Cuba

Una identità in movimento


La educación histórica en Patria: una visión estratégica de Martí

Marlene Portuondo Pajón


La historia es ciencia, pero es también fuente de sentimientos, de valores, identidad, y nos permite conocer el presente, pronosticar el futuro, conociendo el pasado. Si bien es cierto que en la obra martiana no hay una teoría de la historia propiamente dicha, expuesta de forma sistemática, sí existe un método

    "... histórico-político pues considera el devenir de los hechos, el proceso de formación y desarrollo del fenómeno en una diversidad de ángulos, con una visión ...calidoscópica, lo que nos permite actualmente... apreciar la hondura y la objetividad de sus observaciones". [1]

Precisamente, en lo numerosos comentarios que Martí realiza de la historia, tiene su base, ideológica y deviene arma ideológica, educativa en la formación y preparación de las nuevas y viejas generaciones Con ese fin, lo dice más de una vez, va a la raíz de los problemas para conocer su verdadera esencia. Y más aún, cuando se trata de concientizar a las masas para desarrollar su estrategia revolucionaria. Y ello deviene en fomentar ideología a partir de la obra de la educación política.

En carta que responde a Gonzalo de Quesada el 25 de octubre de 1891 le afirma su interés en hacer público su obra escrita, y pone en sus manos tal responsabilidad. Pero advierte que debe tener en cuenta

    "... todo aquello que tienda a elevar el espíritu, a flagelar las conciencias dormidas, a fustigarlas en lo vivo para que despìerten a la idea del deber, a mantener ardiente el culto de lo pasado, con sus ejemplos, sus heroísmos, sus sacrificios, sus esperanzas irrealizadas, pero no muertas... "

Justamente, la convicción de la unidad latinoamericana se percibe a través de Patria

    "... de esas dos islas de nombre diverso que pelearán mañana con el mismo corazón, que se defenderán con un mismo brazo, que se fundarán con un mismo pensamiento: la Isla de Puerto Rico, donde nacieron los comisionados que pedían a España... la abolición de la esclavitud, y la Isla de Cuba, donde el primer acto de los cubanos blancos reunidos en nación, fue abolir la esclavitud de los negros, cubanos o africanos".[2]

Así habló — nos afirma Martí —,

    "... el generoso y valiente Sotero Figueroa".[3]

Y agrega el símbolo histórico:

    "Desde los días de la Junta historió él la hermandad de los cubanos y de Puerto Rico, pintó él el esfuerzo en Lares, anterior al de Yara, y el entusiasmo con que en el corazón de su tierra se amó y admiró, con el dolor de las manos atadas, a los precursores cubanos"[4]

Queda claro que el esfuerzo común entre ambas islas traza su objetivo político

    "La república, en Puerto Rico como en Cuba, no será el predominio injusto de una clase de cubanos sobre las demás, sino el equilibrio abierto y sincero de todas las fuerzas reales del país, y del pensamiento y deseo libres de los cubanos todos...Se morirá por la república después, si es preciso, como se morirá por la independencia primero".[5]

No se pierde la línea creadora del Maestro: la convicción humana se desarrolla con los conocimientos, y para que la comprensión se transforme en convicción, debe comprenderse cabalmente el objetivo político que ha diseñado.

Para ello promueve el debate de ideas a través de la prensa, donde no solo se aliara a los que "mantienen con tesón indómito, y con sacrificio y desinterés, la independencia de la patria",[6] sino revisa minuciosamente la prensa norteamericana como el Evening Telegraph, de Filadelfia, etc. y los que se publican en La Habana como el reaccionario Diario de la Marina. Para eso es "Patria en la prensa. Es un soldado"[7] y para eso

    "Nace este periódico, a la hora del peligro, para velar por la libertad, para contribuir a que sus fuerzas sean invencibles por la unión, y para evitar que el enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden". [8]

Es tarea inmediata unir las fuerzas a través de promover la conciencia histórica en los individuos. Para ello, se observa en sus análisis políticos que recurren a este método, una lógica irrebatible y las pruebas históricas-políticas irrefutables, manteniendo en su expresión una clara armonía y sencillez, sin dejar de calar en lo profundo de la temática: no desestima la relación histórica principal en sus argumentos, analizando cada cuestión desde el punto de vista de cómo hay surgido el fenómeno, cuáles sus etapas principales en su desarrollo, y desde este punto de vista, analiza su actualización.

