Cuba

Una identità in movimento


La ética médica en Ernesto Che Guevara

Marlene I. Portuondo PajónPatricia González Reyes


El tema acerca de los valores éticos adquiere en nuestra sociedad cada vez más vigencia, y en particular, la ética médica de Ernesto Ché Guevara, alcanza en nuestros días valor singular, pues el pensamiento ético del Ché constituye sin dudas una valiosa contribución a la teoría marxista sobre los valores morales.

Es preciso tener en cuenta que moral y ética, aunque referidas a un mismo asunto, no resultan sinónimas Como señaló Federico Engels,

    "... hasta hoy toda teoría moral ha sido, en última instancia, producto de las condiciones económicas de la sociedad... Las ideas de bien y de mal han cambiado tanto (...) que no pocas veces hasta se contradicen abiertamente"[1].

La ética aparece en la sociedad esclavista, y se ocupa de estudiar la moral, sus principios y sus transformaciones históricas, así como el establecimiento de reglas que deben regir la conducta de los hombres. Estos enfoques responden a las concepciones respectivas sobre la esencia del hombre.

El núcleo central del pensamiento ético del Ché es el hombre nuevo,

    "...individuo, actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo, en su doble existencia de ser único y miembro de la comunidad"[2].

Este hombre nuevo significa un objetivo a alcanzar en el proceso de la construcción del socialismo:

    "En este período de construcción del socialismo podemos ver el hombre nuevo que va naciendo"[3].

Y justamente, el pensamiento ético del Ché concibe que la moral es la que arma espiritualmente al hombre. El humanismo marxista del Ché tiene como antecedente su amor juvenil a la humanidad. Este amor, fruto de su sensibilidad ante el sufrimiento, le impulsa a modificar su vocación profesional, inicialmente definido hacia la ingeniería, dedicándose a estudiar medicina. En estas decisiones iniciales de su vida intervienen factores afectivos[4].

    "Mi madre — comenta su padre — había enfermado gravemente y en tal situación le escribí a Ernesto, quien sin titubear, renunció a su trabajo en Vialidad Provincial, y en el primer tren que pudo tomar viajó a Buenos Aires"[5].

Y continúa:

    "No se apartó de la cama de mi madre durante todo el tiempo que duró su enfermedad, tratando por todos los medios de aliviar su mal. Todos veíamos que su enfermedad era fatal. Ernesto, desesperado, al ver que su abuela no comía, con una paciencia increíble trataba de hacerle ingerir alimentos entreteniéndola y sin apartarse de ella. Y así estuvo hasta que mi madre se fue de este mundo"[6].

Su impresión fue tal que comentó a su padre:

    "Viejo, cambio de profesión. No seguiré Ingeniería y me dedicaré a la Medicina"[7].

Así se inscribió en la Facultad de Medicina de Buenos Aires (1948-1953), siendo allí alumno regular y libre.

Sus estudios no le impidieron otras labores. Había trabajado como enfermero en la flota mercante del Estado y en los barcos petroleros, estuvo empleado como practicante dentro de la Sanidad Municipal; trabajó en el consultorio y laboratorio de alergia del Dr. Pisani, entusiasmándose para especializarse en alergia. Allí se ensayaban toda clase de antialérgicos y vacunas. En este laboratorio efectuó estudios científicos con relación a la alergia, estudios que completó en otros países y especialmente en México.

Durante un tiempo se dedicó a fabricar y vender insecticidas, al que patentó como Vendaval.. El producto que utilizó fue el gamexane, adicionandole talco en un 80%[8]. Además de estas ocupaciones, fue sobrestante de obras en la Dirección de Viabilidad de Córdova y empleado en la sección de Abastecimientos de la municipalidad de Buenos Aires, donde pudo pagarse sus estudios para el ingreso de la Facultad de Medicina Ello no le impidió practicar deporte[9] ni recorrer el país de diversas maneras: en bicicleta, en moto, a pie, o haciendo autostop, por los camioneros. Tampoco le impidió alcanzar buenos resultados docentes. A decir de uno de sus examinadores — que pretendió suspenderlo tras rendir un examen de media hora con ese fin —, no tuvo otra alternativa que decir:

    "Jamás he conocido a nadie que tuviera tanta lucidez, tanta memoria y que diera mejores exámenes que Ernesto"[10].

El ámbito en que desenvolvió, revela su marcado carácter inquieto por conocer, recorrer distancias, aún las dificultades, padeciendo en ocasiones reiteradas su agudo malestar asmático que no le venció para continuar viaje.. En uno de ellos al atender a una anciana moribunda, analizaba que es frente a estos casos que el médico desea un cambio de cosas, algo que suprima la injusticia social. Y es allí, en estos momentos

"... donde se capta la profunda tragedia que encierra la vida del proletariado de todo el mundo..."[11].

