Cuba

Una identità in movimento


¿Serán los yanquis habitantes de Júpiter que andan viajando por el mundo?

Wilkie Delgado Correa


Los Estados Unidos ya tienen más de un siglo de pretender desempeñar un papel de gendarme internacional. Poco a poco o rápidamente, según el caso, ha ido extendiendo sus tentáculos hacia toda tierra ajena que les haya permitido hacerlo a las buenas o a las malas. El pueblo norteamericano, noble como los demás pueblos, ha visto como sus gobernantes ensoberbecidos por el poderío alcanzado, han venido practicando una política de injerencia rampante en los asuntos soberanos del resto de las naciones del mundo, y han asumido el derecho de conquista como una filosofía de su política exterior. Les remito al discurso de despedida como Presidente de George Washington y se comprobará qué tamana traición han cometido sus sucesores a los consejos que debían regir la actuación de la nación con respecto a sus relaciones con otras naciones.

Los Estados Unidos, conducidos por gobiernos de mentalidad y espíritu avasalladores, no se han conformado con enclaves coloniales, que aún mantienen como "derecho de conquista natural", sino que mantienen bases militares, conveniadas bajo la presión, la fuerza o las engañifas, en cuantos lugares han creído conveniente para sus planes estratégicos de control hegemónico. Más de mil bases militares son los tentáculos del pulpo imperialista, a pesar de las denuncias, del repudio de los pueblos y de algunos gobiernos, por lo que significan de consecuencias negativas para las soberanías nacionales y de otros problemas políticos y sociales de los países en que se han instalado las mismas.

Sus gigantescas empresas transnacionales, sus capitales invertidos en empresas nacionales, en forma parcial o total, en la mayoría de los países del mundo, son parte de las influencias del poderío nefasto de los Estados Unidos sobre otros pueblos.

De todo esto se deriva, así como de otros factores de la propaganda y del modo y estilo de vida norteamericano, las influencias que ejercen sobre la mentalidad y actuación de muchos ciudadanos de otros países. La adoración por el llamado sueño americano, y la actitud genuflexa ante los valores y pretensiones norteamericanos, fue calificada por José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, como "yanquimanía". No sé si tal término existía en su tiempo o él lo inventó.

Esa actitud servil ante los intereses de los Estados Unidos fue criticada en forma genial por Máximo Gómez, el General en Jefe del Ejercito Libertador de Cuba, quien expresó en una carta en 1899, lo siguiente:


"(...) no me agrada que ponga a los yanquis por las nubes, como si fueran habitantes de Júpiter que andan viajando por la tierra. Ellos como yo y él somos prójimos del alacrán, del burro y el cochino, especies que juntos tenemos que vivir por ley inmutable".


Estas ideas hoy conservan toda su sapiencia y vigencia. Ahí están reflejados el carácter imperial de los yanquis, dispuestos a invadir o amenazar a cuantas naciones les convenga a sus intereses "jupiterianos", pisoteando las tierras sagradas de otros pueblos y también el humor y la ironía ante la "yanquimanía" de muchos en el mundo, y el "yanquijupiterismo" de los imperialistas de ayer, hoy y mañana.

En fin, el mundo entero se resiste a la idea y planes de la hegemonía yanqui y repudia la actitud yanqui de comportarse como si fueran habitantes de Júpiter que andan viajando por la tierra, pisoteando soberanías en plan de conquista. Ah, también viajan por los mares, en la IV flota y las otras, con los mismos propósitos imperiales. Es necesario gritarles que es hora de que se bajen de esa nube si no quieren irse de vuelta para Júpiter o simplemente GO HOME, que eso sí deben entenderlo desde hace rato y en cualquier época.




Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista







Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(14 de julio de 2008)


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