Cuba

Una identità in movimento


¿Por qué no, Camagüey, cuna de la literatura cubana?

Ramiro Manuel García Medina


Hay denominaciones que identifican a muchas ciudades del mundo. Los ejemplos son múltiples. Y en Cuba, por supuesto, también las tenemos. Así a Santiago de Cuba, muy bien aceptada por sus pobladores, se le conoce, indistintamente y de forma oficial, como ciudad héroe y cuna de la Revolución. Mientras a la ciudad de Bayamo, por haberse dado en su territorio el primer grito de independencia en 1868 y oírse en sus calles por primera vez cantadas las notas de nuestro himno nacional, se identifica como cuna de la nacionalidad cubana.

Sin embargo, aunque tiene otras designaciones, a la ciudad de Camagüey otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, no obstante haberse escrito en sus predios el poema ESPEJO DE PACIENCIA nadie, hasta ahora, la ha defendido para coronarla como cuna de la literatura cubana, no obstante poseer suficiente currículum para ello.

Que comienza, recordémoslo, entre los modestos ríos Tínima y Hatibonico para julio de 1608 cuando se escribieron los sonetos laudatorios y las octavas reales que dieron origen al primer poema escrito por criollos que, de forma tan silvestre como el nombre de su autor, comenzaban a forjar una embrionaria cubanía. Lo plasma un inmigrante canario de nombre Silvestre de Balboa y Troya y seis sonetistas laudatorios — uno de ellos también inmigrante canario — fidedignos vecinos e influyente personajes de aquel Puerto Príncipe. Narrándose — entre bailes de sátiros y faunos a golpe caliente y picante de las marugas — un suceso histórico, ocurrido en abril de 1604, que estremeció a la fiel colonia católica. Pues el secuestro del Obispo de Cuba, nada menos que por piratas enemigos acérrimos de España, hirió la sensibilidad de los vecinos alrededor de donde ocurren los hechos — Yara, Manzanillo y Bayamo — provocando la reacción devota y, sin dudas, el interés por encubrir el lucrativo negocio del contrabando o rescate de que hacían gala aquellos emprendedores lugareños en contra de la tenaz centralización colonial.

Más cabría preguntarse. ¿Fue posible un hecho de esa connotación literaria en una villa del interior de Cuba a inicios del siglo XVII? Nosotros decimos, sin dudarlo un momento, que sí. Después de haber realizado un pormenorizado estudio que nos llevó 16 años entre visitas a diferentes fuentes archivística de España tanto peninsulares (Archivo General de Indias, Biblioteca Nacional de Madrid, etc.) como de las Islas Canarias y Cuba. Con el logro de centenares de documentos oficiales sobre las actuaciones de Silvestre de Balboa en Puerto Príncipe entre el 13 de abril de 1600 al 14 de junio de 1641 que nos han admitido puntualizaciones desconocidas de la vida del ilustre canario despejando, entre otros importantes elementos, interrogantes esenciales sobre el autor, los sonetistas y el poema.

Una manifestación cultural como Espejo de Paciencia solamente se pudo dar en un lugar que existiera un desarrollo productivo de consideración con resultados económicos sólidos y progresivos. Y Puerto Príncipe, a diferencia de otros lugares de la Isla, las tenía con la ganadería y sus derivados, elementos esenciales para un lucrativo negocio oficial de suministro y, el que más daba, para el contrabando. Resultados económicos que, para esos años, se hacen evidentes con el flujo de emigrantes que a la villa llegaban y tomaban residencia. Balboa, para 1604, no estaba en Bayamo como vecino pues lo era de Puerto Príncipe donde actuó de escribano de 1600 a 1608 y luego de 1619 a 1641 por lo que pudo conocer del secuestro del obispo Cabezas Altamirano bien por información del propio Obispo, de sus colegas escribanos de Bayamo — uno de los cuales sí participó en los hechos de 1604 — u otros medios.

Su poema tiene "elementos no comunes" porque su formación poética fue en la ciudad Las Palmas de Gran Canaria, donde nació, y bajo el influjo de dos poetas canarios de renombre para aquellos años — el clérigo grancanario Bartolomé Cairasco y el cirujano, de La Laguna (Tenerife) Antonio de Viana — cuando Balboa tenía de 17 a 27 años de edad (1580-1590) y asistía a las tertulias dadas en el jardín de la vivienda de Cairasco en Las Palmas. En Puerto Príncipe, cuando se crea Espejo y desde antes, existían inmigrantes con nivel cultural suficiente (varios con hidalguías anteriores a 1570) para la creación de un poema cuya importancia real más que sus méritos literarios — que no son escasos — se deriva de su situación histórica. Como, para dar más veracidad a las circunstancias que rodean al poema, es indiscutible el encuentro en la villa principeña del obispo Altamirano y Balboa (por visita del primero, con destino a Bayamo, el 28 de septiembre de 1607) como deja implícito Silvestre en su carta-dedicatoria de Espejo (30 de julio de 1608). Y así otras variadas concordancias que fundamentan, de forma razonada y documental, las imposibilidades de una obra falsa.

No es extraño, pues, que desde tiempo tan remoto, Camagüey, llame la atención por su cultura, idiosincrasia de los habitantes y la correcta forma de expresar el castellano. También por ser origen de eminentes intelectuales y poetas, entre otros, los afamados Gertrudis Gómez de Avellaneda y Nicolás Guillén — Poeta Nacional de Cuba — lo que sugiere que identificar a esta ciudad como Cuna de la Literatura Cubana más que pretensión es un derecho que, por historia y cultura, tiene el pueblo camagüeyano.




Página enviada por Odalmis de la Caridad Martín Fuentes
(1 de abril del 2009)


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