Cuba

Una identità in movimento


La dignidad plena del Hombre y la Mujer en Cuba es objetivo principal de la cultura en la construcción del Socialismo

Lohania Aruca Alonso



Advertencia: Escribí este artículo de opinión acerca del debate del tema racial que se ha venido realizando por la vía digital. Sin embargo, en los últimos días, nuevos acontecimientos, ciertamente muy lamentables y singulares, han reverdecido la inquina contra la Revolución Cubana de parte de elementos internos y externos que destilan odio y prejuicios anticomunistas, antisocialistas, y que, en ningún momento, ofrecen soluciones positivas a los problemas reales a los cuales nos enfrentamos los cubanos, que defendemos y defenderemos — hasta el último aliento — la independencia, la soberanía y el derecho inalienable de nuestro país y sociedad a encontrar un camino para el desarrollo humano integral, justamente: "con todos y para el bien todos", y en el marco más avanzado que se conoce en la actualidad, en el sistema socialista, que con sudor, lágrimas, y hasta sangre de muchos verdaderos héroes y mártires por la Patria, estamos construyendo en Cuba. LAA





De ningún modo puede perderse el rumbo de la conciencia social y su ejercicio ciudadano, en el proceso largo, lleno de dificultades y riesgos que caracteriza a la Revolución Cubana y su cultura actual. Esta última profundamente comprometida con la conservación y trasmisión a las nuevas generaciones de lo más esencial de nuestras luchas, explícitamente conceptualizado en el legado martiano: "la dignidad plena del Hombre", entendido éste como especie biológica, en lo cual es inseparable su más elemental diversidad de sexos y razas.

El enunciado anterior es el punto de partida más real, que ha existido desde la ascensión de la Revolución Cubana al poder, al gobierno de nuestra república. Cualquier olvido, o adulteración de ese principio básico, sería fatal para nuestra nación y ciudadanía, y tendríamos que atender de inmediato al restablecimiento total de su memoria y autenticidad para poder continuar batallando en cualquier terreno, el de la economía, la política, la sociedad, o, la cultura en general.

La construcción del Socialismo en Cuba ha requerido, y requerirá en el futuro, y a través de diferentes etapas de diversa duración, de una gran voluntad nacional, inspirada rigurosamente en la justicia y la lucidez de nuestros principios políticos, éticos y morales, especialmente de parte de la dirección política del país.

Crear una sociedad humana con la suficiente vitalidad, unidad, armonía, sabiduría y firmeza, que sea capaz de enfrentar los riesgos que conlleva ser un país con nuestra posición geográfica y clima, pocos recursos económicos, pequeño, aún, con una población reducida y envejecida, pero con el coraje de mantener nuestra independencia y soberanía nacional, frente a la mayor potencia militar del mundo, es una de las mayores y más bellas utopías románticas jamás soñada. Y, sin embargo, ¡se puede! Siempre y cuando tengamos los ojos y la conciencia bien abiertos, bien alertas para la consecución de nuestros propósitos y no perdamos el rumbo de nuestro camino por torcidas y engañosas veredas.

No es el propósito de este artículo de opinión llevar a cabo demostraciones de tesis.

Todos, los cubanos y las cubanas que vivimos día a día las múltiples tensiones que inevitablemente ocurren en la vida diaria, desde el más humilde trabajador, hasta el más elevado de nuestros dirigentes, conocemos la alta responsabilidad y los peligros que conllevan defender nuestras ideas y plasmarlas en una realidad nueva, en beneficio de nuestra Patria y de la Humanidad.

Si la cultura es nuestro mejor escudo, tenemos que vigilar que este sea invulnerable ante las ideas conservadoras y retrógradas — particularmente la anexionista —, que reniegan de nuestros principios históricos, políticos, éticos y morales. Hay que reforzar ese escudo con ideas novedosas, creativas, con una teoría científica social actualizada, con una crítica y autocrítica certera y responsable.

Cuba tiene que forjar los elementos de su desarrollo humano, tanto en la actualidad, como en el futuro, bien lejos de la miseria capitalista y burguesa. No es posible mirar el oro, la riqueza, los avances científico técnicos acumulados en los países capitalistas "desarrollados y subdesarrollados" por una minoría oligarca, en su egoísta beneficio y disfrute, y cerrar los ojos, al mismo tiempo, y no ver ¡cuánta miseria e injusticia se han acumulado durante más de 4 siglos, para las clases empobrecidas, al lado, o, en el seno de esa ostentosa riqueza; sin abominar los crímenes de todo tipo cometidos contra una gran parte de la Humanidad; sin rechazar el individualismo, el egoísmo y la deshumanización que paulatinamente va pudriendo los restos de conciencia que aún pueda existir en esas sociedades en el siglo XXI, y en los venideros! Dar la espalda a este lado oscuro de la realidad es ser irresponsables e hipócritas.

