Cuba

Una identità in movimento


Recuerdos del día que asesinaron a Gerardo Abreu (Fontán)

Nelson Domínguez Morera


Aquella noche llegué a la plazoleta situada frente a la Escuela Profesional de Comercio de la Habana ubicada en la misma esquina de Ayestarán y Néstor Sardiñas cuando comenzaba a anochecer. Vestía mi traje gris plomo, el único que poseía, y camisa de cuadros también gris, serían las 7 y 15 de la noche de un fresco día del mes de Febrero, específicamente el 7, corría el año 1958.

Al primero que divisé fue a un viejo conocido quien me había iniciado junto con Ennio Leyva, en las luchas estudiantiles en contra de la tiranía que usurpaba el poder, se trataba de Néstor García Iturbe dirigente del 26 de Julio de una célula clandestina del M-26-7 en la Escuela, quien también de traje obligado por su trabajo en el Banco, se mostraba más inquieto que de costumbre y rápidamente nos convocó a su alrededor junto a otro grupo de compañeros y nos dio la triste nueva.

Gerardo Abreu (Fontán) jefe del Frente Obrero Nacional (FON) del M-26-7Gerardo Abreu (Fontán) jefe del Frente Obrero Nacional (FON) del M-26-7 uno de los hombres más valientes de la lucha clandestina responsable de los grupos de Acción y Sabotaje en la capital cubana, organizador de audaces acciones que mantuvieron en jaque a los agentes represivos y a quién precisamente ese día esperábamos con ansiedad para reunirnos y nos emitiría nuevas instrucciones, había aparecido muerto, vilmente torturado y asesinado, horas antes en los edificios aun en construcción de la Plaza Cívica.

La indignación, la rabia y la impotencia se apoderó de todos, no hubo tiempo para tristezas ni lamentaciones, el propio Néstor dio las orientaciones a viva voz como si ya se hubiera alcanzado el triunfo ¡Vamos a interrumpir las clases y paralizar el tráfico, demostraremos a estos cobardes asesinos que no le tenemos ningún miedo!, ¡ABAJO LA DICTADURA, VIVA FONTÁN!

A todo pulmón la consigna se repetía mientras unos corrían hacia dentro del plantel a sacar fuera de las aulas a los que ya se encontraban en ellas y otros entre los que me encontraba, nos precipitamos desesperadamente en busca de piedras, ladrillos o cualquier objeto pesado que de inmediato hacían blanco de lanzamientos contra los cristales de la puerta de entrada de los Laboratorios OMS, o del Banco Continental Cubano o contra la Ferretería, instalaciones todas situadas en los alrededores inmediatos... ¡ ABAJO LA DICTADURA, VIVA FONTÁN ! gritábamos mientras corríamos de un lado a otro despedazándolo todo a nuestro paso.

Las hermanas Tacla, Tona y Vicky Anmar tres bellísimas y valientes estudiantes a quienes cariñosamente les llamábamos "las polacas", como se acostumbraba en aquellos tiempos a denominar a todos los judíos comerciantes de la calle Muralla, junto con otra audaz aunque no tan agraciada físicamente, la flaca Hilda López y la "gallega" Eva Palacios con quien sostuviera romance algo después, pretendían inútilmente mover un poste de madera de la Empresa Eléctrica que estaba en la calle, apareado al contén de Ayestarán y 19 de Mayo aparentemente pendiente de instalación, con la pretensión de atravesarlo en la calle y con ello interrumpir definitivamente el tránsito de vehículos.

Varios compañeros como Luisito Valdés y Arsenio Rodicio en aquél entonces ya medio clandestino por ser el Presidente de la declara ilegal Asociación de Alumnos, corrimos a su ayuda y en breve se logró el propósito. Los gritos no cesaban ¡ABAJO BATISTA, ASESINOS, VIVA FONTÁN! Increíblemente, enardecidos por nuestro ejemplo, desde adentro de los ómnibus (los de la COA de la ruta 43 marca General Motors automáticos sin poder de fuerza para sortear el obstáculo que representaba el poste eléctrico, horizontalmente atravesado en la vía) que ya comenzaban a detenerse, muchos pasajeros coreaban y hacían suyas nuestras consignas, sin percatarse de que quedaban atrapados y a merced de evidenciarse con cualquier esbirro que viajara en los mismos.

La victrola del bar de Luis, situado frente por frente a la batalla campal, recibió un frontal ladrillazo que acalló intempestivamente su estridente música. Igual suerte corrió el vistoso cristal rectangular de la vidriera de apuntaciones de la "bolita" (juego de azar de la época similar a la lotería). Muchos de estos propietarios otrora eran asiduos compradores de los bonos del M-26-7 que clandestinamente les vendíamos para recaudar fondos para el Movimiento, pero ni así escaparon del rebelde ardor estudiantil.

Los vecinos residentes del lugar aunque acostumbrados a estas protestas, nunca las habían percibido tan estruendosas y masivas, se habían incorporado infinidad de estudiantes sacados de las aulas y hasta algunos transeúntes solidarios con nuestro gesto, por lo tanto no solo se apresuraron a cerrar puertas y ventanas sino hasta que apagaban las luces de los portales o jardines, era previsión de lo que vendría a no dudarlo a continuación, la represión.

No faltaron los estudiantes que se embullaron incorporándose, aunque no fueran asiduos a estas acciones y hasta los que como mi hermano Héctor se involucraron pretendiendo inútilmente alertarnos para sacarnos del peligro. Fue tal la masividad que por más de 40 o 45 minutos, la calle fue de los amotinados. El entonces Director del plantel docente un funcionario del régimen apellidado Barrios, intentó al lado del asta de la bandera, exhortar a gritos de que suspendieran el estallido social que ya venían las perseguidoras que había hecho llamar. La respuesta coreada fue unánime ¡¡ABAJO LA DICTADURA, ASESINOS, BARRIOS COBARDE, VIVA FIDEL CASTRO, GLORIA A FONTÁN!!

