Cuba

Una identità in movimento

La aparición de un nuevo orden

Jordi Satorra



Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder.
No será como en el 95 que vinieron los americanos,
se hicieron dueños de esto, intervinieron a última hora...
No será como en el 33, que cuando el pueblo comenzó a creer que la Revolución se estaba haciendo,
vino el señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder...
No será como en el 44 que las multitudes se enardecieron,
creyendo que al fin habían llegado al poder y los que llegaron al poder fueron los ladrones.
Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas.
¡Esta vez sí que es la Revolución!
(Fidel Castro, Santiago de Cuba, 1 de enero de 1959)


Desde su primer discurso a su entrada en La Habana Fidel da un giro inesperado y a la vez esperanzador a la historia de CubaFidel galvanizó a su audiencia con su oratoria reforzada por un sentido de la justicia social desconocido hasta entonces. Dos principios dotaban de dirección al nuevo régimen que se estaba formando: justicia social y soberanía nacional. En su primer discurso pide mano dura con los partidarios del régimen corrupto de Batista, en su mayoría mafiosos y delincuentes que no hacían otra cosa que constituir una seria amenaza a la estabilidad del naciente nuevo orden con su presencia. Se celebraron muchos juicios sumarios en ese tiempo en el que cientos de acusados de crímenes contra el pueblo cubano fueron condenados a muerte.

A partir de estos hechos se arrogan los más acérrimos opositores del régimen de Fidel la facultad de llamarle asesino, aunque tal acusación es cuando menos grotesca proviniendo de gentes que defienden un orden social que se apoyaba de forma generalizada en la corrupción y el crimen. Posteriormente los oponentes de Castro han intentado hacer pasar por disidentes políticos a quienes en realidad fueron juzgados por crímenes de gravedad significativamente mayor que la simple divergencia ideológica (la típica retórica de la oposición anticastrista que nos da una versión distorsionada de la realidad a base de beatificar a unos y demonizar a otros según su conveniencia).

Pero el discurso de Fidel no solo nos trajo este elemento de severidad a la hora de castigar a los culpables. trajo también la proclamación de un verdadero programa de justicia social. Fidel nos habla de igualdad entre hombres de diferentes niveles sociales, de diferentes razas. Se alza contra la injusticia que sumía a la mayor parte de la población en la miseria, y así nos habla en su discurso de la obligación de acometer una obra de carácter social que iba a asumir el nuevo régimen. El joven comandante de 32 años nos habla con su fenomenal oratoria de sanidad para todos, alfabetización para todos, enseñanza gratuita para todos... Nos habla de distribuir las tierras, acabando con la injusta situación donde unos pocos parásitos acaparaban grandes latifundios, nos habla de viviendas gratuitas, en una sociedad donde los especuladores sumían a la población bajo el yugo de asfixiantes arrendamientos (los que podían permitirse pagarlos). Y lo más maravilloso de todo es que Fidel fue capaz de convertir en realidad todos estos sueños en muy poco tiempo. Cuba se convirtió en un ejemplo moral que intentó emularse en muchas partes del mundo pero jamás con éxito.


Destinado a liderar Cuba

Se suele simplificar muchas veces el camino que llevó a Fidel al puesto de líder indiscutido de la nación cubana, pero lo cierto es que los acontecimientos políticos que desembocaron en esa situación revisten cierta complejidad. Téngase en cuenta que las fuerzas que derrocaron a Batista en enero de 1959 tenían un mando múltiple, que Fidel supo unificar en torno a su persona, hasta el punto que en adelante los términos Fidel, Patria y Revolución llegarán a convertirse en una tríada indisociable. Es en torno a este formidable personaje que ha llegado a consolidarse una Cuba capaz de resistir el acoso de la mayor potencia mundial durante cuatro décadas.

El 28 de diciembre de 1958, a las puertas del triunfo, se anuncia la constitución de un Gobierno provisional presidido por Manuel Urrutia Lleó. Este Gobierno toma como primera providencia el desconocimiento de la junta de Gobierno presidida por Eulogio Cantillo, que se hizo con el poder en La Habana tras la marcha de Batista. En Santiago de Cuba se proclama oficialmente a Urrutia presidente de la República de Cuba, y la primera medida que se toma es el nombramiento de Fidel Castro como Jefe de las Fuerzas Armadas, cargo en posesión del cual hace su entrada triunfal en La Habana el 8 de enero después de una marcha en triunfo a través de toda la isla. El Congreso y la Corte de Urgencia son abolidos, y todos los gobernadores, alcaldes y concejales destituidos. Es nombrado primer ministro José Miró Cardona y se anuncia un periodo de tiempo de dieciocho meses de Gobierno por decreto. En este contexto es que se inician los procesos contra los partidarios de Batista. En Febrero se aprueba una Ley Fundamental que sustituye la constitución de 1940, derogada años atrás por el régimen de Batista. Miró Cardona renuncia a su cargo, y Fidel Castro pasa a ocupar el cargo de Primer Ministro al tiempo que su hermano Raúl asume la jefatura de las fuerzas armadas, cargo que ostenta en la actualidad.

El 17 de julio, a causa de sus disidencias con Urrutia, Fidel renuncia a su cargo, iniciativa que acaba obligando a Urrutia a renunciar, debido al enorme apoyo popular con que cuenta el comandante. Le sucede Osvaldo Dorticós Torrado, que es nombrado Presidente por el Gabinete. En la Plaza Cívica de La Habana, una concentración popular de medio millón de personas piden el regreso de Fidel, que vuelve a ocupar su cargo de primer ministro. Esta situación se mantendrá hasta que el 24 de agosto de 1961 el Consejo de Ministros designa a Fidel Castro Presidente provisional de la República, en ausencia de Dorticós, que asistía a la Conferencia de Países no Alineados de Belgrado. Desde este momento Fidel es oficialmente el líder oficial e indiscutido de la República de Cuba.


