosos y la piel a rascarse por la picardía bien elaborada a base de hamadríades del regocijo".[7]

Cuanta jarana y juerga hay en sus textos para la escena, todo un sueño de risa está presente en su mundo interior que exterioriza, primero en el papel, luego en todo el proceso de montaje y puesta en escena. La risa lo desborda con un nivel alto de inteligencia y búsqueda, con un nivel máximo de sugerencias artísticas, esa connotación de la parranda, el regocijo y la diversión de cada obra provoca en su amigo y compañero Benito Estrada opiniones como que:

    "Y con sus 'parodias del jolgorio' campea en el teatro popular pues en todas sus obras late la burla, lo grotesco, la risa, el afán abarcador del momento por medio de un chiste".[8]

Menudas chilindrinas de su vida va incorporando a la obra porque a decir de Hilario García Benítez[9] en una entrevista para los autores de este trabajo,

    "... su teatro era vernáculo en la totalidad, con una raíz campesina. No era campesino aunque conocía la zona límite de lo que es hoy la provincia de Ciego de Ávila. Los temas populares, los cuentos de velorio, las mezclas de leyendas, historias mitos; lo hacían desde su condición de hombre tremendamente sencillo, acción y efecto de risa. Su teatro no es puramente bufo, es vernáculo camagüeyano, de aldea. Allí, con mucho amor, generalizaba los lugares del campo. Allí provocaba el renacer del teatro vernáculo, mientras creaba un grupo teatro donde se desempeño muy bien en el papel de alma del grupo. Manejaba los personajes clásicos del bufo para hacer reír. Sin hacer concesiones. Rescataba el sentido del humor, porque la literatura adolecía de él, incluyendo el teatro.

    "Nunca perdió el sentido del humor, el sentido del humor era el corazón de su obra. La ironía como base y alrededor de ella se movía lo demás. En esa época hacer una crítica era muy difícil. Pero él tenía una habilidad muy grande para criticar enfrentando lo dañino. El texto casi no decía pero estaba preparado para que el actor diera el tono adecuado. Criticó con un sentido del humor finísimo ya que desnudaba el problema y demostraba porque no debía ser".[10]

Con estas opiniones y la lectura de los textos hemos descubierto que el signo lorediano de la risa no tenía fronteras, sobre todo si la obra lograba llegar al escenario y trascenderlo como cuentan sus amigos y familiares,[11] entre ellos destaco como muy positivo por la reflexión profunda y grata que hace Benito Estrada Fernández al plantear:

    "El Jolgorio, los tipos sociales enjuagados unos con otros, metamorfoseados de locales a universales, de lo rural a lo urbano, del "barracón" al barrio y viceversa. Cuenteros, jaraneros, jodedores, pasean por su sainetes, zarzuelas, bufos, cabalgatas; incluso en el sentido con que sus personajes del mundo infantil se mueven en La Guarandinga de Arroyo Blanco,[12] incluyendo un teatro a veces de carnaval, luego de batey... pero más que un "trochero", teatro de jolgorio donde por medio de lo jocoso sugiere la multiplicidad del ajiaco cultural que ha dado vida a una cultura nueva, y lo hace a través de jornadas criollas en magistrales parodias".[13]

Ese amor hacia lo caricaturesco se desborda en un momento el la obra "El Médico Improvisado" que Villabella calificara como

    "... texto fresco y espontáneo", "espectáculo premiado de disfrute y plenitud".[14]

Diez años antes había aparecido en escena "El velorio de Pachencho" con la misma plenitud sarcástica.

Está claro para nosotros que Rómulo Loredo en la elaboración de sus obras dramáticas cumplía con la máxima de Francis Bacom de que saber es poder y es por eso que escribía sus obras solo de lo que sabía, de ahí la clave de su éxito en el teatro montuno, costumbrista y de Jolgorio, es por ello que vamos de la mano, en cuanto a opiniones se refiere con Amado del Pino que nos dice:

    "Estamos ante un dramaturgo anclado en lo popular, amante de la comedia, heredero de las tradiciones básicas de nuestra escena como los bufos del siglo XIX o el teatro Alambra de las tres primeras décadas de este siglo".[15]

El Universo simbólico de Rómulo Loredo como creador dramático se inserta con mucha claridad y tesón en su "sistema vigente que produce la visión del pasado, en tanto ente siempre virtual"[16], porque lo re-produjo desde la forma artística como una prolongación espiritual de su vida y pasado, planteando las disyuntivas dramáticas con sus propias formas de satisfacción.