Resulta ilustrativo sus criterios acerca del autonomismo y el anexionismo a través de sus diversos artículos periodísticos. En particular, se destacan en Patria "La agitación autonomista" (1892), "Autonomismo e independencia" (1892), "El remedio anexionista" (1892),

    "Con que consejos, y promesas de autonomía?" (1893).

Resulta expresivo una palabra clave contra el autonomismo: independencia, y precisa el concepto:

    "Por la confusión de los términos se confunden los hombres. No hay que estar a las palabras, sino a lo que está debajo de ellas".[9]

Esta aclaración es válida en términos políticos, insiste en considerar la especificidad del término y su aplicación en Cuba, que no se aviene al concepto propiamente dicho. Esto se prestaba a confusiones y arremete:

    "La autonomía sería una palabra grata al cubano y al puertorriqueño, puesto que autonomía sólo quiere decir gobierno propio, si el autonomismo no hubiese descompuesto los elementos necesarios para el gobierno propio ".[10]

Considera Martí en su análisis el factor histórico, teniendo en cuenta las condiciones concretas en Cuba:

    "Las continuación de la revolución no puede ser la continuación de los métodos y el espíritu de la autonomía; porque la autonomía no nació en Cuba como hija de la revolución, sino contra ella".[11]

Y concluye:

    "La política es una resolución de ecuaciones. Y la solución falla cuando la ecuación ha sido mal propuesta".[12]

Pero no sólo Martí insiste en el carácter histórico que le dio nacimiento, sino al papel del autonomismo a través de la historia al desatarse la guerra de independencia:

    "Evitarla fue su objeto continuo, y está en actitud más ventajosa para evitarla que para servirla". [13]

Las epidérmicas reformas que propugnaban no resolverían el problema social cubano. La campaña del Partido Liberal Autonomista pretendía aislar a los cubanos de su aspiración por la independencia, y concisamente, expone Martí en su editorial las engañosas promesas y sus falaces planteamientos.

Pero esa batalla de ideas no sólo se enfrenta contra el gobierno colonialista, sino contra las aspiraciones anexionistas. En la edición del 2 de julio de 1892, el artículo "El remedio anexionista", desentraña la erróneo y peligroso de esa aparente solución al problema cubano. Nuevamente se impone el análisis consecuente que permite luego generalizar teniendo en cuenta diferencias y analogías de estas corrientes políticas. Este virtuosismo lógico, que en circunstancias aparentemente diferentes Martí desentraña, muestra en efecto el objetivo de la política norteamericana hacia Cuba con proyectos que difieren del independentismo con:

    "... miras de factoría y de pontón estratégico".[14]

No obvia Martí las interioridades de este fenómeno. Así aclara en su artículo las fuentes que dimanan esas fuerzas: la opinión de algunos cubanos sobre la ineptitud de su pueblo para el gobierno propio, así como la actitud despreciativa de ciertos norteamericanos. Considerando las confusiones que implica esa política, Martí llama a que los anexionistas honrados solo le queda el camino de apoyar la independencia. La organización y triunfo del separatismo sería la mejor demostración de la capacidad de los cubanos para fijar las vías de su proceso histórico.