El análisis que luego realizara sobre el médico revolucionario tiene aquí sus raíces. Si en los viajes por América entró en contacto con la miseria, con el hambre, las enfermedades; y como esta realidad influyó en él en los caminos de elección que aspiraba: la investigación científica, la fama para dedicarse a la ayuda humanitaria a estas poblaciones con su esfuerzo personal.

En el año 1950 realiza un viaje por las doce provincias de Argentina, en las que totalizó más de 4 500 km. En la Cornisa, admira su peculiar belleza natural de

    "... los cerros empenachados de bosque verde... se ve entre los claros del ramaje el llano verde y alejado.....Hastiado de tanta belleza, llego a la ciudad de Jujuy, ¿qué mejor ocasión que este viaje para conocer los hospitales del país?[12]

Allí no pierde ocasión de entrenarse en su profesión.. Allí anota:

    "... [con]mis conocimientos medicinales y munido de unas pinzas y un poco de éter me dedico a la apasionante caza de [ilegible ] en la rapada cabeza de un chango.
    Su quejido monocorde lacera mis oídos como un fino estilete, mientras mi otro yo científico cuenta con indolente codicia el número de mis [¿muertos? ] enemigos. No alcanza a comprenderse como ha podido el negrito de apenas 2 años llenarse en esa forma de larvas..."[13].

En estos momentos el joven atraído por la naturaleza del lugar, no se vislumbra por la tónica propagandística que se ofrece a los turistas:

    "... no me nutro de las mismas formas que los turistas — diría —. No se conoce así a un pueblo, una forma y una interpretación de la vida, aquello es la lujosa cubierta, pero su alma está reflejada en los enfermos de los hospitales...Pero todo esto es muy largo de explicar y quien sabe si sería entendido..."[14].

Si bien quiso normar la conducta del médico revolucionario, comprendió algo fundamental para lograrlo:

    "... para ser médico revolucionario o para ser revolucionario, lo primero que hay que tener es revolución"[15].

Por esto analiza que

    "... de nada sirve el esfuerzo aislado, el esfuerzo individual, la pureza de ideales, el afán de sacrificar toda una vida al más noble de los ideales, si ese esfuerzo se hace sólo, solitario en algún rincón de América, luchando contra los gobiernos adversos y las condiciones sociales que no permiten avanzar..."[16]

Es interesante esta reflexión, en cuanto nos permite analizar que si bien la medicina es una ciencia, esta no contiene un carácter ahistórico, desligado de las condiciones sociales concretas donde se produce: no se puede aceptar el valor universal y neutral de la ciencia desconociendo su relación con la estructura social que la genera, y más cuando están involucrados en esta ciencia los factores sociales.

Justamente, en Chile percibe las incidencias de la sociedad en los enfermos. Allí atiende a una anciana asmática:

    "La pobre daba lástima, se respiraba en su pieza ese olor acre de sudor concentrado y patas sucias, mezclado al polvo de unos sillones...Frente a estos casos es cuando el médico, consciente de su total inferioridad frente al medio, desea un cambio de cosas, algo que suprima la injusticia... "[17].

Es que el Che expresa la adaptación del hombre al medio, y en una sociedad donde prevalece la miseria, se concibe al enfermo dentro de la familia y la comunidad una carga, que limita la poca garantía de producir, si acaso, la tuviese. La

    "... comunidad sana que le echa en cara su enfermedad como si fuera un insulto personal a los sanos que deben mantenerlo"[18].

Y continúa:

    "Allí se deja de ser padre, madre, hermano, para convertirse en un factor negativo en la lucha por la vida....Hasta cuando seguirá este orden de cosas basado en un absurdo sentido de castas.... es hora que los gobernantes dediquen menos tiempo a las propagandas de sus bondades como régimen y [destinen ] más dinero, muchísimo más dinero, a solventar obras de utilidad social"[19].

Pero la realidad en Chile la percibe y anota en su Diario de Viajes:

    "Los hospitales son pobres, crecen en general de medicamentos y salas adecuadas. Hemos visto salas de operaciones mal alumbradas y hasta sucias...El instrumental es insuficiente. Los baños muy sucios. La conciencia sanitaria de la nación es escasa"[20].

Su impulso humanista lo lleva junto a su amigo a visitar en 1952 el leprosorio de Huambo Refiriéndose a las manifestaciones afectivas que le expresan los enfermos, Che decía que todo el cariño dependía de que fueran sin protección, sin guardapolvos ni guantes, les dieran la mano normalmente y se sentaran entre ellos a charlar de cualquier cosa, incluso a jugar al fútbol con ellos:

    "Tal vez te parecerá una compadrada en objeto, pero el beneficio psíquico que es para uno de estos enfermos, tratados como animal salvaje, el hecho de que la gente los trate como seres normales es incalculable y el riesgo que se corre es extraordinariamente remoto"[21].

