Cuba

Una identità in movimento

Un instructivo recorrido por el fertil imaginario popular religioso cubano

Jorge Ramirez Calzadilla



La cultura, entendida en su definición más amplia como el producto de la actividad humana, ha sido, es y será infinitamente objeto de interés de la humanidad. Por ello, cualquier forma concreta de abordarla, y más aún cuando se trata del resultado de un estudio "serio" — por decirlo de algún modo que identifique calidad y talento como es el caso del libro que me dispongo a comentar —, es siempre recibida con agrado y gratitud. La producción cultural, único modo de ser humano, tiene múltiples manifestaciones, lo mismo en lo material que en el rico mundo de la espiritualidad, y no se reduce a expresiones artísticas, muchas veces y por equivocación tenidas como únicas propiamente culturales. La cultura crea, transforma, reinterpreta la realidad, modifica a la naturaleza — "culturalizada" desde hace mucho —, penetra la subjetividad, el complejo de emociones y sentimientos humanos, exteriorizándolos en disímiles formas. De ahí que sea susceptible de diversos enfoques, filosóficos, antropológicos, históricos, sociológicos, éticos, hasta políticos y, por supuesto, artísticos. Desde su perspectiva, entonces, las ciencias sociales tienen mucho que decir y resta aún por hacerlo en buena medida.

En la actividad cultural se incluye la religión, por más que desde un racionalismo extremo se ha considerado lo contrario. Pero hay otra manera de interpretación limitada de valorar la condición de la religión como cultura, y es la de reducir esa relación a las religiones de los pueblos aborígenes, propias de culturas estrechamente asociadas a la naturaleza, las que para una tradición antropológica etnocentrista occidental es simple magia, superstición, primitivismo, mientras que a las otras, las de culturas "civilizadas", las valoran de realmente religiones, las cuales para muchos no pueden ser objeto de estudio de las ciencias en las que es inaceptable lo que se estima intromisión en un campo íntimo, muy privado, sin advertir que en mayor o menor medida intervienen en la vida social. Y para los científicos sociales justamente lo importante es constatar los hechos por los que la sociedad y sus componentes se revelan. De ahí que, conjuntamente con otros factores, queda sobradamente justificado el estudio de la religión desde una perspectiva objetiva, como solamente puede ser científico, en cualquiera de las formas que la religión adquiere.

Una de las características de la religión en la contemporaneidad consiste en la multiplicidad de formas religiosas. Coexisten dentro de cualquier sociedad diversos sistemas religiosos, organizados bajo distintas teorías y estructuras; pero también un tipo de religiosidad más bien espontánea, sin complejas doctrinas rectoras ni necesariamente instituciones o grupos, de relativa autonomía respecto a ortodoxias, construidas básicamente por sectores populares asumiendo propuestas de sistemas religiosos organizados y en particular, además y principalmente, por el aporte del imaginario de esos actores sociales, al cual podemos denominar religiosidad popular.

Es precisamente esa religiosidad popular la forma histórica y actualmente prevaleciente en la sociedad cubana, resultante de la concurrencia de factores culturales, históricos, económicos, políticos y otros relacionados con el actuar de las instituciones religiosas instaladas en el país que aquí no corresponde analizar. En ella se advierten elementos del catolicismo, de religiones de origen africano y del espiritismo recreados por el pueblo desde sus intereses, expectativas, necesidades y modos de enfocar y explicar la realidad. En relación con ella se sitúa la obra que nos presenta, nuevamente en esa apreciable línea de conocer mejor al cubano, la Fundación Fernando Ortiz.

Me estoy refiriendo al libro del Dr. Jesús Guanche, Oraciones populares de Cuba. Invocaciones e iconografía, Fundación Fernando Ortiz, Colección La Fuente Viva, No. 13, La Habana, 2000. Se trata, en resumen, de un abordaje desde la perspectiva antropológica y culturológica de una expresión de la cultura popular cubana a través del examen de la producción simbólica en oraciones y representaciones en imágenes de figuras devocionadas, es decir, de una peculiar construcción popular de cierta difusión en nuestra población de antes y ahora.