Hace Loredo en su creación dramática lo que en otro contexto confirmó el gran poeta romántico Lord Byron, de convertir el campo de la trocha y sus alrededores en un "estado de la conciencia" donde de una manera natural y subconsciente construye para sus obras dramáticas el locus del recuerdo, la memoria pasada, el gusto campestre y la esperanza creativa desde los anhelos; eso nos permite coincidir con Benito Estrada cuando señala:

    "... ha puesto en proscenio su visión de este mundo escondido en el propio que vivimos, sugiriéndonos la lectura visible de un ángulo de la cubanía que trasciende, bien atada dialécticamente".

    "He ahí lo difícil. Con palabras sencillas decir lo complejo".[17]

Dicho locus geográfico se convierte para cada obra de teatro en un locus mental donde el artista intuye, sensibiliza, intima, vive y recrea lo vivido desde la dimensión otra: la dimensión artística con todas sus características de las que el filósofo Kant hablara como "espacio subjetivo" y Gastón Bachelard precisara como

    "... espacio captado por la imaginación".[18]

De esta manera al disfrutar de los espacios vividos por el autor de esas obras dramáticas nos sentimos doblemente llenos por las ideas del Rainier Mería Rilke de que "aquel espacio que tiene su ser en ti", porque nos incita a la reflexión en dos órdenes: el del criterio artístico literario y el de la reflexión filosófica.

Los espacios campestres loredianos no parten de la limitante amenazadora de ser locus desconocido por esa cualidad muy real de lo que inspira, lo inexplorado, lo inédito, no se presenta aquí, entonces, el proceso de cultura en la dirección trazada por Claude Levis Straus[19] sino en dirección contraria porque estamos en el lugar preciso donde Loredo establece lugares y distancias, el verdadero locus para colocar las cosas reales y las cosas de la realidad otra, de la realidad artística de la que Keneth Clark dice que

    "Las hemos vuelto a crear en nuestra imaginación para reflejar nuestros estados de ánimo".[20]

Su visión natural y a la vez cosmogónica de lo guajiro no se puede apartar para nada de su medida artística de una estática donde pone al espacio campestre junto a los hombres que la habitan en una realidad trchera que sobre pasa los marcos y cae en un "más allá" casi universal, porque su condición de artista lo ubica en una realidad, en un desorden, con una fina y cuasi genial visión, — sobre todo por la carga de sensibilidad e inteligencia — que hoy podemos evocar en estas reflexiones desde el

    "... establecer sus reglas en el contorno" como aconseja Le Corbuiser.[21]

No existe una manipulación de exactitud en la obra dramática lorediana, hay a nuestra manera de ver una aproximación y una justificación, una ubicación de hombres que se mueven para alejar del entorno la "naturaleza estéril" que se define en "Proverbios del infierno"[22] porque no hay homotransformadores y creadores; posición ésta, contraria a la idea lorediana.

Con este tratamiento tan particular de lo montuno, lo costumbrista y de jolgorio podemos comprender la verdadera naturaleza yoica de su obra o como diría Husserl el "ojo trascendental"[23] por lo que recoge de su existencia material y sobre todas las cosas de su existencia espiritual: sus pasiones, sentimientos, ideas de la vida; así como tres elementos calves en la concepción del mundo del escritor: los vivido por él y por otros, lo aprendido por él y por otros y lo imaginado por él y por otros en una permanente interrelación dialéctica.