Sin embargo, no se excluye la unión. En Patria aparece un llamado permanente en este sentido a todos que estuvieran interesados en apoyar la independencia de Cuba. Y con ese tono, Patria publica un discurso que ofreció Gonzalo de Quesada el 17 de abril de 1892 en Hardman Hall, Nueva YorK, donde al final llama a estrechar filas:

    "Y el Partido Revolucionario Cubano ¡ Ojalá sea pronto! tiene como fin...estrechar a los autonomistas y anexionistas que vengan a nosotros en pos de la unión".[15]

Otras referencias acerca de la política norteamericana se destacan en Patria. Bajo el título de "La verdad sobre los Estados Unidos" (1894) Martí apunta las claras evidencias de diferencias existentes con el pueblo de Cuba, y los problemas internos que aún esa república no ha superado. Ante ello riposta:

    "Es de supina ignorancia, y de ligereza infantil y punible, hablar de los Estados Unidos y de las conquistas reales o aparentes de una comarca suya o grupo de ellas, como de una nación total e igual, de libertad unánime y de conquistas definitivas: semejantes Estados Unidos son una ilusión o una superchería".[16]

Menciona la "yanquimanía",[17] descrita como "la república autoritaria y codiciosa"[18] para que la conozcan los pueblos latinoamericanos.

Cualquier proyecto social tenía que partir del conocimiento de las leyes sociales y espirituales en su interrelación. No se podía crear al hombre nuevo desconociendo su pasado, mucho menos para pronosticar su evolución en el futuro. En el conocimiento de esas leyes sociales, la historia desempeña para Martí un papel primordial junto a la política.

Por eso, en la elaboración de su proyecto revolucionario tuvo en cuenta no sólo el análisis crítico de la historia de la isla, de sus ideas, de su cultura, sino además su estudio comparado con la historia de América Latina, Estados Unidos y la historia universal.

Precisamente, se corrobora lo antes mencionado en las líneas de Patria. Si bien no hay razas porque "no hay más que modificaciones diversas del hombre, en los detalles de hábitos y formas, que no le cambian lo idéntico y esencial",[19] Martí define con claridad las características del surgimiento poblacional norteamericano:

    "Lo que varía es la consecuencia peculiar de la distinta agrupación histórica: en un pueblo de ingleses y holandeses y alemanes afines..."[20]

Cultura e historia que no se identifican con las raíces latinoamericanas. Eso enseña Martí. No es la república que debemos imitar, pues

    "... en vez de resolverse los problemas de la humanidad se reproducen, en vez de amalgamerse en la política nacional de las localidades, la dividen y la enconan; en vez de robustecerse la democracia y salvarse del odio y miseria de las monarquías, se corrompe y aminora la democracia y renacen, amenazantes, el odio y la miseria".[21]

El previó que los EEUU intentaban apoderarse de Cuba y las Antillas a fin de que les sirvieran de base inicial a sus propósitos imperialistas. Descubrió como andaban divorciados el desarrollo material y el crecimiento de la vida moral y espiritual, Sin dudas, reconocía las virtudes de la patria de Lincoln, pero mostraba a la vez los peligros que representa EEUU con su individualismo feroz y desenfrenado. En fin, deduce, el divorcio del desarrollo vertiginoso de su economía con los sentimientos de solidaridad y amor con los pueblos. Aquí radica la raíz de los problemas de la época actual.

El momento exigía no hacer recuentos históricos, sino rendir tributo a los héroes y continuar su ejemplo. Era imprescindible partir de las enseñanzas de los errores de la contienda pasada, para arrancar la obra revolucionaria, y arrastrar tras de sí a la nueva generación junto a los veteranos de la anterior. Recuerda Martí:

    "... aquella década magnífica, llena de épicos arranques y necesarios extravíos, renace con sus héroes, con sus hombres desnudos, con sus mujeres admirables, con sus astutos campesinos, con sus sendas secretas, con sus expedicionarios valerosos. Ya las armas están probadas, y lo inútil se deshecha, y lo aprovechable se utiliza...Ya fructifican nuestras miserias, que los errores son una utilísima semilla. La intuición se ha convertido ya en inteligencia: los niños de la revolución se han hecho hombres". [22]

Y la memoria histórica es objeto de reinvindicación en la obra martiana. El valor que Martí le asigna a la Historia forma parte de su estrategia política: la educación política de las masas, ese es el arte de su política. Por eso se debe escribir la historia, para que

    "... perdurase y valiese, para que inspirase y fortaleciese".[23]

Conoce que la literatura debe y puede desempeñar un rol importante en la vida espiritual de los hombres, si son capaces de reflejar la historia de éstos por la vía de la perpetuación de los valores, los sentimientos, las ideas de los que participan en el movimiento histórico como sujetos y los de los que expresan en la obra artística. Esa obra literaria — como dijera en las condiciones polémicas del Liceo Hidalgo de México y el de Guanabacoa de Cuba —

    "... debe expresar también el ser del hombre desde las perspectivas del deber ser, para que pueda repercutir positivamente en el mejoramiento humano"[24]

Por eso la literatura deviene fuente no sólo de memoria histórica, sino también de la historia como ciencia. La literatura es imprescindible para establecer la relación comunicativa entre las diversas generaciones, y contribuir a conformar y fijar en la conciencia de un pueblo su identidad cultural y nacional, y como fuente para el conocimiento de su pasado.

Hacia ese fin, tuvo el periódico lo que Martí denominó Biblioteca de Patria, que personalmente atendió. No sorprende que el gusto por la poesía hiciera que el primer libro publicado fuera "Los poetas de la guerra", collección de versos escritos en la guerra de independencia de Cuba, compilados por Serafín Sánchez, y cuyo prólogo escribió Martí:

    "¿Y quedará perdida una sola memoria de aquellos tiempos ilustres, una palabra sola de aquellos días en que habló el espíritu puro y encendido, un puñado siquiera de aquellos restos que quisiéramos revivir con el calor de nuestras propias entrañas?".[25]

Sabe que no siempre es buena poesía lo que está dando a conocer, pero:

    "Su literatura no estaba en lo que escribían, sino en lo que hacían. Rimaban mal, a veces, pero solo pedantes y bribones se lo echarán en cara: porque morían bien".[26]

Entre poetas conocidos; se encontraban Miguel Gerónimo Gutiérrez, Antonio Hurtado del Valle, José Joaquín Palma, Luis Victoriano Betancourt, Ramón Roa, entre otros. A decir de Martí:

    "Hay versos que hacen llorar, y otros que mandan montar a caballo".[27]

En este sentido, campesinos y personas ilustradas cantaban de memoria las décimas "Al Ejército Libertador" que coreaban en los campos de Cuba, y cuyo autor se desconoce. Sin embargo, en estos versos se deja ver el sentir patriótico de los insurrectos en Cuba:

    "Bala, tizón y machete
    con el godo han de acabar
    si no queremos estar
    siendo de España juguete

    Con asesinos, ladrones,
    están haciendo la guerra;
    porque vienen de su tierra,
    más hambrientos que gorriones
    se llevan nuestros millones,
    que es lo que quieren buscar;
    y el que no logre escapar,
    ¡pobre si se queda aquí!
    pues el valiente mambí,
    con el godo ha de acabar".[28]

No escapa de la visión de Serafín Sánchez recoger en la memoria histórica las quintillas que escribió Luis Victoriano dos años después de iniciada la guerra a su madre que se encontraba en Nueva York. Nuevamente el amor patrio se deja sentir en la voz del poeta que tituló los versos "A mi madre":

    "Dos veces la mano fría
    del Norte mi frente heló,
    desde que la madre mía
    con amorosa alegría
    por vez última me habló

    Y al ver de Cuba la herida
    me eché en brazos de la suerte
    junto a la patria afligida,
    y dije adiós a la vida
    y fui buscando la muerte

    Nada, nada podré hacer
    mi patrio amor extinguir.
    ¡porque me manda el deber
    o libre volverte a ver,
    o libre en cuba morir!".[29]

No sólo el canto a la patria y a la madre fue objeto de interés en Martí para despertar las conciencias dormidas a través de la colección de Serafín. Está presente además, la voz de la madre reclamándole a su hijo su deber ante la patria en "Glosa Popular":

    "Aunque soy la madre y te quiero
    como a hijo de mis entrañas,
    verte morir en campaña
    a verte esclavo prefiero.
    Pórtate como guerrero
    a quien la muerte no aterra:
    los peligros de la guerra
    se han hecho para el que es hombre,
    y si quiere tener nombre
    vete a pelear por tu tierra".[30]

