Cuba

Una identità in movimento


Entre equilibrios y calma la paradoja en "Óyeme con los ojos". A Domingo Peña González

Eliécer Fernández Diéguez


Dos equilibrios y una calma le bastan al poeta para dejar su permanencia en esos versos donde existen mundos por descubrir.

El tiene un sol que se llama paradoja. Eso descubrí al leer el libro. Y pude corroborar al releer con paciencia cada estrofa.

En la página cincuenta y seis pude saber con él:

    "Cuando me voy sin irme me pregunto / cómo no va junto a mi pie tan místico / el otro pie libélula fallida".

La paradoja con esta característica es reflejo de apariencias de contradicciones de pensamientos y no hay antítesis porque no se contraponen los conceptos. De manera que se va — en el sentido estricto —, por el hecho de marcharse a otra distancia, pero está presente. Él regresa de un viaje que no ha ido. Él se marcha al estar presente. Dentro de sí existen los extremos, su propia fe de calavera y multitud que le permiten proponer

    "...Todos los que se van / siempre se quedan..."

Su poética abre las puertas al que se va, al que eternamente se queda en sus silencios y sus magias, a él. Vuelve a expresarse, como se observa, la apugnación de ideas, mas define de la detonacia —, mezcladas sin cespitar por un solo pensamiento, una falsa oposición. El empleo de este recurso lo hace basado en la diversidad criterial que requieren las cosas, los seres, los conceptos donde un aparente antípoda utiliza al mismo tiempo dos extremos visuales, dos puntos de vistas distintas, pero a la vez relativos a un mismo fenómeno, lo que aparece como un pugnante. Su poesía lo sigue por la sombra, y lo asalta en la luz, lo precipita hacia un fin y un nacimiento a la vez. Se aproxima a sus miedos, deletrea las distancias como un todo, el lírico gorrión que lleva su interior su interior al horizonte le permite salir y hablar con calmas y equilibrios que

    "Estoy distante, penduleo más / cuando he creído estar cerca de todo".

Así Domingo conversa del movimiento que le compone en el mismo concepto poético, utiliza para ello nuevamente el contraste de los puntos de vista que van a diferentes direcciones y distancias: La lejanía y la cercanía, sin entrar en explicaciones de cuando está en uno o en otro lugar; lo cual, como generalmente ocurre en ese recurso literario expresa un aparente fenómeno antitético.

Ahora me doy cuenta, Domingo es el menudo señor el del cansancio verde que anuncia sin disfraces el ir eterno en el venir constante y en la congoja está:

    "... iremos tanto hacia el oscuro adentro / que vendría la bruja anticipada".

Repugno como este aparente sobre todo, se están produciendo con una frecuencia grande en el libro — casi uno por página —; así ocurre con los brillos que se oscurecen. Todos los ojos lo siguen, lo percuden de distancias, quizá de músicas y fotos. Pero nos da la clave, una clave sencilla como él:

    "Se divierte la pobreza de mi lucha / de contrarios".

Su foto es él porque

    "... entra a los ojos música y en paz / la memoria acomoda a la memoria".

Después más que foto o música, expone: la paradoja, una nueva ocasión, ante una pintura de su amigo Nelín el pintor de poesías y su presencia — ausencia como unidad de un todo se refleja al inicio y también a mediados del poema:

    "Cuando las nubes pasan... / Pero Nelín no pasa con las nubes".

La posición contraria, la unidad eterna de su lucha no ha salido de él porque su razón está en los símbolos, el misticismo metafórico de los equilibrios; después por ser el tranquilo que sonríe al horizonte y se bebe la delgadez de su contrario, que es como decir su propia figura enjuta, se dice a si mismo

    "... él no quiere mirar; él es la imagen".

Demuestra conocer muy bien este recurso de la paradoja, por eso lo utiliza con tanta frecuencia. Funde contradicciones con maestría, el choque aparente es una necesidad creativa en

    "... óyeme con los ojos".

Y cada vez logra con más nitidez la exposición del mismo pensamiento complejo, sin dejar grietas a pensamientos distintos. Y creo que sí, que todo está claro en su concepción de estar y de no estar al mismo tiempo. Su espejo lo refleja aunque no permanezca. Y su frágil ternura es animal doméstico de vidas.

El vate

    "... avanza removiendo tus amargos panales".

Con metáforas se crucifica en el papel, una piedra cansada no se mueve y su luz va más allá de lo posible y vive naciendo en su morir, porque siempre invita, porque se aleja mientras se acerca y en cada tiempo suyo que se inventa puede aclarar:

    "Fui piedra en la montaña del poema / y rodé solamente por cansancios".

Más adelante en esa obra que se llama "Trozos", la que dedica al Maestro José Lezama Lima, se dirige a las palabras que están sobre la mesa, quizá en el libro, quizá en el idioma que es pérfido cuchillo y le señala a ellas, a las palabras certeras, que también se marchan cuando están presente:

    "Las palabras uniéndose, alejándose".

