Cuba

Una identità in movimento


Notas sobre el pensamiento de Montalvo en sus ensayos

Norbisley Fernández Ramírez


"¿Qué hay en la obra de Montalvo,
además de incomparable prosista?
Hay el esgrimidor de ideas,
hay aquella suerte de pensador fragmentario y militante,
a que aplicamos el nombre de luchador".
(José E. Rodó)


Denominamos este escrito Notas sobre el pensamiento de Montalvo en sus ensayos porque no son y no aspiramos más que a recorrer ciertos aspectos del ideario de este célebre escritor plasmados en su obra literaria. Este ecuatoriano, "gigantesco mestizo con el numen de Cervantes y la maza de Lutero"[1] como lo llamó Martí se destaca en el campo de las tetras hispanoamericanas del riquísimo concierto del siglo XIX. Entre sus obras más nombradas encontramos: Geometría Moral, Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, Mercurial eclesiástica y Siete tratados. Además encontramos publicaciones en El Cosmopolita, El Espectador y las Catilinarias.

El siglo XIX fue un siglo decisivo para el futuro americano, en este se conciben las revoluciones y se forjan las repúblicas. Son grandes los pasos que deben dar las nuevas naciones pues, apenas se liberan de un peligro y ya otro les toca la puerta (las intenciones expansionistas de imperios extranjeros, la admiración y consecuente imitación de los norteamericanos, la validación de nuestra esencia cultural frente a un mundo que siempre nos definió, el caudillismo, la traición de dirigentes e intelectuales, etc). Pero un peligro general se erige como motor generador de todos los demás. Es el qué hacer con la libertad, cómo empezar, a quién mirar. Nuestros hombres decimonónicos se debaten — al menos una parte de ellos — entre la nostalgia de las formas de gobierno impuestas por el coloniaje y el recelo de la juventud e inexperiencia de las repúblicas.

El ensayo en nuestro continente, que en palabras de Delia Barreiro Pérez "debe ser considerado como la voz de la conciencia del hombre sensible ante su historia"[2] se hizo eco de las preocupaciones antes expuestas. Montalvo no fue en modo alguno una excepción, al contrario estuvo imbuido de tal forma en su realidad inmediata que muchas veces ignoró otros peligros externos.

En cuanto al modo de escribir coincide con Rodó en cuanto a las comparaciones de alto vuelo poético, que miran al pasado griego constantemente. Martí, según Anderson Imbert


"... hereda la forma de escribir de Montalvo pero sin que se convierta en un museo clásico"[4].


Su estilo de un arraigado clasicismo se manifiesta sin igual en los Siete Tratados (que no constituyen más que ensayos) hoy considerada como monumento de la lengua castellana. En ellos la tendencia a la divagación es muy abundante, respecto a esto Rodó expresó "si se intenta reducirlo a sustancia (...) el pensamiento central aparece flaco y escaso entre el follaje de las digresiones"[5] y es que Montalvo es especialista en el uso de ensortijadas frases. Estamos entonces ante un discurso que se deleita en sí mismo, con inesperados giros que lo complican, con reiteradas alusiones a la antigüedad clásica y rico en espiritualidad. Cuando alguien se lee únicamente esa obra concuerda infaliblemente con Imbert cuando dijo que pensaba más con las palabras que con las ideas.

Y si bien es cierto que siempre tuvo exquisito cuidado en la perfección y la riqueza del lenguaje puede negársele a su pluma la firmeza que demuestra en la crítica a los males de las repúblicas latinoamericanas y en la defensa de la patria:


"Se ha preguntado alguien que es lo que habría podido hacer Montalvo al haber podido vivir sosegado en un Ecuador de libertad civil y de paz de justicia. Pues yo os digo que muy poca cosa"


inquiere Unamuno para concluir:


"... fue la indignación lo que hizo de lo que no habría sido más que un literato con la manía del cervantismo un apóstol (...) es la indignación lo que salva la retórica de Montalvo"[6].


Esto nos lleva invariablemente a otra característica muy suya: la ira que trasluce su prosa.