    Notas de referencias

    1. Eduardo Robreño Deupy, "Prólogo", en Teatro Popular. Repertorio teatreal cubano, La Habana, 1978, p. 7.
    2. Eduardo Robreño Deupy: "Prólogo", en Rómulo Loredo, Las mil y una noche guajiras, Editorial Unión 1985, p. 9.
    3. Amado del Pino: "Prólogo", en Rómulo Loredo, Teatro para todos, Camagüey, Editorial Ácanas, Camagüey, 1999, p. 9.
    4. Amado del Pino: "Prólogo", en Rómulo Loredo, Teatro para todos, Camagüey, Editorial Ácanas, Camagüey, 1999, p. 10.
    5. Benito Estrada Fernández, Rómulo Loredo y su teatro del jolgorio, Camagüey, Revista Antena No. 11. julio–diciembre 1997.
    6. Luis Álvarez Álvarez y Margarita Mateo Palmer, Del caribe como Aleph: La política cultural en el discurso literario caribeño, Trabajo Investigativo.
    7. Benito Estrada Fernández, "Rómulo Loredo y su teatro del Jolgorio, Camagüey", Revista Antena No. 11 julio–diciembre 1997, p. 5.
    8. Ibidem.
    9. Escritor, Periodista, Teatrista y amigo de Rómulo que se inició en el teatro en esa época de 1964 en Rómulo era teatrista y promotor cultural, primero de talleres literarios, que lo mantuvo hasta su muerte.
    10. Entrevista realizada a Hilario García Benítez sobre la Vida y obra de Rómulo Loredo Alonso el día 31 de agosto del 2005 en la Biblioteca provincial.
    11. Ese honor le correspondió en la década del ochenta del pasado siglo con la trilogía de aquellos bufos, siendo premio de puesta en escena, como fue El Médico improvisado en el 1er Festival de teatro de Camagüey (ver Luis Saney Jerez, El Conjunto dramático de Camagüey, Adelante, 8 de mayo de 1995).
    12. De ella nos ha dicho Amado del Pino en su "Prólogo" a la obra de Rómulo Loredo, Teatro para todos, publicada en Camagüey por la Editorial Ácanas en el año 1999. "Otra pieza clave en las amplia creación del escritor es la Guarandinga de Arroyo Blanco, tal vez la más conocida de sus obras. Vuelve aquí sobre los encantos de la ruralidad; apela a la rima y crea un juego escénico candoroso, pero no simple; ingenuo pero no tonto" (p. 10).
    13. Ibidem.
    14. Manuel Villavella Marrero, "Recuento de un festival", en Adelante, 25 de Junio de 1993.
    15. Amado del Pino, "Prólogo", en Rómulo Loredo Teatro para todos, Camagüey, Editorial Ácanas, Camagüey, 1999, p. 9.
    16. Alexis Jardines Chacón, El Cuerpo y lo otro, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2004, p. 23.
    17. Ibidem.
    18. Gastón Bachelard, La poética del espacio, México, FCE, 1965, p. 17.
    19. Claude Levis Straus, Le regard eloloigné, Paris, Plon, 1983.
    20. Keneth Clark, El arte del paisaje, Barcelona, Seix Barral, 1971, p. 13.
    21. Le Courbiser, "New Word of space" en Horizon, num. 106, London, October, 1948.
    22. William Blake, Poemas proféticos y prosas. Barcelona, Barral Editores, 1971, p. 102.
    23. E. Husserl, Meditaciones cartesianas (1931), Fondo de Cultura Económica, México, 1986, p. 127.





Página enviada por Lázaro David Najarro Pujol
(23 de diciembre de 2006)


      Eliécer Fernández Diéguez. Foto: Lázaro David Najarro PujolELIÉCER FERNÁNDEZ DIÉGUEZ (Camagüey, 1961)
      Poeta, narrador, investigador, ensayista y profesor universitario. Licenciado en Ciencias Políticas.
      Miembro de la UNHIC, La Sociedad Cultural José Martí, La Fundación Nicolás Guillén, Los Talleres Literarios Zuly Jaspe Fondín, Nicolás Guillén.
      Preside el Elisa Belén Boza Batista y el de Crítica y Ensayo "Alejo Carpentier" y el Proyecto Sociocultural "Hombres de Azúcar y Pólvora" con trabajo comunitario, docencia, investigaciones y revistas literarias como "Taller Segunda Época", "Letras dulces" y "Tinajón Virtual" para miembros de Talleres Literarios de Universalización y comunitarios
      Se desempeña como Subdirector de la SUM Camagüey para Extensión Universitaria y Sedes en Prisiones.
      Ha impartido Cursos, cursos de postgrados y Talleres de Literatura, posee más de 100 premios y menciones en concursos literarios y eventos científicos, ha publicado más de 50.
      Está Concluyendo la "Maestría en Cultura" y tiene aprobado el tema de Doctorado "Diccionario de la Literatura Camagüeyana".


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