Cuba

Una identità in movimento


Los componentes étnicos africanos en Cuba y sus múltiples denominaciones (Parte I)

Jesús Guanche


Introducción

Las culturas nacionales de América y el Caribe deben una parte significativa de su formación histórica al poblamiento de africanos esclavizados durante los siglos XVI al XIX.

En el caso de Cuba, la presencia africana ha sido múltiple y constante desde los albores de la época colonial hasta la acelerada intensificación del tráfico clandestino durante el ocaso de la dominación hispánica en la Isla. Sin embargo, aun no queda claro, en relación con las influencias culturales, la amplia diversidad de denominaciones con las que fueron conocidos (comprados, vendidos, alquilados, perseguidos) más de un millón de personas trasladadas a esta parte del Caribe, a las que se les impuso una identidad otra, disociada casi siempre de su sentido de pertenencia grupal y en muchos casos dependiente del lugar de captura, del depósito de esclavos, del sitio de embarque y hasta de las lenguas de los traficantes africanos y europeos.

Los componentes étnicos africanos en Cuba han sido denominados de múltiples maneras, casi siempre relacionados con la historia y los avatares del tráfico trasatlántico, desde la temprana presencia beréber al norte de África hasta la clandestina irrupción de los makuá en África oriental durante la segunda mitad del siglo XIX.

De los estudios realizados hasta nuestros días, se deriva un conjunto de cuestiones a dilucidar que sirven de motivación esencial para el presente trabajo: ¿Cuántos fueron los componentes étnicos africanos que participaron en la formación étnica del pueblo cubano?, ¿cuáles fueron las diferencias entre sus etnónimos propios y las denominaciones con las que se conocieron como resultado del comercio esclavista trasatlántico y del tráfico en las Américas y el Caribe?, ¿cómo han sido identificados en Cuba según la diversidad de fuentes que los refieren?, ¿cuáles son los principales problemas para el conocimiento actual de estos componentes étnicos?, ¿cómo se puede sistematizar el conjunto de componentes étnicos africanos en Cuba de acuerdo con el estado actual de conocimientos al respecto?

Para tratar de responder las anteriores cuestiones debemos realizar una evaluación crítica de los alcances y limitaciones de las investigaciones sobre los componentes étnicos africanos en Cuba desde la época colonial hasta el presente; valorar la significación metodológica y referencial de nuevas fuentes documentales que posibilitan un estudio renovado del tema; elaborar una base de datos digitalizada sobre los componentes étnicos africanos en Cuba; y establecer una propuesta actualizada sobre la clasificación de los componentes africanos en la historia étnica de Cuba


¿Cómo hacerlo?

Retomar el tema de los componentes africanos en la historia étnica de Cuba en el umbral del tercer milenio requiere de un enfoque transdisciplinario que relacione métodos y procedimientos de diversas disciplinas tradicionalmente tenidas por particulares o propias de las ciencias sociales y humanidades como antropología, demografía, geografía, historia, lingüística y otras vinculadas de modo directo o tangencial al objeto de estudio. De manera especial la informática ha creado nuevas posibilidades de procesamiento y análisis de datos que permiten no sólo acceder a los grandes volúmenes de información existentes,[1] sino muy especialmente correlacionar y re-analizar los etnónimos, denominaciones étnicas, topónimos, hidrónimos y lingüónimos que hasta el presente no han sido identificados y mucho menos clasificados.

Diversos autores de Europa y América han realizado múltiples esfuerzos por sistematizar los etnónimos africanos al sur del Sahara, tales como el belga VAN BULCK (1953), el checo HRBEK (1984), los rusos OLDEROGUE (1977) y BRUK (1981 y 1986). De modo habitual diversos autores anglohablantes han volcado su interés hacia el problema de los etnónimos africanos como las reconocidas obras MURDOCK (1959) y de MORRISON, MITCHEL, PADEN y STEVENSON (1972). Más recientemente, el texto de BIEBUYCK, KELLIHER y MCRAE (1996) actualiza estos esfuerzos. Autores hispanohablantes como VALDÉS (1997), también incluye un amplio glosario de componentes étnicos africanos distribuidos en siete áreas geográficas del continente.