Otro de los ejemplos que se pueden mostrar es el caso de Francisco La Rua quien desnudo y descalzo — como lo describe Serafín Sánchez — se sometió a largas y penosas caminatas a través de terrenos cortantes de piedras, rodeado de espinas que cortaban su piel. Al héroe, lo toma de ejemplo a través de los versos que escribió desde las batallas de Camagüey (1876) a su amada Enma:

    "Más nunca, nunca volveré a tu lado
    con vida y sin honor,
    que a la patria mi vida le he entregado
    con justísimo ardor.
    Feliz y libre y con la frente alzada
    hacia ti llegaré,
    o fija en tu recuerdo mi mirada
    cual bueno moriré". [31]

Verdaderas crónicas de actos heroicos revelan estos versos que buscan

    "... en la memoria el honor pasado... Tiene la guerra su poesía famosa, ya porque expresaba, en la forma ingenua y primeriza del mártir novel, los puros sentimientos que sacrificó alegre al de la patria".[32]

No hay que insistir en la intencionalidad ideológica del Maestro al hacer público estos versos. La historia se identifica una vez más con la cultura, sobrepasando los límites de la llamada literatura culta, en los marcos de un concepto mucho más amplio, el de la literatura popular, que en la historia vivida y en la literatura oral se encuentran en nexos indisolubles. Así lo evalúa Martí al señalar:

    "Recojamos el polvo de sus pensamientos, ya que no podemos recoger el de sus huesos, y abrámonos camino hasta el campo sagrado de sus tumbas, para doblar ante ellas la rodilla, y perdonar en su nombre a los que los olvidan, ó no tienen valor para imitarlos".[33]

Biblioteca de Patria publica el segundo volumen Héroes Humildes que recoge biografías de patriotas escritas por Serafín. Resulta curioso como en los hombres que hacen historia no sólo se recoge en la memoria a los grandes protagonistas, si no, al hombre común que formó parte decisiva en la contienda. Ese es también el propósito de Martí, dar a conocer a la nueva generación la participación de todos por la causa común: pues los

    "... hombres de la revolución de Yara, de aquellos que habiendo surgido de la oscuridad humilde no andan muy en boca de la generación actual".[34]

Sin lugar a dudas, una vez más nos muestra Martí como hacer historia.

El tercer volumen: Ignacio Mora, fue una biografía escrita por Gonzalo de Quesada y publicada por partes en Patria. A fines de 1894, estaba en proyecto realizar un nuevo volumen de poemas, que agruparía los leídos por los cubanos y sus amigos del Caribe y América con motivo de los festejos del 10 de Octubre.

Patria refleja la emancipación de mentes. Esto se fundamenta con la convicción martiana de que la historia

    "... desempeña un papel irremplazable en la formación de la conciencia nacional y continental".[35]

Con ese objetivo Patria no olvida las semblanzas de héroes protagonistas de la contienda. A ellos dirige diversos artículos: "El General Gómez" (1893), "Antonio Maceo" (1893), "Mariana Maceo" (1893), "La Madre de los Maceo" (1894); sin olvidar a los fundadores: "Ante la tumba del Padre Varela" (1892), "José de La Luz" (1894). Otros autores continúan esa línea. No se descartan los escritos de Gonzalo de Quesada: "Fernando Figueredo Socarrás" (1892), "Ignacio Agramante Simoni" (1893), "Serafín Sánchez" (1894)" entre otras. No se obvia que este órgano de prensa contaba con una sección dedicada a temas históricos.

En Martí todo esto sirve de fuente para argumentar la necesidad de una revolución nacional liberadora en Cuba, inspirada en la dignidad del hombre y la justicia social. Así lo expresó en el primer número de Patria al plantear que este nacía para

    "... explicar y fijar las fuerzas vivas y reales del país y sus gérmenes de composición y descomposición a fin que el conocimiento de nuestras deficiencias y errores, y de nuestros peligros, asegure la obra a que no bastaría la fe romántica y desordenada de nuestro patriotismo..."[36]

Justamente, en esos gérmenes de composición y descomposición, Martí vislumbra el papel de las masas populares. A ellas dirige artículos. Léase "El obrero cubano" (1892), "En los talleres" (1892), "Pobres y Ricos" (1893), "Los pobres de la tierra" (1894).

En este último, Martí resalta a los "héroes de la miseria"[37] que laboran para la patria, y en ocasiones los llama hermanos. Contrapone en el artículo el papel del rico y el del pobre por la causa independentista:

    "Que el rico dé de lo que le sobra, es justo, y bien poco es, y no hay que celebrarlo o la celebración debe ser menor, por ser menor el esfuerzo, pero que el que, a puro afán tiene apenas blancas las paredes del destierro y cubiertos los pies de sus hijos, quite de su jornal inseguro, que sin anuncio suele fallarle por meses, el pan y la carne que lleva medidos a su casa infeliz y dé de su extrema necesidad a una república invisible y tal vez ingrata, sin esperanza de pago de gloria, es mérito muy puro... "[38]

A ese afán de unidad con la masa adolorida, se une en ella el papel de negro, aspecto antirracial que desenmascara la política española de que la guerra en Cuba era una guerra de razas. Recurre nuevamente a la historia para hacer verdad su idea política. Patria publica "Basta" (1892), "Mi Raza" (1893), "El Plato de Lentejas" (1894), "Sobre negros y blancos" (1894). Martí deja claro en el segundo de ellos que

    "La república no se puede volver atrás; y la república, desde el día único de redención del negro en Cuba, desde la primera constitución de la independencia el 10 de abril den Guáimaro, no habló nunca de blancos y negros".[39]

En "El plato de lentejas", recurre nuevamente a la forja de la nación cubana: Guáimaro, y la importancia histórica de ese acontecimiento:

    "Allá veinticinco años hace, es donde se concedió la equidad social. Allá, veinticinco años hace, es donde se visitaron como hermanos, blancos y negros... Allá, veinticinco años hace, fue donde los negros sirvieron por el mérito, a las órdenes del blanco, y los blancos, por el mérito, sirvieron a las órdenes del negro. Allá,... concedió la revolución cubana al negro el paseo igual, el saludo igual, la escuela igual. ¡España ha llegado muy tarde! Lo de España es veinticinco años después. La revolución hizo todo eso antes. ¡Jamás se apartarán los brazos blancos y negros, que se unieron allí!"[40]

En su análisis, Martí conoce los elementos que conforman la sociedad cubana: clases y grupos etnoculturales, y trasciende en este último el papel que le corresponde en el lugar histórico de la realidad cubana. Por eso al considerar la abolición de la esclavitud la suscribe como

    "... el hecho más puro y trascendental de la revolución cubana".[41]

Y esas masas populares constituyen el factor decisivo en la transformación social:

    "Ignoran los déspotas que el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones..."[42]

Por eso insta a las organizaciones de base del PRC a que se dediquen reuniones dedicadas a estudiar la experiencia de la pasada contienda, sobre la base del debate, atendiendo en la participación en las mismas de la vieja y nueva generación. Es del debate político que contribuía a la preparación ideológica de los hombres con que debía contar para la obra redentora. Esta particularidad — que se dio en Nueva York y que Martí publica en Patria para hacer extensivo a sus lectores — no es casual.

