Cuba

Una identità in movimento


Desde Cuba para los que saben amar. Parte I: 14 de Junio. Aniversario de dos Héroes

Adys M. Cupull ReyesFroilán González


Para los que saben amar es nuestra felicitación en esta fecha, especialmente, para los estudiantes y residentes en Rosario, la Ciudad Natal del Comandante Ernesto Che Guevara; y los de Santiago de Cuba, la Ciudad Natal del Mayor General Antonio Maceo Grajales. Las dos ciudades están unidas en este día 14 de junio y en el respeto a los valores y virtudes que ellos representan.

Antonio, hijo de Mariana Grajales Cuello y Marcos Maceo, nació en la calle Providencia No 16, era verano. Ernesto, de Celia de la Serna Llosa y Ernesto Guevara Lynch, vino al mundo, según su inscripción de nacimiento, en uno de los apartamentos del edificio situado en la calle Entre Ríos No 480. Era invierno. Sin embargo, a pesar de la distancia, procedencia social y los ochenta y tres años entre uno y otro nacimiento, los dos niños crecieron abrasados por el fuego de la pasión contra las injusticias.

Sus padres influyeron en el carácter, firmeza, y hombría de cada hijo. Marcos era un hombre justo, se fue a la guerra en 1868, a luchar por la independencia de Cuba junto a sus hijos y su mujer. Ernesto y Celia fueron fieles a las ideas de su hijo y a la Revolución cubana hasta su muerte.

No es de extrañar que el Comandante Guevara sintiera admiración por Antonio, nacido de León y Leona como dijo José Martí. y para asombro de muchos, admiró a Mariana desde su estancia en México, como quedó demostrado a través de una de las cartas que escribió a su madre poco antes de partir en el yate Granma hacia Cuba. Le dice:


"Ahora va un abrazo, uno de los últimos desde tierras mexicanas y en tren de hacer admoniciones, una final: la madre de los Maceo se lamentaba de no tener más hijos para ofrecer a Cuba. Yo no te pido tanto, simplemente que mi precio o el precio de verme no sea algo que está contra tus convicciones o que te haga arrepentir algún día".[1]


No hay dudas que de ella, le hablaron los cubanos Moncadistas, entonces exiliados. Mariana es la madre de todos los cubanos, al decir de José Martí, a quien también, ella llamó hijo.


"La madre que vio erguirse a su hijo, sangrando del cuerpo entero, y con diez hombres desbandar a doscientos. Y a los que en nombre de Cuba la van a ver, les sirve con sus manos y los acompaña hasta la puerta...".[2]


Mariana y Marcos, eran mulatos libres. Tuvieron trece hijos: dos mujeres y once hombres. Sus contemporáneos hablaron de ellos con respeto y admiración, por su honestidad, decencia, rectitud y laboriosidad.

Vivieron el siglo XIX cuando la esclavitud estaba en pleno auge y sobre los negros esclavos o libertos recaía el sostenimiento de la vida económica de Cuba y sufrían la discriminación racial. El tema de las conversaciones en el hogar de los Maceo Grajales era acerca de la esclavitud, y la necesidad de independizar a la Patria del dominio español.

Los Maceo Grajales poseían una casa en la ciudad y otras en el campo. La economía desahogada les permitió tener tierras, ganado vacuno y caballar. Sus haciendas producían tabaco, madera, y frutos menores.

El historiador cubano, doctor Eduardo Torres Cuevas analiza que la familia tenía una visión ética basada en el trabajo, en el esfuerzo personal, la solidaridad, y en el rechazo a los vicios. Los hijos fueron formados en el concepto de honradez suprema, estricto concepto del honor, disciplina, y lealtad a la familia y a la Patria.

Marcos y Mariana tomaban las decisiones juntos, formaban un matrimonio fuertemente unido y Mariana brillaba por su capacidad organizativa, inteligencia y poder de decisión. Exigía la caballerosidad y el respeto en los varones; y la delicadeza y rectitud en las hijas.

Ernesto Guevara al referirse a Antonio Maceo, cita su valentía e intransigencia ante la injerencia de otro país en los asuntos de Cuba. Una de las reseñas se encuentra en un párrafo de su escrito La Piedra donde relató en profunda y emotiva prosa, sus añoranzas, mientras recordaba, desde las selvas del Congo, a su familia, a su madre que agonizaba en Buenos Aires, en el fragmento referido a Maceo dice:


"Uno sobrevive a la especie, en la historia, que es una forma mistificada de vida en la especie: en esos actos, en aquellos recuerdos. ¿Nunca has sentido un escalofrío en el espinazo leyendo las cargas al machete de Maceo?; eso es la vida después de la nada...".[3]


En su discurso sobre Antonio Maceo, pronunciado el 7 de diciembre de 1962, para destacar la valentía y disciplina del pueblo cubano durante La Crisis de Octubre lo calificó como un Maceo.

