Cuba

Una identità in movimento


Me gustaría una novela de García Márquez cuyo título fuera: "Confesiones de un Presidente"

Wilkie Delgado Correa


Somos tantos los amantes de la literatura de Gabriel García Márquez, que a pesar del regocijo y plenitud que nos han aportado sus obras poéticas, pues es pura poesía lo que escribe, según sin decir, aún le podríamos pedir, en su marcha hacia la nueva meta de los cien años de compañía que, por favor, nos hiciera el regalo de una nueva novela cuyo título pudiera ser:

    "Confesiones de un Presidente".

Como los escritores escogen el título final de sus obras de un listado mayor o menor, según el caso, podría titularlo:

    "El escritor no ha tenido quien le cuente la historia inexplicable no contada de un Presidente".

Pero si el Gabo pudiera obtener la confesión que merece en este ochenta cumpleaños, por cierto, de un amigo que le acompañó en el agasajo colombiano, sería posible titularla:

    "El escritor ha tenido quien le cuente la historia inexplicable de un Presidente".

La historia no tiene nada de misterio — aunque revelaría un misterio de la época contemporánea que forma parte de la vida del Gabo, quien por supuesto, sería un protagonista principal de su relato, con todo lo real e imaginario que sabe incorporarle con su método garcíamarquiano.

Esta novela, considerando las posibles marchas y contramarchas, los días y los años transcurridos, los vericuetos mentales y factuales, los secretos personales y estatales, los circunstancias — oh, las circunstancias —, los prejuicios, los miedos y otros elementos presentes en la realidad de la historia, podría ser un libro monumental por su esencia y extensión. O podría ser un relato, un testimonio o un reportaje breve — al estilo del Viejo y el Mar de Hemingway — con una conclusión algo parecida a la de dicha obra:

    "La verdad puede ser ocultada, puede ser desconocida, pero nunca dejará de serlo ni de ser invicta".

También podríamos pedirle a García Márquez, a quien corresponde el papel del genio mágico de la lámpara maravillosa, que nuestro único deseo fuera satisfecho en la forma que crea conveniente o posible, incluyendo la de reflejar la historia, con pelos y señales, con apego a la más estricta realidad y con los infaltables pensamientos y sentimientos que acompañan los hechos de la vida real, en sus memorias inacabadas e interminables más allá de sus cien años de soledad y compañía.

Ahora que William Clinton ya no es el Presidente de los Estados Unidos, que ha demostrado, además, que es amigo y admirador de García Márquez, con el gesto de asistir junto a cientos de personalidades del mundo, presentes o ausentes, al homenaje que se le rindiera a García Márquez en Colombia con motivo del 80 aniversario de su nacimiento, el Gabo podría recurrir a Clinton para que satisficiera su deseo de brindarle sus confesiones sobre el hecho relevante que le llevó a convertirse en un enviado voluntario de Fidel Castro para imponer al presidente amigo del Gabo de los planes terroristas que se organizaban en los Estados Unidos para ser ejecutados en Cuba y en otros países. Los hechos reales, incluido el propio informe de García Márquez, fue revelado en su oportunidad por Fidel a la opinión pública internacional. Pero aún existen otros hechos extraños, trascendentes y esenciales, esos misterios que incluyen tantos elementos en sí mismos, que incitan a la imaginación y al quehacer detectivesco del género humano o motivan fuertemente a los periodistas, historiadores, filósofos, científicos, humanistas, políticos: en fin, pensadores y hombres de buena fe, para tratar de escudriñar en las más variadas fuentes, a fin de poder revelar al mundo lo que hoy es tan misterioso como antes lo fueron los jeroglíficos milenarios de Egipto y otras regiones.

En un artículo anterior he manifestado que si aquel mensaje de Fidel a Clinton hubiera servido para cambiar la política de confrontación de los Estados Unidos contra Cuba, si hubiese sido valorado en su esencia e integralidad, si hubiera propiciado la ansiada paz en esta parte tan cercana de América, el Premio Nobel de Literatura García Márquez, por su espíritu humanista y altruista, por ser mediador y promotor de la paz en un conflicto de más de 45 años, con justicia hubiera merecido el Premio Nobel de la Paz. Pero un cúmulo grande de factores no hicieron factible lo esperable, a pesar de la recepción y acogida inicial del mensaje, sino que hizo que el cántaro volviera a caer en la fuente. Por eso este asunto tiene tanta importancia, como parte de la historia no contada e inexplicable de la vida, de las aventuras y desventuras del Gabo.

Como no conozco el contenido del voluminoso libro de Memorias publicado por William Clinton, y que (como todas las memorias) no siempre incluyen todo lo vivido, no puedo más que preguntarme si estos hechos merecieron unas líneas, varios párrafos o sencillamente el silencio, según el interés, la conveniencia, el rigor y la selectividad que su autor dio a este asunto según su óptica política y ética.

De todas formas, retomando el núcleo central del asunto del relato-novela que me he atrevido a sugerir el Gabo, la obra podría describir múltiples escenas y sucesos, sacar a flote un panal de sentimientos y convicciones, los lados claros u oscuros, también los claroscuros, de la conciencia religiosa, política, humanista y ética, los resortes que mueven las acciones y determinan las decisiones coherentes o veleidosas según las circunstancias.

En fin, es grande el entramado que es posible vislumbrar desde una atalaya donde sólo impere la verdad.

