Cuba

Una identità in movimento

De La Habana, el Kinfuiti

Aymée Ma. Borroto Rubio



Como cada junio, con motivo de las celebraciones por San Antonio de Padua, Quiebra Hacha muestra una ceremonia tradicional única en el país. Se trata del Kinfuiti.

Este grupo responde a una costumbre local que se ubica desde antes de 1796, fecha en que se fundó el poblado. Según la leyenda, esclavos de origen congo hallaron entre la mezcla del campo del ingenio Menocal una figura de madera negra a la que nombraron Makwenda Yaya — "mujer que cuida niño" — y comenzaron a adorarla; la creencia se trasladó a esclavos de otros grupos étnicos, y la figura sincretizada con San Antonio de Padua, Patrón del Congo, cuya fecha de celebración es 12 y 13 de junio.

El licenciado Jorge López Carrasco, merecedor del Premio Memoria Viva 2000 por un serio trabajo de investigación que aborda el Kinfuiti, su historia y continuidad, asevera que es una expresión artística de marcado carácter social, y no solo responde al interés estético y recreativo de los participantes, sino que actúa como vínculo necesario de las actividades religiosas.

La fiesta anual se caracteriza por un conjunto de rituales, que incluyen el baño ritual a la imagen con aceite, sacrificio de animales, comida colectiva y finalmente la fiesta, cuyo objetivo fundamental es alabar a la figura objeto de culto en la capilla que la guarda; el toque se inicia después de las 7 de la noche, y en él participa todo tipo de personas, sean o no creyentes.Cantan, bailan y beben igual que sus antepasados.

Es especialmente significativa aquí la presencia del tambor Kinfuiti, un instrumento musical de fricable interior con caja de madera. Su tamaño oscila entre los 60-80 cm de altura por unos 40 cm de diámetro. El centro de su única membrana (cuero) tiene un orificio por donde pasa una cuerda desde el exterior que llega hasta el extremo abierto. Su sonido es similar a un zumbido o ronquido, y se produce a través de la fricción de la referida cuerda que está atada a un mástil que es fricable.

Este instrumento musical, considerado una rareza de muy poco uso en Cuba, según el propio Don Fernando Ortiz, identifica a esta tradición.

Con la finalidad de recoger, preservar, mantener y difundir estas experiencias, surgió como proyecto de la Casa de Cultura el grupo Makwenda Yaya, que integran pobladores de la localidad, atendido por las especialistas Mireya Calderón y Lidia Díaz. En estos momentos está formado por 22 personas, entre bailadores y músicos que conservan un estrecho vínculo familiar con sus antecesores, pues la transmisión del Kinfuiti como manifestación músico-danzaria se ha mantenido de una a otra generación de modo espontáneo y en forma imitativa.

Por sus características específicas tiene la categoría de grupo portador en la provincia de La Habana.


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