Todos ellos, a modo de ejemplos, sirven de nuevas fuentes comparativas respecto de lo que han realizado los autores cubanos durante más de un siglo y medio.

De manera análoga, las obras de G. AGUIRRE BELTRÁN (1972), M. ACOSTA SAIGNES (1878) N. S. DE FRIEDEMANN (1993) y C. E. DEIVE (1996) facilitan cotejar transcripciones de etnónimos y otras denominaciones étnicas en países como México, Venezuela, Colombia y Santo Domingo, respectivamente.

En el orden metodológico se han tomado en consideración varios factores que interactúan:

  1. Los aportes de los precursores del tema mediante la literatura de viajeros en Cuba[2] y los primeros estudios del siglo XIX desde algunos campos del conocimiento disciplinar como la geografía, la antropología física y la lingüística.[3] De modo especial se hace referencia a los trabajos que durante el siglo XX e inicios del XXI han tratado de enumerar y sistematizar la múltiple presencia de los componentes étnicos africanos desde otros campos del conocimiento histórico, etnográfico y demográfico.[4] Este factor aborda el tema desde el ángulo receptivo de africanos esclavizados. Para realizar un análisis y posterior clasificación de las denominaciones obtuvimos una localización de 1202 denominaciones a partir de 39 fuentes documentales y bibliográficas.

  2. Las contribuciones internacionales sobre el tráfico trasatlántico de esclavos y las variaciones denominativas de los etnónimos en África hacen posible delimitar cinco zonas principales de emisión que se corresponden geográficamente con un grupo de países actuales. Estas son (Véase el mapa sobre las Principales zonas de procedencia hacia Cuba de africanos esclavizados durante los siglos XVI al XIX).
    Zona I. Entre Cabo Blanco y Cabo Las Palmas, correspondiente a las costas e interior de Mauritania, Cabo Verde, Senegal, Malí, Gambia, Guinea-Bissau, Guinea, Sierra Leona y Liberia.
    Zona II. Costa de Oro, se corresponde con el área de Costa de Marfil, Ghana y Burkina Faso.
    Zona III. Costa de los Esclavos, abarca los actuales territorios de Togo, Benin, Nigeria, Camerún y Guinea Ecuatorial.
    Zona IV. Entre Cabo López y Cabo Negro, que es una parte significativa del área bantú, abarca los territorios de Gabón, Congo, República Democrática del Congo y Angola.
    Zona V. Costa Oriental, entre Mombasa y Zitundo, en la delimitación de los territorios de Tanzania, Mozambique y Madagascar.
    El volumen de las denominaciones se amplía con otras áreas de Europa y el Norte de África y otras zonas de las Américas y el Caribe, que si bien poseen menos significación estadística, están presentes desde el siglo XVI hasta fines del siglo XIX.
    Esto representa el marco informativo para el análisis de la emisión migratoria forzada.

  3. El estudio crítico de los dos anteriores factores nos permite clasificar los componentes africanos en Cuba (según etnónimos, denominaciones étnicas y metaétnicas) de acuerdo con las principales zonas de emisión en África, las que al mismo tiempo se corresponden con etapas de formación, auge y decadencia de la trata de esclavos en la dirección oeste-este.


PRINCIPALES ZONAS DE PROCEDENCIA HACIA CUBA DE AFRICANOS ESCLAVIZADOS DURANTE LOS SIGLOS XVI AL XIX


Los componentes africanos en la etnohistoria de Cuba: principales dificultades para su estudio

El análisis de las diversas fuentes que han servido para identificar la procedencia étnica, geográfica y/o lingüística de los componentes africanos durante la historia colonial de Cuba, desde los viajeros precursores hasta las clasificaciones más recientes, nos permite determinar un conjunto de aspectos principales que pueden contribuir a señalar lo extremadamente complicado del tema y trazar algunos intersticios para su mejor conocimiento.

