Cuba

Una identità in movimento


Poemas de Ileana Corvisón Menéndez (4)

Ileana Corvisón Menéndez


    Como pozo vacío,
    el corazón,
    ningún sentimiento guarda.
    Playa solitaria,
    donde no estallan,
    impetuosas olas con primor bordadas.

    Así el alma
    solitaria,
    carente de emoción aguarda.
    La espuma no adorna
    con sus besos,
    la boca de arena de esta playa,
    donde muy despacio
    vencidas se ahogan,
    una lágrima
    y la posible sonrisa de mañana.


        Frontera o límite preciso,
        que definan lo cuerdo de lo insano.
        Sin que medie el racionalista
        criterio humano.


          Vida
          paréntesis hermoso
          entre dos eternidades
          claramente definidas.


    Arrogante Rey Negro
    en tablero de ajedrez
    decreta: La Dama defender.
    El Alfil se agita,
    sacrifica Peones,
    la Torre.
    Sobre tablero de ajedrez desierto,
    mudo pasea cabizbajo el Rey Negro.


      La tarde es un afán
      la brisa trae aromas
      ropa limpia planchada
      todo igual
      rítmico golpear de olas.
      ¿Tú donde estás ahora?
      Ola nueva retozona,
      juegas conmigo
      o lo haces sola.
      Me dejo atrapar por el tiempo
      sólo mi gato parece comprender
      que estoy y siempre he estado
      sola.
      En el momento exacto
      cuando añoranza y certeza
      se vuelven pequeñas gotas de sal
      majestuoso salta a mi falda
      encoge su cola
      se dispone a soñar.
        20/VI/96


        La mañana perezosa
        lenta desata sus cintas doradas.
        La claridad no inunda,
        con clara campanada.
        Quisiera apresar
        ése minuto único de paz
        para mi alma.
        Las casas se adivinan
        más que verse en la distancia.
        La calle me toma,
        comienza la trama.
        Mañana será historia
        de otra batalla.


          Soy esa mujer rara, obstinada,
          equivocada siempre
          que gusta de la lluvia para renovarse.
          Soy esa mujer
          siempre de viaje,
          lejana aunque les hable,
          no apresable.
          Soy esa mujer
          en guerra constante
          con las convenciones cotidianas.
          Soy esa mujer
          que perdió la brújula
          pero continua camino
          aunque esté herida.
          Soy esa mujer rara,
          culpable de tener tesoros
          que sólo se guardan en el alma.
          Más, culpable aún
          de no poseer nada.


      Dicen,
      hablan,
      murmuran ciertas bocas,
      que estoy,
      que siempre he estado loca,
      porque en los caminos sembré rosas.
      Dicen que estoy loca,
      hace años acaricio una roca.
      Dicen que estoy loca,
      mis pies vienen de todos los caminos,
      mis venas henchidos ríos
      no llevan sangre solo olvidos.
        2/VII/98


        Mueren las gentes por dentro
        al ocultar sentimientos.
        Aseverar, negando,
        reír, llorando.
        Huecos caracoles
        abandonados en la playa del tiempo.


              Ese
              extraño,
              que vieve en mi casa
              exige,
              recama,
              pero no se da,
              no ama.

              Pobre mariposa manca
              ignora que al amor
              lo pintan con dos alas.


    Madre, mujer
    mujer, madre
    del mundo entero
    que pares con dolor y sangre.
    Los crías con sacrificio.
    No llores por ellos,
    ven defiende tus hijos.
    Las lágrimas ablandan el acero
    éste acero ácido
    que puede ser nuestro pecho
    si manos asesinas
    el vientre nos dejan seco.

    Madre, mujer
    mujer, madre
    del mundo entero.
    ¡Alzate contra la muerte¡
    Es nuestro derecho.


            Al Revés
            ¿Sabes lo que vi el otro día?
            Si te cuento no lo creerías.
            Vi una gata nadando,
            maulando a un perro vi,
            un cangrejo que volaba.
            Que volaba, si.

            Así como te digo
            todo, todo al revés yo vi.
            Ya sé que no crees
            este cuento tan raro
            pero verás
            sin que te asombres
            lo mayor no ha sido eso,
            es que vi caminando un pez.


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

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