Cuba

Una identità in movimento


Macua (Parte IV)

Heriberto Feraudy Espino


RITOS DE INICIACION

Como se habrá podido observar la vida de los macuas transcurría en un constante devenir de ritos y ceremonias. Prácticamente había ritos por todo y para todos. Ante cada circunstancia o cambio en el proceso evolutivo se efectuaban una o varias ceremonias, ya sean cambio de estado, de lugar, de situación social, de edad, modificaciones específicas en el status político, religioso o productivo en casos como la entronización de un jefe, el reconocimiento público de un curandero o adivino, de una maestro herrero, cazador, artesano, etcétera.

Estas ceremonias estaban generalmente impregnadas de un profundo significado mágico-religioso que tenían como objetivo fundamental integrar al individuo a un nuevo estado social.

El acto más trascendental en la existencia de cualquier hombre o mujer macua, aquel en el que se concentraban todas las atenciones y cuidados eran precisamente los llamados ritos o ceremonias de iniciación.

El paso de la adolescencia a la mayoría de edad en ambos sexos recibía el nombre de Masoma cuando se trataba de los varones y de Emwali, Muari o Muali en el caso de las jóvenes.

Las ceremonias de iniciación de la pubertad acarreaban una transformación profunda en la vida de los jóvenes. Ellas tenían como finalidad iniciar a los adolescentes en las creencias y en la vida social, productiva y moral de las comunidades, a incorporarlos en la categoría social de los adultos.

Más que una ceremonia simbólica de transición de la infancia a la adultez, los ritos de iniciación han sido considerados como un sistema tradicional de educación de los jóvenes. Se trataba de la socialización ritualizada de conocimientos anteriores. Los menores aprendían que ser grande no era por la edad o el tamaño que se tuviese, sino por los conocimientos básicos de las tradiciones de los antepasados.

Era el grupo político y familiar más vasto el que se ocupaba de la iniciación de los jóvenes. Esto no era apenas un problema de los padres de los muchachos. En ellos se vinculaba a los jefes de las tierras, a los jefes de linajes (o familia ampliada), los tíos de los muchachos, los padres, los especialistas de las instrucciones, los especialistas de las circuncisiones, a los tocadores de tambores, etcétera.

Toda ceremonia de iniciación tenía su coreografía, su espacio mítico y su ambiente, sus trajes, sus decorados, sus reglas de comportamiento y de representación. Todos los participantes desempeñaban convencidos y persuadidos su papel dentro del orden cosmogónico de la fiesta iniciática.

Las ceremonias están llenas de adivinanzas, anécdotas, representaciones, ejemplos y de gestos, proverbios y enigmas, cada uno con un significado, con un fin propio. Las canciones y las danzas tenían un papel educativo, pues a través de ellas se iban transmitiendo consejos y formas de conducta.

El fenómeno sexual desempeñaba un rol preponderante, no sólo a manera de educación sino también por su carácter purificador y como parte integral de la identificación con los antepasados a través de los sacrificios propiciatorios. Al contrario de lo que se acostumbra a decir el desfloramiento de las muchachas durante las ceremonias no era cosa muy común. La utilización de los penes de barro o de madera servía más para que las iniciadas aprendiesen las reglas de limpieza después del coito y como conocimiento símbolico del aparato masculino.

    "El desfloramiento además de ser ritual era más simbólico que ritual. Las muchachas antes de los ritos de pubertad ya habían tenido antes su experiencia sexual".

Por lo general, durante este período de iniciación que en el caso de las muchachas podía durar hasta dos o tres meses, la madre, y en algunos lugares el padre, y hasta las maestras y madrinas, tenían que observar la abstinencia sexual.

El macua que no pasara por estos ritos de iniciación no podía considerarse como hombre propiamente, se consideraba como un niño, no podía participar ni siquiera en las reuniones familiares. Después de éstos era que el joven podía tomar parte con pleno derecho en todas las actividades de la sociedad: podía casarse, participar en los sacrificios tradicionales, participar activamente en las fiestas, asistir a los funerales y conocer todo tipo de tabúes.

Los miembros más viejos e idóneos de la comunidad tenían la tarea de servir como padrinos o madrinas de los iniciados. Una de las carácter´siticas de las madrinas es que no podían ser mujeres estériles. Tanto el padrino como la madrina acompañaban a los jóvenes durante los ritos, aconsejándolos, más su papel no terminaba aquí.

Generalmente los padrinos tenían la responsabilidad de acompañar a sus ahijados a lo largo de todos los acontencimientos en su vida; desde niño cuando comienza a sentarse solo o gatear, cuando le nacen sus primeros dientes, en ocasión de comenzar a caminar, hablar o reír. Con mayor razón deberán ser informados ante el matrimonio, el embarazo y el parto.

Antes de los ritos siempre se hacían ceremonias para invocar a los antepasados, informarles de lo que se iba a hacer y obtener su aprobación y protección.

Se considera que con los tiros de iniciación de pubertad el joven, o la joven, nace de nuevo a la vida, que a partir de ahí tendrá un nuevo nombre, una nueva proyección, un nuevo destino.


RITOS DE INICIACION FEMENINA

De hecho, con las primeras manifestaciones de menstruación comienzan los ritos de iniciación femenina. No obstante, las jóvenes podían casarse e iniciarse sin haberlas observado aún.

Podía darse el caso de que la muchacha, ante los primeros síntomas de la menstruación, se lo informase preocupada a la madre o lo ocultase con temor y ésta lo descubriese por su propia cuenta. La reacción de la madre variaba, aunque por lo general gritaba de alegría y consolaba a la niña diciéndole que no era una enfermedad sino la señal de que ya era grande, ya había crecido.

Inmediatamente la madre acudía a informar del acontecimiento a su esposo, lo que hacía a través de una relación sexual ritual donde practicaba la Othuna y simultáneamente le daba el aviso diciéndole o poniéndose un paño entre las piernas como para decirle

    "... tu hija ahora está así; alcanzó la pubertad".

Después de avisado, el padre se lo informaba enseguida a los demás miembros de la familia y particularmente a la madrina (Posiye o Musina) y en algunos lugares a partir de este momento comenzaban los ritos de iniciación de la joven, los cuales en esta primera fase eran hechos sólo para ella.

Estos ritos consistían en enseñar a la muchacha todo lo relacionado con la nueva etapa de su vida. En ellos participaban una maestra principal y varias mujeres experimentadas, entre las que se encontraba la madrina, quien se reunía en casa de la joven en días alternos durante varias semanas.

La muchacha también era puesta en cuarentena en un rincón apartado de la casa, silenciosa y cabizbaja, vestida apenas con la esopa para cubrir el flujo menstrual. Si tuviese que salir de la casa se vestiría muy modestamente, con un pañuelo en la cabeza hasta la altura de los ojos como muestra del período especial en que se encontraba.

Durante ese tiempo debía prestar atención a los sueños porque según la tradición éstos eran interpretados como señal de suerte o de desgracia.

    "Soñar con un buey por ejemplo: era sinónimo de vida mientras que soñar con un leopardo era señal de muerte o de poca suerte".

De las medidas y tabúes (Mikho) establecidos en este período estaban entre otros los siguientes:

    No comer ni tocar la comida con las manos, debían servirse con la cáscara de un árbol llamado Ekhope.
    Las menstruadas no pueden saludar, abrazar ni dar la mano a ningún varón.
    Deben sentarse con el máximo cuidado para que no se les vea el paño que le protege el pubis.
    No deben bañarse ni permanecer desnudas ante otras muchachas y menos si éstas aún no han sido iniciadas.
    Deberán dormir en un local aislado y sobre un lecho de pajas, en señal de luto, es decir, de impureza.
    Deben tener su calabaza o vasija propia para beber agua y no podrán atizar fuego ni tocar ceniza alguna.

La mujer en período de menstruación se abstendrá de comer ciertos alimentos como carnes, percado, frutas verdes y otros.

Como señal de respeto no podrán contemplar a los mayores y en el momento de saludar deberán hacerlo inclinando el cuerpo, hablar en susurro y apartarse cuando por su lado pasen personas de más edad.

Había casos en que la madre en vez de consolar a la hija ante semejante aparición, lo que hacía era asustarla, diciéndole que se trataba de una grave enfermedad, luego mandaba a buscar a una anciana para que ésta le diera algunas explicaciones a la niña, pero sin decirle toda la verdad.

Llegado el momento se organizaba la ceremonia de instrucción sobre tal acontecimiento en la que participaban familiares y consejeros.

Los padres obligaban a la muchacha a permanecer en un local aislado donde no pueda ver llegar a nadie.

Después del arribo de los invitados principales, la Malaka (consejera) manda a llamar a la muchacha; cuando ésta llega la engañan diciéndole que se trata de un familiar íntimo que está muy enfermo. Eso es para que no pueda descubrir con antelación lo que va a ocurrir. La joven se acerca muy asustada y triste pensando ver un cadáver que nunca ha visto. Si hace resistencia la llevan a empujones. Cuando llega donde está la vieja le dicen:

    "... nosotros vinimos aquí precisamente por causa tuya. Oímos decir que estás enferma y tus padres están muy afligidos. Vinimos a curar tu dolor. Por lo tanto nos vas a decir lo que estás sintiendo para poderte curar".

En cuanto la niña dice que le sale sangre por la vagina, los familiares hacen un gran alarido, gritan y tienen otras manifestaciones de alegría.

    "Las viejas explican el fenómeno diciéndoles que ello le ocurre a todas las mujeres adultas todos los meses en consonancia con las posiciones de la luna, que la menstruación significa ser grande; se puede tener relaciones sexuales con cualquier hombre sea de la edad que fuere, que durante la menstruación no debe copular pues es veneno y mata a las personas".


La iniciación femenina en el Distrito de Maua, Niassa

Pasados algunos meses después de realizados los ritos de la primera fase (menstruación) y una vez alcanzado un número suficiente de jóvenes para la iniciación (alrededor de veinte) se construía, fuera de la población, una casa conocida por Etxicutta especialmente para la realización de los ritos de la segunda fase.

Cuando se tenía todo listo (casa, número de muchachos; maestras e instrumentos) se organizaba la entrada de las jóvenes a la referida casa Etxikutta.

El día determinado para el inicio, de madrugada, en la vivienda de cada una de las muchachas se ofrecía un sacrificio tradicional para pedir a los antepasados el éxito de los ritos que se iban a realizar.

Después de este sacrificio se organizaba en casa de una de las iniciadas una fiesta con danzas. Por la noche, cada grupo familiar acompañaba a la muchacha que iba a participar en los ritos a la casa de iniciación; también lo hacían las maestras, las madrinas y sus auxiliares; allí pasaban de siete a diez días, retiradas del resto de la sociedad realizando los ritos. Era un período de máxima segregación social. A los hombres les estaba absolutamente prohibida la entrada en la casa de iniciación durante ese tiempo de los ritos.


INSTRUCCION (OLAKA)

La instrucción, que comenzaba con la primera fase de iniciación (es decir, con las explicaciones sobre la menstruación) y que continuaba después de la conclusión de los ritos, especialmente en el embarazo y en la celebración del casamiento, ahora en esta segunda fase era más intensa, adquiría una tonalidad más formal y abarcaba la educación en todos los aspectos de la vida. Esta educación además de preparar a las jóvenes para que asumiesen su responsabilidad en la sociedad, promovía en ellas la lealtad a las instituciones comunitarias.

Las maestras (Anamuko), también se le conocía como Namuku o Mulipa Olaka en su esfuerzo educativo, usaban un lenguaje simbólico. Se servían de sentencias, proverbios, enigmas, cánticos, formas literarias que ayudaban a las jóvenes a fijar las enseñanzas que recibían.

Para este trabajo era costumbre valerse de la ayuda de especialistas de canto, danza y de representaciones.

Estas instrucciones tenían como objetivo moldear la personalidad de la joven; para este fin era usado además un lenguaje que podía adquirir la forma de injurias e insultos para suscitar en las muchachas sentimientos de humildad y deseo de rectificar los defectos o evitarlos.

Las instrucciones, además de iniciar a las jóvenes en la vida sexual, las preparaban para la vida familiar y social, se les explicaban las varias tareas del hogar, los trabajos propios de la mujer en el cultivo de los campos, el aporte femenino en la construcción de una casa, la etiqueta social, los varios ritos y fiestas de la sociedad, el comportamiento en los viajes y la participación en los funerales. Las muchachas (Atximwali) aprendían a saludar a los adultos, a los superiores y a otros. Siempre que tuvieran que entregar algo al marido, a los padres y a personas importantes debían hacerlo de rodillas y con las dos manos. Se les enseñaba que no podían casarse con un hombre del mismo linaje; por lo que debían conocer el apellido (Nihimo) del joven con que deseasen casarse. Aprendían como comportarse en la vida conyugal. En este campo debían tener mucho cuidado en abstenerse de las relaciones sexuales durante la menstruación porque estaba prohibido por tradición. Para avisar al marido de que estaban menstruadas ellas debían dejar en la cama una pulsera de semillas rojas y cuando la menstruación concluía dejar una pulsera de semillas blancas.

En los casos en que la ceremonia contemplara la defloración en la mañana del primer día de permanencia en la casa de iniciación, la maestra principal reunía a todas las iniciadas en el patio, mientras que las demás instructoras tocaban tambores con mucha fuerza para ahogar el llanto de las muchachas durante la operación que seguirá. A una indicación de la maestra, las jóvenes, acompañadas de las respectivas madrinas, se acercaban y se sentaban en el suelo. Las madrinas sujetaban por los brazos a las ahijadas y le tapaban los ojos, mientras la maestra de iniciación con un palito bien afilado le hacía una pequeña incisión en el clítoris, derramando algunas gotas de sangre. Acabada la operación, madrina y ahijada entraban en la casa donde en un clima total de segregación esperaban que la herida cicatrizase, herida que la madrina iba curando con un remedio preparado anteriormente. Las muchachas pasaban el resto del día en silencio y al anochecer recibían instrucciones de dormir.


La prueba de comportamiento y "procura de remedio"

En el cuarto día, de madrugada, la maestra principal reunía a las muchachas para explicarles el rito de la <> (Otipeliya Murete).

Este rito tenía lugar en el monte y tenía por finalidad demostrar simbólicamente cuál había sido el comportamiento social de las niñas antes de la iniciación.

Las iniciadas, después de recibidas las instrucciones se dirigían al monte más próximo. Una vez allí debían procurar, en terreno medio pantanoso, la raíz de una planta llamada Nxileya Mwali; si la raíz que encontraban era derecha y no estuviera enrollada con otras raíces, entonces ello quería decir que "el remedio es bueno" y, siendo el resultado de la prueba positivo, significaba que el comportamiento de la niña fue bueno. Si por el contrario, la raíz que encontrase fuese bifurcada y estuviese enredada con otras, entonces <> y por consiguiente, el resultado de la prueba era negativo, por lo que el comportamiento fue malo.

La maestra (Namuku) felicitaba o reprendaba a las muchachas de acuerdo con el resultado que se hubiese obtenido. Aquellas muchachas que lo obtenían negativoo debían confesar sus propias faltas (Opaphuelela) a las maestras de iniciacición.


Iniciación sexual

Durante el tiempo que continuaban en la casa de iniciación, las jóvenes iban siendo progresivamente instruidas en la vida sexual, instrucción ésta que era completada durante las ceremonias de casamiento. Se les enseñaba la anatomía, las relaciones entre los sexos, las prohibiciones del incesto y la ley de la exogania. Las muchachas tomaban varios baños, los cuales además de su valor higiénico simbolizaban la purificación del tiempo pasado y el nacimiento social.

Dedícabase particular atención a la práctica de alargar los labios vulvares.


Otros tratamientos

Las maestras untaban aceite vegetal en el cuerpo de las jóvenes. El tatuaje (ENEPO) estaba íntimamente relacionado con los ritos de iniciación, porque con esta práctica ritual las iniciadas recibían en el cuerpo las señales de su nuevo estado social.

Las partes del cuerpo de las muchachas más comúnmente escogidas para los tatuajes eran además de la cara, como ya se dijo, el pecho, la barriga y el pubis.

También era usual durante estos ritos perforar el lóbulo de una oreja para colocar una argolla de madera, de metal o de marfil, perforar el labio superior o la parte derecha de la nariz con el mismo fin; depilarse las axilas y la zona genital. Se procedía a cortarle el cabello de la cabeza en forma de corona, donde se colocaban algunos ornamentos.

Este rito se realizaba aproximadamente dos meses después del comienzo de la segunda fase de iniciación y tenía una duración de cuatro días.

A semejanza de los muchachos, también las jóvenes recibían un nuevo nombre en la iniciación, con lo que se indicaba una nueva relación individual y comunitaria, y el lugar que ellas ocupaban después de realizados estos ritos de pasajes.

Este nombre era anunciado públicamente el día de la fiesta de clausura de la iniciación.


RITO DE LAS PRENDAS (Ovelela= ofrecer)

El último rito era el <>. Consistía en ofrecer a la madrina de la joven recién iniciada una prenda como agradecimiento por su trabajo a lo largo de todo el tiempo de la iniciación. Este rito servía igualmente para restablecer el diálogo entre la madrina y la ahijada, interrumpido durante las ceremonias.


LA FIESTA DE CLAUSURA

Varios días antes de la fecha determinada para la presentación en público de las nuevas iniciadas era grande la algarabía en la casa de cada una de ellas.

La preparación de la fiesta duraba por lo menos ocho días, que era el tiempo mínimo para preparar la bebida y la comida comunitaria; era preciso pilar, moler e ir de caza para que hubiera carne para todos. También se avisaba a los bailarines y músicos para que se preparasen con tiempo.

La noche antes de la fiesta se organizaba una danza en la que participaban todos los invitados y que duraba hasta las primeras horas del día.

De madrugada, el día de la actividad las jóvenes recién iniciadas se preparaban para su presentación en público. Se daban un baño ritual, recibían las unciones corporales, vestían las mejores ropas y se ponían los ornamentos. En la casa del jefe de la aldea y en presencia de las nuevas iniciadas, con la familia e invitados, era ofrecido el sacrificio tradicional a los antepasados en agradecimiento por el éxito de los ritos. Al final del sacrificio el jefe colocaba una porción de harina en la cabeza de cada una de las jóvenes.

La maestra principal, delante de todo el pueblo reunido, presentaba las iniciadas a sus familias y las madrinas comunicaban el nuevo nombre de las ahijadas. Los presentes correspondían con aplausos y gritos de alegría. Las mujeres aclamaban con el grito gutural-palatal característico llamado Elulu y los hombres aplaudían.

Acabada la presentación pública cada familia se reunía en casa de la iniciada para participar en la comida comunitaria. La cena se prolongaba hasta tarde. En la noche se organizaban las danzas finales que duraban hasta las primeras horas de la madrugada del día siguiente.

La ceremonia concluía con un canto final de las maestras que decía así:

    Namwali Weyo tú, muchachita
    Nsilo Khwali Mutthu, ayer no eras persona
    Ari Munenema Ayepele, sino solamente el pequeño animal de una parturienta.
    Nanano, ahora Ovolowa Munloko NAtthu, comenzaste a hacer parte del pueblo
    Namwali, muchachita
    Nsilo Khwahi Mutthu, ayer no eras una persona, eras una piedra
    Ri Nluku


Iniciación femenina — Región de Gilé — Zambezia

Después de la primera menstruación se realizaban las ceremonias. La madre de la jovencita acordaba con el marido los preparativos de la iniciación. El padre iba a entrevistarse con el Mwene y le explicaba lo que deseaba al mismo tiempo que le entregaba 40 o 50 escudos. Si el Mwene aceptaba, avisaba a todo el grupo que habrá una iniciación femenina y que era el momento de que otras en las mismas condiciones fuesen iniciadas.

Cada familia contactará entonces con el Mwene. La madre debía avisar a todos los parientes, particularmente al tío materno de la muchacha y a la mujer que le dio el nombre de infancia cuando nació (primera madrina). El padre también lo informaba a sus familiares y les pedía que lo ayudasen a realizar la fiesta. La primera madrina coordinaba con la madre de la joven los detalles de la ceremonia y ambos procuraban una segunda madrina.

El día acordado para el inicio de las ceremonias, esta nueva madrina rapaba la cabeza de su nueva ahijada y la abuela o la madre de esta regaban harina sobre su cabeza pidiendo a los antepasados para que todo transcurra bien. Sobre la cabeza de la propia madre, y casi todo el cuerpo, las otras mujeres riegan la misma harina. Enseguida un grupo de mujeres gritando con alegría conducen a la muchacha al local de iniciación que queda cerca de la casa del Mwene. Trátase de una pequeña cabaña llamada "casa de las mozas" (Eyéko). Cuando todas las mozas a iniciar están presentes, salen de la casa del Mwene acompañadas por muchas mujeres y van para la cima de un morro de hormigas blancas donde gritan diciendo palabrotas y cantan la "canción del dedo" (Ekátha). Se dirigen enseguida corriendo para la "casa de las mozas", allí aparece una mujer vieja que trae una calabaza llena de "remedio" para realizar el rito "Ovolowa Emwa”, que consiste en pasar la referida calabaza entre las piernas de las muchachitas, que después beben de dicho remedio.

Terminado este rito entraban en la Eyeko donde sólo pueden entrar mujeres ya iniciadas y las muchachitas que van a serlo. Aquí le explican a éstas el motivo de la menstruación, el tiempo de duración, cómo conocerán cuando están embarazadas, se repiten de nuevo las prohibiciones que ya anteriormente les habían sido explicadas por la madre.

El segundo día les enseñaban una especie de danza llamada Onhola que no es más que la técnica de mover el cuerpo durante la cópula y le daban otros consejos relacionados con el marido.

El tercer día, una de las mujeres, utilizando un pedazo de barro quemado con forma de pene enseñaba a las muchachas la manera de cómo limpiárselo a sus maridos después de las relaciones sexuales. Ese sexo artificial pasaba de mano en mano hasta que todas aprendían como manejarlo.

En el cuarto día se daban clases sobre el matrimonio, la importancia del mismo y la mejor manera de hacer othuna.

Al día siguiente, de mañana temprano, las madrinas llevaban a sus ahijadas hasta una encrucijada donde hacían una estera con hierbas finas y se acostaban. La madrina entonces les enseñaba cómo debían dormir junto a sus esposos y cuál era la mejor posición. Les enseñaban también cómo se debía dormir en casa ajena o con un hombre que no fuera su marido. Era aquí donde las madrinas verificaban si sus ahijadas estaban en buenas condiciones para el casamiento; para ello le introducían en la vagina a una profundidad de tres o cuatro centímetros, un huevo de gallina. Si el huevo entraba con facilidad era señal de que la ninfa era capaz de recibir un varón sin dificultades. Si el huevo no entraba bien era señal de que la muchacha aún no estaba madura o tenía un defecto llamado Ephwitamwala. La mujer que tenía ese defecto no se mantenía casada por mucho tiempo y se presuponía que lo más probable era que cambiase de marido con frecuencia.

Era durante estos ritos que se le enseñaba además a la mujer a no abandonar a su marido por motivo de pobreza.

Cuando salían de la casa dejaban allí el huevo enterrado en el suelo, pero a la vista de todos para molestar a los hombres y recordarles que su sexo era como el huevo que sirvió en la prueba de las muchachas. Si las muchachas de la iniciación tenían maridos, estos estaban durante las ceremonias con sus padrinos o con los maridos de las madrinas que los iban aconsejando y preparando para la prueba final. Andaban con un catzho en la mano, calabaza o coco que servía para tirar agua y también con un bambú con forma de lanza. Al marido de la iniciada se le llama Iyamwali.

La prueba consistía en la observación de una raíz que se desenterraba ritualmente. Si la planta tenía una sola raíz significaba que la joven no tuvo relaciones sexuales desde la menstruación. Si tuviese dos representaba que tuvo relaciones con el marido. Si la planta tuviera tres raíces o más, ello quería decir que la chica mantuvo relaciones con varios hombres. En este caso se trata de una falta muy grave.

La madre y la madrina, por este motivo, se tornaban tristes ante la sola idea de que su hija pudiera ser una mujer perdida.

La raíz de la joven casta era llevada por la madrina para la "Eyeko" donde era entregada a una mujer con algún defecto físico o leprosa, quien la partía en varios pedazos entregando uno a uno a la muchacha que compartió con distintos hombres. Con estos pedazos en la mano la joven iba recibiendo los consejos de esta mujer donde se subraya la importancia del amor entre la pareja y especialmente de la fidelidad También se le daban otros consejos de tipo caritativos donde se le decía

"... si ahora recibes este remedio de las manos de una mujer fea y defectuosa, es para que digas que nunca podrás extrañar a las personas defectuosas como esta mujer. Nunca deberás negar al agua a una persona así... ".

Después de esto, una de las asistentes a la ceremonia iba a avisar a los maridos de las féminas del resultado de la prueba de las raíces. En el caso de los esposos, que según las pruebas, sus esposas habían mantenido relaciones con otros hombres, llenos de indignación tiraban al suelo su coco o calabaza (Catxho) en señal de desánimo y se marchaban profiriendo las mas disimiles maldiciones.

El séptimo día se efectuaba la ceremonia de las ofertas conocida por Otxhúelaemwali. Alrededor de las nueve o diez de la mañana mucha gente iba a ofrecer algunas cosas a las mozas. Los regalos no se hacían esperar, las madrinas se sentaban frente a la "casa de las mozas" con un cesto delante de ellas y por ahí iban pasando las personas dejando lo que quieran. Unos darán dinero, sal, cuentas, gallinas, harina, paños, etc. En general, los mayores regalos venían de la familia de las muchachas, mientras más familiares tenía la iniciada mas obsequios recibía.

Terminada esta ceremonia, cada madrina junta los obsequios y coordina con la madre de la moza. A excepción del dinero, todos los otros regalos servirán para las fiestas.

Ese día las mujeres combinaban y mandaban a buscar una experimentada mujer a quien consideraban la mejor consejera. Esa maestra se llamaba Alipo la Olamula.

El octavo día las mujeres se dividían en grupos, correspondiendo cada uno a una joven y procedían a preparar lo necesario para la fiesta. La comida era distribuida primero a los parientes, después a los conocidos y seguidamente a aquellos que obsequiaron cualquier cosa. Las otras personas podían eventualmente comprar el resto de la comida.

Al atardecer llegaba la maestra Alipo la Olámula con sus ayudantes. Después de recibir un plato de comida de cada grupo y de comer, se comenzaba a organizar varias danzas y toques "malapa" que duraban toda la noche. Como a las seis o siete la "Alipo" mandaba a venir a los maridos de las mozas. Las mujeres formaban un círculo para que los hombres no vean a la "Alipo la Olamula" que estaba desnuda. Uno a uno los maridos debían sentarse en las piernas de esta mujer pecho contra pecho, es así que ella bailaba aquella danza que le fue enseñada a las muchachas el segundo día, es decir, como hacer en sus casas durante el acto sexual. A partir de las 8 o 9 de la noche, la maestra comenzaba a repetir los consejos en una forma cantada y danzada y utilizando adivinanzas y proverbios, acompañada por los auxiliares que tocaban "sácalas" y por otras mujeres. Así transcurría toda la noche.

Al día siguiente, temprano en la mañana, los maridos de las mozas iban para sus respectivas casas y las iniciadas se trasladaban con las consejeras, madrinas y madres para el río, donde recibían consejos nuevamente y las maestras concluían sus tareas. Las madrinas entonces auxiliaban a las ahijadas a coger un poco de leña para que éstas las llevasen en la cabeza sin tocarlas hasta donde se encontraban las maestras.

Después de nuevos consejos se les da un poco de harina en las manos y así van a bañarse al río sin mojar la harina. Terminado el baño cada madrina conducirá a su respectiva ahijada a casa donde la espera el marido.

En la casa también había un grupo de mujeres esperando. La moza entraba inmediatamente y la madrina cerrando la puerta pedía a los dos ahijados que disfrutasen el placer del amor. Mientras las mujeres gritaban y proferían palabrerías obscenas fuera de la casa, dentro, el marido y la muchacha comenzaban una apresurada entrega sexual donde el hombre, llegado el momento de eyacular lo hacía sobre los muslos de su mujer. Entonces era cuando ella se levantaba y enseguida abría la puerta mostrando las piernas a la madrina,a su madre y a sus primas. Al ver la muestra de la virilidad todas gritaban aún más y aplaudían diciendo: "tú muchacha, no vas a jugar con ese hombre. Si tú no dieras hijos no será por culpa suya, sino porque te comportaste mal, o entonces sabremos que es por desgracia que no tienen hijos".

Finalmente el público asistente se iba retirando, quedando apenas la madrina quien hacía una sopa de gallina para los ahijados. La pareja durante la cena habrá de dividir un hueso de esa gallina siendo la mitad para cada uno, como señal de alianza entre los dos.

Hay que apuntar que la práctica sexual de la pareja como parte final del rito no era muy frecuente entre los macúas.


Ceremonias de iniciación femenina en Mutuali y Malema-Nampula

Transcurridos los primeros días de la menstruación, para que la muchacha se considerara purificada y libre de tabúes "Mikho Simaliheye" tenía que hacer el amor con el marido, pero de tal modo que llegado el momento propicio el esperma Muthupo fuera echada en el suelo.

Después de este primer acto purificador, podían tener relaciones sexuales normales.

Entre tanto, la madre de la joven menstruada comunicaba el caso al regulo para que se procediera a la ceremonia de iniciación, siempre que hubiese un número suficiente de mozas en las mismas condiciones.

Entre las doncellas que serían sometidas a los ritos, una era reconocida como jefa del grupo. Esta doncella será siempre la primera que en la población se sintió menstruada, después de terminada la ceremonia de la anterior iniciación.

Acordado el inicio del acto, todas las mujeres con hijos llegadas a la pubertad trabajaban en los preparativos de la cerveza (otheka) la cual era destinada a la fiesta de clausura.

La madre de la primera menstruada era la encargada de todos los preparativos

  • Invitar a la Namuku,
  • Alquilar los tambores conocidos por "Ekhavetto", "Masha" o "Petheni" e invitar a una mujer experimentada en el arte del toque de tambor de iniciación.
  • Los convites siempre irán acompañados de oferta de algún dinero o alguna gallina.

En lo que se refiere a las madres de las otras doncellas, cada una seleccionaba a su gusto una mujer ya iniciada, la cual, en el decursar de las diversas ceremonias, desempeñaba el oficio de madrina "musina" o "posiye" de la propia hija, acompañándola y aconsejándola, siempre que fuese necesario.

Además de la madrina, cada muchacha era asistida por una representante del marido que tenía el nombre de Mulipa Ottapi Ha Nivaka, que quería decir aquella que hace vibrar la lanza. Durante las ceremonias, esta segunda mujer, tenía la tarea de empuñar la lanza del que la convidó y de vigilar de cerca el comportamiento de su esposa, transmitiéndole mediante gestos o palabras, al ritmo de espectaculares movimientos de la lanza, si las cosas estaban ocurriendo bien o mal.

El lugar de las ceremonias se denominaba Owaro, casa de gran dimensión y de forma redonda, propiedad del regulo, o en la finca de la Owiyamune, hermana del regulo.

Muchas otras mujeres de la familia y de la vecindad prestaban su colaboración para los preparativos y en la participación de la danza Emwali que comenzaba en horas tempranas del día.

A muy poca distancia de la "Owaro" se organizaba la danza de los maridos donde estos participaban, con el fin de darle mayor ánimo al decursar de las ceremonias. A estas fiestas se incorporan otros hombres atraídos por los deseos de compartir un rato y beber Otheka.

En horas de la noche se detenía la danza "Emwali" y un grupo grande de mujeres iban danzando hasta donde estaban los maridos de las iniciadas, para invitarlos a que fueran para el "Owaro" a recibir en común los consejos de la Namuku.

En este lapso la vieja consejera iba hacia un lugar escondido, donde se hacía amarrar grotescamente el labio inferior de la boca con el objetivo de ponerse la cara bien fea y desfigurada.

Transformado el rostro, surgía de pronto ante los ojos espantados de todos y comenzaba a cantar:

    "Awali ale Otheya Orakala Akhala Wó Kirive... "
    (Aquella doncella que acostumbra a reír cuando ve a alguien deformado ¿está acaso ahí para yo poder pasar?).

El cántico es repetido una, dos veces, hasta que el coro responde:

    "¡Khawowo Virani!"

Posteriormente la consejera Namuku se desataba el nudo del labio y decía a las iniciadas:

    "Aparecí con el rostro deformado a propósito para enseñarles que si alguna vez, estando ustedes pilando en un río o moliendo en casa o trabajando en la finca ven pasar a una persona defectuosa no deben reírse de ella porque con certeza ya ella ha tenido que sufrir mucho por encontrarse en ese estado tan deplorable".

Después de esta primera lección, la consejera ordenaba a todas las muchachas colocadas en fila delante de ella que se pusiera en cuclillas y que pasando las manos por detrás de las piernas hicieran sucesivos movimientos de los dedos, como si practicasen el alargamiento de los labios vulvares.

Pasados algunos momentos en esta actividad, la Namuku llamaban aparte a las iniciadas y les aconseja que en sus respectivas casas y completamente desnudas nunca dejaran de hacer eso delante de los maridos, siempre y cuando ellos las halagaran con algún obsequio.

Recomienda la consejera repetir esos actos antes de la recogida de las primeras cosechas y cuando fueran a comenzar a consumir los productos almacenados o ensacados, y explica la razón:

    "Es que vuestros maridos derrumban los árboles del campo y desbrozan y preparan el terreno de la finca donde van a cultivar esos productos, siendo merecedores de que ustedes se muestren agradecidas con aquello de que las mujeres disponen para mejor contentar y complacer al hombre".

Otro consejo que la Namuku daba a las jóvenes y que era aprovechado igualmente por los maridos, era aquel referido al corte de los pelos del pubis. Esta norma higiénica consistía en retirar de la periferia de los órganos sexuales tanto del hombre como de la mujer, los cabellos considerados un impedimento al buen funcionamiento de las relaciones conyugales.

En cuanto al acto conyugal, le recordaba a sus alumnas que terminada cada unión carnal, debían proceder a limpiar el pene del hombre "Ovutha Mpolo" directamente con las manos y secarlas en la cara de sus propios muslos. Al final, lavarían sus manos con agua.

Para dar una lección práctica la Namuku cogía un palo de pilón Mwithi y hace una demostración de como limpiarlo.

Otras normas que las doncellas deberían observar en las relaciones con sus maridos:

  • Cuando hablen con ellos, sobre todo cuando regresan del trabajo, no deben apurarse en verles la cara y sí la barriga, por cuanto interesa a la buena armonía del hogar que el hombre ande convenientemente alimentado, para que se sienta feliz con su esposa.
  • Deben obedecer a sus maridos y no contrariar sus órdenes, para que ellos las estimen y nunca piensen en el divorcio.
  • Cuando los maridos pidan el débito conyugal, lejos de mostrarse perezosas, deben ser solícitas en corresponder a su deseo.
  • Deben dar señales de mujeres púdicas y recatadas en el habla y en el trato con los otros hombres, para que ninguno, y, mucho menos el marido, las tomen por gente de mala vida.

La noche se pasaba prácticamente recibiendo instrucciones.

Al día siguiente, al amanecer, la vieja consejera tomaba en las manos una calabaza de harina "Akati y Ephapa" y fuera del "Owaro", más no distante, lanzaba con la mano derecha la harina al suelo de modo que se formara un montículo en forma de cono. Después recogía con los dedos pulgar e índice de la mano derecha un poco de herrumbre y empolvaba el montículo de harina de arriba hacia abajo, haciendo seis rayas rojas.

Concluida esta operación la "Namuku" llamaba a las muchachas y a sus maridos y les indicaba que se sentaran a su alrededor.

Entonces, ante la mirada curiosa de todos, hacía la interpretación del enigma y explicaba:

    "Las seis rayas marcadas de rojo partiendo de lo alto del cono de harina para abajo significa los seis días normales que dura la menstruación de la mujer, fenómeno éste que es señalado por el flujo de sangre. Durante este plazo de tiempo, los hombres deben cohibirse en absoluto de tener relaciones conyugales con sus esposas, pues es un tabú de mucho rigor".

Concluídos los días de flujo de sangre, se dejan pasar dos o tres días y entonces es cuando se podrá volver a las relaciones normales.

Seguidamente, las doncellas precedidas de la Namuku se dirigían a un lugar apartado del monte, donde van serían sometidas a dos pruebas de fidelidad conyugal. Las acompañan las madrinas y las representantes de los maridos, éstas empuñando siempre las lanzas.

Una vez llegados al lugar, cada muchacha, asistida por la vieja instructora, por la propia madrina y bajo la vigilancia de la "Mulipa Ottapiha Niyaka", procedía a la excavación de la planta denominada Nshileya-Nwali.

Era la primera prueba y consistía en lo siguiente:

  • Si la planta al ser sacada presentaba una sola raíz, era señal evidente de que la moza solo había conocido a su propio marido. Si por el contrario, la planta tenía raíz bifurcada o trifurcada, era indicio cierto de que se había envilecido con uno o dos amantes.

La segunda prueba era llamada "la prueba del aceite Makhurya. La vieja Namuku derramaba un poco de aceite "Makhurya" sobre la frente de cada doncella. Si el hilo de aceite al correr frente abajo seguía la línea de la nariz, era señal de que la moza se había mantenido fiel. Si el hilo de aceite se iba hacia un lado era indicio manifiesto de que se había visto secretamente con uno o más amantes.

Al regresar a la casa de iniciación, las mozas consideradas honestas eran festejadas con manifestaciones de gritos "Wopa Elulu" por las madrinas y los representantes de los maridos; ellas sobre todo, daban largas a su satisfacción haciendo piruetas y moviendo las lanzas con gestos aparatosos.

En cuanto a las consideradas infieles, si bien había maridos clementes que disculpaban los desvíos amorosos de sus esposas, otros elevaban sus razones y allí mismo, en pleno curso de las ceremonias rituales rompían las relaciones.

En los ritos de iniciación de las doncellas, ocupaba lugar relevante la danza Nantukuta que se realizaba en pleno monte, en un lugar escondido. En esta danza tomaban parte solamente las muchachas iniciadas, las madrinas, las representantes de los maridos y la vieja "Namuku", todas completamente desnudas.

La danza se caracterizaba por los movimientos que le impugnaban al cuerpo simulando el acto sexual.

En otra parte de estos ritos la instructora reunía nuevamente a sus alumnas y se encaminaba con ellas hacia un río próximo donde se bañaban y preparaban para el encuentro definitivo con sus respectivos esposos.

Avisados de este paso del ceremonial relativo a sus esposas, los hombres tomaban por otro camino y escogían también un lugar sombreado, para el lado donde nace el mismo río y allí se lavaban y se vestían con las mejores ropas.

Después del baño, las muchachas vestían ropas nuevas y se adornaban con collares y coronas de cuentas multicolores en la cabeza. Ese era el día de su presentación en público.

Al finalizar estas ceremonias, las jóvenes regresaban al Owaro con la cara completamente tapada por un paño que le caía desde la cabeza hasta los hombros, en forma de velo y con los pies ocultos por la larga capulana.

Caminaban lentamente, con mil cuidados para no afectar su figura solemne y grave. A medida que iban entrando al Owaro, la "Namuku" iba señalando a cada una la estera donde debían sentarse. Una vez que todas se habían acomodado, la instructora convidaba a los maridos a que se aproximasen y cada uno se pusiera de pie junto a su mujer.

Por supuesto, que se generaba cierta confusión porque las muchachas se presentaban aparentemente irreconocibles.

La verdad es que al poco rato todas se reconocían, pues todo no había sido más que un ardid de las madrinas.

    CALAVE (canción que se interpretaba en las ceremonias de iniciación femenina)
    Mopo, Vorupale
    Mopo, voropa ohianlopuana
    "Cremula"
    Mppo, voropala ohinanlopuana, é...
    Nonaka inlavi, ié....
    Tite mirapué, olavalova
    Tite mirapué, olavalova
    Onhaquela metepe, é...
    Nojelopiuna, é..
    "Cremula"
    Anhaquela metepe, ié...
    Nojelopuina, ié
    Licuennué, Ovenlavi
    Licuencuene Ovenlavi Nimio Kivele,é...
    Inthané massa, é...
    "Cremula"
    Nimio kiwele, ié...
    Inthaué massa, ié...
    Muinono, muinono
    Muinono, muinono,
    Omudivela koto, o...
    Arinatiana, ó...

    "Cremula"
    Omudivela Koto, ó..
    Arinathiana, ié..
    Muilapuitho, Muilapuitho
    Muilauitho, Muilapuitho
    Monduela, ó...
    Akala Olimane, ó...
    "Cremula"
    Alopuana Monduela, ó...
    Akala Olimane, ó...

    Traducción:
    La banana está en estado
    está en estado la banana
    y no tiene hombre!...
    Coro
    Está en estado la banana
    y sin tener hombre!...
    Maldita sea ella
    Pues si... pues si..
    El padre del Mirapué (1)
    es un malicioso
    es un malicioso
    piso la hoja del metepe (2)
    Sí...
    más no logró aplastarla
    sí...
    Coro
    piso la hoja del metepe
    sí... si... pisó...
    más no logró aplastarla
    pues sí...
    donde la tórtola subió yo ta
    mbién subí...
    sí...
    y la tórtola huyó
    de la pequeña fiesta
    y yo también huí...
    sí...
    Coro
    Y yo subí, subí....
    sí... sí...
    y huí y huí
    de la pequeña fiesta
    pues sí...
    Oh, hormiga, oh hormiga
    que adoras guerrear,
    é...
    cuando la guerra
    es con mujer
    é... é...
    Adorar tanto la guerra
    sí...
    guiando la guerra
    es con mujeres
    pues sí...
    el de rabo corto
    el de rabo corto
    ya lo conocen, no?
    queda en el alto mar
    sí...
    Coro
    Los hombres ya lo conocen
    sí...
    quedaba en el alta mar
    quedaba, sí...

    (1) pájaro que se alimenta de las semillas de una planta acuática
    (2) planta acuática


CEREMONIAS DE INICIACION MASCULINA (MASSOMA)

Él estaba físicamente presente, más ausente en espíritu y por tanto impedido de participar de ninguna forma en los negocios familiares. De ahí en adelante se transforma en un elemento válido y activo. Mas, para que eso suceda es preciso purificarlo, esclarecerlo e iniciarlo en los misterios de la vida. El vino al mundo y para que aquí quedara sano y salvo fue necesario separarlo de la madre por medio de un corte. Sólo después de eso (corte del prepucio) es que nace verdaderamente para la colectividad.

No está de más reiterar que los ritos de iniciación del hombre macua, el proceso por el cual el adolescente pasaba a la condición de adulto, no puede limitarse solo al acto de la circuncisión. Es algo más amplio y abarcador, es todo un período que podía durar cuatro, seis, ocho y hasta doce meses y durante el cual los iniciados tomaban conciencia de su estirpe y de su identidad en el Nihimo, de su rol de hombre propiamente.

    "Conjuntamente con la metamorfosis mística que sufre, el iniciado aprende los secretos de su linaje, los misterios de la vida, las tradiciones ancestrales y las leyes por las que se tendrá que regir, las imposiciones de la tribu y los designios de su destino".

Este aprendizaje era severo y brutal, preparando al iniciado para los rigores de la vida y para las luchas que le esperaba.

    "Aquel que muere durante la fase de tránsito nadie lo llorará. En realidad no llegó a morir quien todavía no había nacido para la colectividad. Mejor; el clan no llegó a queda disminuido con la perdida de quien todavía no le estaba integrado".

En realidad no resultaba fácil conocer acerca de las particularidades de estas ceremonias. Debe tenerse en cuenta que estos ritos eran considerados secretos y a los iniciados se les amenazaba con la muerte en caso de cualquier indiscreción. Por otro lado las instrucciones y orientaciones que se impartían durante el proceso no sólo variaban de una región a otra, sino que también dependían de las tradiciones locales, el nivel de preparación de los instructores, el temperamento de éstos, del estado social e influencia cultural que incidían sobre los mismos. No era lo mismo las ceremonias que se efectuaban en el litoral islamizado que en el interior pagano.

Las ceremonias de iniciación comenzaban cuando los jóvenes arribaban a la edad de siete, ocho o diez años. La cantidad de aspirantes estaba en dependencia de las posibilidades de la familia para costear los gastos en que se incurría.

En una iniciación podían participar muchachos de diferentes edades y el número a iniciar podía ser de 50, 70 e incluso 100. El mejor tiempo para su realización era en invierno, cuando ya se había hecho la recolección de los productos del agro y en los graneros había suficiente maíz. Era la época del descanso y no había que preparar el terreno para los cultivos. Se podía disfrutar de la caza para que hubiese carne en abundancia. Las ceremonias se hacían cada dos o tres años.

Cuando había una cantidad adecuada para la iniciación, los jefes de familia se reunían para discutir el asunto y luego iban con una gallina de regalo y se lo informaban al jefe del poblado, Mwene o regulo. Estos entonces convocaban una reunión con los demás jefes, sus consejeros y personas importantes de la aldea, no sin antes haber consultado con su hermana mayor, la Piamwene, y con el curandero del pueblo.

Después de la referida reunión, donde se ultimaban los preparativos para las ceremonias, el Mwene enviaba a dos de sus consejeros para que avisaran al <> quien a su vez era el encargado de anunciar a todo el pueblo la celebración de una nueva iniciación a través de dos rabos de antílope que se situaban en un lugar público.

También el Mwene enviaba un mensajero a casa del circundador, invitándolo a la actividad para que ejerciera su función. Los mensajeros en estos casos siempre iban acompañados de una gallina, una azada, dinero para entregar a quienes iban dirigiendo el mensaje.

Las ceremonias se realizaban en el monte, en lugares recónditos y secretos, cerca de ríos o lagos y las cabañas eran construidas por los mismos jóvenes a iniciar o sus familiares.

Fijada la fecha se preparaban los lugares de los ritos, las cabañas, los instrumentos, los remedios tradicionales, los productos para las comidas, las listas de los jóvenes.

Se avisaba a los instructores, tocadores, bailarines y padrinos (Musina o Muathani).

Major A.D. de Mello Machado en su obra Entre los macuas de Angoche, nos relata cómo en las zonas del litoral antes de comenzar los ritos, propiamente dicho, tenia lugar una fiesta preparatoria denominada Hekalaua, la cual puede durar hasta cerca de un mes.

En estos toques participaban indistintamente hombres, mujeres y niños. Según De Mello, la fiesta sólo terminaba con la aparición de la menstruación en la mujer del Mwene. Este hecho tendrá un papel `preponderante en los preparativos rituales.

    "Luego que el fenómeno surge — señala el autor —, el Mwene se dirige a su casa y tiene relaciones sexuales con la mujer menstruada".

Afuera el toque alcanza su auge mayor. La gente brinca frenéticamente y vociferan indecencias, mientras la cópula se consume en un ambiente selvático. La algarabía continúa, el Mwene y la mujer, cumplido el coito ritual, van a lavarse los sexos y esta agua manchada de esperma y sangre menstrual, es el fluido sacramental que constituye el kuhare, el cual será llevado en cazuela al lugar de iniciación. Esta agua ritualmente contaminada es destinada a mezclarse con el agua y la comida que los iniciados tomaran durante las ceremonias.

Si la mujer del Mwene por vieja ya ultrapasa la menopausia, una joven será escogida para sustituirla en el ceremonial.

Hay regiones donde el paño con el que se limpiaban el sexo el Mwene y la mujer es reducido a cenizas junto a los pelos del pubis de ambos. Esta ceniza será mezclada con miel y lamida más tarde por los iniciados durante las ceremonias en el monte,

De Mello continua señalando otros ingredientes y hechizos necesarios para los ritos de iniciación como son:

El Mazoma, masa viscosa preparada con pedacitos de carne de los prepucios cortados en la anterior circuncisión, mezclados con miel y esperma humana.

El Ethuta, mezcla de harina de sorgo, depositada en un cementerio con las cenizas de los paños ensangrentados usados por las mujeres menstruadas.

El día que iban a comenzar las ceremonias en la casa de cada joven a iniciar la madre o el padrino procedía al rito preliminar del Ometxa, el cual consistía en cortarle el cabello a cada uno de ellos y después empolvarle la cabeza con harina.

Posteriormente se efectuaban las ceremonias propiciatorias a los antepasados. Estas ceremonias eran conocidas como Minepa y se realizaban de diversas formas. Existía una donde las personas se sentaban en semicírculo alrededor de un árbol o del lugar donde se ofrecía el sacrificio. Los participantes permanecían en silencio, mientras el oficiante pronunciaba la oración de sacrificio:

    Txontte, Apwiya Muluku!
    Opghitana Ni Minepa, Atata...
    Nuenxe Muru Mukiwehe Makhany
    Ayula Nnovahahuni Mmwakhele
    Matata Meli, Hiyo Niphwanyeke
    Murettele. Ephepela Nwakhele
    Ammiravo Ala Ekhale Nokumi
    Kinawinela Atata..! Osoma
    Erekereke Txontte, Txontte Atata
    Txontte, Ku, Ku, Tyontte.

    "Por favor, Señor Dios, junto con los antepasados, Dios.. levantaís la cabeza para nosotros verte y recibe este sacrificio que a vos ofrecemos con las dos manos, para que caminemos en paz. Recibe esta harina para que estos jóvenes salgan bien en las iniciaciones. Tíos..! que la iniciación corra bien. Por favor por favor tíos, tíos..! por favor, ku, Ku, por favor".

En cada familia donde había un iniciado el jefe de la familia (Atata) era el encargado de pronunciar esta oración mientras ofrecía a los antepasados un poco de harina, que una de las ancianas de la familia le entregaba en un cesto.

Había lugares donde el primero en ofrecer el sacrificio era el Muene, quien mientras regaba un puñado de harina en el suelo rezaba una oración:

    Perdón mi padre
    perdón mi padre
    que estos niños
    que van a ser iniciados
    salgan ahí sanos

Otra forma de rendir tributo a los antepasados era mediante el sacrificio de animales.

Transcurrido cierto tiempo después de los ritos a los viejos difuntos, rompía el Massoma, toque con el que se convocaba a todos los que aspiraban a iniciarse para la ceremonia de circuncisión.

Los muchachos salían de sus casas vestidos con una simple tanga. Había lugares donde se vestían con una corteza de árbol llamada Malaia y también se ponían una máscara Namami, los acompañaban sus familiares y padrinos.

Antes de la partida muchas veces las madres le entregaban a los jóvenes una calabaza vacía, diciéndoles que iban a participar en una fiesta donde se divertirían mucho y habría mucha miel (Orravó). Otras versiones dicen que a los jóvenes le untaban la calabaza con miel.

Por supuesto que esto tenía como objetivo desvirtuar a los muchachos de lo que realmente les iba a ocurrir.

Era así como los participantes en la iniciación se dirigían al punto de concentración situado generalmente cerca de la casa del Muene.

Antes de la circuncisión se efectuaba una danza en la que participaban familiares, invitados y pueblo en general, menos los iniciados. Esta danza se llamaba Mwanamá. El Mwene responsable de la iniciación, era quien daba inicio a la danza. Era él quien informaba a los presentes que la gran danza Mwanama marcaba el inicio de los ritos y enfatizaba que si alguien presente quisiera ver en los gestos y las palabras que ella contenga alguna ofensa grave debería retirarse. Aquí todos gritaban "Wopa Elulu" diciendo que oyeron y comprendieron. De esta forma comenzaba la danza.

Repentinamente pasaba por entre la multitud un bailarín, vestido de piel de gato salvaje agitando acompasadamente una maraca, dando brincos y cantando. A este se le iban uniendo uno a uno otros bailadores hasta formar una gran rueda. La danza se animaba con la llegada de los tres tambores del viejo cincuncidador, los cuales ritualizaban el toque Mwanama. Estos tambores se nombraban respectivamente Ekomá y Pethela. El repique musical llevaba al frenesí a los bailadores. Los solistas entonaban sus canciones y los presentes respondían a coro:

    "Esta es la danza del animalito (referencia al pene al que después de cortarle el prepucio queda como un animalito desollado). Las mujeres magnánimas dejarán a los hijos y los entregarán al cincuncidador "Mphira" para que le quiten la piel que es semejante a la de un animal despellejado".
Las canciones seguían siempre con referencia a la vida sexual:

    Ha, Ha! Las mujeres bien educadas tomarán un saco de apéndices de vulva y van a distribuirlos a casa de "los que tienen el recipiente sin tapa" (esto es la vagina desprovista de esos apéndices). Alusión mordaz a las mujeres que se descuidaron en hacerse el alargamiento de los grandes labios vaginales.

A esta altura del canto un solista pronunciaba los siguientes monosílabos altamente injurioso para las mujeres:

    Es roja.. Es roja!
    Es blanca... Es blanca! La entrada de las vaginas de las mujeres!
    El insulto es perdonado por tratarse de una canción de circuncisión.

Y así se iban diciendo otros cantos y la danza Mwánamá se prolongaba toda la noche.

De madrugada los iniciados (Alukhu) acompañados por los jefes de familia (Atatá), familiares más próximos, por el jefe de los instructores (Anamuku), el jefe de los padrinos (Maposiye), los ayudantes de los ritos y los tocadores, dejaban la aldea y se encaminaban hacia el campamento Orapantani o Mapatcani.


CEREMONIA DE CIRCUNCISION

Cada padrino acompañaba a su ahijado tapándole los ojos con las manos para que no vieran lo que le rodeaba ni el lugar de la ceremonia. El circuncidador "Nacanga" o "Namasoma" con la ayuda de sus auxiliares tiraba al muchacho al suelo y procedía a cortarle el prepucio (Ntusu) de un solo tajo con una pequeña navaja hecha de bambú. El grito de la víctima no se hacía esperar acallado por el ruido de los tambores que sonaban, en evitación de que se escuchara por otros jóvenes que a distancia aguardaban por lo mismo.

La expresión Otxipa Moro (apagar el fuego) servía para indicar la caída del cordón umbilical.

El padrino en esta ocasión consolaba al muchacho diciéndole que ya había pasado lo peor y que de ahora en adelante dejaba de ser un niño para convertirse en hombre. Efectuada la circuncisión se le aplicaba un remedio a la herida llamado "Mutupulo" obtenido de la cáscara de un árbol nombrado Mananqua, también se utilizaba un ungüento vegetal preparado con semilla de pepino salvaje y se le suministraba al mismo tiempo una bebida refrescante.

A partir del corte del prepucio los muchachos recibían el nombre de Alúkú. Llamarlo por el nombre anterior sería una ofensa. El término Alúkhu era usado en la vida social como una afirmación de la palabra de honor.

Después de cincuncidados, los jóvenes eran llevados para el Namaucua, cabaña colectiva donde los padrinos preparaban en el suelo pequeñas camas de hierba seca, en las que los circundados eran acostados con las piernas abiertas y los tobillos amarrados a dos pequeñas estacas para que no corrieran el riesgo de que durante el sueño se puedan lastimar.

Al amanecer las piernas le eran desatadas para que tengan normal movimiento.

También se utilizaba el amarrar a los jóvenes de pies y manos a una silla hecha de tiras de cáscara de árboles y palos.

Otro medio para evitar que la herida no roce con el cuerpo consistía en colocar en el pene del ahijado un tubo o argolla de hojas, amarrado a la cintura. Esta argolla se conocía con el nombre de Ekhara.

Otra vez reunidos todos los circundados, el circundador tomaba de un cuerno de antílope una pequeña porción de Etutha y lo pasaba por la lengua de cada uno de los iniciados. El Ethuha era un polvo hecho de la mezcla de prepucios de los muchachos circundados en años anteriores, con paños utilizados por las mujeres en período de menstruación, raíces de árboles y sal. A veces con estos ingredientes lo que se hacía era una harina con agua de Kuhare. Dicen que esto estaba dirigido a estimular la potencialidad sexual del hombre.

Era usual que durante el día los muchachos se sentasen en el suelo e hicieran polvo con las manos con el objetivo que le cayera en la herida y ayudara la cicatrización del pene.

Durante toda la estadía en esta cabaña los "Alukhú" no podían comer con sus propias manos, siendo sus padrinos u otros familiares quienes les llevaban la comida a la boca. Tampoco podían bañarse. La comida era llevada a la aldea por un hombre ya circuncidado o por una mujer con la menopausia, que la dejaba en las proximidades del campamento, pues a estas les estaba prohibido el acceso al lugar de las ceremonias.

La primera semana de circuncisión no era permitido lavar ni aplicar ningún tratamiento a las heridas. Estas iban secando aunque muchas veces se producían infecciones y hemorragias, que en ocasiones acarreaban graves consecuencias, incluso la muerte.

Terminada la semana los muchachos eran conducidos al río donde se bañaban y eran atendidos por el padrino.

El tratamiento resultaba tan doloroso o tal vez más que la misma operación del corte del prepucio, pues las postillas y las costras de tierras eran arrancadas. La herida era limpiada con agua y luego le echaban un polvo hecho con una hierba especial llamada Milala. Concluido el baño y el tratamiento, los mozos y no volvían a la misma cabaña.

Ahora eran llevados a otro albergue llamado Namuhkwa, también disimulada y escondida, donde tendría lugar la fase de instrucción, considerada la más importante de todo el proceso iniciativo.

Es aquí en este campamento donde los jóvenes eran iniciados en el conocimiento de la sabiduría popular, de sus mitos y leyendas, aquí aprendían sobre las tradiciones, la historia y las leyes del pueblo. Les eran enseñados los tabúes y normas de conducta a seguir ante los adultos, las personas de mayor nivel y autoridad, cuáles eran sus deberes y derechos ante la sociedad.

Las palabras de los instructores eran grabadas en la memoria de los iniciados a través de un lenguaje reiterativo y recitativo acompañado de representaciones corporales.

De esta forma los muchachos eran criticados, insultados, injuriados y hasta castigados físicamente, echándole en cara los errores, faltas e indisciplinas cometidas hasta el momento antes de la iniciación.

Las danzas y los cantos también se convertían en medios de enseñanzas. Mediante estos se les explicaba a los jóvenes por qué y para qué pasaban de la infancia a la adultez. Se les iniciaba en la educación sexual, o más exactamente, en la práctica sexual, a conocer valorar la anatomía femenina y las distintas formas para lograr una plena relación sexual, y por ende, una vida armónica y placentera.


LAS PROHIBICIONES SEXUALES (MWIKHO)

Los jóvenes que participan en los ritos de iniciación debían cumplir a siguientes preceptos (Mwikho) durante todo el tiempo de las ceremonias:

  • No podían bañarse con excepción de los baños rituales.
  • No podían comer alimentos elaborados por mujeres menstruadas.
  • El agua que bebían debía ser turbia.
  • No podían comer alimentos que por su color, tamaño o forma pudiesen asumir un valor simbólico: azúcar, plátanos, huevos y determinado pescado de color oscuro ni carne de gallina. En caso contrario, el pene no se curaba. También estaban prohibidas las comidas con sal por la semejanza de la sal (color blanco) con la esperma (virilidad).
  • No podían apartarse del campamento porque se encontraban en una situación de retiro absoluto en relación con el resto de la sociedad.
  • No podían recibir visitas de mujeres. Para practicar una cierta forma de ascetismo no se debían cubrir durante la noche para dormir.
  • No podían usar la ropa que vestían regularmente, debían andar vestidos con cortezas de árboles o casi desnudos. Los padres de los iniciados también eran obligados a observar algunas prescripciones rituales:
  • No podían bañarse durante el tiempo de la iniciación.
  • No podían vestirse con elegancia deben hacerlo humildemente.
  • No podían pintarse.
  • Debían comer comida sin sal.
  • No podían mantener relaciones conyugales durante todo el tiempo que durase la iniciación.

Los hombres que acompañaban a los iniciados durante los ritos (el jefe de la aldea, el jefe de la iniciación, los instructores, los padrinos, los ayudantes, los bailarines y los músicos) también eran obligados a la abstinencia sexual.

La prohibición más rigurosa, cuyo incumplimiento se pagaba con la muerte, era la de no divulgar los secretos de iniciación.


Campamento Mvera

Era un barracón construido con palos, bambú y hierbas cerca del anterior, el aquel antes de ser abandonado era destruido y quemado.

Esta nueva instalación se encontraba dividida en dos partes iguales por un tronco colocado en su parte central; ese tronco era conocido como Ekuluwe (puerco).

Es en la Mvera, donde los jóvenes permanecían dos, tres meses y más, hasta completar la cicatrización de las heridas; allí la vida es más llevadera, pues ya la alimentación era normal, aunque el agua seguía siendo contaminada por el kuhare. Los muchachos podían jugar, bañarse todos los días, danzar, cantar, salir de cacería.

En algunas regiones, después de los primeros días, con el auxilio de los padrinos los iniciados confeccionaban tangas y una capa larga hecha con corteza del árbol Nakotco. De este mismo material elaboraban una máscara que era coronada por dos salientes a manera de cuernos; los ojos y la boca eran pintados con carbón.

Este modo exótico de vestir, además de ser una exigencia ritual, servía para que los muchachos no pudieran ser reconocidos por nadie.

En el tiempo de estancia en este campamento, se repetían permanentemente las enseñanzas de las prácticas sexuales y se impartían nuevas enseñanzas útiles, como eran: artes manuales, hacer cestos, esteras de bambú y de caña, práctica de caza y pesquería. Cuando lograban cazar algun ave, le cortaban las alas y la colocaban como trofeo en un lugar del campamento. Durante este proceso también aprendían a enterrar a los muertos y hacer ofertas de sacrificios a los antepasados, pues antes de la iniciación los jóvenes no sabían atender los funerales ni podían ir a los cementerios. Tampoco invocaban a sus antepasados.

    "Dicen los viejos que hace mucho, mucho tiempo, para mejor enseñar a los Aluku la manera de tratar a los muertos, la aldea enviaba para el campamento alguien que sería muerto, o eran los propios Aluku que capturaban a alguna persona incauta que se hubiese aventurado en las proximidades de la Mvera".

Y la tradición oral todavía transmite actualmente que el curandero cuando escogía el local para la Mvera, destinaba un joven (habitualmente un esclavo) que debía morir para que fuesen enseñados a los jóvenes los ritos funerarios.

Los cráneos de estos muertos eran entregados más tarde al Mwene grande.

De cualquier forma, lo más usual era servirse de algún animal para estos ritos, preferentemente un ratón llamado Retxe que hacía las veces de cadáver humano.

Durante las ceremonias los muchachos andaban por los caminos; como no podían ver ni ser vistos por mujeres, anunciaban su presencia haciendo vibrar con una vara un rudimentario instrumento de cuerdas nombrado Mucaripo, que consistía en un arco estirado por una cuerda unido a una calabaza como caja de resonancia.Cuando las mujeres escuchaban el Mucaripo dejaban el camino libre a los iniciados.

En el distrito de Maúa, durante la estancia en el campamento Mvera los muchachos preparaban una lanza de bambú para el rito de la "prueba de lanza".

Salían del campamento y en un lugar del monte indicado por el instructor, cada cual tiraba su lanza contra un tronco que servía de blanco. Era una prueba marcial que al mismo tiempo encerraba un simbolismo, pues quien fallaría, tendría dificultades en su vida sexual.

Otra prueba consistía en el "rito del salto al puerco". Antes de llegar al río, los jóvenes preparaban un tronco y lo colocaban atravesado en el suelo, después en fila y corriendo iban saltando sobre él a una cierta distancia. Los que saltaban el puerco, pasaban de la infancia a la juventud, a la madurez. Después de este rito se producía un baño purificador.


Etapa final de los ritos de iniciación masculina

El final de los ritos era fijado por el curandero o el jefe de iniciación. En esa ocasión se juntaban los jóvenes, padrinos e instructores, alrededor de una fogata prendida en el centro del campamento. Durante toda la noche se bailaba y se cantaba al ritmo de los tambores. Todos los que de alguna forma habían participado en la realización de los ritos, también asistían a la danza de despedida. Alrededor de la hoguera también se daban consejos. Esa noche se le asignaban los nuevos nombres a los muchachos, que eran recibidos con exclamaciones de júbilo y gritos de alegría.

En horas de la madrugada, padrinos e instructores incendiaban el barracón y todos los instrumentos y objetos utilizados en la ceremonia.

Los iniciados, orientados previamente por sus padrinos, salían corriendo sin mirar para atrás y tapándose los oídos, no podían ver las llamas ni oír el crepitar de las hierbas y palos encendidos. Todo lo que vieron y oyeron es secreto que no podían divulgar. Se les amenazaba con la esterilidad y hasta con la muerte en caso de indiscreción.

Padrinos y ahijados se encaminaban hacia un río donde tenía lugar el último baño, el cual además de su valor higiénico, simbolizaba la purificación de la anterior vida infantil y el paso a la vida adulta.

Mientras los jóvenes esperaban en el bosque, los padrinos iban al pueblo en busca de ropa nueva y de otros medios para hacer una elegante presentación de sus respectivos ahijados, ya iniciados.

Los tambores sonaban, el pueblo se preparaba para la recepción de los nuevos hombres.

Finalmente los muchachos se vestían con sus mejores ropas y atuendos como collares en la frente y en el cuello. Los padrinos le entregaban el Moroshosho, especie de bastón de mando consistente en un palo de bambú con una maraca atada a la punta y de la cual pendían tres o cuatro plumas de gallina o pavo bravo.

Colocados en fila, cubiertos por un paño y guiados por sus padrinos partían los muchachos para la aldea agitando acompasadamente el Moroshosho. A su paso eran agasajados por la multitud que salía jubilosa a su encuentro.

Al llegar al sitio indicado para la conclusión de la ceremonia, generalmente la casa del Muene o una cabaña cercana, los muchachos se sentaban en fila sobre una estera y con los pies cubiertos por una tela. A una señal del jefe de la ceremonia la madre de cada joven se aproximaba a su hijo y procedía a descubrir primero el pie derecho y después el izquierdo, a fin de reconocerlo. Esto también significaba que su hijo ya podría caminar en la vida como adulto, ya tenía los pies libres y podía andar.

Si la madre había logrado a través del pie identificar a su hijo, la multitud presente estallaba en gritos y vítores de ¡Elulu! ¡Elulu!.

Concluidos estos ritos, los muchachos acompañados de sus padres y padrinos se dispersaban para sus respectivas casas, donde tendría lugar su presentación a la sociedad.

Al llegar a la gran cena final, el o los jóvenes iniciados se sentaban en una estera con el padrino al lado y por delante de ellos desfilaban todos los miembros de la familia, amigos y conocidos interesados en homenajear al nuevo miembro de la sociedad consagrado por los ritos de iniciación con animales, ropa, dinero, etcétera. Los que asistían a la comida lo hacían vestidos con sus mejores ropas, aretes, pulseras, collares y buenos paños. Hay que tener en cuenta que se trataba de la fiesta más importante de la sociedad macua. Los organizadores no escatimaban en distribuir comida y bebida.

En tal ocasión, al iniciado se le preparaba un plato confeccionado a base de harina de maíz y de gallina que comerá tratando de no masticar ningún hueso, porque éste servirá para un nuevo rito.

Así, la fiesta transcurría entre comida, bebida, cantos, baile y música. Mientras los invitados se diviertían, el joven recién iniciado y su padrino iban para un lugar fuera de la casa donde el muchacho hacía un hueco en la tierra y enterraba los huesos de la gallina que él comió.

Este era un rito alegórico a lo que él deberá hacer cuando se encuentre con los huesos de un hombre muerto por un animal salvaje.

Con esta gran celebración concluían las actividades, los ritos y ceremonias de iniciación de los jóvenes.


Agradecimiento al padrino

Transcurridos unos días después de las ceremonias finales, los iniciados salían de cacería en busca de un animal para ofrecer como obsequio al padrino, quien tan tenazmente participó en toda la larga jornada de iniciación.

Una vez capturada la pieza y entregada al padrino,éste la despedazaba y ponía una parte junto al árbol sagrado Mutholo donde la familia acostumbraba a reunirse y ofrecer sacrificios a los antepasados.

Era práctica tradicional que concluidas las ceremonias, los jóvenes iniciados, acompañados de sus familias, visitasen a los padrinos para agradecer todo lo que hicieron por ellos. Le llevaban regalos como gallinas, animales de cuatro patas y dinero. También los ahijados llevaban la vara kakala, confeccionada por ellos durante los últimos días de iniciación. Esta vara quería decir "hombre nuevo".

El padrino, al recibir el presente de su ahijado, cogía la vara y le decía al joven: en la vara kakala hay una fruta seca con tres semillas de diferente color: blanca, roja y negra. Los tres colores significan las fases del ciclo de la mujer (antes, durante y después de la menstruación) que tú debes respetar siempre.

En este encuentro de agradecimiento, el padrino generalmente relataba algunos momentos cruciales en la iniciación del joven y la conducta del mismo, cómo supo resistir las vicisitudes y asimilar las pruebas que lo hicieron hombre y lo preparan para la vida.


RITOS FUNEBRES

En el contexto cultural macua, la muerte no era considerada como el fin de la vida ni como ruptura del ciclo vital, sino como continuación de la existencia bajo otras formas y circunstancias.

    "La muerte es cambio de estado que supone, al mismo tiempo ruptura y continuidad. Con la muerte, el individuo adquiere nuevos elementos; pasa de un estado visible a un estado invisible; pasa de un estado pasajero a un estado definitivo; se transforma en antepasado de la sociedad adquiriendo nuevos poderes que le permiten actuar en beneficio de la comunidad; transformándose en intermediario entre el Ser Supremo y los seres vivos".

De acuerdo con Martínez Lerma para los macuas existía una muerte buena y una muerte mala. La muerte buena era aquella que se producía sin problemas, es decir, sin sufrimientos, a una edad avanzada, en la propia aldea y dejando una buena prole; muerte buena era la que se recibía sin dejar deudas pendientes, en presencia de los familiares más allegados y en santa paz con la familia y la sociedad.

La muerte mala era la que llegaba de improviso, cuando menos uno la espera, la que se producía de forma violenta o después de un largo sufrimiento, era morirse a temprana edad, siendo joven, un niño o un recién nacido, morirse sin haberse iniciado, con problema pendientes por resolver como podía ser el de una deuda o el de un asunto ante los tribunales, morirse viviendo en medio de una pésima situación económica, morirse sin amar o haber sido amado.

Para el macua el momento en el cual debe manifestarse mayor espíritu de solidaridad, cuando las personas deben mostrar mejor sus sentimientos, es precisamente ante la muerte. Se podía dejar de asistir a una ceremonia de nacimiento o de casamiento, se podía faltar a una ceremonia de iniciación o a la coronación de un rey; a lo que no se podía faltar nunca, so pena de ser estigmatizado para siempre como falso amigo o persona sin sentimientos, era a las honras o ritos fúnebres de un conocido.

Todos los vecinos, familiares, amigos se sentían obligados por la tradición a asistir a los funerales y a contribuir, ya sea de forma monetaria o ayudando en el quehacer del momento.

Si se trataba de alguien que se había suicidado entonces ese no merecía honor y por tanto no se realizaba ninguna ceremonia especial.

Las causas más conocidas de muerte por suicidio eran la esterilidad, brujería o haber parido varias veces niños muertos.

Una vez que se producía el fallecimiento de alguien se le informaba de inmediato a los familiares más cercanos y al jefe respectivo.

Por lo general, era el tío materno más viejo quien asumía la responsabilidad de los preparativos y ritos fúnebres o alguien especialmente seleccionado para tales fines. Siempre había quienes se encargaban de preparar el cadáver, de elaborar las comidas y de la preparación de la tumba.

Al fallecido se le cubría el rostro con un pañuelo, el cuerpo es envuelto en una sábana blanca y luego era colocado en el suelo encima de la estera que el difunto usaba para dormir. También era usual, en el caso de una familia pobre, envolver el cadáver en una estera hecha de caña nombrada Cangarra. Si se trataba de alguien con buenos recursos económicos, el cuerpo era depositado en una caja hecha de la parte más gruesa de una vieja palma, la cual era cortada para estos efectos. La caja se forraba con una sábana blanca y tapada con una tabla del mismo árbol. Esto no era muy común.

Llegado el momento del entierro, el cadáver era llevado en andas por cuatro personas si se trataba de un adulto, y por dos en caso de que el muerto fuese un niño. Los hombres iban al frente; atrás, a cierta distancia seguían las mujeres.

Cuando el cortejo fúnebre llegaba al lugar donde iba a ser enterrado el fallecido (Mahiye) el jefe de la familia u otro familiar del difunto penetraba dentro de la tumba y lo recibía por la parte de la cabeza, siendo ayudado en esta ocasión por una o dos personas.

La sepultura (Nihiye) usualmente tenía dos metros de profundidad, según la edad del fallecido. Hay lugares donde ésta se medía tomando el tamaño de un hombre en posición de pie hasta los hombros si se trataba de un adulto a quien se enterraba; si era un niño, la profundidad no debía exceder el ombligo de una persona mayor de edad.

Junto al muerto se sentaban, vestidas con ropa vieja, sin adornos ni coloretes, las mujeres de la familia y otras vecinas o amigas. Allí estaban todo el tiempo, lamentándose de lo ocurrido, sollozando en silencio o a gritos, preguntándole al difunto por qué se fue, invocando a los antepasados para que lo protegen a él en el más allá y a ellos aquí en la tierra.

Los hombres que asistían al velorio se reunían en un lugar de la casa, casi siempre en el patio y allí cantaban en forma de salmo con preguntas y comentarios dirigidos al difunto.

Había lugares donde estos cánticos se convertían en insultos y burlas por parte de personas que no eran del mismo linaje familiar. Existían casos en que intervenía un personaje al que llamaban Musukuru quien, ridiculizaba la vida del difunto y la de otros fallecidos e incluso la de algunos de los presentes.

El lugar donde iba a ser enterrado el muerto era seleccionado por el tío materno, casi siempre próximo o apartado de las poblaciones, entre los árboles del bosque, en casas toscas y dejadas al descubierto. Había nihimos que tenían su propio cementerio.

El cadáver, envuelto en un largo manto o sábana blanca era depositado en un nicho o cripta lateral que era hecha en el fondo, al lado izquierdo de la misma tumba, la cabeza era colocada hacia el occidente. A veces era colocada con posición de sentado o en la que acostumbraba dormir. Junto al fallecido eran situados la estera y la manta que usualmente utilizaba para dormir y otros objetos personales. Se dice que con ello se indicaban dos cosas: el difunto abandona definitivamente esta vida, por lo que no se puede tocar ninguno de sus objetos personales; el difunto inicia un viaje para el mundo de los antepasados, por lo que necesita de cosas para que el camino le sea más fácil. Finalmente la tierra se echaba sobre la fosa (no sobre el cadáver).

Concluido el entierro, los que asistieron se detenían en el cruce del camino más cercano a la casa del difunto, los hombres que lo sepultaron eran los primeros en ser purificados. Para ello extendían las manos y en ellas le eran colocados remedios hechos de pedazos de raíz de un árbol llamado Mpiche y las hojas de un arbusto conocido por Mlata Mata, además de sal y ceniza. Con esta mezcla se lavaban las manos y el cuerpo.

Esto es para que puedan tener relaciones sexuales con sus mujeres después de haber asistido al entierro. De lo contrario, contraerían una enfermedad llamada Imhuco (hinchazón del cuerpo). Esta primera purificación también la reciben la mujer o mujeres del difunto.

En algunas regiones los participantes en el entierro de regreso a la población se lavaban la cara y las manos con una sustancia denominada Mipilapili y esperaban por el Macuto, festín en el cual las personas íntimas no podían participar, a no ser en las danzas que le seguían.

Finalizado el festín, la vieja que dirigía los funerales danzaba frente la casa del fallecido. Pasados los días, los parientes plantaban un árbol de fruta, mangos, naranja o palma, del cual la vieja Nharrubi podrá obtener un fruto cuando nazca.

En otros poblados esta tradición era distinta.

Llegados a la casa del fallecido, después del entierro, uno de los más viejos de la familia preguntaba a todos si enterraron al muerto y si tenían algo que decir o si vieron algo anormal durante las ceremonias. Si no recibía respuesta a su pregunta entregaba una cazuela de agua fría donde todos los asistentes lavaban sus manos y seguidamente les servía la comida. Terminada la cena las personas que no son de la familia regresan a sus respectivos hogares mientras los familiares permanecían en la casa del difunto llorando su pérdida durante tres días y el Messucuru (responsable del entierro), les cortaba el cabello en señal de luto. Como muestra de solidaridad, amigos y conocidos visitaban la casa llevando presentes y manifestando su pésame más sentido.

El luto también tenía su variante según el grupo o región, lo único en común era el corte del cabello obligatorio para todos los familiares. Duraba normalmente un año, en Angoche era de tres lunas para las mujeres y de cuarenta días para los hombres. Durante ese tiempo las mujeres sólo podían salir a visitar familiares y no pueden usar collares ni ningún tipo de adorno, tampoco deben cubrirse los senos cubrirse los senos. Todos los familiares usan ropa vieja y llevan puesto un paño blanco en el cuello, el brazo o la cabeza. En algunos lugares, al tercer día del entierro es realizada la ceremonia del corte del cabello, en otros, esto se hace el primer día del fallecimiento.

Al cabo de treinta o sesenta días, según sea la voluntad de la mujer o mujeres, el primo o sobrino del fallecido purificará a la viuda teniendo relaciones sexuales con ella. Si el difunto tenía varias esposas, solo la primera será purificada y esta a su vez le entregará a las demás un brebaje llamado Napalapala, hecho de raíces cocidas con sal, para que bebiendo éste queden libres del luto. La purificación de la viuda principal también puede hacerse a través de un remedio denominado Calicutula.

En otras regiones, transcurrida una semana o doce días tiene lugar el toque de luto, celebrado con abundante cantidad de bebida, comida, danzas y cantos.

La primera distribución de comida y bebida es para el muerto, la cual es colocada a la cabeza del sepultado

    "... sabemos de un europeo de espíritu borrachín (divertido) que comentaba el hecho a un negro diciendo que el muerto ya no podía comer. La respuesta no se hizo esperar: Tampoco puede oler y el blanco le pone flores en la sepultura".

En algunas zonas, la viuda regresa al caserío acompañada de los parientes más próximos, generalmente el cuñado, y allí permanecen durante cerca de una semana. Terminado este tiempo aparece el Makulukano sólo o en unión de otros familiares trayendo nueva ropa para la viuda y el referido cuñado. Ambos, en un lugar apartado y durante la noche, se dan un baño y cambian de ropa. Esta es la segunda purificación. La ropa vieja es enterrada. Dentro del bohío continúa la posterior ceremonia. El cuñado rapa la cabeza de la viuda, y ésta a su vez con la misma navaja corta los cabellos de su acompañante.

Existe una ceremonia que se celebra cuarenta días después del fallecimiento y consiste en una gran fiesta, la cual dura uno, dos o tres días. Durante la misma se come, se bebe y se baila. También se distribuyen algunos objetos que pertenecían al difunto, la casa donde éste vivía era destruida o quedaba en manos de la viuda. El Messucuru recibía la gratificación por su responsabilidad en el entierro que podía ser en dinero, gallinas, pierna de chivo, etcétera. Messucuru podía ser cualquiera, pero solo una vez en la vida.


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