Cuba

Una identità in movimento

Los Habanos

Jordi Satorra



Antecedentes históricos

El uso del tabaco se remonta a épocas muy antiguas, y es originario del continente americano. Este fue uno de los descubrimientos de Cristóbal Colón en su viaje de 1492. Ya en ese tiempo el uso del tabaco para fines mágicos y litúrgicos en las ceremonias religiosas estaba considerablemente extendido, tanto en tierra firme como en las islas. Tanto es así que esta planta no pudo hallarse en parte alguno en forma silvestre, sino cultivada. Solían utilizar para inhalar el humo unos canutillos en forma de Y que por un extremo se introducían en las ventanas de la nariz.

Los europeos adoptaron esta costumbre, desposeyéndola de su contexto mágico-religioso y focalizándola más bien a los supuestos efectos terapéuticos o a la obtención de placer al inhalar el humo. Francisco Hernández Boncado de Toledo trajo a España las primeras semillas en 1509, pero fue el francés Jean Nicot (de ahí el nombre de la planta: Nicotiana Tabacum), embajador de Francia en Portugal, quien favoreció la propagación del tabaco aconsejando su uso en la corte de Francia.


El tabaco

El tabaco (Nicotiana tabacum) es una solanácea de tipo arbustivo, con tallo rígido y hojas alternas muy grandes, ásperas y lanceoladas. Las flores, que son blancas, rosadas, rojas o violáceas, según las variedades, tienen la corola a modo de tubo alargado y amplio y están dispuestas en corimbos. El fruto es una cápsula cónica en la que se cuentan numerosas semillas, marrones, ovaladas y rugosas. Toda la planta es viscosa debido a sus abundantes pelos glanduloso-resinosos. Con las hojas del tabaco se pueden elaborar productos tales como cigarros, cigarrillos y el tabaco para pipa.


Composición del tabaco

El principio activo de mayor importancia en el tabaco es la nicotina, un alcaloide líquido y transparente que se vuelve opaco en contacto con el aire, y cuyo sabor picante permanece largo tiempo. Las hojas del tabaco suelen contener entre un 1% y un 2% de nicotina. La nicotina es un elemento elevadamente tóxico, que curiosamente el organismo humano es capaz de tolerar tras un período de habituación, cosa que no se ha logrado en experimentos con otras especies animales.

Otros componentes del tabaco son nornicotina, nicotoína, nicotelina, pirrolidina, 1,2-b-piridilpiperdina, h-metilpirrodina, isoamilamina, etc. que son productos de degradación. También contiene esencia de tabaco (0,04%), resinas, glucósidos, y diversos ácidos orgánicos (cítrico, málico, oxálico...). De hecho, el malato de nicotina, junto con el canforato y el oxicanforato, son los que confieren al tabaco su sabor característico. Al encender el cigarro iniciamos un proceso de destilación seca que incrementa considerablemente la complejidad de la composición química. El amoniaco, la piridina y otras sustancias descomponen las sales nicotínicas y liberan la nicotina, mucho más volátil, que de esa forma pasa al humo en proporción muy elevada.


El tabaco en la economía cubana

El tabaco constituye el segundo producto agrícola (después de la caña de azúcar) y la tercera fuente de ingresos del país atendiendo al volumen económico. Los suelos sueltos y ricos en humus y el clima propicio hacen que el tabaco de la Isla sea considerado como el de mejor calidad del mundo.

El desarrollo industrial del tabaco comenzó en 1614, en el que la Corona española dio el visto bueno a su cultivo mediante cédula real, con la exportación regular del producto, que cuarenta años después había adquirido fama mundial. En 1740 el estado asume el monopolio, con la creación de la Real Compañía de Comercio de La Habana. En cuba se consume aproximadamente la mitad de la producción de tabaco, quedando la otra mitad dedicada a la exportación.

Se cultiva tabaco en toda la Isla, pero el más apreciado es el que proviene de las vegas que se extienden en los alrededores de los pueblos de San Juan y Martínez en la provincia de Pinar del Río, en la zona conocida como Vuelta abajo. La especial combinación de suelos, clima y humedad de esta zona la facultan para producir el que es considerado por los expertos como el mejor tabaco del mundo.


El cultivo y la fabricación del tabaco

Las semillas se siembran en los meses de octubre y noviembre, en viveros especiales. Se suelen transplantar a los surcos de las parcelas de cultivo a finales de octubre. A los diez días se procederá al abonado. La tierra es periódicamente guataqueada, y en esta etapa se administran los insecticidas que protegerán a las plantas de posibles plagas.

Una fase muy importante en el cultivo es el desbotonado. Consiste en eliminar las yemas terminales para evitar el crecimiento excesivo de las matas, así como la floración y fructificación, de manera que toda la potencia de la planta se concentre en el desarrollo de las hojas, que es la parte que se utilizará en la producción. Al mismo tiempo, una vez desbotonadas las plantas hay que evitar la aparición de vástagos laterales que mermarían considerablemente el desarrollo de las hojas del tallo principal. El nivel de especialización de los vegueros que realizan estas labores es muy elevado, ya que de su correcta ejecución dependerá en última instancia la calidad de la cosecha. El mejor clima consiste en días calurosos y noches frías y secas. En ocasiones, hay que cubrir los cultivos para protegerlos del exceso de sol.

La recolección de las hojas tiene lugar treinta días después, tras lo cual son llevadas a la Casa del Tabaco donde se clasifican minuciosamente las hojas y se procede al secado de las mismas, aunque también se suelen secar al sol. Este proceso suele durar unos 40 ó 45 días. Después se llevan a las fábricas donde nuevamente se clasifican atendiendo la textura y el color (hay hasta 50 graduaciones distintas). Ahora las hojas se empacan en manojos (engavillado) para proceder al proceso de fermentación. Este proceso es muy importante para la calidad del habano, ya que influye en el sabor y reduce la nicotina. Los puros de calidad son fermentados dos veces y los Cohibas tres. Los manojos se depositan en cajas de enterciar y se guardan en yaguas de palmas reales.

En los puros de calidad, las hojas así dispuestas se guardan dos años, hasta que son secados y suavizados, momento en el que están preparados para llegar a las manos de los torcedores. En primer lugar pasan por el rezagador, que se encarga de seleccionar las capas en que se ha de envolver el tabaco. El puro propiamente lo confeccionan los torcedores, oficio que requiere como cuatro años de aprendizaje. Después los tabacos son escogidos y seleccionados, para meterlos en cajas en las que todos los puros tengan la misma forma y color. Los puros terminados se dividen en colores, y existe una amplia gama de definiciones.

Las cajas que se suelen utilizar son de madera de cedro, que suelen adornarse con llamativas etiquetas identificativas. No hace falta decir que el producto acabado pasa por unos estrictos controles de calidad, en los que parte del producto es probado por catadores expertos, antes de salir al mercado.

Aparte de los Cohíba, la marca reina, otras marcas de habanos son Montecristo, Partagás, H. Upmann, Hoyo de Monterrey, Bolívar y Romeo y Julieta.


Conservación y uso de los habanos

Los habanos deben guardarse en un humidificador, que es un recipiente, preferentemente de madera de cedro (pues suele impregnar los puros de un suave sabor característico), a una temperatura entre 16º y 18º y un 70% de humedad.

A la hora de fumarlos, es fundamental el corte, pues determina la tasa de combustión y por tanto el sabor. El corte debe ser plano y sin estrías. El encendido deberá hacerse preferentemente con cerillas de madera (otros elementos traspasan el sabor al humo), que se sostendrán en un ángulo de 45º delante del cigarro, sin tocarlo, mientras que este se girará lentamente, para conseguir un encendido homogéneo. El humo no se traga nunca, hay que expulsarlo tras paladearlo. Se aconseja no consumirlo hasta el final ya que el sabor se deteriora rápidamente al consumirse el extremo donde se han ido acumulando las sustancias que lleva el humo desde la zona de combustión.


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