Es una constante en este escritor el uso de un tono indignado y ofensivo que contrasta considerablemente con el discurso educativo y persuasivo del XIX latinoamericano. Sus palabras son profundamente pasionales. En su artículo Ojeada sobre América ironiza sobre la visión de la guerra como ley natural y exclama:


"Guerra en los Estados Unidos, guerra en Méjico, guerra en la República Argentina, guerra en Chile, guerra en el Perú, en Bolivia, en Venezuela, en Colombia, ¡guerra, guerra!"[7]


¿Qué eso sino un grito de angustia y desesperación? Su prosa consigue en el lector un efecto parecido al de Martí al arrancarle a la tinta la propiedad de comunicar emociones. Añadirá después en ese mismo artículo "A este paso, ¿qué será de la desdichada América del Sur?" y es aquí donde su voz entra en consonancia con la preocupación por el futuro de nuestro continente que está latente a lo largo de la historia del ensayo americano y acentuado en el XIX por los movimientos independentistas y la instauración de las repúblicas.

De cualquier forma es innegable en sus escritos un tono de disgusto y hasta cierto punto arrogante, que mezclado con esta pasión de la que hablamos anteriormente ha hecho a muchos pensarlo como nihilista declarado. Respecto a esto Anderson Imbert declara que se sentía constantemente ofendido por el mundo.

En este ensayo que constituyó una de las entregas de El Cosmopolita la intención denunciadora de los conflictos y las divisiones que herían a América porta entre líneas un discurso unificador y continentalista. Esta idea no se manifiesta únicamente en esta obra en El Regenerador vuelve varias veces sobre el mismo tópico:


"El pueblo unido es grande, el pueblo unido es fuerte: pueblo, sed grande y fuerte, grande por las virtudes, fuerte por la unión entre los buenos"[8].


Es válido señalar que este es uno de los elementos que menos se toca cuando se habla de Montalvo. Muchos son los que se quedan el purismo literario.

Una de sus preocupaciones fue exactamente la República hispanoamericana, a este tema le dedicó un artículo que lleva por nombre La república en América establece los principios fundamentales de esta: "fundada en la virtud, es obra de la sabiduría y tiene por objeto la libertad"[9] ciertamente inspirado en los cánones clásicos enarbolados por Platón y Cicerón. En este aspecto se advierte la diferencia entre su propuesta de buscar repuestas en otros modelos y la insistencia de establecerse sobre la base de soluciones regionales y autóctonas que promueven otros pensadores del XIX.

Se encuentran además atisbos de admiración a Estados Unidos al mencionarlo como uno de los ejemplos (modelos por ende, a seguir por los pueblos americanos) Una vez más, Montalvo contrasta con aquellos pensadores que insisten señalar que las fórmulas de gobierno deben nacer de las características históricas propias de cada región y no de modelos externos:


"Injértese en las repúblicas el mundo pero el tronco ha de ser de las repúblicas"[10]


advierte Martí y Bello defiende:


"... la necesidad de adaptar las formas gobernativas a las localidades, costumbres y caracteres nacionales sin darle la espalda al mundo"[11].


En este escrito se evidencia lo que consideramos un elemento repetitivo en la obra de Montalvo y es ese tono pesimista que en ocaciones cae en crítica al hablar de la realidad americana. Al analizar cuanto se acerca la actual situación de América al ideal al que se afilia, expone que las repúblicas que más se han acercado están fuera de América (la Confederación Helvética y Los Estado Unidos.) y agrega que:


"... las repúblicas hispanoamericanas son las que más lejos se hayan de la forma de gobierno soñado"[12].


Claro que ese dejo no es exclusivo de este autor, está presente con variaciones temáticas en muchas voces del ensayo americano, es así como lo podemos encontrar en Martí cuando habla de la intrusión de España en las culturas precolombinas, en Sarmiento cuando expresa su preocupación por el futuro americano, etc. Este consternado matiz está dado por la misma inquietud de la búsqueda constante de mejoría de la situación americana que, a nuestro juicio, es provocado la imposición del coloniaje y en última instancia — pero no menos importante — por el hecho de que la historia americana no se ajusta ningún modelo europeo de comprensión de la realidad[13]. Condición indispensable para el logro y feliz funcionamiento de la república es que :


"... cumplamos nuestros deberes de ciudadanos exigiendo nuestros derechos, obedeciendo las leyes..."[14].


Aquí entra en consonancia con Andrés Bello cuando alude en su ensayo Las repúblicas hispanoamericanas a la importancia de la legislación de las repúblicas. Ambos pensadores advierten las necesidades legislativas de las inexpertas repúblicas. Ambos coinciden también, en comprender los tropiezos de estas como algo normal en ese momento: según Bello "nada más natural que sufrir las calamidades que afectan a los pueblos en los primeros ensayos de la carrera política; mas ellas tendrán término, y América desempeñará en el mundo el papel distinguido a que la llaman (...) tantos elementos de prosperidad que encierra"[15] mientras que Montalvo alega que podrá europa apocarnos ahora que estamos dando nuestros primeros pasos, pero si de ella es el pasado el provenir es de América.