Comenzaron entonces arribar con su aullar característico y el destello circulatorio de sus luces de emergencia, las perseguidoras azules y blancas con su carga de esbirros que exhibían sus ametralladora Thompson por fuera de las ventanillas con intención de amedrentar pero sin arriesgarse a bajarse aún por la arremetida de piedras, cabillas, palos y cuanto objeto volante se les encimaban.

Fue de tanta envergadura la batalla campal y tantos los vehículos detenidos que observaban atónicos, que el mismísimo asesino Carratalá, viejo conocido de otras tropelías, se tiró andando de uno de los autos y a pasos rápidos subió las escaleras adentrándose al vestíbulo del plantel escoltado por cuatro guardias armas en alto, en el mismo momento en que Rodríguez, Cabezas y Raúl Taladrid, valerosos revolucionarios, encaramados sobre un sofá circular en el centro del espacioso lugar y a espaldas del mural, metían a todo pulmón una arenga para que los indecisos que aun quedaban en las aulas se incorporaran a la manifestación callejera ¡COMPAÑEROS NO SE DEJEN INTIMIDAR POR ESTOS ESBIRROS, TODOS AFUERA QUE LA PATRIA OS CONTEMPLA ORGULLOSA, ABAJO BATISTA, VIVA FIDEL CASTRO!

Inesperadamente, el esbirro mayor que era Carratalá, solo atinó a darle unas ligeras palmaditas a Taladrid en las piernas como recomendándole que se bajara y continuó rumbo a la Dirección haciéndose el sordo motivando que Taladrid gritara más alto envalentonándose aún más.

Afuera el escenario cambió abruptamente, de la calle Desagüe chillando gomas más de seis perseguidoras doblaban estrepitosamente Ayestarán arriba y sus tripulantes se desmontaban fuertemente armados, tomando posiciones frente a la Papelera, inusualmente todos vestían el uniforme impecablemente blanco de la Marina de Guerra, del asiento delantero del auto patrullero que ocupaba la segunda posición y quedó atravesado en el medio de la calle, emergió otro más conocido, contumaz asesino, el tristemente célebre Esteban Venturo Novo, vistiendo su acostumbrado traje de dril cien con pistola calibre 45 de cachas doradas en la mano izquierda y tabaco del mejor sostenido en su derecha.

También subió las escaleras pero lo hizo lentamente y al encontrarse con el estupefacto Director Barrios que salía delante de Carratalá le propició a la vista de todos un contundente galletazo que le dobló la nuca. Inmediatamente comenzó el tiroteo e indiscriminado vómito de fuego de las ametralladoras de los marinos.

La viuda de Fructuoso Rodríguez, dirigente estudiantil de la FEU también masacrado algún tiempo antes, que siempre nos acompañaba a misa los domingos en la capilla de la Iglesia situada en un lateral de la Escuela y con ella salíamos cantando el himno nacional en gesto audaz a pesar de su avanzado estado de gestación, junto a las "polacas" y otras compañeras, se enfrentaron a carterazos y taconazos contra los esbirros que pretendían infructuosamente llevárselas detenidas, hasta que el expelo de fuego se aproximó peligrosamente y todos nos pusimos a buen recaudo.

Tal era el desorden y el reguero que hasta los propios sicarios se dedicaron a retirar los escombros y el poste tendido a fin de viabilizar el interrumpido tránsito que por Ayestarán hacia arriba llegaba hasta más allá de 20 de Mayo y en dirección contraria sobrepasaba con creces Desagüe.

Aquel día llegamos corriendo desordenadamente pero siempre a gritos favoreciendo la Revolución e injuriando a Batista y sus criminales hasta Carlos III e Infanta que fue donde nos aguardaban las perseguidoras, los bomberos y el bicho de Buey. Después de un breve choque con la fuerza de Batista, tirando piedras, palos y todo lo que teníamos, Retrocedimos por Ayestarán volviéndonos hacia la escuela, la policía continuaba disparando y tratando de cogernos, éramos ya un grupo como de 60.

Me contó después Néstor, que cuando llegó a Desagüe enfiló corriendo hacia Infanta junto con dos o tres que también estaban en la manifestación y que llegando a Infanta pasaba una ruta 10 que les paró de inmediato para que subieran porque era claro que venían huyendo de la policía y dentro de la Ruta 10 ya venían como 4 o 5 que también habían estado en la manifestación, pero que evidentemente corrieron más rápido que ellos.

En mi caso, después de haberme escondido en casa de un vecino protector que oyendo el tropelaje de mis corre corre, me abrió la puerta y me haló hacia adentro. Decidí más tarde, a fin de enmascararme en algo, dejar el saco sacarme por fuera la camisa y recelosamente caminar por la cercanías, quería disfrutar el destrozo que habíamos logrado hacer para reivindicar y honrar a aquél negro valiente, obrero y sencillo que todos respetábamos enormemente no solo por su arriesgo sino más que todo por su inteligencia.

En honor de Gerardo Abreu desde ese mismo día proclamamos una huelga estudiantil general indefinida en la Escuela Profesional de Comercio de la Habana hasta que la dictadura cayera, la cual en su memoria, la mayor parte del estudiantado secundó durante los 10 meses que transcurrieron hasta el feliz triunfo revolucionario.

    Coronel ® Nelson Domínguez Morera (NOEL)
    (14 de febrero de 2011)









Página enviada por Néstor García Iturbe
(15 de febrero de 2011)


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