Cuba. Una identità in movimento --- Estrategia contra las tempestades

Cuba

Una identità in movimento


5 Héroes: Obama y la herencia deshonrosa dejada por Clinton

Wilkie Delgado Correa


Muchas cosas conocemos sobre los Cinco Héroes Cubanos presos injustamente en los Estados Unidos durante más de diez años. Por lo que conocen millones de personas sobre esta causa, en todas partes del mundo ha crecido el clamor solidario para que el gobierno de los Estados Unidos ponga fin a esta cruel injusticia y ponga en libertad a estos combatientes antiterroristas. Muchos millones de personas más debían conocer la historia real de estos hombres extraordinarios y admirables, de no ser por la política orquestada por los grandes medios de divulgación masiva de occidente, remisos en negarles la popularidad noticiosa, que el caso merece, y que han estado coligados cómplicemente para tender un muro de silencio que impida que sean conocidas las verdades y sea derribada la ignominia que los condenó y aún los mantiene en prisión.

En sus alegatos pronunciados al final del juicio en Miami, los cinco Héroes proclamaron ante el sistema de justicia estadounidense y el mundo su inocencia y sus verdades. En cartas, poesías, pinturas y otros documentos han ido apareciendo, fragmentadamente, elementos de sus personalidades, sus ideas y convicciones, sus testimonios de sus experiencias en la cárcel. Por lo tanto, Gerardo, Antonio, René, Ramón y Fernando no son desconocidos, ni seres olvidados, ni acusados indefendibles ni indefendidos.

Ahora surge este testimonio de Gerardo, a través de una conversación que tuvo con Saul Landau, escritor norteamericano, el 1 de abril de 2009.

Es así como Gerardo se nos presenta.


En mi caso, no soy un militar de carrera. Estudié para diplomático. Me tomó seis años completar mi carrera en Relaciones Políticas e Internacionales. Después fui a Angola, como parte de una misión internacional voluntaria. Y mientras estaba en Angola parece que llamé la atención... al regresar se me acercaron con esta misión.


Y a continuación surgen los elementos que demuestran la incondicionalidad ante una tarea que implica sacrificios, renuncia a aspiraciones legítimas y riesgos de morir, incluso, en forma desconocida y anónima, pues la vida deja de ser la de las relaciones normales en el seno de su familia y de su pueblo y pasa a ser la azarosa de codearse con gente de naturaleza criminal que tratan por todos los medios de estropear, dañar o destruir la vida pacífica de ese mismo pueblo al que pertenece y ama.

Convencidos de su elección voluntaria ante el dilema que se le presenta, nos confiesa Gerardo que le dijeron:


... sabemos que estudió para diplomático, pero usted sabe que nuestro país padece una situación determinada por esos grupos terroristas que vienen de la Florida a cometer todo tipo de crímenes y necesitamos que alguien vaya allí y cumpla esta misión.

Pude haberles dicho no, estudié diplomacia, quiero ser diplomático, pero los cubanos, los que crecimos con la Revolución, sabemos que durante los últimos cincuenta años nuestro país ha encarado casi un ambiente de guerra. En Cuba, el que no conoce personalmente a una víctima de terrorismo, sabe del avión que explotó sobre Barbados y mató a 73 personas (octubre de 1976). ¿Quién no sabe acerca de la bomba (en 1997) que mató a Fabio di Celmo (un turista italiano hospedado en el habanero Hotel Copacabana, detonada por un salvadoreño que afirmó que lo había contratado Luis Posada Carriles), por mencionar sólo un par de ejemplos?... Estos hechos forman parte de la conciencia cubana. Entonces les dije a los oficiales de inteligencia, Sí, estoy preparado para cumplir esta misión.


A continuación Gerardo traslada su visión hacia el otro territorio allende el mar, desde donde provienen los ataques y las miles agresiones que han jalonado estos cincuenta años, si nos ubicamos en estos momentos. Y nos muestra esta realidad:


Para los cubanos, en este país todo está conectado. Los cubanos en Estados Unidos tienen grandes privilegios, privilegios que no tiene ningún otro ciudadano en el mundo. Los cubanos pueden llegar por cualquier vía, incluyendo pasaportes falsos, y lo único que tienen que decir es vengo en busca de libertad, e inmediatamente Estados Unidos les da todos los documentos que necesitan.

Si me pregunta cómo, yo diría que usamos como métodos para la infiltración los mismos privilegios que reciben todos los cubanos cuando llegan a este país; incluso los que secuestraron a otros con ellos, que han secuestrado aviones, o que han puesto una pistola en la cabeza del piloto... A esas personas se les perdona automáticamente. Entonces, usando precisamente este tipo de ventajas conseguimos introducirnos a cierto nivel en esas organizaciones.


Luego Gerardo narra elementos de la misión de infiltración de los cinco Héroes y los objetivos nobles de la misma, de donde emana las razones de la necesidad de actuar en forma encubierta y no declarada en territorio norteamericano:


En los récords del caso está documentado que había una serie de agentes que tenían acceso a determinadas organizaciones [terroristas]. Su función era precisamente proteger a Cuba determinando de antemano los planes [terroristas] de estas organizaciones, y previniendo a Cuba.


En un instante de la entrevista, Gerardo describe los momentos de su detención el sábado 12 de Septiembre de 1998, y es como si viviéramos los fragmentos de una película de acción:


Yo estaba durmiendo. Eran aproximadamente las 6 de la mañana...Recuerdo haber escuchado que alguien estaba forzando la cerradura, dentro del sueño. Apenas me dio tiempo de reaccionar porque sentí un estruendo bien grande porque tumbaron la puerta. Era un team SWAT. Prácticamente eso no me dio tiempo ni de sentarme en la cama y estaba rodeado por personas con ametralladoras y con sus cascos, y todo se ha visto en las películas. Me arrestaron, me levantaron de la cama, me esposaron, me revisaron la boca...Me revisaron la boca para ver si no me iba a envenenar...Me montaron en un carro y me llevaron para el cuartel del General del FBI en el Sur de la Florida que esta en la Avenida 163, allí en Miami. Allí comenzó el interrogatorio.


Más tarde Gerardo relata los primeros meses en prisión:


Posteriormente nos llevaron a la prisión, al Centro de Detención Federal, en Miami, y donde nos ponen en lo llamado "el Hueco..." Diecisiete meses... Nosotros, los primeros 6 meses, estuvimos solos, cada uno en una celda individual sin contacto ninguno. Posteriormente nuestros abogados tomaron algunas medidas legales para que se nos permitiera vernos de dos en dos. Pero esos primeros 6 meses estuvimos en "solitario",... Allí uno pasa las 23 horas del día. Y hay una hora diaria de recreación en la que lo sacan a uno de la celda y lo llevan para otro lugar.


Pero además de este fiero encerramiento, se añadía un aislamiento mayor, tal como lo relata Gerardo. Si no duró un año como tenían previsto fue debido a la solidaridad con su causa:


Cuando me iban a sacar a llevarme a bañar me llevaban 3 o 4 guardias esposado. Las otras celdas tenían las puertas exteriores abiertas. La puerta interior era una reja cerrada. Pero la otra que era una plancha de hierro que aislaba completamente, las tenían abiertas para que la gente no se desesperara. Pero la mía siempre estaba cerrada. Cuando me iban a sacar, cerraban todas las otras para que nadie ni siquiera me viera. Porque una de las cosas establecidas era que no podía tener contacto con nadie. Allí si estuve un mes, sin saber si era de día o si era de noche, con agua sucia cayendo por las paredes, descalzo, con la luz encendida las 24 horas, y oyendo los gritos de la demás gente alrededor, que algunas habían perdido la mente. Un día, un Jueves, vinieron y me trajeron unos papeles para que lo firmara donde decía que iba a estar allí un año. El próximo martes, sin darme ninguna explicación, como mismo me habían entrado, sin saber nada de nada, me sacaron. Supimos que hubo bastante protesta frente el Buró de Prisiones y que congresistas averiguaron por nosotros.


Gerardo expone las razones para aplicarles tales medidas brutales y degradantes:


Casualmente, cuando eso ocurrió faltaba un mes para que nosotros presentáramos la apelación, cuando más contactos con nuestros abogados debimos tener. Fuimos para "el Hueco", una coincidencia misteriosa, justo antes de la apelación.


También Gerardo nos confiesa las razones para afrontar con dignidad toda la maldad descargada como actos concretos de venganza y tortura psicológica. Al respecto se pregunta y responde:


¿Como pude resistir? Nosotros estábamos concientes del apoyo, de la gente tratando de lograr la justicia en nuestro caso.

Eso le da a uno mucho ánimo, mucha fuerza. Y uno sabe que no puede defraudar a sus compañeros... gente que no le fallarán y esperan que no les falles. Entonces, uno se pasa el día pensando: "aquí no puede pasarme nada, no me puede dar un ataque de pánico, no puedo enfermarme de los nervios, no puedo ceder ni un tantito porque son demasiadas personas con las cuales voy a quedar mal". Y eso...a uno le da un ánimo tremendo.

El gobierno de los Estados Unidos no le da visa a mi esposa para que me venga a visitar — durante los últimos 10 años. Negarme la posibilidad de ver a mi esposa es parte del mismo proceso; el interrogatorio, las ofertas de que nos vendiéramos, los meses en solitario.


Luego Gerardo plantea una conclusión que bien debe dominar como graduado de la especialidad en Relaciones Internacionales, y es la política que tiene que ver con la prohibición a los norteamericanos para que visiten a Cuba, ese derecho a viajar que refrenda la constitución norteamericana, y que sin embargo, ha cercenado, en el caso de Cuba, la política inveterada e irracional de bloqueo contra Cuba:


A los americanos por 50 años les han dicho, "Cuba es un infierno, pero no puedes ir a ver por ti mismo". Los americanos son libres para muchas cosas pero no de ir a 90 millas a visitar a ese país a ver si es verdad lo que dice su gobierno.


Gerardo denuncia el carácter selectivo y discriminador que en su caso tiene la reglamentación penitenciaria:


Como venganza nos hacen la vida lo más difícil posible. Durante 10 años. Los presos usan el email para comunicarse con sus familiares. A mi no me dejan usar el email, ni siquiera para comunicarme con mi esposa.


Señala el fundamento real que ha determinado la política agresiva de los gobiernos de los Estados Unidos contra Cuba. Al respecto afirma:


El "crimen" más grande de Cuba ha sido haber querido ser un país soberano e independiente.


Gerardo en su entrevista a Landau pone al desnudo las motivaciones que han movido las acciones de los grupos opositores que integran la mafia cubano-norteamericana, que a final de cuentas es servir de peones y lacayos de las estrategias imperiales contra Cuba y la Revolución Cubana:


La industria del anti-Castrismo es una industria que da millones. Por 50 años algunas personas han vivido de eso: comentaristas radiales hasta jefes de las 3500 organizaciones chupando dinero federal "para lograr la libertad en Cuba"; o haciendo colectas de los viejitos para comprar las armas para la "liberación de Cuba".

Ellos sueñan con el día en que el ejército americano les barra de la tierra a todos los revolucionarios. Sobre las cenizas que queden ellos reconstruirán a su propia Cuba, la que tenían antes de la revolución. Lo que no han podido hacer ellos, que se lo haga el ejercito americano. Por eso es que hablan de "traición" en Bahía de Cochino, en Playa Girón. Ellos pensaron que detrás de ellos llegaría el ejército americano a Playa Girón. Esa fue la traición de Kennedy. Entonces no dudo que las intenciones de Basulto hayan sido de crear un conflicto internacional. No importa cuantos cubanos ni jóvenes americanos mueran. Lo que les importa es recuperar su país, lo que ellos consideran su país.


Finalmente Gerardo, quien ha vivido en el monstruo y le conoce las entrañas como dijera José Martí, ofrece también un panorama del pueblo de Cuba y de un componente noble del pueblo norteamericano, que radicado en los Estados Unidos, es radicalmente diferente a los viles integrantes de la mafia cubano-norteamericana.


En Cuba la gente vive con las puertas abiertas a sus vecinos, conocen prácticamente a toda la gente del barrio. A las 8 de la noche su hijo puede estar jugando en la calle. Entonces se para en la puerta a darle gritos para que venga a comer o a bañarse. Viven con la enorme tranquilidad de saber que al hijo nadie le va a estar vendiendo drogas ni nadie lo va a secuestrar.

Me llamó la atención ver a una gran cantidad de cubanos, o de cubano-americanos incluso nacidos en este país, y de latinoamericanos también, luchando para que estos países, Cuba y los Estados Unidos tengan una mejor relación, una relación mutuamente respetuosa, saliendo de su historia de intriga, de desencuentros y de tensiones. Me llamó mucho la atención porque sé que esto lo hacen a expensas de perder hasta sus propias vidas.

Todos estos bombazos que han sufrido estas personas, víctimas nada más por pretender que Cuba y los Estados Unidos tengan una relación más respetuosa, que los cubanos aquí tengan el derecho de viajar allá para compartir con sus familiares. Fue como un rayo de esperanza saber que no toda Miami es la mafia esa asfixiante, recalcitrante y extremista, sino que hay muchas otras buenas personas también.


Estos son algunos de los aspectos esenciales de los cuales da testimonio Gerardo Hernández Nordelo en su impactante entrevista a Saul Landau, escritor, periodista, realizador de documentales y académico estadounidense, a quien todos debemos agradecer por rescatar desde la cárcel las opiniones, visiones y valoraciones de este insobornable luchador que ha sido condenado injustamente a dos cadenas perpetuas y quince años de privación de libertad, más, hasta ahora, la imposibilidad de recibir la visita de su esposa, y que actualmente espera la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos sobre la solicitud de revisión de la causa de los cinco Héroes. Y este es el último párrafo del alegato de Gerardo ante el tribunal que lo condenó, que aún golpea las conciencias con sus argumentos convincentes e indelebles, y que entronca perfectamente con la visión del mundo y de las cosas que nos ha brindado desde la cárcel:


Su señoría, la Fiscalía considera, y así lo ha pedido, que debo pasar el resto de mi vida en una cárcel. Confío en que si no es en este, en algún otro nivel del sistema, la razón y la justicia prevalecerán por encima de los prejuicios políticos y los deseos de venganza y se comprenderá que no hemos hecho ningún daño a este país, que merezca semejante condena. Pero si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: "Sólo lamento no tener más que una vida para entregar por mi patria".



Nota: Recomendamos la lectura completa de la entrevista de Saul Landau, realizada el 1 de abril de 2009, publicada en varios sitios de internet.

    13/5/09





    Wilkie Delgado Correa
    Doctor en Ciencias Médicas
    Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
    Escritor y periodista





Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(14 de mayo de 2009)


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