Está presente también en esta obra un recurso muy usado en el ensayo americano y es la alusión, tanto implícita — tal es el caso — como explícitamente al ideal o utopía[16]. Montalvo describe un ideal de república en frases como la república ideal o el gobierno soñado que acentúan la intensión quijotesca del aspecto. Otra de sus constantes y su lei motive a lo largo de toda su obra — que también se ve reflejada en el escrito anteriormente mencionado — es la dura y rotunda crítica a aspectos como la "anarquía, caudillismo militar, poder del clero, despotismo, corrupción administrativa"[17] con todos los males que estos traen aparejados: las malversaciones, traiciones y opresiones. Esta crítica es realizada en un tono arrogante y con una irritación que raya varias veces en el insulto. Esto se muestra en artículos de El Cosmopolita y las Catinlinas y más expresamente en una carta que dirige al dictador García Moreno fechada del 26 de Septiembre de 1860 donde escribe:


"Algunos años vividos lejos de mi patria, en el ejercicio de conocer y aborrecer a los déspotas de Europa, hánme enseñado al mismo tiempo a conocer y despreciar a los tiranuelos de la América española. Si alguna vez me resignara a tomar parte en nuestras pobres cosas, Ud. y cualquiera otro cuya conducta pública fuera hostil a las libertades y derechos de los pueblos, tendría en mí un enemigo, y no vulgar, no, señor; y el caudillo justo y grande, me encontraría asimismo decidido y abnegado amigo"[18].


Sería interesante en este un punto hacer un alto para abordar un poco la impronta de García Moreno en la obra de nuestro escritor. Es inaudito el arrojo con que afloran las palabras, que no se amdrentan y ni se achican. Desde el mismo inicio de la carta antes mencionada deja esclarecido al destinatario (Jefe Supremo García Moreno) que quien escribe es un igual del mismo modo culmina. En ella no se advierte nada de un muchacho de 28 años, recién llegado de Francia, con crisis de reuma; y aún cuando lo menciona el tono de altivez lo encubre. Este sería un enfrentamiento continuo que solo terminaría con la muerte del primero, y aún así, se dice que cuando a Montalvo le informaron del deceso de Moreno exclamó airado: ¡Mi pluma lo mató!

Esta posición está muy ligada al sentido de pertenencia y por tanto defensa de la patria. En Prospectos ve la patria como ese pedazo de las entrañas[19]. Como otros tantos pensadores americanos Bolívar, Bello, Martí, Rodó... Montalvo se levanta contra todo lo que pueda dañarla:


"En su conducta pasada hay un rasgo atroz que Ud. tiene que borrar a costa de su sangre... la acción fue traidora, no lo dude Ud. (...) Pero nunca pensó Ud. vender su patria, ¿es esto cierto? ¡oh!, ¡dígalo Ud., repítalo Ud. mil veces! Hay más virtud en reparar una falta que en no haberla cometido: esta es una verdad muy vieja"[20]


y ve como solución de los problemas la acción del pueblo:


"Pueblo, uníos en el peligro, uníos para salvar la patria, y cuando un crimen contra ella ha sido perpetrado, uníos para castigarlo"[21].


Del mismo modo también usa la pluma como arma, en él se une el hombre político y el hombre de letras, pero a diferencia de Bolívar y Martí se queda solamente en el plano de las letras. Aunque le reprocha a García Moreno haber frenado las revoluciones: en una carta le escribe que es desdichado el pueblo donde la revolución viniese a ser imposible en la práctica no se incorpora a ningún proyecto libertador.

Uno de sus móviles fundamentales al igual que en la obra de Rodó es la moral:


"Mi causa es la moral, la sociedad humana, la civilización; y ellas estaban a riesgo de perderse en esta sangrienta y malhadada lucha".


Protagonista inherente de sus mayores creaciones es la libertad; como romántico al fin la persigue y nombra como su amor. En este sentido El Cosmopolita es producto de sus ansias. Se muestra como un plan


".... acaso inorgánico, disperso, pero coherente en pro de la libertad del hombre"[22].


Desde sus principios, deja bien explicado cuales serán sus intereses:


"... nos ha de ocupar la suerte del continente americano sin que tengamos por ajenos (...) los grandes acontecimientos de Europa y del mundo entero"[23].


Es que su mismo nombre ya da por sentado que se trata del hombre americano en un sentido universal.

