Cuba

Una identità in movimento


Cuba: Una historia homérica

Wilkie Delgado Correa


    "El heroísmo de los cubanos ha sido constante y se ha desplegado en cien campos de batalla".

Esta es la parte esencial de la historia de las relaciones de los Estados Unidos con Cuba, en la que se manifiesta la política oficial esencialmente hostil y aviesa de los gobiernos y fuerzas sociales retrógradas, a pesar de que en el seno del pueblo norteamericano siempre se han manifestado individualidades y sectores que han expresado simpatía, apoyo, solidaridad y hasta compromiso combatiente con la causa cubana en todos los tiempos.

Apuntando hacia la tendencia expansionista de su país, el senador John Hale advertía en el siglo pasado que los Estados Unidos tenían un destino superior al de la adquisición de la Isla de Cuba, y señalaba:

    "Si somos deslumbrados y arrastrados por la aureola del renombre militar, si trastornan nuestros juicios los afanes de una codicia que no quedará satisfecha mientras alguien posea territorios contiguos a los nuestros, entonces. no necesitaremos de otra profecía que la que nos proclama la voz de la experiencia, para predecirnos que fracasaremos y que seguiremos el camino de las repúblicas que nos precedieron".

Con José Martí, los cubanos han sabidos diferenciar las intenciones predominantes de la mayoría de los gobiernos norteamericanos y de las fuerzas políticas hostiles hacia Cuba, del sentimiento amistoso y solidario del pueblo norteamericano. Y esto se sintetiza en la frase de Martí:

    "Amamos a la patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting".

Lincoln, presidente de los Estados Unidos en el período de la Guerra de Secesión, llegó a afirmar:

    "La falta de los anexionistas consistió en que el verdadero pueblo de Cuba no había pedido su ayuda".

George Washington, primer presidente de los Estados Unidos, con motivo de su segunda gestión presidencial, pronunció un discurso de despedida al pueblo norteamericano en el cual transmitió a las generaciones futuras sus preceptos y consejos, entre los cuales aparecen los referentes a las relaciones con otros países. He aquí un fragmento, cuya esencia ha sido traicionada por la mayoría de sus sucesores, quienes han practicado una política contraria a sus consejos sobre la buena política exterior.

    "Observad buena fe y justicia con todas las naciones. Cultivad la paz y la armonía con todas. La religión y la moralidad mandan esta conducta. Y, ¿sería posible que no lo ordenase igualmente la buena política?"

    "Para la ejecución de tal plan, nada tan esencial como abstenerse de las antipatías permanentes, inveteradas, contra unas naciones en particular. y cultivar en lugar de ello los sentimientos amistosos para con todas. La nación que se entrega al odio. de otra, en cierta medida es una esclava. Es una esclava de su animosidad. y bastará una y otra cosa para desviarla de su obligación y de su propio interés. La antipatía entre una nación y otra las dispone con mayor facilidad a insultar y agraviar, a valerse de ligeras causas de resentimiento, y a ser altaneras e intratables cuando sobrevienen motivos accidentales o triviales de disputa".

El historiador cubano Ramiro Guerra, en su obra La Expansión Territorial de los Estados Unidos, afirma:

    "La expansión del Imperio Romano terminó hace siglos; sólo puede estudiarse como hecho histórico. La de los Estados Unidos nadie puede afirmar, razonablemente, que ha concluido de manera definitiva".

    "De interés vital para algunos pueblos, el asunto es materia abierta a discusión. Tocante a Roma, sólo puede juzgarse lo que fue; respecto de los Estados Unidos, cabe discurrir sobre lo que posiblemente será".

    "¿Ha concluido el ciclo final de la expansión norteamericana? ¿Se ha cumplido en todas sus partes la última parte del 'destino manifiesto': la ambición y la aspiración profunda a una soberanía extendida a toda la América, fuerzas básicas del monroísmo? ¿Están definitivamente satisfechos con las victorias ya alcanzadas y las posiciones ya adquiridas? ¿Está agotada la sed de tierras del pueblo norteamericano, encerrado para siempre en sus posesiones actuales, como el hombre de negocios que se reduce a vivir de sus rentas o se limita al fomento exclusivo de las empresas que ya posee? Nadie, en verdad, puede decirlo. El porvenir guarda sus secretos, porque la fecundidad de la vida, creadora de formas nuevas, es más poderosa que todas las concepciones humanas".

    "Las declaraciones más o menos sinceras y solemnes de Presidentes, Secretarios de Estado, congresistas y otras personalidades preeminentes de los Estados Unidos no pueden servir para el juicio".

En el mundo de hoy en que los Estados Unidos posee un poder hegemónico a nivel mundial, tras el derrumbe del campo socialista, surgen pavorosas interrogantes sobre los designios norteamericanos con respecto a las naciones más débiles y demás potencias inferiores, pues como reconociera Ramiro Guerra, "en la mente de los estadistas norteamericanos está tan firmemente arraigada la idea de la soberanía de los Estados Unidos sobre toda la América, y la de que su dictado debe ser la ley del Continente, junto con la práctica, confirmada y seguida por los gobiernos norteamericanos, de prescindir de todo respeto a los 'pueblos inferiores', cuando se trata de satisfacer necesidades propias".

    "Pero en la vida hispanoamericana hay factores cuya fuerza, por profundas razones psicológicas, estará siempre expuesta a medir mal la diplomacia de los Estados Unidos. En el caso de Cuba.esos factores están representados por la intransigencia, históricamente reconocida, de los cubanos en política, por el odio acumulado en una guerra intestina prolongada y feroz y por el intenso espíritu revolucionario de una juventud desproporcionadamente numerosa".

Desde el siglo pasado hubo hombres con ojos avizores e inteligencias visionarias que fueron capaces de valorar la grandeza del pueblo cubano.

En 1872 el periodista irlandés James J. O'Kelly expresó un juicio que la historia posterior de Cuba ha inscripto inmarcesiblemente en las páginas de la posteridad.

    "Parece increíble que los cubanos soporten voluntariamente tantas privaciones y fatigas: pero eso prueba elocuentemente la constancia del pueblo cubano. posee un valor latente y una constancia jamás esperada por ningún pueblo de la tierra. ¡Y de cuanta constancia nos da pruebas este pueblo en su lucha por la libertad: Los cubanos han sostenido una lucha tan gloriosa (habría materia bastante para una historia homérica) como la de los (griegos) contra los turcos, y en todas las historia no hay guerras tan nobles como éstas; pero la sociedad moderna está constituida de tal suerte, que no puede ver nada grande en los esfuerzos de un pueblo débil luchando contra terribles enemigos; sacrificando fortunas, familias y vidas; pereciendo bajo el sable, las balas o las enfermedades; viendo cazados a sus esposas e hijos cual si fueran animales del bosques; cayendo exánimes de fatiga y hambre, o muriendo miserablemente en la espesura de los montes; y en medio de todos sus sufrimientos y amarguras, permaneciendo inquebrantables en su resolución de vencer o morir.

    Toda la historia humana no puede suministrar un ejemplo más elocuente de propósito heroico. Las Termópilas no fueron sino el esfuerzo pasajero de una hora; mientras que el heroísmo de los cubanos ha sido constante y se ha desplegado en cien campos de batalla".

Cuba ha vivido una larga historia de agresiones y ofensas a sus ansias y condición de nación soberana e independiente por parte de los Estados Unidos. El bloqueo económico, comercial y financiero, ejecutado en distintos grados, es un acto genocida que se ha mantenido durante más de cuarenta y cinco años.

Por esas razones y por su espíritu de rebeldía, los cubanos bien pudieran declarar, con la pasión de Simón Bolívar, que frente al pertinaz empeño de los gobernantes de Estados Unidos de sostener lo que no es defendible sino atacando nuestros derechos, Cuba afirma que no permitirá que se ultraje y se desprecie el gobierno y los derechos de los cubanos. Defendiendo la dignidad e independencia de Cuba han vivido y luchado millones de cubanos, han muertos millares y millares de ellos, y las nuevas generaciones están dispuestas y ansían merecer igual suerte. Lo mismo es para Cuba combatir contra Estados Unidos por sus derechos e independencia, que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofendiera y agrediera.

En el mundo del mañana debe esperarse que prevalezcan los mejores sentimientos, las mejores acciones y las mejores ansias de la humanidad.

En ese mundo de mañana, bajo el imperio de la paz y la amistad, esperamos que Cuba pueda realizar plenamente sus sueños. Mientras esa hora llega, Cuba debe seguir oteando el horizonte, seguir armada de su verdad, seguir alzando su dignidad y rebeldía y continuar forjando su victoria.


Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(24 de octubre de 2006)


    Dr Wilkie Delgado Correa
    Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Medicas de Santiago de Cuba


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