    "Uno hablará sobre un tema, y todos luego preguntarán y responderán sobre él. Unas veces, por lo alto del asunto, será la Conferencia sola. Otras será el trato en junto de ideas esenciales, para acallar una duda, para entender una institución política, para conocer el alcance de un programa social: y todo con el objeto de encender el patriotismo en la razón y de salvar la tierra de los errores del entusiasmo ciego...de los peligros de la ignorancia".[43]

Y justamente, en una de esas reuniones Martí dictó Conferencia. Esta se reseña en Patria, y se anota:

    "Nuestra historia entera se desenvolvía, punto tras punto, y las razones apremiantes que hacían vivísima y la necesidad de la obra unida...bosquejó las causas de la derrota de la primera guerra; explicó las causas de la segunda guerra, cuando él mismo presidía el comité de Nueva York, pintó el estado del país después de ambas caídas, y la necesidad de poner remedio, una por una, a las causas que nos hicieron caer; describió la labor silenciosa de estos doce años para congregar a los elementos que quedaron desestimados, para disipar el recelo justo de los revolucionarios de campaña contra los de la emigración...para reunir los elementos revolucionarios de manera que creen en Cuba una república pacífica e industriosa antes de que, maduro ya el vecino poderoso para la conquista disimulada, pueda alegar como excusa de ella ante el mundo la ruina irremediable y la incapacidad política de una Isla indispensable al comercio del mundo".[44]

En fin, se constata el método "histórico-político" de conocimiento de la realidad social. Por eso, su ideario en torno a la historia es considerado como un momento de continuidad, ruptura y superación con las tradiciones precedentes.







    Notas

    1. Ver Ibrahím Hidalgo Paz: "Notas sobre la concepción de la Historia" en: Revista Honda. Rev. De la Sociedad Cultural José Martí. No. 6. 2002, p. 18.
    2. José Martí. Obras Completas. Ed. C. Sociales. La Habana, 1975. T. 2, p. 258.
    3. Ibíd.
    4. Ibíd.
    5. José Martí. Ob. Cit., p. 255.
    6. José Martí. Ob. Cit., T. 1, p. 323.
    7. José Martí. Ob. Cit., T. 1, p. 322.
    8. Ibíd.
    9. José Martí. Ob. Cit., T. 1, p. 355.
    10. Ibíd.
    11. José Martí. Ob. Cit., T. 1, p. 332.
    12. Ibíd.
    13. José Martí. Ob. Cit., T. 1, p. 333.
    14. José Martí. Ob. Cit., T. 2, p. 50.
    15. Gonzalo Quesada. Páginas Escogidas. Ed. Política. La Habana, 1968, pp. 192-193.
    16. José Martí. Ob. Cit., T. 28, pp. 291-292.
    17. Ídem p. 293.
    18. Ibíd.
    19. Ídem p. 290.
    20. José Martí. Ob. Cit., T. 28, p. 291.
    21. Ídem .T. 28, p. 292.
    22. José Martí. Ob. Cit., T. 4, pp. 184-185.
    23. José Martí. Carta a Manuel de la Cruz. 3. junio. 1892. Epistolario. T. 2 CEM. Ed. C. Sociales. La Habana, 1993, p. 204.
    24. Véase en José Martí . Ob. Cit., T. 6, pp. 325-326.
    25. Ver en: Serafín Sánchez. Héroes Humildes. Los poetas de la guerra. Imp. Rambla y Bouza. Habana, 1911, p. 127.
    26. Ídem, p.130.
    27. Ídem, p. 130.
    28. Ídem, pp. 263-264.
    29. Ídem, pp. 217, 218 y 220 respectivamente.
    30. Ídem, p. 258.
    31. Ídem, p. 283.
    32. José Martí. "Prólogo" a Poetas de la Guerra. Ed. cit., p. 129.
    33. Ídem, p. 137.
    34. Ver en Serafín Sánchez Héroes Humildes. Ed. cit., p. 22.
    35. Citado por Ibrahim Hidalgo Paz en "Notas sobre la concepción martiana de la historia". En Revista Honda Ed. cit., p. 15.
    36. José Martí. Obras Completas. Ed. cit., T. 1, p. 315.
    37. Ídem, T. 3, p. 304.
    38. Ibíd.
    39. José Martí. Ob. Cit., T. 2, p. 302.
    40. José Martí. Ob. Cit., T. 3, p. 30.
    41. Ídem, p. 27.
    42. Ídem, T. 4, p. 193.
    43. Ídem, T. 2, pp. 16-17.
    44. Ídem, T. 2, p. 32.


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