Cuba

Una identità in movimento

Guanabacoa: Pueblo de indios

María Argelia Vizcaíno



"Por no repartir indios de un cacique entre varias personas
sino que los de un cacique sirviesen juntos
en una parte y así no se agraviasen,
señaló a cada cristiano un pueblo de indios"
(Ramiro Guerra, Historia de Cuba)


Mis coterráneos y yo nos quejamos con razón de la fama que le dan a nuestra villa de Guanabacoa de bruja, sin tener en cuenta también que es un poco más aborigen que cualquier otro territorio habanero y llena de tradición hispánica, lo que palpamos en todos sus rincones.

Si se trata de buscar información de este municipio capitalino sólo aparece lo que promueve los cultos sincréticos afrocubanos, y se omite toda la herencia española y los orígenes precolombinos. Tampoco entendemos el total deterioro en que ha estado sometida por décadas, ni el por qué el gobierno, ni la Unesco, ni entidades caritativas que emplean grandes cantidades de dinero en restaurar otros sitios históricos, se han ocupado en recuperar la trayectoria de sus viejas paredes, que a pesar del continuo abandono se niegan a desaparecer.

Según el ilustre investigador Cristóbal de la Guardia, en su libro Historia de Guanabacoa por

... investigaciones jurídicas y legales y la revisión de ciertos manuscritos oficiales existen motivos suficientes para creer que Guanabacoa se hallaba poblada por más de trescientos indígenas antes del descubrimiento de la Isla por Cristóbal Colón, en el año 1492.

Su nombre — aunque fue motivo de polémica como casi todo en nuestro país — según la lexicografía nativa significa lugar de agua y lomas, y es que Guanabacoa está enclavada en una pronunciada colina con algunos metros sobre el nivel del mar, destacándose las alturas de la Trampa, de San Pedro, de Cojímar y sobre todo la famosa loma de la Cruz. Y además la atraviesan abundantes corrientes de agua que adquirieron fama internacional desde que el sabio alemán Alejandro de Humboldt, estudió nuestro suelo, divulgando en su informe mineralógico sobre Guanabacoa del día 7 de abril de 1804, que dedicó al Marques de Someruelos, Gobernador de Cuba:

Las aguas de Guanabacoa contienen óxido de hierro y un poco de hidrógeno sulfurado. Si La Habana fuera un país más visitado por naturalistas, el cerrito de Guanabacoa tendría más fama en el mundo.

Fue el 12 de julio de 1554 que el Ayuntamiento de La Habana acordó convertir a Guanabacoa en asilo de todos los indígenas que andaban errantes por la población, y se les designó para su abrigo un lugar apartado del centro que se le llamó "Loma de los Indios". Pero muy poco pudo hacer el protector designado Don Hernán Manrique de Rojas para obtener la liberación prometida de sus encomendados, pues la avaricia desatada por la colonización no respetaba las leyes. Casi un siglo después, en 1632, el Capitán General Don Juan Bitrián de Viamontes elevó sus quejas al rey Felipe V, y por real cédula se les señaló abundantes tierras para sus labranzas, aunque esas estuvieran ya mercenadas o vendidas por el Cabildo de La Habana. Para desgracia de los humildes desposeídos esta disposición fue nuevamente ocultada por cincuenta años más, y aunque el 30 de julio de 1678 se leyó por primera vez públicamente frente a la puerta de la iglesia parroquial, los indios continuaron despojados de sus tierras.

Relata Gerardo Castellanos en "Relicario histórico" que a los abusos que se cometían contra los naturales se sumaban su inexperiencia lo mismo su

... conocimiento de las leyes y sistemas implantados, ni hablaban el castellano: y era sostenida la codicia de los blancos en demanda de más tierras; a pesar de la energía que desarrollaron últimamente algunos Protectores de Indios, sus bienes fueron mermando, sin que nadie pudiera aclarar los capciosos enredos en las posesiones.

Así que no valían todas las leyes emitidas, el sistema de encomiendas se siguió practicando, y se explotaba y no se emancipaba a los indios, y estos siguieron pereciendo por el duro vivir que les imponían o por el suicidio que era la alternativa que encontraban, así que el 23 de noviembre de 1718 cuando el monarca decreta la total abolición de dicho sistema, para comenzar a aplicarse de julio de 1720 a agosto de 1721, ya no quedaban muchos para poder disfrutarlo.

Para mediados de este siglo XVIII llegaron indígenas procedentes de las penínsulas de Yucatán y de la Florida, los de esta última pueden tratarse de los calusas y seminoles que fueron transportados como semiesclavos por las familias hispanas de la Florida que a Cuba emigraron.

En los protocolos de los años 1754 y 1764 se habla de quince familias de indios de procedencia floridana, con cincuenta y nueve de ambos sexos, a los que se manda se le faciliten tierras y solares con el mismo goce de ganancias y privilegios que a los demás de su raza les están concedidos por la leyes.

Es una pena que de los primeros años de la conquista española en nuestro continente sólo queden unos pocos testimonios de la vida indígena como las leyendas del indio Bichat y la del indígena Tarraco, de este último se borraron los últimos vestigios de cuando era un pastor que bautizaba a sus hermanos de raza, sólo del primero nos queda la Loma de la Cruz, la leyenda de su adoratorio en dicho lugar y las obras que realizara a la ermita de Potosí.

Pero si bien es cierto que de la Guanabacoa indocubana no nos ha quedado apenas huellas, y sí mucho más la vida afrocubana allí sincretizada que ha gozado gran despliegue de popularidad, eso no da derecho a borrar la participación aborigen de la historia, siendo uno de los pueblos más indios de toda la provincia habanera y de una antigüedad valiosa que es preciso no dejar aplastar por el tiempo. Ojalá que muy pronto se le preste la atención merecida y veamos resurgir desde sus escombros a la reluciente villa que otrora fuera de tanta atención para científicos, artistas, religiosos y políticos en general.


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Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia

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