No es en sí un liberal, algunos críticos como Raimundo Lazo en su Historia de la Literatura Hispanoamericana sostienen que es más conservador que defiende la libertad de un pasado abstracto que un liberal, pues aunque critica la situación americana España sigue siendo un modelo. Esto último se evidencia cuando en La república en América sostiene que la virtud de la monarquía es el honor. Y al contrario de Martí, cuando se refiere a la conquista y colonización de nuestros pueblos prácticamente glorifica su intervención.

Respecto al tema del mestizaje se asoma a él con recelo y en ocasiones reniega sus ancestros indígenas, según él su padre era español y su madre de buena raza. En su artículo "Indios" los presenta como dignos de lástima, explotados, incapacitados para defenderse, inocentes e ingenuos y se conduele de su situación pero se queda en el mero compadecimiento:


"Si mi pluma tuviese don de lágrimas, yo escribiría un libro titulado "El Indio", y haría llorar al mundo (...) No, nosotros no hemos hecho este ser humillado, estropeado moralmente, abandonado de Dios y la suerte; los españoles nos lo dejaron hecho y derecho, como es y como será por los siglos de los siglos".


Todo el tiempo les ve como un algo otro que forma parte de la realidad regional y consecuencia del coloniaje. No se siente identificado con sus problemas y muchos menos propone una solución para esa situación. Si tomamos en cuenta que era mestizo y que la mayoría de la población de su país también lo era, se marca aún más una inclinación racista. Pero no es objetivo de estas líneas juzgar sino presentar.

Finalmente un tema se impone por sí mismo. La impronta de Montalvo en Martí. Unas pocas letras servirán para esbozar a grandes rasgos su relación. Es evidente que Martí leyó a Montalvo: ambos promueven el amor a la patria, defienden la libertad de América. Ambos se preocupan por la república pero no de igual forma: Montalvo habla de ella de forma abstracta usando únicamente un ideal clásico, Martí no usa fórmulas, solo describe como debe ser su ideología, pues sabía que solo rsería producto de un proceso histórico. Montalvo se queda en el plano de las ideas y Martí no. Ambos luchan contra la corrupción y las tiranías, usan la pluma como arma política, y en ellos se condensan el escritor genial y el político sagaz. Montalvo entonces fue fuente e incentivo de Martí, que sería más universal, profundo y realista que el primero.

Muchas cosas pueden criticársele a Montalvo, pero no hay dudas de que, tal como asegura Rodó el inicio de este escrito fue un luchador. Tal como él mismo expusiera


"La vida es la guerra: peleando vivimos, peleando moriremos, y si fuera por nosotros, la tumba sería un campo de batalla".
(Juan Montalvo)





    Notas

    1. MONTALVO, Juan: Prosas. Edit. Casa de las Américas. La habana. 1968. Prólogo de Salvador Bueno, pp 11.
    2. BARREIRO PÉREZ, Delia: El ensayo en Latinoamérica. En revista digital Letralia, Tierra de Letras. Edición Nº 7, del 19 de agosto de 1996 (ISSN: 1856-7983). Enwww.letralia.com/07/lasle007.htm — 4k.
    3. ANDERSON IMBERT, Enrique: Historia de la literatura Hispanoamericana. T-II. Mexico. Fondo de la Cultura Económica, 1970.
    4. MONTALVO, Juan: Prosas. Edit. Casa de las Américas. La habana. 1968. Prólogo de Salvador Bueno, pp12
    5. CARRIÓN, Benjamín. Prólogo a Montalvo Juan, Las Catilinarias. El Cosmopolita — El Regenerador. Colección Ayacucho. Venezuela, 1977.(491 pps) Pp. XVI
    6. MONTALVO, Juan: "Ojeada sobre América" (El Cosmopolita, Quito, 1866) en http://www.ensayistas.org/antologia/.
    7. MONTALVO, Juan, El Regenerador, tomo I, Editorial "Primicias" Ambato, 1971, p. 26.
    8. MONTALVO, Juan: Prosas.. Prólogo de Salvador Bueno, pp 12.
    9. MARTÍ, José: Nuestra América La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de l891 en http://www.ensayistas.org/antologia/XIXA/marti/index.htm
    10. BELLO, Andrés: "Las repúblicas hispanoamericanas: Autonomía cultural" El Araucano, Santiago de Chile, 1836. En http://www.ensayistas.org/antologia/XIXA/bello/bello2.htm.
    11. MONTALVO, Juan: La república en America Edit. Prosas Casa de las Américas. La habana. 1968. Pp 77-80.
    12. Esta es la tesis principal del artículo La cultura latinoamericana de Darcy RiBeiro, Pp 101-118 en Zea, Lopoldo: Fuentes de la Cultura latinoamericana.
    13. MONTALVO, Juan: Prospecto Edit. Prosas Casa de las Américas. La Habana. 1968. Pp8.
    14. Ibídem 9.
    15. Tal es el caso de José E. Rodó en su obra Ariel y de Henríquez Ureña en La Utopía de América.
    16. ANDERSON IMBERT, Enrique: Historia de la literatura Hispanoamericana. T-II. Mexico. Fondo de la Cultura Económica, 1970.
    17. MONTALVO, Juan: Carta a García Moreno. La Bodeguita de Yaguachi, a 26 de Septiembre de 1860. En http://www.efemerides.ec/1/abril/m_g.htm.
    18. MONTALVO, Juan: Prospecto Edit. Prosas Casa de las Américas. La Habana. 1968. Pp 9.
    19. Ibídem 13.
    20. MONTALVO, Juan, El Regenerador, tomo I, Editorial "Primicias" Ambato, 1971, p. 26. Tomado de Alarcón Costta, César Augusto: MONTALVO Y LA IDEA DE LIBERTAD en http://www.cesaralarcon.com/libros/JUAN%20MONTALVO%20Y%20LA%20IDEA%20DE%20LIBERTAD.pdf.
    21. CARRIÓN, Benjamín. Prólogo a MONTALVO, Juan, Las Catilinarias. El Cosmopolita — El Regenerador. Colección Ayacucho. Venezuela, 1977. 491 pps.
    22. MONTALVO, Juan: Prospecto Prosas Edit. Casa de las Américas. La Habana. 1968. Pp 8.
    23. MONTALVO, Juan: Indios. El Espectador, París, 1887 en http://www.ensayistas.org/critica/.



Bibliografía

  1. ALARCÓN COSTTA, César Augusto: Montalvo y la idea de libertad http://www.cesaralarcon.com/libros/JUAN%20MONTALVO%20Y%20LA%20IDEA%20DE%20LIBERTAD.pdf/ Google.com.cu [s.f.].

  2. ANDERSON IMBERT, Enrique: Historia de la literatura Hispanoamericana. T-II. Mexico. Fondo de la Cultura Económica, 1970.

  3. BARREIRO PÉREZ, Delia: "El ensayo en Latinoamérica". Revista digital Letralia, Tierra de Letras. Edición Nº 7, del 19 de agosto de 1996 (ISSN: 1856-7983): www.letralia.com/07/lasle007.htm — 4k /Google.com.cu [s.f.].

  4. BELLO, Andrés: "Las repúblicas hispanoamericanas: Autonomía cultural". El Araucano, Santiago de Chile, 1836. http://www.ensayistas.org/antologia/XIXA/bello/bello2.htm.

  5. CARRIÓN, Benjamín. "Prólogo a Las Catilinarias", El Cosmopolita — El Regenerador de Juan Montalvo. Venezuela. Colección Ayacucho. 1977. 491 p.

  6. MARTÍ, José: "Nuestra América". La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de l891. http://www.ensayistas.org/antologia/XIXA/marti/index.htm/ Google.com [s.f.].

  7. MONTALVO, Juan: Prosas. Prólogo de Salvador Bueno. La Habana. Edit. Casa de las Américas. 1968. 195 p.

  8. MONTALVO, Juan: Indios. (El Espectador, París, 1887). http://www.ensayistas.org/critica/ Google.com.cu [s.f.].

  9. MONTALVO, Juan: "Ojeada sobre América" (El Cosmopolita, Quito, 1866). http://www.ensayistas.org/antologia/ Google.com.cu [s.f.].

  10. MONTALVO, Juan: Prospecto. Prosas. La Habana. Ed. Casa de las Américas. 1968. 195 p.

  11. MONTALVO, Juan: Carta a García Moreno. La Bodeguita de Yaguachi, 26 de Septiembre de 1860. http://www.efemerides.ec/1/abril/m_g.htm/ Google.com.cu [s.f.].

  12. MONTALVO, Juan: Siete tratados. Prólogo de luis Alberto Sánchez. México. Ed. Porrúa, S.A. 1986. 389 p.

  13. RIBEIRO, Darcy: La cultura latinoamericana. Fuentes de la Cultura latinoamericana Lopoldo Zea. T-II, Mexico. Ed. Fondo de la Cultura Económica.






Página enviada por Norbisley Fernández Ramírez
(27 de junio de 2008)

Lic. Norbisley Fernández Ramírez


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