Cuba

Una identità in movimento

Nota histórica sobre los Lucumí (Parte I)

Rómulo Lachatañeré



Entraron en Cuba, bajo la denominación de lucumí, los esclavos procedentes de África Occidental que habitaron el extenso reino de Oyo, y pertenecientes al stock yoruba, uno de los más importantes grupos tribales de esta zona africana. Este vocablo lucumí actualmente persiste para designar las supervivencias de las costumbres y otros rasgos culturales yoruba, vaciados en la amalgama de las variadas tribus africanas que afectaron el país durante el período esclavista, motivo éste que nos inclina a establecer una identidad remota entre el reino de Oyo y el de Ulkuma o Ulkami, de donde, es muy posible, procedieron los primeros esclavos yoruba traídos al Nuevo Mundo.

El profesor Fernando Ortiz, iniciador de los modernos estudios afrocubanos, fue quien, por primera vez, identificó las supervivencias lucumí como procedencia yoruba; pero no contando con informaciones exactas, incurrió en algunas inexactitudes, las cuales, lejos de desmerecer su valiosa contribución, nos han servido de norma para corregir, en la medida de lo posible, aquellas fallas de nuestro profesor, y contribuir con nuestra modesta aportación al esclarecimiento de la procedencia de los lucumí.

Era tarea difícil en los momentos que el profesor Ortiz inició sus estudios catalogar, en una clasificación adecuada, a los esclavos de acuerdo con su procedencia tribal o geográfica, que se desplazaron en la Isla. En la mayoría de los casos había que atenerse a informaciones dejadas por los hombres empeñados en el tráfico, colectadas de modo muy superficial por los escritores coloniales, los cuales, por la misma extensión que tomó la trata, no tenían noticias claras de los esclavos llevados a los barracones de la costa africana, los que en su mayoría procedían de regiones distantes y desconocidas, en lo absoluto, por los traficantes que comerciaban con los pueblos del litoral.

Como consecuencia de esto, la designación etnográfica dada al esclavo carecía, muchas veces, de valor o, al menos, estaba en desacuerdo con su real procedencia. Añádase a esto que los cargamentos humanos llegaron a convertirse en una mercancía que se depreciaba en los mercados del Nuevo Mundo, y la nomenclatura etnológica se guiaba por el rendimiento, carácter belicoso, sumisión, etc. de tal o cual tipo de esclavo, lo que debió de inclinar a los negreros engaño, vendiendo unos esclavos por otros, dando preferencia a aquellos que eran más solicitados por su rendimiento.

Mientras los siervos procedían de regiones donde, desde muy temprano, se establecieron factorías, como San Salvador, en el Congo, Wida en la llamada Costa de los Esclavos o las establecidas en la zona del río Gambia, el traficante podía dar la procedencia de sus mercancías; pero cuando los esclavos procedían del interior, había que dar crédito a la palabra de los traficantes nativos, cuyos testimonios no fueron exactos, o valerse de las inexactitudes geográficas de aquel tiempo.

Otro inconveniente lo presentaba la diversidad de naciones europeas empeñadas en el tráfico. En el caso de Cuba, cuyos esclavos, hasta los inicios del siglo XIX, fueron obtenidos principalmente por medio de traficantes ingleses, portugueses y franceses, y mas tarde, cuando por la libertad que España dio a la trata, los subditós de esta nación comenzaron a traficar abiertamente con negros, pero ya en un período en que se iniciaba la persecución inglesa, es dé suponerse que las extracciones de esclavos se hicieron de modo irregular, a la vez que se obtuvieron en factorías clandestinas de distintas naciones. Esto imposibilitaba que los esclavos entraran en la Isla con una designación etnográfica clara, porque,, procedentes de distintas factorías, eran bautizados de acuerdo con el mercader que los vendía, el cual a su vez designaba a sus esclavos de acuerdo con las peculiaridades idiomáticas producto del desconocimiento de los dialectos africanos y también de sus vágos conocimientos de la geografía del territorio donde actuaba.

Esto traco como conseguencia que entraran, no sólo en Cuba sin en otros países del Nuevo Mundo, esclavos procedentes de una misma región con distintas designaciones. El caso de los yoruba es suficiente para explicar esta confusión. Mientras éstos fueron conocidos en Cuba como lucumí, en las Antillas francesas se les designaba como ayois distinguiéndolos de los lagos, los cuales, como se conoce eran los mismos. Más crecía la confusión al cotizarse los esclavos en los baraccones del Nuevo Mundo. Allí no sólo se alteró la designación etnográfica a causa de circunstancias comerciales, sino que ésta sufría como consecuencia de la mayor ignorancia de los traficantes; de donde nacen denominaciones tan caprichosas como las de ziguato, campeche, arriero, etc., encontradas en Cuba.

Bastan los inconvenientes apuntados para estimar lo dificultoso que es establecer una procedencia etnográfica de los esclavos en Cuba, y añadase a'esto que circunstancias de carácter histórico y social marcaron importantes cambios en la geografía de África Occidental, donde unas veces las emigraciones tribales y otras las guerras, han borrado del mapa pueblos o clanes y quizás hasta tribus, hoy encontradas entre los nombres con que se designaron los esclavos. Y por último, el ya mencionado desconocimiento de los dialectos por parte de los traficantes alteró la terminología etnográfica, cuyos nombres o corrupciones de los vocablos aplicados a los siervos, son imposibles de identificar de acuerdo con la etnografía moderna de África.

Así que para estudiar a los lucumí debemos de tomar en cuenta todos estos factores si queremos llegar a conclusiones cercanas a la verdad, en lo que respecta a la determinación de su procedencia, y explicarnos el porqué de que siendo extraídos, en su mayor porcentaje, del territorio Yoruba en una época en que ya se tenía bastante conocimiento de esta zona de la trata, dicha denominación persistió; es decir, se les consideró como procedentes de un reino del cual se tuvo conocimiento en los albores de los descubrimientos geográficos de África, siendo más tarde borrado de la geografía, y cuya mención no la encontramos a no ser en los antiguos tratados, y que más tarde aun desaparece de las tradiciones recogidas entre los nativos yoruba y otras fuentes de información moderna. Tal es el reino de Ulkuma o Ulkami, cuyo florecimiento económico parece datar de la fecha que se atribuye a la unidad de los pueblos yoruba bajo la hegemonía del reino de Oyo.

La sola presencia de los lucumí en Cuba, cuyas tradiciones se han identificado como de procedencia Yoruba, nos inclina a pensar que el reino de Ulkuma no fue otro sino el de Oyo, el cual hubo de llegar al conocimiento de los portugueses bajo el anterior nombre. Ya por el año 1505, los primeros exploradores portugueses tenían conocimiento de los yoruba e hicieron mención de su poderío; así Pereira nos dice que "... East of Benin 100 leagues in the interior, there is a people with a King called Likasagui, Lord of many and possessed of great power; also another power whose chief among the Negroes is like that the Pope among us"(1), cuya descripción indudablemente corresponde a Oyo.

Más tarde, de acuerdo con las tradiciones recogidas por el reverendo Johnson, nos encontramos con que en el reinado del alafin Obalokun Erin, en el año 1580, los yoruba tenían relaciones con los portugueses. De este modo dicho autor africano dice:

The king was said to be in friendly relations with the King of France (probably Portugal), with whom he had direct comunication. It was said that the king sent 800 messengers with presents to that Europcan sovereing, but that they were never heard of again(2).

Sin tratar de discutir la autenticidad de esta información que supone que, los portugueses esclavizaron esta muchedumbre de mensajeros, debemos presumir que la presencia de los lúcumí en el Nuevo Mundo debió de originarse en incidentes de tal naturaleza.

Fuera de estos datos, las tempranas noticias que tenemos de las relaciones de los yoruba con los europeos son muy escasas. En el siglo XVII, en su tratado de geografía aparecido en el año 1668, Olfert Dapper nos ha dejado una descripción muy exacta del reino de Ulkuma, la cual es como sigue:

The Kingdom of Ulkuma or Ulkami, a mighty country, lies to the East of Arder between the kingdoms of Arder and Benin in the North east, bur does not reach the sea. From this Kingdom many slaves, who have either been captured in war or been reduced to salvery for misdeed, are brought to Little Arder [Porto Novo] and there sold to the Dutch and Portuguese, who take them to the West Indies. Boys are circumcised there after the Mohammedan fashion. The girls are also cut in a particular way; for when they reach their tenth or eleventh year, a stick on which ants are put, is placed in their privy parts, to eat away the flesh and even fresh ants are added so that is should be eaten away the more quickly(3).

Talbot sospecha que este reino corresponda al de Oyo. únanse a esta sospecha los anteriores datos que hemos mencionado, y nos inclinaremos más y más a reconocer la identificación de ambos reinos.

Otras noticias tenemos, procedentes de los traficantes establecidos en — la costa occidental de África, como la mención que hace Barbot copiando, como es sabido, las versiones obtenidas por el referido Dapper, el cual, al mencionar a Ardra, se expresa de este modo: "... The Ardrasin do so little value their own that they rather use Ulkami language; which they are studious to learn, as being in their opinion far more elegant and sweet…"(4), lo qué significa la influencia ejercida por los yoruba sobre sus vecinos. Esto también puede ser la razón de su corto porcentaje en los barracones durante los primeros tiempos de la trata, a la vez que es un indicio para estimar que los yoruba, a pesar de su escasez en los mercados, fueron vendidos como lucumí. Lo más lógico es que digamos que, por aquel entonces, los esclavos yoruba procedían del reino de Ulkami.

Las noticias obtenidas por los viajeros que visitaron el interior de África, en la zona de la trata, no nos son del todo satisfactorias, sino que se prestan a gran confusión, alejándonos de la identidad entre 0yo y Ulkami. Entrado el siglo XVIII no volvemos a encontrar mención alguna de dicho reino, a no ser que lo veamos señalado en algunos mapas relativamente recientes, como el que aparece en la edición alemana de la obra del francés Labarthe del año 1803(5), lo que nos brinda poca luz, ya que, por el desconocimiento que entonces se tenía de África, estas cartas geográficas fueron copiadas de los mapas antiguos, defectuosos a lo sumo, por ser confeccionados por tanteos y de acuerdo con informaciones obtenidas entre los nativos.

Y en lo que respecta a los datos geográficos que puedan darnos alguna luz, digna de mención es la referencia que de los yoruba ha hace el soberano y geógrafo Bello de Hoossa(6). A pesar que éste, al estimar a Oyo como el reino de Yarba no hace mención de Ulkami, su modo de plantear la cuestión nos sirve de ayuda para demostrar la identidad entre Oyo y Ulkami. La mención que de Yarba hace Bello de Hoossa fue encontrada en un manuscrito obtenido por el capitán Clapperton, la cual transcribimos en atención a su gran interés:

Yarba is an extensive province, containing rivers, forest, sands, and mountains as also a great many wonderful and extraordinary things. In it the talking great bird (parrot) is found. By the side of this province there is a anchorage or harbour for the ships of the Christians, who used to go there and purchased slaves. These slaves were exported from our country, and sold to the people of Yarba, who resold them to the Christians.

The inhabitants of this province (Yarba), it is supposed originated from the remmants of the children of Canaan, who were of the tribe of Nimrod. The cause of their establishment in the west of África was, as it is stated, in consequence of their being driven by Yaarooba, son of Kahtan, out of Arabia, to the western coast between Egypt and Abyssinia. From that spot they advanced into the interior of África, till they reached Yarba, where they fixed their residence. On their way they left, in every place they stopped at, a tribe of their own people. Thus it is supposed that all the tribes of Soodan who inhabit the mountains are originated from them; as also are those inhabitant Ya-ory. Upon the whole, the people of Yarba are mainly of the same description of those of Noofee Nupe(7).

A pesar de las diferencias de nombres, la descripción de Bello de Hoossa concuerda bastante con la dada por Dapper. ¿Por qué no considerar los dos reinos como uno mismo? Lo que ocurre es que a partir de este preciso momento, en lo adelante no nos encontraremos con menciones que faciliten nuestra identificación. Está ya señalada la decadencia de Yoruba; así cuando Lander visita la metrópoli de Oyo se encuentra con "a large dull city" arruinada por las intensas luchas que desmembraron tal reino, en cuyo despedazado territorio se aplicaron los conocimientos de etnografía moderna que nos han proporcionado el más precioso material para el conocimiento de este importante grupo tribal(8). Pero el reino de Ulkuma o Ulkami quedó silenciado bajo las cenizas del fuego que destruyó la famosa nación.

En fecha muy anterior, en la primera mitad del siglo XVIII, . uno de los primeros viajeros que visitó el interior de África partiendo de la costa occidental¡, el capitán William Snelgrave(9), tuvo noticias del reino de Oyo. En el año 1727, este capitán estuvo en el reino de Dahomey, y en su capital se encuentra con un "Portuguese gentleman", prisionero del rey de Dahomey, que lo informa sobre la nación de los I-oe, los cuales eran los propios yoruba, cuyas noticias, sin aclararnos nada acerca de Ulkami, han servido mucho para el estudio de los dahomeyanos, a la vez que nos ponen en evidencia el poderío alcanzado por los yoruba en aquella fecha, el cual los convertía en uno de los primeros factores de¡ tráfico de esclavos en la costa de África conocida bajo este nombre.

Norris(10), un viajero contemporáneo de Snelgrave, huésped del soberano dahomeyano Bossa Ahadeee, también tuvo noticias de los yoruba pero los conoció bajo la denominación de Eyeos. Más adelante, entrado el siglo XIX, el capitán John Adams(11) menciona este reino con el nombre de Hios, hablándonos de su poder y el modo que realizaba su comercio, pero sin más datos aclaratorios.

Es posible que las denominaciones usadas por estos viajeros sea corrupciones del término Oyo, debido a que los informantes, dahoimeyanos en los dos primeros casos, desconocían los dialectos yoruba pero, en general, conocían un país cuyo nombre, a pesar de su desconocimientos lingüísticos, no correspondía al término Ulkami o Ulkumi obtenido de los portugueses. Así es muy posible que esta designación tenga, como la de Calabar o Kalbary dada al grupo tribal lbo-ibibio-ekoi, un origen puramente europeo — en este caso portugués —, y que por circunstancias aún oscuras en la historia de los yoruba, su permanencia geográfica en lo que a la designación se refiere, cesó en un período desconocido por nosotros.

El mismo Snelgrave que, como hemos visto, conoció a los yoruba bajo el nombre de I-oe, habla de los lucumí llamándolos lukkamies, de acuerdo, según todas las posibilidades, con dos versiones distintas que obtuvo de un mismo país: una procedente de fuentes africanas y la otra a través de los europeos establecidos en la costa.

De suerte que, para llegar a una conclusión, debemos de aceptar la identidad entre Ulkami y Oyo partiendo de las posibilidades que existen de que la designación Ulkumi o Ulkuma procede de fuentes europeas; hipótesis que mantendremos hasta tanto una revisión del problema nos proporcione datos aclaratorios de mayor validez, los cuales deberán de estar basados en la división política qque prevaleció en el territorio Yoruba en la época del poderío de Oyo, la cual quizá nos dé la definitiva respuesta.

En lo que respecta a los esclavos lucumí en el suelo de Cuba, éstos alcanzaron gran preponderancia, ejerciendo una fuerte influencia en la amalgama de los pueblos africanos que afectaron la Isla. Escritores de la época colonial, dadas sus relevantes cualidades, les prestaron gran cuidado, estudiándolos, en atención a los pocos datos con que contaban, con bastante precisión. Así, José María de la Torre(12) nos dice que eran los esclavos

... traidos de la Costa de los Esclavos, pero que parece que proceden del Sudán; constituyen el mayor número y se distinguen por rayas marcadas en sus cachetes; son fuertes para el trabajo, pero indómitos y propensos al suicidio.




Parte I — Parte II



Tomado de: RÓMULO LACHATAÑERÉ, El sistema religioso de los afrocubanos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, pp. 149-163 (or: en la revista Actas del Folklore, Boletín Mensual del Centro de Estudios del Folklore del Teatro Nacional de Cuba, La habana, febrero de 1961, año 1, no. 2, pp. 3-10)


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