¿Qué hacer si de repente
no me nace un verso al despertar en la mañana,
si olvido el final de la historia que dejé inconclusa,
o no enciendo una vela al Dios de los Caminos?

¿A dónde iría mi alma,
navegante errada,
sin incienso,
sin Mozart,
sin mis trastos,
o sin ti,
entrañable amiga La Locura?

Tal vez decida probar mis alas,
Pese a todo
Y mis tristes escombros
Sean borrados del asfalto.
Barridos por un artefacto ultramoderno,
Irán a parar al mismo vertedero
Donde se dieron cita
Las cenizas del Ave Fénix,
La piel de piedra de las Gárgolas,
Las escamas del último dragón,
Las huellas del Unicornio en el desierto,
Los polvos que dejó olvidados el Hada Azul,
Antes de volverse camarera
En una cafetería de segunda,
Y una deshilachada alfombra
Que no surcará ya nubes
Porque nadie cree en el milagro de su vuelo.

Pero aún desde ese rincón
Los mil pedazos que yo fui
Se preguntarán
Qué pudo ocasionar tanta desidia...
Y una mariposa que aleteó en el Amazonas
No sabrá que sus efectos devastadores
Alcanzaron mi almohada
De pronto,
Un día.