  1. Debemos distinguir, en primer lugar, tres términos de diferente alcance conceptual pero muy relacionados.
    a) Los etnónimos, que son los "nombres que sirven para designar una comunidad étnica y que son de general aceptación y uso por sus integrantes para autodenominarse" (LÓPEZ, 1985: 54); pero entre ellos debe distinguirse el endoetnónimo, que es la autodenominación en la lengua propia; del exoetnónimo, que resulta de la referencia al etnónimo en otra lengua. Un ejemplo de endoetnónimo puede ser el de fulbé, usado por este gran pueblo que habita en varios países de África Occidental y ejemplos de exoetnónimos pueden ser afluí, bafilache, foula, fula, fulanke, filani, fellata, fuulbe, peul, peulh, etc., referidos por otros pueblos vecinos o transcriptos a partir de lenguas de estirpe greco-latina y árabe.
    b) Las denominaciones étnicas, que son "los nombres con que fueron conocidas ciertas comunidades étnicas en un contexto histórico determinado, y que no fueron usados con fines de autodenominación, al menos en sus regiones de origen, por los miembros de esas sociedades" (LÓPEZ, 1985: 54). Estas denominaciones son exógenas al etnos[5] de referencia y su sonido y significado no siempre coinciden con el sentido que determinado pueblo le otorga a su etnónimo. Tal es el ejemplo de la denominación takwa, usada por los yoruba para referirse a sus norteños vecinos los nupe.
    c) Las denominaciones metaétnicas, son términos muy abarcadores y genéricos que incluyen grupos de pueblos africanos; pero que generalmente designan topónimos e hidrónimos. Si bien delimitan territorios o cuencas fluviales, resultan envolventes de los etnónimos y las denominaciones étnicas. Tales son los ejemplos del término lucumí respecto de muchos pueblos kwahablantes; del término mina respecto de muchos pueblos de la llamada Costa de Oro, o del término congo (en su estricta acepción fluvial y territorial) respecto de muchos pueblos bantúhablantes. Este tipo de denominación genérica, creada por el tráfico esclavista y sostenida durante siglos en los documentos oficiales y manuscritos, es la que más complica el estudio, pues aunque ofrece cierta delimitación espacial operativa, se mezclan unas y otras debido a la propia dinámica histórica del trasiego de mercancía humana.

  2. Los estudios acerca de la procedencia de los pueblos africanos han estado muy marcados por la relación gnoseológica emic/etic[6] de los clasificantes (estudiosos), sin tomar plenamente en consideración el punto de vista de los clasificados (estudiados). La visión del otro, desde el paradigma cultural occidental, ha condicionado la interpretación y valoración de los datos cargados de juicios parciales y tendenciosos. Por otro lado, el avance más reciente de la africanística en lo geográfico, antropológico, lingüístico y sociocultural permiten nuevas lecturas desde los lugares y pueblos de referencia.

  3. Muchos etnónimos, denominaciones étnicas y metaétnicas han pasado al español hablado y escrito a partir de otras lenguas no africanas (árabe, español, francés, holandés, inglés, portugués...), lo que genera múltiples transcripciones según las muy diversas interpretaciones fonológicas. De ahí la amplísima variación de términos homófonos que aparecen para designar determinado pueblo, lengua o territorio.

Estos factores han sido tomados en consideración, tanto para referirnos a los estudios y clasificaciones precedentes, como para valorar el alcance y complejidad de las múltiples denominaciones de los componentes étnicos africanos en la etapa formativa de la cultura cubana.

En el ámbito clasificatorio relacionado con la antropología sociocultural ya hace varias décadas que E. R. LEACH[7] advertía sobre el peligro de subordinar la complejidad de la realidad objeto de estudio al modelo empleado para clasificar. Por ello "considera la clasificación como un procedimiento puramente ad hoc [y reconoce] que cualquier clasificación útil hoy día, será probablemente un frustrante obstáculo dentro de diez o quince años, cuando los intereses del investigador hayan cambiado". Claro que el valor relativo de la clasificación como procedimiento no puede depender sólo de los intereses del investigador, sino conjuntamente del grado de los conocimientos adquiridos en determinados campos y de los propios métodos empleados.

Más de siglo y medio de investigaciones sobre el tema en Cuba hacen posible una renovada caracterización de los pueblos africanos involucrados en el tráfico trasatlántico para distinguir el abigarrado conjunto de denominaciones respecto de los etnónimos de origen. Sólo así podremos conocer con mayor certidumbre la complejidad y riqueza del cambio cualitativo efectuado entre las oleadas de esclavos respecto de la formación nacional. Sólo así podremos seguir, paso a paso, el legado de la ruta del esclavo.


Procedencia de los componentes étnicos africanos en Cuba

Los estudios y clasificaciones referidos anteriormente, junto con los nuevos trabajos de archivo y otras fuentes de información más recientes nos permite analizar la múltiple presencia africana en Cuba a partir de cinco zonas principales al sur del Sahara.

La división en zonas de procedencia sólo constituye una abstracción operativa con el objeto de organizar una propuesta clasificatoria más abarcadora. Jamás puede significar una camisa de fuerza para ubicar en uno u otro lugares las denominaciones que se emplean durante el tráfico, ya que el comercio moderno de esclavos constituyó una intrincada red de relaciones de acuerdo con cada circunstancia histórica, tanto en el trasiego de buques que tomaban su carga en uno o varios sitios de embarque, como de las personas capturadas que eran trasladadas desde diferentes lugares, lo mismo cercanos que muy distantes.

De acuerdo con lo observado en estudios anteriores, la caracterización de los pueblos de cada zona respecto de cómo fueron denominados en Cuba hace posible descubrir la amplísima diversidad del comercio trasatlántico de seres humanos esclavizados en relación con los componentes étnicos involucrados en el poblamiento forzado de la Isla como base para precisar mejor sus variados influjos culturales.

El criterio de clasificación seleccionado parte de cada una de las zonas de emisión en África y otros lugares referidos en números romanos (I, II, III,...), de ahí se ordena según las denominaciones genéricas o metaétnicas en números arábigos (1, 2, 3,...) y finalmente los etnónimos identificados por orden alfabético (a, b, c,...). En el caso de aparecer otros componentes étnicos no relacionados con denominaciones genéricas se añade el símbolo (§) en correspondencia con la zona de procedencia y por orden alfabético. Este proceso sigue un principio deductivo que permite jerarquizar niveles homólogos por su alcance geográfico, etnolingüístico o etnotopográfico y étnico propiamente dicho, respectivamente.


Zona I. Entre Cabo Blanco y Cabo Las Palmas

Esta amplia zona abarca los actuales territorios costeros y parte del interior de varios países como Mauritania, Cabo Verde, Senegal, Malí, Gambia, Guinea-Bissau, Guinea, Sierra Leona y Liberia, donde aun se asientan diversos grupos humanos que estuvieron muy relacionados con el tráfico trasatlántico de esclavos desde el siglo XVI.

Según el léxico empleado por los comerciantes de esclavos, estos entraron en Cuba bajo tres denominaciones metaétnicas fundamentales: guinea, gangá y mandinga, que van acompañadas por denominaciones específicas o complementarias de la denominación genérica. Otros de la misma zona aparecen, sin embargo, registrados con denominaciones simples, que veremos con posterioridad.

    I.1. Guinea

    El término guinea (guineo o guineos) resulta, en este contexto, una denominación muy abarcadora e imprecisa. Si actualmente ese vocablo se corresponde con los territorios de Guinea-Bissau, Guinea (Conakry) e incluso, fuera del área, con Guinea Ecuatorial, también los estudios de antropología física identifican como guineanos o guineánidos a una amalgama de pueblos costeros melanodermos que van desde Guinea-Bissau hasta la parte oriental de Nigeria (VALDÉS, 1997: 52-54). En los archivos españoles, la primera región reconocida en África aparece como "Ríos de Guinea" para referirse a todo el espacio delimitado entre los ríos Senegal y Níger;[8] es decir, un área sumamente amplia.

    Paralelamente, fueron los portugueses quienes denominaron toda esta costa con el nombre de Guinea, desde la desembocadura del río Gambia hasta las costas del Camerún. Por su difícil acceso desde el mar, también se le llama barra de Guinea a las cerradas rompientes.

    La única referencia significativa del término es que procede de la franja costera de África occidental, es decir, su acepción es toponímica, pero no es identificable con ningún etnónimo en particular. Según las fuentes consultadas nos encontramos en Cuba reiteradas referencias a la denominación guinea y guineo, pero no es posible identificarla con etnos alguno. Esto representa una incógnita abierta e incontestable.