Este discurso, debe ser estudiado y analizado por las nuevas generaciones, escogimos algunos fragmentos:


A través de estos años de recordación se ha visto desfilar ante su monumento siempre al mismo pueblo, pero en esta tribuna, representantes de muy diversas tendencias sociales. Hoy, que estamos en la tarea de la construcción del socialismo en Cuba, que empezamos una nueva etapa de la historia de América, el recuerdo de Antonio Maceo adquiere luces propias. Empieza a estar más íntimamente ligado al pueblo, y toda la historia de su vida, de sus luchas maravillosas y de su muerte heroica, adquiere el sentido completo, el sentido del sacrificio para la liberación definitiva del pueblo. Maceo no estuvo solo en esa lucha. Fue uno de los tres grandes pilares en que se asentó todo el esfuerzo de liberación de nuestro pueblo. Con Máximo Gómez y Martí, constituyeron las fuerzas más importantes, las expresiones más altas de la Revolución de aquella época.

Cuando Maceo, con Panchito Gómez Toro — el hijo de Gómez — al lado, rendía su vida por la liberación de Cuba, ya Martí lo había hecho un año antes; ya la cabeza política más firme y más profunda de las fuerzas de liberación había dejado de pensar, y no se veían en el horizonte los dirigentes capaces de llevar la guerra revolucionaria en Cuba hasta los extremos de liberación total de todos los poderes coloniales; más aún quienes fueron sus herederos ni siquiera tuvieron la penetración suficiente para comprender el alcance de los planes yanquis y toda la maligna maniobra que estaba encerrada en el Maine y en lo que siguiera.

Es así como aquella guerra de liberación, que formalmente terminara en el 98 y que llegara también a una culminación formal en 1902, con la independencia, no había acabado ni mucho menos.[4]


En el discurso, el Che menciona dos momentos importantes en la vida de Antonio Maceo:

La Protesta de Baraguá, el trascendental gesto en que Antonio Maceo, después de diez años de lucha, no aceptó la paz que ofrecía España, sin Libertad, sin dignidad y sin la abolición de la esclavitud. Ese hecho, al decir de José Martí


"... es de lo más glorioso de nuestra Historia".[5]


Y el otro momento es La Invasión de 1895:


Antonio Maceo cruzó la Isla de una punta a la otra, y llevó el fuego revolucionario a provincias que no lo habían conocido en la anterior etapa de la guerra de liberación.[6]


Agregó que para hacer esto que hizo Maceo, se necesitaba un inmenso poder de organización, una inmensa fe en la victoria y en la capacidad de lucha de sus hombres, y un poder de mando extraordinario para ejercerlo día a día durante años de lucha en condiciones extremadamente difíciles, y que cuando murió en combate se había cumplido su tarea fundamental, porque la Revolución estaba encendida en todo el territorio de Cuba.

Al referirse al pueblo cubano y a las amenazas de los Estados Unidos, durante la Crisis de Octubre, hecho en que el pueblo cubano estuvo amenazado con el exterminio a través del lanzamiento de la bomba atómica por el gobierno norteamericano, analizó:


"Hemos pasado por la prueba más dura que puede pasar pueblo alguno, hemos estado frente a la destrucción atómica, hemos mirado al enemigo preparar su inmenso caudal de cohetes, de armas de destrucción de todo tipo, y hemos visto como apuntaba todo ese arsenal hacia Cuba, hemos oído sus amenazas y hemos visto sus aviones surcando nuestros aires".

"Y este pueblo digno de Maceo, de la estirpe de Maceo, de Martí, de Máximo Gómez, no tembló, ni siquiera vaciló. Y el mundo moderno ha visto el espectáculo extraordinario de un pueblo entero que se preparaba a la peor de las catástrofes con una moral increíble".

(...)

"Nuestro pueblo todo fue un Maceo, nuestro pueblo todo estuvo disputándose la primera línea de combate en una batalla que no presentaría quizás líneas definidas, en una batalla donde todo sería frente y donde seríamos atacados desde el aire, desde el mar, desde la tierra, cumpliendo nuestra función de vanguardia del mundo socialista en este momento, en este lugar preciso de la lucha".

"Por eso, sus palabras, sus frases tan queridas resuenan tan hondo en el corazón de los cubanos, y es de obligada recordación esa frase que está inscripta al costado del monumento: Quien intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha. Ese fue el espíritu de Maceo y ese fue el espíritu de nuestro pueblo".[7]







    Notas

    1. Adys Cupull y Froilán González, Mariana Raíz del Alma cubana. Editora Política 1996. P. 2.

    2. Idem. P. 44

    3. Ernesto che Guevara, La Piedra en "Memoria, Centro Pablo de la Torriente Brau, 1998. P. 22 y 23.

    4. Ernesto Che Guevara, Obras Escogidas Editora Ciencias sociales, 1991 T. II. P. 609-610.

    5. Adys Cupull y Froilán González, Ob. Cit. P. 39.

    6. Ernesto Che Guevara Ob. Cit. P. 611.

    7. Idem. P. 61.




Parte I — Parte II






Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(30 de mayo de 2008)


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas