Cuba

Una identità in movimento

La enorme verdad que aportamos al mundo

Georgina Jiménez



La alfabetización llegó a Cuba con el socialismo. De eso no le cabe a nadie la menor duda. Como llegó el hospital y la escuela gratuita y única para todos los niños de todas las razas en cada rincón de la Isla. Como llegó el alquiler de la vivienda de acuerdo con las posibilidades de quien la vive y no de los intereses y ganancias del que vivía de ella. Como se eliminó la crueldad del desahucio y de la mendicidad.

¿Y cuántas cosas más? Conmovidos y resueltos estrenamos las grandes satisfacciones morales y materiales de la verdadera justicia social. Porque nada de eso, ¡absolutamente nada!, nos dejó el capitalismo. No el de las películas y revistas o el elaborado en libros de "eminentes ideólogos", sino EL DE VERDAD, el que conocimos y padecimos aquí en Cuba durante muchos años.

Fueron estas nuestras primeras y mejores lecciones sobre la superioridad del socialismo. El contraste entre ambas realidades es más fuerte que cualquier campaña enemiga, que cualquier intento de intimidación. Nuestra propia vivencia resultó el aprendizaje básico a partir del cual entendimos, con rapidez extraordinaria, las teorías ciertas que descubríamos masivamente en las palabras de Fidel y en las obras de los fundadores del marxismo-leninismo. Y si estas verdades calaron hondo y definitivamente en nuestras conciencias y sentimientos fue porque al mismo tiempo las estábamos viviendo, construyéndolas con nuestras propias manos.

Nos habíamos ganado ese derecho. La dinámica y consecuencia de nuestra historia, el sacrificio de miles de vidas, la inteligencia política y firmeza ideológica de las sucesivas vanguardias revolucionarias durante 100 años de lucha, fueron elevándonos peldaño a peldaño.
Una vez establecido el poder revolucionario, en medio de esa gran escuela política en la que comenzamos a aprender el socialismo, la Campaña de Alfabetización fue una página de gloria.

¿De dónde la copiamos? ¿En qué libro estaba escrita la forma en que un país pequeño, descapitalizado y dependiente hasta hacía muy poco y sin grandes recursos naturales podía, en solo un año, barrer cuatro siglos de ignorancia?

Fue, como toda acción revolucionaria, un acto de creación en el que en una poderosa voluntad de transformación basada en la comprensión objetiva de necesidades y posibilidades, marcó el camino.

Y mientras más creadores fuimos, mientras enraizábamos más y más la imaginación revolucionaria en nuestras propias realidades y orígenes abriendo cauces nuevos que las expresaran y transformaran, las verdades universales del marxismo-leninismo se hicieron más y más presentes en nuestra Revolución.
¿O es que hubiese podido hacerse todo ello sin la participación de las masas en las grandes tareas de reconstrucción nacional? ¿O sin centralizar los escasos recursos disponibles e invertirlos con preferencia en las líneas esenciales para el desarrollo?

¿Es que acaso hubiésemos podido realizar la Campaña con un poder político fragmentado en los partidos que nos dejó el capitalismo, cada cual con su propio programa, sus intereses y compromisos burgueses, o fue la existencia de una dirección revolucionaria única lo que permitió darle la coherencia imprescindible a la nueva conciencia social que surgía y potenciar y unificar así la necesaria voluntad de acción nacional?

Y mucho más: ¿Pudiéramos haber eliminado definitivamente el analfabetismo si el mismo año de la Campaña no hubiésemos defendido el socialismo con la vida en Girón y hasta nuestros días a partir de entonces?

Cuando las Naciones Unidas convocan a las campañas internacionales de alfabetización se hacen más vigentes que nunca las verdades profundas que esta Campaña aportara a la patria y al mundo.



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