Las relaciones con EE.UU. se deterioran

Fidel Castro acompañado de Kruschev y BreznevLa política de mejora social emprendida por la nueva República, como era de esperar, no tardó en chocar con los intereses norteamericanos, que como señalábamos en otro capítulo, durante la etapa anterior tenían un notable control económico sobre Cuba. EE.UU. poseía en la isla 165 compañías importantes, un 40% de la industria azucarera y un 90% de los servicios públicos. Una de las primeras medidas emprendidas por el Gobierno de Castro fue precisamente una reforma agraria (4 de junio; de hecho, lejos de ser una medida intempestiva, dicha reforma se apoyaba en el artículo 90 de la constitución de 1940, que proscribía el latifundio y el aumento de la propiedad extranjera sobre la tierra) que terminó con el latifundismo, llevando a cabo un reparto justo de la tierra. Muchas propiedades norteamericanas fueron expropiadas en este proceso. EE.UU. viendo el cauce que tomaban los acontecimientos, cambió la actitud favorable del inicio por una actitud recelosa, que no tardó en dar paso a las primeras sanciones económicas sobre Cuba en un intento de obligar a esta a volver al orden.

El 26 de noviembre de 1959, el Doctor Ernesto Guevara es nombrado presidente del Banco Nacional, hecho que provoca desconfianza en los inversores y se producen retiradas de fondos en gran número. El 9 de diciembre Guevara dispone un control más rígido sobre el comercio exterior, y el 22 del mismo mes decreta la confiscación de los bienes de quienes hubieran abandonado el país o fuesen convictos como contrarrevolucionarios.

Otro factor que contribuyó en gran medida en deteriorar estas relaciones fue el progresivo acercamiento de Cuba a la URSS. El 13 de febrero de 1960, Anastas Mikoyan, primer ministro soviético (que se hallaba de visita en la isla con motivo de la Exposición Técnica de la URSS), firma un pacto comercial con Cuba, otorgando un crédito de 100 millones de dólares al 2,5% durante siete años, al tiempo que se comprometía a comprar 4,5 millones de toneladas de azúcar (hasta este momento la exportación de azúcar estaba mediatizada por los pactos de reciprocidad firmados con EE.UU.). El 7 de mayo Cuba y la URSS reanudan las relaciones diplomáticas (interrumpidas en 1952 a consecuencia de la Guerra Fría). EE.UU. empieza a tomar medidas económicas. La refinería Texas Company, en Santiago, se niega a refinar petróleo soviético, a lo que Fidel responde confiscando la empresa, hecho que se repite con otras refinerías del país. URSS se apresuró a ratificar su total apoyo a Cuba en lo que fuera necesario. Castro respondió nacionalizando los servicios públicos y la propiedad urbana, que fue transferida a los actuales arrendatarios.

El 19 de octubre EE.UU. decreta un embargo de las exportaciones a Cuba, empeño en el que posteriormente involucrará a otros países, bien por convenir sus intereses o bien por medio de la coacción, método muy empleado por EE.UU. en sus relaciones internacionales. Al mismo tiempo, el otro método por excelencia utilizado por EE.UU, el terrorismo, no tarda en dar signos evidentes. Ya el 4 de marzo, la fragata francesa La Coubre, que traia municiones desde Bélgica, estalla en misteriosas circunstancias, ocasionando numerosas muertes, hecho que el gobierno cubano sospecha perpetrado por los servicios de inteligencia norteamericanos. Desde ese momento se producirán otros incidentes, entre los que no faltan numerosos intentos de acabar con la vida de Fidel Castro, y numerosos intentos de fomentar un golpe de estado desde el exterior o desde el interior, tema que veremos con más detalle en el próximo capítulo.

Este proceso provoca que el 4 de enero de 1961 EE.UU. y Cuba rompan definitivamente sus relaciones diplomáticas y, dos días más tarde, Kruschev anuncia que "Cuba es miembro del bloque socialista".


El exilio cubano

La redistribución de la riqueza que hemos visto que acometió el Gobierno Revolucionario en el primer año de actuación indudablemente benefició grandemente a una mayoría de la población que hasta entonces vivía víctima de la pobreza y de la discriminación racial (lacra que también fue rápidamente extirpada por el nuevo régimen). Esto provocó que los miembros de las clases altas, y en cierto modo muchos de clase media, se vieran de pronto privados de los privilegios que hasta entonces habían disfrutado. Es por este motivo que antes de que acabara 1969 un gran número de ciudadanos cubanos se exiliaran en la cercana Miami, donde EE.UU. les dió gustosamente la acogida. Más tarde, EE.UU. utilizaría a esta gente para promover movimientos contrarrevolucionarios armados cuyo objetivo era acabar por la fuerza con el régimen de Castro. De este modo, las cosas tendrían una apariencia más o menos "natural" y la intervención de EE.UU. no sería evidente, al tratarse de los propios cubanos expatriados que daban un golpe para recuperar su pais.

Lamentablemente, esta población de origen cubano, que hoy asciende a casi dos millones de habitantes (frente a los once que permanecen en la isla), ha sido educada en el odio y la intransigencia hacia el régimen revolucionario y hoy constituyen un importante foco de inestabilidad y tal vez el principal obstáculo frente a una posible mejora entre las relaciones Cuba-EE.UU y una transición pacífica cuando Fidel Castro nos deje.


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