    En otros lugares de América hispánica como Colombia hay referencias a los esclavos africanos procedentes de "los ríos de Guinea" (FRIEDEMANN, 1993: 49) y en Venezuela se reportan durante el siglo XVIII dos mujeres de Guinea (ACOSTA SAIGNES, 1978: 98), pero sin especificar la pertenencia étnica.


    I.2. Gangá

    Con la denominación gangá (gagar, ganga, gragá), que es otro topónimo identificable con Gbangá, con Wangará, o con el hidrónimo Gbangba, de Sierra Leona, fueron introducidos diversos esclavos que hemos identificado como de origen bulom, cono, ebrié, gbandi, gola, kisi, kru, loma, mani y vai, principalmente.

    En Venezuela también aparecen referidos como ganga (ACOSTA SAIGNES, 1978: 99), en Colombia como canga y canca (FRIEDEMANN, 1993: 52) y en Santo Domingo se encuentra el término gambá (DEIVE, 1996: 94), aunque sin un propósito clasificatorio.

      I.2.a.
      Los bulom [9] (también denominados amampa, bulem, bullom, bullum, faku, mampua, sherbo o sherbro)[10] fueron referidos en Cuba con las denominaciones de gangá longobá (gangá longiba, gangá longova, gangá longová, gangá longoba, gangá longota, gangá ñongobá), o simplemente como longoba (longobá) por la relación toponímica con la jefatura de Nongobá

      I.2.b.
      Los cono (referidos también en la literatura antropológica como kondo, kono, konno o koso)[11] se reportaron como gangá cono, gangá conó, gangá conú y cozo; es decir, variantes de la transcripción del etnónimo.

      I.2.c.
      Los ebrié, también llamados "lagunares"[12] aparecen como gangá brie, que es una variante de trascripción del etnónimo; aunque su venta evidencia procesos migratorios hacia otros embarcaderos de esclavos más al oeste o el trasiego de barcos hacia varios puntos de la costa más al este.

      I.2.d.
      Los gbandi (conocidos también como bandi o gbande)[13] constituyen un grupo de los kpellé (kpele, kpese, gerse, guerzé, gbeze, gbrese o pessi),[14] fueron denominados en Cuba como gangá baude.

      I.2.e.
      Los gola (gora o gula)[15] parecieron referidos como gangá gola (gangá golá, gangá gorá, gangá gongola), gola e ygora. Aunque predominan las transcripciones del etnónimo en asociación compuesta con la denominación gangá, aparecen también de modo simple.

      I.2.f.
      El pueblo kisi (registrado también como así, den, gii, gisi, gissi, gizi, gizima, ghizi o kissi)[16] fueron referidos como gangá quisi, gangá quisí, gangá kisi, gangá kisí o simplemente como kissí, quisí, qüisi y también reportados con las anteriores denominaciones transcriptas del etnónimo pero como de pertenencia mandinga.

      I.2.g.
      Los kru (crau, krao, krou, krumen o nana)[17] también forman parte de un grupo de pueblos costeros asentados en Liberia y Costa de Marfil, que incluye a los kru propiamente dichos y a los , bassa, grebo, gueré, bakwé y dida. En Cuba se conocieron como gangá cramo y pasa. En el caso de la denominación pasa, puede ser una variación transcripta de los bassa, pues resulta frecuente el cambio de p por b, aunque con este etnónimo se pueden identificar tres grupos humanos del área. Los que se asienten más hacia el occidente, ya referidos (Valdés, 1997: 123); los basa [18] de Camerún, que se ubican al sur de ese país, hablan una de las lenguas bantú, se relacionan con los koko y bimbi, también del Camerún y su población asciende a unos 200 mil habitantes; y los basa [19] de Nigeria, también conocidos como basange, kakanda e ibara, vecinos de los nupe.

      I.2.h.
      Los loma (buzi, laoma, logoma, looma, loorma, toma o tooma)[20] aparecen referidos en Cuba como bucheg, gangá busi, gangá bucheg (ganga bucheg). En este caso predomina una de las variantes del etnónimo (buzi) respecto de la autodenominación más conocida.