Allí no sólo saludaron, y se sentaron a hablar con los enfermos, sino algunos de ellos se reunieron para mostrar sus dotes artísticas, entre ellos violinistas con confecciones de violín de una sola cuerda confeccionado por ellos mismos.

Las condiciones higiénicas que se observaban en el hospital las comenta Alberto Granado:

    "... no nos asombró ver algodones en el suelo, ámpulas de sulfretona por un rincón y por el otro las historias clínicas, y en un clavo, colgadas promiscuamente, las batas de curaciones con los guantes de cirugía.
    Pero no sólo se describe donde trabajan los sanitarios: par de habitaciones 4 x 4 metros de paredes de barro y techo de paja, sirviendo una de ellas de depósito de medicamentos, administración, comedor y sala de recibo. La otra, de farmacia, consultorio, enfermería y archivo.
    Mucho más dolorosa resultó ver el internado: cuatro chozas de barro, sin más abertura que la puerta. En estas casuchas de apenas 2 metros de altura, y sobre jergones hechos de caña, vegetan los enfermos, sin la más elemental condición sanitaria ni higiénica[22].

Allí el Che observó la desatención de las autoridades a los niños que padecen de esa enfermedad, ante la entrega de medicamentos, pese a las reiteradas demandas del

    "... único científico del Perú que se preocupa por los pacientes hanseniannos"[23].

Esta realidad se observa de igual modo en El Lazareto de San Pablo, en la que permaneció varios días en permanente contacto con los leprosos sin demostrar el menor miedo al contagio, ganándose la simpatía de los enfermos:

    "Todo el cariño — escribe el Ché — depende de que fuéramos sin guardapolvo ni guantes, les diéramos la mano como a cualquier hijo de vecino y nos sentáramos entre ellos a charlar de cualquier cosa..."[1].

A través del recorrido por el Perú, en Iquitos,le comenta a su padre en carta 4 de junio de 1952:

    "Abundan muchísimo las enfermedades por trastornos metabólicos provocados por la deficiente capacidad nutritiva de la selva..."[25].

Y en su su Diario de Viajes anotó:

    "Los chicos son barrigones y algo esqueléticos"[26].

Lo cierto es que por el recorrido a través de Argentina, Chile y ahora Perú, se percatan que la gente humilde y de medios más precarios son las que con mayor desprendimiento ofrecen todo, en contraste con las capas adineradas, y los médicos en particular, son los menos receptivos, incapaces de tener un sentimiento de humanidad:

    "¡Qué van a ser los médicos! Son, en todo caso....hijos de millonarios explotadores de indios, que utilizan el título como adorno..".

Es decir, el sentido mercantilista de la profesión fue un impacto que no se divorció de la realidad de América, en la que estos jóvenes espectadores críticos alimentaban su confianza en el porvenir, formándose luego un criterio de la necesidad de cambios revolucionarios, y apreciar el verdadero valor por la profesión que eligieron: el hombre y la conservación de su salud.

En este sentido, se determina que el conocimiento médico no es el simple reflejo de una realidad material (proceso salud-enfermedad) en la mente de los médicos. Cuando se entra en interacción con el objeto para conocerlo, llevan en su existencia una determinación específica de carácter social, una estructura y capacidad intelectual determinada por la época en que viven, que les permite o no, observar y conocer el objeto en su totalidad concreta y real[27].

Recorrería Brasil, Colombia, Venezuela. En Colombia

    "... estuvimos discutiendo sobre la legislación de la lepra que permite que enfermos no controlados en su fase bacilífea puedan hacer su tratamiento privadamente. Me parece que al Dr. Maldonado no le hicieron mucha gracia nuestras críticas"[28].

Y en efecto, no los autorizó a visitar el leprosorio Agua de Dios.

En Caracas, visitan un hospital de leprosos en julio de 1952:

    "El hospital es una verdadera casa de brujas. Feo, desportillado, sin pintura"[29].

La visita al hospital les permitió avizorar un futuro preñado de trabajos de investigación.

Si bien, todo este recorrido por tierras de América, le permitió tener una gran práctica como viajero, tuvo también la oportunidad de conocer a fondo la realidad política y social de los países de América. Y ante estas penurias, pudo practicar lo aprendido en la Facultad de Medicina junto a su amigo Granados en las leproserías que visitaban:

    "... el viento de la leprología se me ha metido con alguna intensidad y no sé por cuánto tiempo"[30].

Al llegar a Buenos Aires, tuvo que imponerse estudiar en 7 meses, 15 materias. En el mes de noviembre del año 1952 aprueba tres materias[31].

En Diciembre de ese año, aprueba diez de ellas[32]. Solo le quedaba una asignatura por presentarse: Clínica Neurológica, lo que examinó el 11 de abril de 1953, culminando su carrera[33].

Sin embargo, una vez ya graduado, no regresa a su puesto en la Clínica de Pasini a cultivar la investigación. Partía nuevamente a otras tierras, ahora a Bolivia junto a su amigo Carlos Ferrer. Y mientras sucedía la despedida de amigos y familiares en la estación Retiro del ferrocarril General Belgrano, su padre comenta:

    "Acompañé al tren unos metros caminando por el andén y mientras él revoloteaba sobre su cabeza rapada un bolsón, gritando: ¡ Aquí va un soldado de América![34].

Justamente, así arriba a Guatemala, en la que comienza a preparar un libro que titula: La función del médico en América Latina:

    "... con algo de autoridad puedo hablar sobre el tema ya que, si no conozco mucho de Medicina, a Latinoamérica la tengo bien junada"[35].

Hilda, — su primera esposa — comentaría que el libro haría proyecciones para

    "... el futuro socialista de la medicina social en el continente, y la necesidad del médico revolucionario de enfrentarse con las estructuras estatales serviles al latifundio y a los monopolios extranjeros buscando una medicina donde no prevalezca el lucro y el pillaje"[36].

Tras la caída de Jacobo Arbenz, parte a México, donde consigue la residencia en el Hospital general. Allí ha tenido que presentar un trabajo titulado: Investigaciones cutáneas con antígenos alimenticios semidigeridos. Como médico, en ese año, trabaja en el caso de una enferma que él llama "la vieja María" — según refiere Hilda.

    "Muy conmovido me contó que su estado era muy grave, con un asma aguda; era tanto su interés por esa enferma, que llegué a sentir celos de ella porque la tenía presente todo el tiempo; en la mañana se apuraba para ir a verla...un día muy apenado me dijo que la vieja María no pasaba de esa noche, así que fue al Hospital para estar cerca de su lecho para hacer todo lo posible para salvarla. Esa noche murió ahogada por el asma"[37].

Se observa nuevamente la preocupación que el Ché muestra por los dolientes. En su libro inconcluso analiza la lucha por la salud del pueblo en

    "que el médico debe cotejar sus posibilidades frente al complejo escenario que lo rodea".

Y más adelante apunta:

    "La lucha debe plantearse con una fórmula general que garantice el buen éxito posterior y que sea conducente a ganar para el profesional, la confianza primero y el cariño luego de los grupos que estén bajo su responsabilidad médica"[38].

En Diciembre de ese año gana una Cátedra de Fisiología en la Universidad Nacional. No la toma por estar ya preparándose junto a los cubanos.

Sin embargo en marzo de 1956, se declara impotente para hacer un trabajo sobre determinación química de la histamina, sobre la producción de anapilaxia por vía bucal, mediante la ingestión de alimentos, con hialuronidasa. Ambos no lo pude hacer por falta de apoyo económico. Otros de menos importancia, fueron acabados con resultados negativos, que resolvió no publicar. Por falta de medios, no pudo realizar uno sobre electroferesis, otro, sobre la determinación de alguna identidad de acción entre la histaminasa y la progesterona, que lo estaba llevando a cabo, con propuestas de obtener algún resultado, conseguir una beca

    "Donde se me de la gana"[39]. (Ver Anexo)

En México, comenzó a estudiar

    "... la histoquímica de la histaminasa"[40].

En carta a su madre, le cuenta las condiciones de trabajo con las que cuenta:

    "... aquí trabajo en un laboratorio de bacteriología...y uno de fisiología (y además en el específico de alergia) donde hay que hacer las cosas a puro pulmón, pues no hay ni un triste mechero de gas[41].

Justamente, allí se le ofreció un trabajo como fisiólogo en la Universidad, y otro en un hospital como investigador en el campo de la alergia

"... pero aquí es muchísimo más fácil ofrecer que dar"[42].

Durante la travesía del Granma, el Che formó parte de sus expedicionarios. Ya había sido electo médico de la expedición. Allí resultó enfermo de un fuerte ataque de asma, al que venció sin una queja ante la falta de medicamentos requeridos. Sin embargo, ante estas circunstancias, cumplió por primera vez en la tropa su deber de médico, al suministrarle a Fidel Castro una inyección por su dolencia febril de 40º c.

Al desembarcar en costas cubanas, tras el revés de Alegría de Pío, la ética médica del Che se pone de manifiesto nuevamente. Allí cura "... las llagas de los pies heridos"[43] de sus compañeros, lo que no le impide cambiar en el momento oportuno la mochila llena de medicamentos por la caja de balas, resultando allí su bautismo de soldado al ser herido.

La ética médica del Che se percibe en las condiciones reales del escenario bélico. Si bien es cierto que se carecía de materiales requeridos para el ejercicio médico, la grandeza de amor y confianza que profesaba a sus pacientes heridos, infundía tranquilidad a los mismos:

    "Es incalculable — dijo el Che — lo que significa para el que está sufriendo, una simple aspirina, dada por la mano amiga de quien siente y hace suyo los sufrimientos "[44].

La carencia de estos materiales, se repite en el combate de La Plata:

    "Allí, con mucho dolor para mí, que sentía como médico la necesidad de mantener reservas para nuestras tropas, ordenó Fidel que entregaran a los prisioneros todas las medicinas disponibles para el cuidado de los heridos... "[45]

Si bien es cierto que entre el ejército de la tiranía y el rebelde aún bisoño, existían diferencias en cuanto al trato de los heridos, el Che no dejó de reconocer el honor militar de algunos médicos que prestaban servicios en las filas batistianas:

    "... nuestros dos compañeros [ Leal y Cilleros ] — relata el Che — fueron atendidos decentemente por el ejército enemigo, pero uno de ellos, Cilleros, no llegó siquiera a Santiago"[46].

El estado de gravedad de Cilleros impactó notablemente al Che pues una bala había partido su brazo derecho y al atravesar el pulmón se había incrustado en su columna, privándolo del movimiento de sus piernas:

    "Tratamos de salvarlo — afirma el Che — en la única forma posible de esos momentos: llevándonos los 14 soldados prisioneros con nosotros y dejando los dos heridos"[47].

En este sentido se evidencia la ética del Che cuando se lo comunica a Cilleros, diciéndole

    "... las palabras reconfortantes de rigor (...) me miró — escribió — con una sonrisa triste que podía decir más que todas las palabras en ese momento y que expresaba su convicción de que todo había acabado"[48].

Después del Uvero, el Che tiene la misión de permanecer junto a los heridos brindando su ayuda médica junto a Joel Iglesias y Oñate:

    "... nuestra obligación era defender hasta la muerte la carga preciosa de heridos que nos habían encomendado"[49].

Por eso su traslado, por topografía muy difícil, teniendo en cuenta las condiciones de los heridos: de la

    "... quizás sea más duro el transporte de cualquier herido, por los sufrimientos mismos del enfermo y para la capacidad de sacrificio de la tropa que el, mismo hecho de la herida, por grave que ella sea"[50].

En este sentido, la ayuda campesina estuvo presente, ofreciendo en algunos casos sus viviendas como hospitales, y contribuyendo en algunos casos en la alimentación y cuidado de los enfermos. No es casual que el primer hospital que se crea en la Sierra, lo fundó el Ché en la Pata de la Mesa. Téngase en cuenta que la sanidad en estos lugares era nula, y las enfermedades características eran según el Ché el

    "... parasitismo, raquitismo y la avitaminosis"[51].

No obstante, el Ché se preocupaba por los medicamentos que necesitaba la tropa:

    "... penicilina o cualquier otro tipo de antibiótico, calmantes: entre ellos la aspirina y medicamentos adecuados para combatir las enfermedades endémicas del lugar. Pueden ser tabletas contra el paludismo, sulfas para diarreas, antiparasitarias de cualquier tipo, etc"[52].

Del mismo modo, la guerrilla, y en especial los médicos que la conformaban, prestaron auxilio a los pobladores de la zona. Cuenta Joaquín Fonseca — campesino —

    "... que a cualquier hora que tú llegaras con un dolor el Ché te atendía, él no se andaba con reparos de atenderle los males a la gente. No importa que estuviera cansado o que estuviera como estuviera, enseguida se volvía médico y te atendía"[53].

En la organización de la salud, el Ché preveía la necesidad de cirujanos, anestesistas, y ortopédicos. Entre estos últimos se incorporó el Dr. Julio Martínez Páez, al que el Ché obsequió su instrumental médico[54].

Si bien es cierto que cambió su instrumental médico por el fusil, siempre llevó con él la ética que debe tener un médico revolucionario, y comprendió que lo primero que hay que tener para desempeñarse como tal es revolución., que se inició en 1959. En este sentido el Che conceptualizaba el médico en la nueva sociedad:

    "... organizar la salud pública de tal manera que sirva para dar asistencia al mayor número posible de personas, y sirva para prevenir todo lo previsible en cuanto a enfermedades, y para orientar al pueblo"[55].

Y concibiendo en su ética el humanismo que debe caracterizar al médico en cualquier sociedad, el Ché representaba al médico al lado del doliente ofreciendo mucho amor, que se reflejaba en la psiquis del enfermo. De ahí la

    "... importante función que tiene en la nueva sociedad que se construye, por esa gran dosis de humanismo que lo debe caracterizar"[56].

No era así en el Congo, donde la transformación de la sociedad por la revolución fue imposible. Allí las enfermedades típicas eran venéreas, fundamentalmente la gonorrea, así como casos de intoxicación alcohólica, así como que había falta de medicina en los dispensarios. Ante esta disyuntiva se pregunta: ¿cómo se gastaban los fondos de la Revolución?.

En su quehacer por la humanidad, partiría luego a Bolivia. Allí expresaría a sus hombres

    "Este tipo de lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionario, el escalón más alto de la especie humana, pero también nos permite graduarnos de hombres, los que no puedan alcanzar ninguno de estos dos estadíos deben decirlo y dejar la lucha"[57].

>No es casual que entonces caiga en una emboscada en auxilio del médico de la guerrilla que venía en muy mal estado físico, y de otros compañeros.

Nuevamente, se corroboró su ética expresada en la ayuda incondicional a los demás, aun en momentos de extrema gravedad. Auxiliar al herido, no sólo reflejó al compañero, sino al médico., que al decir de él "es una de las tareas más bellas que hay"[58].


CONCLUSIONES

Al estudiar la ética médica del Ché nos percatamos que tal estudio apenas está iniciado. Si bien se abordan análisis de la ética del Ché, del hombre guerrillero y político, desde el punto de vista de sus estudios y profesión en la Medicina, aún no están lo suficientemente estudiados, aunque existen dispersas referencias sobre el asunto.

Al estudiar la formación del Ché, observamos en todo momento una febril preocupación por el hombre, y mucho más si esté padece de enfermedades en una sociedad en la que poco éste importa. Allí se revela su ética, aún antes de graduarse como médico, por las tierras de América, en la que palpó las realidades sociales de esos países, y la situación en la que se hallaban sus masas empobrecidas, en las que percibió que un enfermo que adoleciera cualquier enfermedad en el ámbito familiar que se desarrollara, era concebido una desgracia familiar. De ahí la crítica al mercantilismo, la despersonalización de la atención médica y el menosprecio a la acción de los grupos sociales que caracterizan a la medicina en el capitalismo

No obstante a estos percances, su obra humanitaria se hacía verdad al acercarse a los leprosos, y tratarlos como seres vivientes: profanándoles un verdadero amor. Amor que cautivó a los pueblos de América, a los que avizoró ser un soldado.

No obstante el futuro que como investigador tendría, se enroló en las aspiraciones de los expedicionarios del Granma: liberar a Cuba del tirano y hacer revolución. Sólo así, tal reforma traería los cambios necesarios para borrar los males sociales, y con ellos los problemas de salud de estas sociedades pírricas.

Su estancia en la guerrilla: en Cuba, Congo y Bolivia, no escapa de esa realidad.

De ahí, que afirmemos que la vocación humana, el espíritu de solidaridad y la conciencia revolucionaria que desarrolló el Ché como médico constituyen las bases éticas en el ejercicio de esta profesión en el Socialismo: "vale, pero millones de veces más, la vida de un solo ser humano, que todas las propiedades del hombre más rico de la tierra"


    Notas

    1. Federico Engels. Anti-Dühring. Ed. Pueblos Unidos, Uruguay, 1960 pp. 116, 114.
    2. Ernesto Ché Guevara. "El Socialismo y el hombre en Cuba". Obras (1957-1967). Ed. Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 371.

    3. Ernesto Che Guevara. Ob. Cit. p. 373.

    4. Su atención personal durnte 17 días al lado de su abuela que habí padecido de un derrame cerebral.

    5. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 287.

    6. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 315.

    7. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 315.

    8. Si hoy en día aún se utiliza este producto, su padre confiesa que fue Ernesto el primero en Argentina que lo patentizó

    9. Practicó el rugby, el fútbol ni jugar el ajedrez. Practicó la esgrima, el patinaje, la equitación, el boxeo, la pelota a mano y con paleta, el tenis y el alpinismo. En México subió como entrenamiento a picos montañosos a alturas con más de 5 mil metros.

    10. Ernesto Guevara Lync. Ob. Cit. p. 299

    11. Ernesto Guevara Lynch. Mi hijo el Che. Ed. Suramericana Planeta, Argentina, sexta edición, 1987, p. 295.

    12. Ernesto Guevara Lynch. Ob. It, p. 338.

    13. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 338.

    14. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 339.

    15. Ernesto Ché Obras (1957-1967) Ed. cit. T. II, p. 71.

    16. Ernesto Che Guevara. El Ché en la revolución cubana. Ed. cit. T II p. 71.

    17. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 373.

    18. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 373.