¿En qué consistió el impacto emocional, sentimental e ideológico ante el pedido de Fidel y el contenido de aquel mensaje manuscrito que el Gabo debió memorizar como un escolar? ¿Cuáles fueron sus valoraciones sobre aquella responsabilidad de asumir el papel de agente de un amigo, ante otro o de misionero de la paz, o luchador antiterrorista, según las variantes de interpretación posibles? ¿Cómo aquella misión alteró la paz espiritual durante la programada visita a los Estados Unidos y su posible entrevista con el Presiente Clinton? ¿Cómo valoró sus resultados después de despachar su pesado fardo en las conversaciones con los funcionarios de más alto rango de la Casa Blanca que fueron designados para recibirle como una deferencia del Presidente, y luego conocer, tal vez con regocijo, el envío a la Habana de oficiales de alto rango del FBI para conocer de primera mano lo que deseaban informar las autoridades cubanas? ¿Cómo serían aquellos días de espera, pensando en la aparición en el horizonte de un clima mejor en las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba? ¿Cómo y en qué circunstancias y con cual nivel de detalles recibió el Presidente Clinton el contenido de la entrevista del Gabo, seguramente grabada? ¿Cómo y por qué se decidió a enviar a la delegación del FBI a la Habana? ¿Qué informaciones le llegaron posteriormente al regreso de la delegación del FBI a los Estados Unidos, con una carga voluminosa de informaciones de alta sensibilidad y seguridad, entregada en gesto de buena voluntad y confianza por las autoridades cubanas? ¿Por qué el FBI, en misión oficial del gobierno norteamericano, se comprometió a reciprocar sus informaciones a las autoridades cubanas, y, sin embargo, nunca lo hizo?

¿Cuál fue la reacción anímica del Presidente Clinton ante la detención en Miami de cinco cubanos, acusados por el FBI de ser espías, sólo tres meses después de la visita de la delegación de ese organismo a la Habana?

¿Cuáles fueron las instrucciones, los análisis, las valoraciones de Clinton en todo este proceso de envío de una delegación a La Habana, compromiso de responder y frenar el terrorismo desde los Estados Unidos y detención de cinco cubanos antiterroristas infiltrados en los grupos mafiosos y terroristas de Miami, o sea, los mismos grupos sobre los cuales el FBI había recibido abultados legajos y pruebas de todo tipo sobre la naturaleza y sus planes terroristas? ¿Por qué no hizo nada durante los últimos meses de su mandato para hacer valer sus prerrogativas y ordenar la liberación o repatriación de los cinco cubanos? ¿Por qué guardó un silencio cómplice sobre un hecho que estaba íntimamente relacionado con aquel mensaje que su amigo García Márquez pretendió hacer llegar personalmente?

Cuando ya han pasado tantos años — y casi nueve años de prisión injusta son muchos años para cinco hombres —, ¿cómo ha evaluado Clinton aquellos y estos sucesos? ¿Cuáles fueron los miedos de Clinton, sus sentimientos por mentir sobre sus relaciones sexuales con Mónica Lewinski? ¿Qué condena esperaba durante aquel proceso tempestuoso? ¿No habrá pensado Clinton, después de conocer del juicio y de las condenas excesivas, arbitrarias e injustas contra los cinco patriotas cubanos, en su responsabilidad moral? ¿Es que no significan nada los casi nueve años de prisión transcurridos? ¿Es que no tiene un enorme valor que ellos no hayan tenido que mentir ni arrepentirse sobre su estancia en los Estados Unidos y su misión de vigilancia de los grupos terroristas anticubanos?

En fin ¿qué confesiones o testimonios tiene el Presiente sobre estos y otros hechos relacionados, como fueron el secuestro y posterior liberación del niño Elián González, ocurridos durante su mandato?

¿Es que su inacción se justificaría porque también era un prisionero de su propio sistema, y no tenía escapatoria posible y, por lo tanto, no podía o quería rebelarse?

Son estas las interrogantes que hoy me vienen a la mente y sólo las exteriorizo por ese impulso incontenible de buscar una respuesta ante lo desconocido e inexplicable.

Pero la imaginación, sapiencia y experiencia de García Márquez no requiere de ninguno de estos caminos. El sabe seguir la pista de un asunto, un personaje, un momento o un lugar cualquiera aunque requiera para ello no sólo de una o cien verdades, sino los cien o miles de caminos de eso que el llama poesía y que circula una y otra vez por su existencia.

¡Ojalá un día nos llegue la novela: "Confesiones de un Presidente", o la misma con título distinto y el mismo asunto y desenlace.

Pero debo confesarlo, tengo el temor de que el genial Gabo pueda perder el rastro en tantos salones y pasillos de la Casa Blanca y en todos los laberintos en que se nueve la vida de un Presidente de los Estados Unidos. Además, seguramente le faltaría la esencia creativa de esos mundos o esos personajes tan auténticos y veraces, porque en ellos nació y con ellos convivió. O quizás porque inventó esos mundos y sus personajes con las mismas cualidades.

¡Y esos mundos garcíamarquianos, ay, quien lo duda, son tan distintos a los de la Casa Blanca en Washington!




Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(25 de mayo del 2007)


    Wilkie Delgado Correa
    Doctor en Ciencias Médicas
    Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
    Escritor y periodista


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas