Cuba

Una identità in movimento


Urge la unidad

Froilán González Adys M. Cupull Reyes


Los procesos democráticos de los pueblos de América Latina están amenazados por una nueva oleada de golpes de Estados que ha comenzado por Honduras. Hay que asumir el hecho como una agresión a todos.

Corresponde a cada hombre o mujer, hacer su pequeña obra, para evitar que se repitan aquellas masacres que costó la vida a Salvador Allende y a miles de sus compatriotas.

Los golpes de Estado que sucedieron en Argentina, Uruguay y otros países de América Latina dejaron luto, dolor y la desaparición de miles de jóvenes. Nada puede olvidarse, ni se debe esperar a que se repita un nuevo genocidio.

Los pueblos saben que no son los mismos tiempos, hoy no es necesario esperar treinta años para que los archivos de Estados Unidos sean abiertos y conocer que el gobierno de ese país, fraguó, dirigió y sostiene a los golpistas de Honduras.

Frente a esa brutal agresión, urge la unidad de los pueblos. Por eso, acudimos una vez más, a las palabras de José Martí, conocedor profundo de Estados Unidos y su sistema, en cuya entraña vivió. En uno de sus escritos publicado en el tomo 7 de sus Obras Completas, página 118, Edición de 1963, se lee:


Allá, en horas perdidas, buscan, los curiosos, periódicos de Sur y Centro América, por saber quién manda y quién dejó de mandar, y no se sabe en la una república lo que hay de fértil, de aprovechable y de grandioso en la otra; y hoy, como en 1810, puede decirse con el padre Juarros, pintoresco y cándido cronista del reino guatemalteco, lo que por entonces él decía:


"Vemos con la mayor admiración que, después de tres siglos de descubierto este Continente, se encuentran en él reinos y provincias tan poco conocidos como si ahora se acabasen de conquistar". Es ¡ay de nosotros! que el veneno de tres siglos, tres siglos ha de tardar en desaparecer. Así nos dejó la dueña España, extraños, rivales, divididos, cuando las perlas del río Guayato son iguales a las perlas del Sur de Cuba; cuando unas son las nieves del Tequendama y Orizaba; cuando uno mismo es el oro que corre por las aguas del río Bravo y del venturoso Polochic".


De indios y blancos se ha hecho un pueblo perezoso, vivaz, batallador; artístico por indio; por español terco y osado; y como el inglés es brumoso, y el sueco grave, y el napolitano apático, es el hijo de América ardiente y generoso, como el sol que lo calienta, como la naturaleza que lo cría. De manera que, de aquellos hubimos brío, tenacidad, histórica arrogancia; de los de oscura tez tenemos amor a las artes, constancia singular, afable dulzura, original concepto de las cosas y cuanto a tierra nueva trae una raza nueva, detenida en su estado de larva, ¡larva de águila! Ella será soberbia mariposa.

Pero ¿qué haremos, indiferentes, hostiles, desunidos? ¿qué haremos para dar todos más color a las dormidas alas del insecto? ¡Por primera vez me parece buena una cadena para atar, dentro de un cerco mismo, a todos los pueblos de mi América!

Pizarro conquistó al Perú cuando Atahualpa guerreaba a Huáscar; Cortés venció a Cuauhtémoc porque Xicotencatl lo ayudó en la empresa; entró Alvarado en Guatemala porque los quichés rodeaban a los zutujiles. Puesto que la desunión fue nuestra muerte, ¿qué vulgar entendimiento, ni corazón mezquino, ha menester que se le diga que de la unión depende nuestra vida? Idea que todos repiten, para lo que no se buscan soluciones prácticas. Vivir en la Tierra no es más que un deber de hacerle bien. Ella muerde y uno la acaricia. Después, la conciencia paga. Cada uno haga su obra.









Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(21 de julio de 2009)


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