    19. Ernesto Guevara Lync. Mi hijo el Ché. Ed. cit. p. 373.

    20. Ernesto Che Guevara. Notas de viaje. "Chile, ojeada de lejos". En: Aleida Guevara. Documento mimeografiado.

    21. Ernesto Guevara Lynch. Mi hijo el Che. Ed. cit. pp. 318-319.

    22. Ver en Alberto Granado. Con el Che por Sudamérica. Ed. letras Cubanas. La Habana, 1986. p. 129.

    23. Idem. p. 130.

    24. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 405.

    25. Ernesto Guevra Lynch. Ob. Cit. p. 405.

    26. Ernesto Che Guvara. Del Diario de Viajes. "Notas de Viaje". En: Aleida Guevra. Documento mimeografiado.

    27. Ver en:C. Eibenschutz. "Crisis del conocimiento médico". Uni. Autónoma metropolitana, México, mayo 1983 p. 12

    28. Alberto Granados. Con el Ché por Sudamérica. Ob. Cit. P.214.

    29. Idem p. 236

    30. Ernesto Guevara Lync. Ob. Cit. p. 405

    31. Clínica Oftalmológica, Clínica Urológica y Clínica Dermatosifilográfica.

    32. Patología General Médica,Clínica Obstétrica (Fisiología), Patología y Clínica de la Tuberculosis, Ortopedia, Medicina Legal, Higiene y Medicina Social, Clínica Obstétrica (Patología), Clínica Médica, Clínica quirúrgica, Patología y Clínica de las enfermedades Infecciuosas.

    33. Cuando inició sus estudios en Medicina, la carrera contó con 30 materias, y a fines de 1951 había aprobado la mitad de ellas, y entre noviembre del 52-abril de 1953, se examinó de 14 materias restantes: la otra mitad de su carrera.

    34. Ernesto Guevara Lynch. Ob. Cit. p. 427.

    35. Tomado de Guevara Aleida. El Ché y la medicina. s.e. s.a.Carta de Ernesto a su padre: México, 27.5.1955. p.19 (documento mimeografiado) Bien junada se refiere a bien calado.

    36. Documento mimeografiado. El Che nunca culminaría este libro.

    37. Documento mimeografiado.

    38. Ernesto Guevara la Serna. "El médico y el medio" (Texto inédito de su libro inconcluso La función social del médico en América Latina, del que elabora sólo unos acápites entre 1954 y 1956). Documento mimeografiado.

    39. Carta del Che a Tita Infante. México, 1 de marzo de 1956. en Aleida Guevara. Ob. Cit, p. 20.

    40. Idem.

    41. Documento mimeografiado p. 7.

    42. Aleida Guevara. Ob. Cit. Carta del Ché a Tita Infante. México, marzo 1 de 1956. Documento mimeografiado. p. 20

    43. Ernesto Guevara. "Pasajes de la Guerra Revolucionaria". En Obras Completas. t 1. CA. La Habana 1970 pp.

    44. _____________. La guerra de Guerrillas. En Ob. Cit. p. 110

    45. _____________. Pasajes de la Guerra Revolucionaria. Ob Cit. p. 13.

    46. Idem p. 271.

    47. Idem p. 270.

    48. Idem p. 271.

    49. Ernesto Che Guevara. Pasajes de la guerra revolucionaria. En. Ob. cit. p. 274.

    50. Idem p. 111.

    51. Idem p. 275.

    52. Ernesto Che Guevara. Guerra de guerrillas. Ob. Cit, p. 72

    53. Documento mimeografiado. p. 11

    54. Julio Martínez Páez. Un médico en la Sierra. Ed. Gente Nueva. La Habana, 1990. p. 45.

    55. Ernesto Ché Guevara. "El médico revolucionario". Ob. Cit. p. 71.

    56. Ernesto Che Guevara. Ob. Cit. P. 77.

    57. Ernesto Ché Guevara. Diario en Bolivia. Ob. Cit. p. 449.

    58. Ernesto Ché Guevara. Ob. Cit. P. 79.




    BIBLIOGRAFÍA

    1. Burlatski, F. La conciencia social. Materialismo histórico. Ed. progreso, Moscú, 1982.
    2. Castro, F. Discurso en la inauguración del Hospital Clínico Quirúrgico y Docente "Celia Sánchez Manduley". Manzanillo, 11 de enero de 1981.
    3. Cupull Adys, González Froilan. Un hombre bravo. Ed. Capitán San Luis.C. Habana, 1984.
    4. Engels, Federico. Anti-Dühring. Ed. Pueblos Unidos, Uruguay, 1960.
    5. Eibenschutz. C. "Crisis del conocimiento médico". Univ. Autónoma Metropolitana, México, 1983.
    6. Granado, Alberto. Con el Che por Sudamérica. Ed. Letras Cubanas. La Habana, 1986.
    7. Guevara, Linch, Ernesto. Mi hijo el Ché. Ed. Arte y Literatura. C. de La Habana, 1988 .
    8. Guevara de la Serna, Ernesto. Recorrido por el interior de Argentina, 1950. Fragmentos de su Diario (s.a, s.e.s.l.).
    9. Guevara de la Serna, Ernesto. Notas de Viaje. "Chile, ojeada de lejos" (s.a.s.e.s.l.).
    10. Guevara de la Serna. Notas de Viaje. Huambo. s.l.s.a.s.e.
    11. Guevara de la Serna, Ernesto. Carta a su padre desde México. 27.5.1955
    12. Guevara de la Serna, Ernesto. Carta a Tita Infante. México, 1.3.1956. Guevara de la Serna, Ernesto. "El médico y el medio". (Texto inédito de su libro inconcluso La función social del médico. S.a.s.l..s.e.
    13. Guevara de la Serna, Ernesto. "El Socialismo y el hombre en Cuba". Obras (1957-1967). Casa de las Américas. La Habana, 1970.
    14. Guevara, Ernesto. Escritos y Discursos. T. 1, 3. Ed. C. Sociales. La Habana, 1977.
    15. Guevara, de la Serna, Ernesto. Diario del Ché en Bolivia. Ed. Política, 2000.
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    17. León, C. A. Ética en medicina. Ed. Científico-médica. Barcelona, 1973.
    18. Páez Martínez Julio. Médicos en la Sierra. Ed. Gente Nueva. La Habana, 2000.
    19. Principio de la ética médica. Ed. Política. C. Habana, 1983.
    20. Revista Moncada. 6 de octubre.1987. Edición Especial No. 3.
    21. Shishkin, A.F. "Objeto de la ética marxista leninista". Ética marxista. Ed. Grijalbo, México,D.F., 1966.



    ANEXOS

    Trabajos de investigación de Ernesto Che Guevara

    TRABAJOS PUBLICADOS

  • Identidad antigénica de pólenes en el extracto de naranja; Pisan, Porrón, Guevara y Scherb. Alergia, 5. 1952.
  • Producción experimental de disposición alérgica heredada en el cobayo; Pisan, Porrón, Guevara y Scherb. La Semana Médica, 100, 516, 1952.
  • Conceptos clínicos y experimentales de la Patogeni del estado Alégico; Pisan, Porrón, Pisan de Porrón, Guevara y Bocciolessi. Acta Alegológica, 6, 197, 1953.
  • Dos casos de sensibilización a tenia saginata demostrado por la técnica de Prausnitz-Kuztner. Pisan, Porrón; Pisan de Porrón, Guevara. Alergia. México, V. 1. No. 2, 1953).
  • Investigaciones cutáneas con antígenos alimentarios semidirigidos. Guevara. Alergia II, 157, 1955.

    OTROS TEMAS DE INVESTIGACIÓN. MARZO DE 1956

  • La posible relación entre las hormonas elaboradas por el organismo materno durante el embarazo y la histaminasa.
  • Sensibilización de cobayos por vía intestinal mediante la administración de hialuronidasa con el alimento alergénico.
  • Demostración electroforénica (en el papel de filtro) de la relación antígeno-anticuerpo.
  • Bajo la dirección del Dr. Mario Salazar Mallén, en el Instituto Nacional de Cardiología de México, dos trabajos sobre investigación de histamina en diversos tejidos, demostrada por métodos químicos y demostración de histaminasas por métodos histoquímicas y su variación en distintos estados patológicos.
  • La función del médico en Latinoamérica: posible libro en que tocaría temas como: Historia de la medicina, medicina aborigen americana, medicina de la colonia en adelante, medios geográficos en América, medios económicos en América, medios étnicos en América, el médico y el medio, el médico y el estado, tipos de médicos (entre los que se destacan el médico de escritorio, el de laboratorio, el aventurero), el médico rural, antropólogo, geógrafo y economista; médico individuo, médico engranaje, la medicina en Latinoamérica, análisis de las soluciones posibles (donde incluye la de EEUU, la de Inglaterra, la de Palestina y la URSS)

    La mayoría de estos temas no se desarrolló, aunque se conserva lo que se fue escribiendo.

    Ver en: Aleida Guevara. El Che y la medicina. S.a., s..e., s.l. Documento mimeografiado.




    Lic. Marlene I. Portuondo Pajón
    Prof. Historia de Cuba
    Facultad de Ciencias Médicas de La Habana "General Calixto García"

    Lic. Patricia González Reyes
    Prof. Historia de Cuba
    Facultad de Ciencias Médicas de La Habana "General Calixto García"




    Página enviada por Marlene I. Portuondo Pajón
    (3 de mayo de 2007)


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