Cuba

Una identità in movimento


Barack Obama y la herencia alucinante del sueño americano de apoderarse de Cuba

Wilkie Delgado Correa


Con razón Fidel ha señalado en su Reflexión titulada "La Reunión de Washington", de fecha 14 de noviembre del 2008, que


"Muchos sueñan que, con un simple cambio de mando en la jefatura del imperio, este sería más tolerante y menos belicoso. El desprecio por su actual gobernante conduce a ilusiones del probable cambio del sistema. No se conoce todavía el pensamiento más íntimo del ciudadano que tomará el timón sobre el tema. Sería sumamente ingenuo creer que las buenas intenciones de una persona inteligente podrían cambiar lo que siglos de intereses y egoísmo han creado. La historia humana demuestra otra cosa".


Y, efectivamente, Barack Obama hereda un arsenal histórico de presupuestos ideológicos con respecto a Cuba que hasta ahora ha lastrado el pensamiento y las actitudes de la clase gobernante y dirigente de los Estados Unidos, y que pesa demasiado a la hora de concebir las relaciones con esta nación. Ojalá, como en todo nacimiento, que se pueda cortar el cordón umbilical que lo ata a esa placenta enfermiza que ha nutrido, para mal, la política exterior de los Estados Unidos durante dos siglos.

Mucha gente en el mundo piensa que el diferendo entre Estados Unidos y Cuba es un producto del triunfo de la Revolución Cubana y la declaración de su carácter socialista. Algunos pueden considerar que se trata de las consecuencias de las medidas aplicadas por el Gobierno cubano, que han sido lesivas o han resultado de mal gusto para Estados Unidos.

Por tanto, es preciso que todo el mundo sepa estas verdades, y que, a la vez, el gobierno presidido por Obama debiera conocer y tomar en consideración, pues las conclusiones sobre los aspectos fundamentales que han caracterizado las relaciones entre Cuba y Estados Unidos están avaladas por un cúmulo inmenso de hechos concretos que no pueden ser rebatidos. Toda fuente objetiva permitirá darles su merecida autenticidad.

Las conclusiones referentes al período de 1800 al 1899, o sea al siglo XIX, reflejan lo siguiente:

Durante todo el decurso del siglo, en los Estados Unidos estuvo presente la idea de apoderarse de Cuba por distintos medios.

En el período comprendido de 1900 al 1959 del siglo XX, los hechos permiten arribar a las conclusiones siguientes:

Estados Unidos prolongó el período de intervención en el país, iniciada después de su intervención oportunista en la guerra de independencia de Cuba, para crear las condiciones políticas y económicas que favorecieran sus propósitos egoístas y aviesos con respecto a Cuba.

Después del triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, ocurrieron acontecimientos y hechos de los cuales se derivan las conclusiones siguientes:

Estados Unidos no sólo trató de impedir el triunfo de la Revolución al brindar apoyo total al régimen dictatorial de Batista, sino que vio con malos ojos y empezó a actuar inamistosa y enemigamente ante las naturales medidas y las soberanas decisiones revolucionarias adoptadas por el Gobierno Revolucionario.

El pensamiento cubano, rico en ideas y sustentado en ideales profundos, ha resistido las embestidas imperiales de los gobiernos norteamericanos, y sobre el mismo cabe señalar las conclusiones pertinentes durante los siglos XIX, XX Y XXI:

El pueblo de Cuba, representado por la mayoría de sus ciudadanos, una vez conformados su nacionalidad y su carácter de nación, asumió la independencia total como su aspiración suprema e irrenunciable.


"... tímidos..., irresolutos..., observadores ligeros..., apegados a la riqueza..."


El ideal de libertad e independencia de los cubanos, siempre ha estado ligado a su mejor obra en todos los tiempos: La Revolución.

En fin, a modo de conclusiones finales se puede señalar lo siguiente:

Cuba ha vivido una larga historia de agresiones y ofensas a sus ansias y condición de nación soberana, libre e independiente por parte de los Estados Unidos.


"Se puede inspirar terror mediante el ejercicio de la fuerza, pero jamás simpatía. Se puede ser el más fuerte, pero no querido y respetado. Se puede imponer el poderío, pero no tener autoridad moral ante los demás. Se puede mentir, pero no lograr engañar a todos indefinidamente. Se puede martirizar un pueblo, pero no se le puede impedir que luche con todas sus fuerzas por el derecho a la libertad y a la vida".


Por esas razones y por su espíritu de rebeldía, los cubanos pueden declarar muy bien, con la pasión de Simón Bolívar, que frente al pertinaz empeño de los gobernantes de Estados Unidos de sostener lo que no es defendible sino atacando nuestros derechos, Cuba afirma que no permitirá que se ultraje y desprecie al gobierno y los derechos de los cubanos. Defendiendo la dignidad e independencia de Cuba han vivido y luchado millones de cubanos, han muerto millares y millares de ellos, y las nuevas generaciones están dispuestas y ansían merecer igual suerte. Lo mismo es para Cuba combatir contra Estados Unidos por sus derechos e independencia, que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofendiera y la agrediera.


"Nada piden los cubanos al mundo, sino el conocimiento y respeto de sus sacrificios, y dan al universo su sangre (..) Y al mundo preguntamos, seguros de la respuesta, si el sacrificio de un pueblo generoso, que se inmola por abrirse a él, hallará indiferente o impía a la humanidad por quien se hace".


Cuba tiene una herencia de verdades y virtudes en sus relaciones con el mundo que merecen admiración y respeto. El presidente Obama debe saber que Estados Unidos, desgraciadamente, tiene una herencia avasalladora e injerencista contra Cuba y el mundo. Está ante una disyuntiva. Sigue encadenado como sus antecesores en la Casa Blanca como un esclavo de una antipatía y ojeriza viscerales o rompe las cadenas y se libera para mirar como iguales y libres a los otros pueblos del mundo y al pueblo cubano. Son muchos siglos de práctica injerencista, lo sabemos, pero también es demasiado tiempo para continuar andando por el camino equivocado en un mundo que cambia por la propia necesidad de la supervivencia humana. Y un Presidente de Estados Unidos que se proclama defensor de cambios no los puede eludir de ninguna otra forma que no sea la traición de lo prometido y lo conveniente para su país en los tiempos que corren.




    Wilkie Delgado Correa
    Doctor en Ciencias Médicas
    Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
    Escritor y periodista




El autor autoriza la traducción y reproducción de este material, citando la fuente y autoría, y reconocería el esfuerzo que alguien o muchos realicen por hacerlo llegar a Barack Obama, asesores y congresistas, de modo que esta montaña de verdades llegue también a la Casa Blanca y a las mentes de la dirigencia y del pueblo norteamericano, y puedan mirar el alma de su nación, desde tiempos pasados, como quien se mira ante un espejo. La paz entre los pueblos amerita mejor suerte que hasta ahora, a pesar de lo que siglos de intereses y egoísmo han creado.




Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(4 de diciembre de 2008)


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