También el ángel que vuela tibio viene mientras se va, regresa mientras camina hacia delante porque

    "Algo viene... / algo siempre está viniendo",

aunque se vaya y además por respetables tradiciones nos "pertenece".

Continúa en el tercer cuadrante y "Tú sabes", el poeta propone la realidad de antítesis paradójica y es

    "... que la nube no pasa... / es el color ya fijo".

Lo que se va en el tiempo más allá de la nube, más allá del color es aquel sólido asteroide carnal, y hasta la muerte que es final no significa para él detenerse, no significa acabar en estatismos porque:

    "Lo que muere conmigo me conoce / y hacia otro cuerpo va / ",

hacia otra dimensión donde se tiene por sístole y por sangre "Poesía y afán". El autor domina que la paradoja es como la detonancia pero que en ella la contradicción ha sido resuelta con pensamiento y sin repulsión.

La lejanía se exprime con lo que queda cerca, dibujos pueden ser para él la tarde del Todopoderoso. "Exprimiéndola suave" esa es la razón para saber que suelta todo por eso:

    "Elige tu butaca más ligera / para el oscuro suceder anónimo".

Dos palabras encierran el concepto de lo paradójico en estaos dos versos: Butaca que es igual a quedarse y suceder que indica movimiento. Más lejano es en al buen Silvestre donde trae una vez más la clave:

    "No sé si lo recuerdan los que viven / en las tijeras de las contradicciones";

aquí el tiempo de cosecha es detener, quedarse quieto muy cerca de la

    "... primera luz / en el indetenible raciocinio... "

El título del poema "Entre el derecho y el revés" ya es el quedarse mirando encrucijadas, combatir contra las idas y regresos, los preceptos morales de bientratarse o maltratarse desde las ceremonias de las cortinas con el ventanal. Derecho y revés son dos posiciones; una parte puede marcharse, la otra quedarse, las dos irse o permanecer. No dejar de fijar la vista en el otro es el mensaje porque

    "... hay tantas cosas de espalda mirándose de frente".

¿ Y que pasa con la "piel venidera"? En ella existen perezas desiguales, el lugar donde ir, el fulgor de la carne del árbol; y ella ya está aquí, ya salió del numen, de la muerte o la vida.

Los equilibrios y calma en ella, la paradoja creada por sus versos pueden hacer galardones y niños ya que el

    "... camino futuro es el provecho / negándose a ser puntos suspensivos".

Después propone otra variante de paradoja en:

    "Ah, tiempo" allí nos dice: "Me voy estrujado / retorno sin tiempo".

Equilibrio es estar agarrado a la sombra de un error porque alguien comienza en él y finaliza.

Cuando pasa el primer equilibrio vienen cincuenta y ocho calmas enumeradas en romano, cada una trae su forma más exquisita de marchar o quedar al mismo tiempo. En primera persona se dice:

    "El nombre que me dieron se parece / a lo que busco".

    "Soy el disfraz; lo escondido es el tú".

"Para entonces cerrar el círculo que lo compone cuando dice: "Huyo del disparate y soy un disparate ... "

Sin embargo, a nuestro entender, el resumen de lo que estamos tratando, de la posición del bardo en el poema cuarenta y cuatro de la calma está, cuando nos dice.

    ¿Cuál es la edad para entender al mundo?
    ¿Cuál es la oreja tonta que te apaga el lenguaje?
    ¿No se dan cuenta todos que somos cada día la
    muerte de otras suerte
    y los nacimientos de otros nacimientos?


        Eliécer Fernández Diéguez. Foto: Lázaro David Najarro PujolELIÉCER FERNÁNDEZ DIÉGUEZ (Camagüey, 1961)
        Poeta, narrador, investigador, ensayista y profesor universitario. Licenciado en Ciencias Políticas.
        Miembro de la UNHIC, La Sociedad Cultural José Martí, La Fundación Nicolás Guillén, Los Talleres Literarios Zuly Jaspe Fondín, Nicolás Guillén.
        Preside el Elisa Belén Boza Batista y el de Crítica y Ensayo "Alejo Carpentier" y el Proyecto Sociocultural "Hombres de Azúcar y Pólvora" con trabajo comunitario, docencia, investigaciones y revistas literarias como "Taller Segunda Época", "Letras dulces" y "Tinajón Virtual" para miembros de Talleres Literarios de Universalización y comunitarios
        Se desempeña como Subdirector de la SUM Camagüey para Extensión Universitaria y Sedes en Prisiones.
        Ha impartido Cursos, cursos de postgrados y Talleres de Literatura, posee más de 100 premios y menciones en concursos literarios y eventos científicos, ha publicado más de 50.
        Está concluyendo la "Maestría en Cultura" y tiene aprobado el tema de Doctorado "Diccionario de la Literatura Camagüeyana".





    Página enviada por Eliécer Fernández Diéguez
    (6 de marzo de 2007)


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