A los pocos miembros del club de los países ricos, ni siquiera les queda clara la idea de que salvar al Planeta, es absolutamente imprescindible e inevitable, para salvarse ellos mismos con sus "riquezas".

De tal modo, sí debe estar claro para los países pobres — como es el caso de Cuba —, que para aspirar a la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los hombres y mujeres del mundo, de todos los colores y procedencias étnicas (ideales estos del pensamiento liberal burgués, desde 1789, no alcanzados por la mayor parte de la población del planeta), para eliminar las herencias de pobreza, racismo, sexismo, y todas las manifestaciones del subdesarrollo que nos aportó el colonialismo y el neocolonialismo, el capitalismo, y menos ahora, en su etapa de crisis general y total, no es el camino de nuestros pueblos.

Es imprescindible e impostergable para la Humanidad, abrir el nuevo camino, crear soluciones nuevas, relaciones humanas diferentes, y todo ello conquistarlo sobre la base del trabajo manual e intelectual liberado, dignificado, altamente revalorizado, conscientemente planificado y medido, necesariamente remunerado con justeza, de acuerdo con las leyes económicas socialistas, no las mercantilistas.

Basta ya de cerrar los ojos — y particularmente entre los cubanos — ante las "soluciones" extrañas (copiadas o importadas) que nada solucionan, ante la carencia de profundos estudios político-ideológicos que nos orienten inteligentemente en la vida cívica, ante la indisciplina social generalizada, el trabajo chapucero, las negligencias que no se penalizan adecuadamente, la vagancia, etc.

La Revolución Cubana erradicó el analfabetismo ¡desde 1961, ya hace 50 años! y puso a disposición del todo el pueblo un sistema educacional avanzado — desde la enseñanza primaria a la superior, además ¡es gratuito! —, el desarrollo de la Salud Pública, la Ciencia y la Cultura, y, con la imprescindible participación popular, ha creado una gran reserva de inteligencia para hallar nuestras propias soluciones, que respondan a las necesidades de los territorios, provincias y municipios, según sus particularidades. Dejar fluir esta enorme y verdadera riqueza, hasta alcanzar todos y cada uno de los rincones menos accesibles del país, es la única solución que tenemos a la vista, y es la más pertinente.

Todo lo anteriormente expresado es igual a evitar la innecesaria y estéril centralización (rémora colonialista que padecemos hace más de 4 siglos); apoyarnos en nosotros mismos, en el reconocimiento de nuestras enormes potencialidades y capacidades, muchas de ellas poco o nada explotadas hasta el momento, que existen en la sociedad cubana para perfeccionar e impulsar el Socialismo, para que las nuevas generaciones, los cubanos y cubanas jóvenes, de todos los colores posibles ("color cubano"), se sientan orgullosos y felices de serlo, y sobre todo, de vivir en su país sin necesidad alguna de emigrar hacia otros, para trabajar en ellos como "esclavos" del capitalismo.

Escuchar con sabiduría y humildad verdadera, las críticas a nuestra obra, y "cambiar todo" lo que deba ser cambiado — como ha dicho Fidel —, con sensatez, pero también con audacia, es otra imperiosa necesidad.

Cuba, nuestra linda Cuba, nuestra Patria amada, espera por nosotros. Reunamos nuestra familia, y juntos todos avancemos hacia el hoy y el mañana con el mismo valor que siempre ha requerido vivir (ahí están nuestros ejemplos históricos: desde Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, Máximo Gómez, José Martí, hasta los contemporáneos de nuestra última guerra de liberación nacional. Son nuestros millares de verdaderos héroes, y ellos han surgido por oleadas, una tras de otras, dentro del pueblo cubano, ejemplarizando el amor y la solidaridad que nos caracteriza en cualquier parte del mundo.

    La Habana, 04 de marzo de 2010




Lohania Aruca Alonso: Investigadora auxiliar. Licenciada en Historia y Especialista en Urbanismo, MC Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, El Caribe y Cuba; colaboradora periodística de publicaciones digitales y de revistas científicas y culturales cubanas y extranjeras; miembro de la Unión de Escritores de Cuba (UNEAC), la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) y la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).








Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(4 de marzo de 2010)


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