Cuba

Una identità in movimento


Mariana Grajales Coello: Madre de la Patria

Leyda Oquendo Barrios


Mariana Grajales Coello, Madre de la PatriaPocas veces se toca el espíritu de la Patria con la esplendidez que alcanza en Mariana Grajales.

¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se escribe de ella es como de la raíz del alma, con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto?, diría Martí.

En este siglo que finaliza, hace ya algunos años que se viene librando una batalla singular y es la de colocar a la mujer en una posición que le permita llevar su género, su condición femenina al lugar que se le ha escamoteado, sin embargo, hay precursoras que con su vida y obra han roto, aun sin proponérselo, el silencio que sobre la mujer siempre se ha tratado de imponer. Mariana Grajales Coello ha sido vanguardia sobre el ostracismo que la preponderancia masculina ha impuesto. Ella, de forma natural, lo ha roto para estar presente una y otra vez como patriota y símbolo de lo que es capaz de hacer una mujer por sus ideales.

Una vez notó a su hijo, el Lugarteniente General del Ejército Libertador Antonio cabizbajo por la falta de recursos y armas para volver a Cuba, y así le habló:

... levanta la cabeza, que es la hora de mirar para arriba. Tendrás todo lo que necesites y triunfarás, porque amas a Cuba con pasión desesperada y ese amor omnipotente te encadena a la libertad de ella y a la gloria.

El verbo de Mariana, su palabra, fue siempre atinada y oportuna, verdadera maestra, fue capaz de crear una tropa de hombres y mujeres integrada por sus hijos e hijas, por su esposo, por sus hermanos y muchos que al calor de su patriotismo tomaron el camino del combate.

Pero, ¿qué condiciones permitieron que surgiera una Mujer-Epopeya en Mariana?

El historiador Leopoldo Horrego en su libro Maceo. Héroe y carácter responde esa interrogante al valorar la probidad y los principios morales de sus padres, José Grajales y Teresa Coello. De esa unión nació Mariana. "Le tocó vivir una época de hiriente hostilidad a su raza... de inhumana represión esclavista", eran años en que los esclavos y esclavas se sublevaban una y otra vez, en que la atmósfera de revolución se respiraba. Mariana desde muy joven vivió inmersa en el sufrimiento de la patria oprimida.

Cerca de su casa en la oriental ciudad de Santiago de Cuba, a diario escuchaba los alaridos de los cimarrones, aquellos hombres y mujeres que se escapaban del sistema esclavista que defendían su libertad a toda costa: Esa fue su escuela.

Siempre que pienso en Mariana Grajales, esa mujer inmensa, me estremezco, creo que estoy frente a quien deshizo mitos, y enderezó el sentimiento materno por caminos tan firmes que alcanzó la cima del amor; Mariana formó a combatientes, les adiestró la conciencia, les enseñó a sentir que por arriba del hecho mismo de la vida estaba la Justicia, la Libertad, la Patria...

Entonces puede hablarse de gestos, de anécdotas, de referencias que demuestran su temple, y es válido, pero Mariana Grajales fue mucho más que madre de los Maceo (Baldomera y Dominga) y de los Regüeiferos, sus hijos con Fructuoso, el primer esposo, muerto antes de comenzar la lucha libertaria en 1868.

Fueron trece en total, once hombres y dos mujeres, sólo uno de ellos no combatió porque muere antes de iniciarse la contienda. El resto, con ella a la cabeza, en octubre de 1868 se fue a la manigua. Llevaba consigo Doña Mariana a su continuadora, la gran María Cabrales, esposa de Antonio, en cuyo seno, al decir de Martí, iba un "huevecillo de Hombre", y en brazos a la pequeña María de la Caridad. Por fuerza hubo que ser de acero para salir intacta diez años después, y de eso fue esa forjadora.

Sólo alguien excepcional — bajo bala y metralla, a sable y machete cruzados por la empuñadura — cuando un hijo cae prepara al que le sigue para que no haya vacío en los puestos de lucha. Fue así diez años: el esposo querido — el sargento Maceo — muere gloriosamente en las tropas de Antonio; Julio, con poco más de quince años alzando su estatura a la cumbre de los mártires; Miguel, Teniente Coronel de veinte años, guerrero indetenible, cae machete en mano en Cascorro; y antes Justo — el más joven de los Regüeiferos, ya Capitán — pierde la vida bajo la fusilería española. Y José, Fermín, Antonio, Rafael, Felipe... Diecinueve heridas marcan el amplio pecho del General José; veintiuna el del Mayor General Antonio.

Ninguno de los hijos de Mariana se rindió al enemigo, las mujeres tampoco. Antonio fue sujeto, encarnación, vocero de todos los Grajales, cuando dispara duro la Protesta de Baraguá y se niega a aceptar una paz sin independencia. Sin libertad, sin abolición de la esclavitud no cabía ningún pacto con el enemigo. Mariana otra vez con su tropa, "Generala Mambisa", parte a la emigración revolucionaria. Tiene 70 años.

Muchos años antes acunó a estos hombres y mujeres con una tonada ingenua y peligrosa donde su voz cantaba:

Si nace libre la hormiga,
la bibijagua y el grillo
sin cuestiones de bolsillos
ni español que los persiga
a ir a la escribanía
a comprar su libertad
y yo, con mi dignidad
¿ NO seré libre algún día...?


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Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia

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