El autor, Jesús Guanche (n. 1950), cubano, etnólogo — o mejor, científico, hombre culto, estudioso de la cultura cubana, pues siempre las clasificaciones, también las profesionales, son reducciones — es ampliamente conocido en Cuba y en el extranjero, miembro de varias instituciones académicas cubanas e internacionales. En su producción escrita hay obras publicadas como: Procesos etnoculturales de Cuba; Componentes étnicos de la nación cubana; Artesanía y religiosidad popular en la santería cubana: el sol, el arco y la flecha, la alfarería de uso ritual.

El libro consta de tres partes: una primera, obviamente una Introducción, en la que se recoge un instructivo examen teórico; en la segunda se establece una comparación entre oraciones populares y las católicas; la última aborda la iconografía de las oraciones populares. Al final se incluye un catálogo iconográfico acompañado de una extensa recopilación de oraciones. A lo largo del texto se refleja la erudición del autor quien incursiona en referencias a otras culturas y usos rituales al tiempo que ilustra con definiciones conceptuales.

Es este el resultado de un saber acumulado y de una investigación realizada hurgando en las creencias populares, sus representaciones simbólicas y en esa producción de oraciones las más de las veces anónimas y por cuya reproducción, quién sabe cómo, se ponen al alcance del que sienta necesidad de acudir a lo sobrenatural, a lo metasocial para decirlo en términos sociológicos, como recurso de respaldo, solución o consuelo. Por supuesto, no es ocioso recordarlo, hay otras vías no religiosas para iguales fines, pero esta religiosa es recurrente en las condiciones cubanas, en especial en momentos difíciles como lo fueron en extenso los de las etapas colonial y republicana neocolonial y ahora en el llamado período especial, cuando se verifica un notable incremento religioso.

Guanche nos introduce en una concepción general de la religión y aborda el aspecto estructural de la misma al concentrarse en uno de sus elementos constitutivos del conjunto, el culto y, dentro de él, la oración. Las ideas, valores, símbolos y sentimientos religiosos se exteriorizan de diversas formas, una de ellas es el culto, mediante el cual el creyente busca la relación con lo sobrenatural, en específico con el objeto de su devoción, no siempre la divinidad sino, como es lo más usual en Cuba, con alguna o algunas de las numerosas figuras consideradas milagrosas, capaces por tanto de modificar el curso de los fenómenos y acontecimientos según el deseo del devoto, sean estas santos, orichas, advocaciones marianas, espíritus o, que es lo más frecuente, representaciones sin definiciones exactas con las que se pretende establecer una comunicación bilateral por lo general mediante el diálogo acompañado del gesto. Esta modalidad de culto, no importa si colectiva o individual, sistemática o irregular, tiene en la oración una particular expresividad a la que al mismo tiempo se le adjudica un "poder" en sí misma.

Las oraciones que encontramos en la recopilación que Guanche nos ofrece evidencian influencias católicas, santeras y espiritistas, las más de las veces dirigidas a fines determinados, en especial para curaciones, aunque también "especializadas" en soluciones de otros problemas cotidianos. Es que en ellas hay más un sentido práctico que una orientación escatológica, un ámbito entonces en el aquí y ahora y no en el después y más allá posterior a la muerte. Son peticiones pero también fórmulas propiciatorias, comunicaciones, expresiones de deseos y esperanzas, no en la búsqueda de una "vida de santidad" pero tampoco exentas de valores.

Hay en este libro, en resumen, una interesante documentación especializada que presta una valiosa contribución al conocimiento de la cultura cubana, y al reconocimiento del cubano en ella, en esa manifestación específica, la religiosa, que en su forma prevaleciente es como la cultura misma sincrética, síntesis de aportes diversos y distantes en sus orígenes, mestiza, de la que resulta un "ajiaco" al decir de Fernando Ortiz, y en la que como apuntara nuestro poeta nacional está "todo mezclado".

Sus propuestas sugieren continuación en las investigaciones. A ello quedan convidados los interesados en esta compleja pero apasionante temática e incluso el propio autor, el cual con toda seguridad nos seguirá brindando nuevas contribuciones.


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia

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