      I.2.i.
      Los mani (mandenyi, mmani, mnami o mendenyi)[21] aparecen reportados en Cuba como gangá maní y gangá mani, así como de presunta pertenencia mandinga. La relación con el etnónimo es obvia, pero tanto una denominación como otra (gangá o mandinga) se encuentran en dependencia del proceso de captura y venta de esclavos por unos u otros traficantes. De igual manera, aparecen en Colombia como mani (FRIEDEMANN, 1993: 52).

      I.2.j.
      Los vai (vay, vehie, vei, vu, e incluso como "Gallina"),[22] fueron referidos en Cuba como gangá bay, fag y fay. En este caso, el vínculo con el etnónimo es obvio y su ortografía dependió de los transcriptores.

    En el caso de la denominación que aparece como gangá bombalix (bombalit) se corresponde con una región de Sierra Leona denominada Bombali en el que habitan varios pueblos como los temne, loko, mendé y limba (BASSO, 2001: 36), lo que no permite su especificación. En este sentido, el topónimo neutraliza la posibilidad de identificar el etnónimo debido al carácter multiétnico del territorio.


    I.3. Mandinga

    Con la denominación metaétnica mandinga, que se corresponde plenamente con uno de los etnónimos de los mandingo (mandé, mandinka o malinké),[23] también hemos podido identificar esclavos de los etnos baga, bambara, dyola, fulbé, malinké propiamente dichos, serer, soso y wolof.

      I.3.a.
      Los baga (conocidos también como baele, barka, boloes, boulones o zape)[24] aparecen registrados tempranamente en Cuba con la denominación de mandinga zape y zape, cuyo término coincide con una variante de los baga.[25]
      Desde las primeras décadas del siglo XVI también hay referencias en Santo Domingo de los zape (DEIVE, 1996: 100) y se transcribe sape en Venezuela (ACOSTA SAIGNES, 1978: 99). En México aparecen como zapé y AGUIRRE BELTRÁN es quien los equipara con los kpwes (sic) aunque reconoce que ya LABAT había identificado a "Zapas y Bagas".

      I.3.b.
      Los bambara (bamana o bamananke)[26] aparecieron reportados como bamba, bambara, bambará, bámbara, banbara, mandinga bambara (mandinga bámbara, mandinga bambará) y quimbámbara. En este sentido, los cambios de acentuación y las variantes ortográficas de transcripción no impiden identificar al etnónimo.
      Con idéntica transcripción de bambara aparece en Santo Domingo, donde se conserva además en el topónimo de Loma Bambara, en San Cristóbal (DEIVE, 1996: 96). En Colombia la transcripción varía y son referidos como babara y mambara en la primera mitad del siglo XVIII (FRIEDEMANN, 1993: 50).

      I.3.c.
      Los dyola (diola, diula, djola, djoula, jola, joola o yola)[27] forman parte de los pueblos mandingo, y en Cuba fueron reportados como mandinga yola, yolá (iola, yola, yolar) y en un caso como carabalí yola. En estas variantes la d inicial es absorbida y el etnónimo aparece en una de sus formas más frecuentes. Solo en un caso la y es sustituida por la i.

      I.3.d.
      Otro gran pueblo es el fulbé (referido también como afuli, bafilache, fellani, fellata, filani, foula, foulah, ful, fula, fulani, fulanke, fulbé, peul, peulh o pullo)[28] que se extiende por casi todos los actuales países de África occidental subsaharana. En Cuba aparecieron con diversas denominaciones como mandinga fula, fulo, folupo, tfoli y también fueron vendidos como lucumí agaín y lucumí agani ota, lo que evidencia que éstos procedían de otros mercados de esclavos ubicados más al este.
      La variedad de denominaciones se corresponde con la amplia expansión territorial de este pueblo. En lugares cercanos como la República Dominicana se reportan esclavos fala y faula, identificados por DEIVE (1996: 97) con los fula. En Colombia hay referencias a la denominación casaca como "mestizos de mandinga y fula" (FRIEDEMANN, 1993: 52), mientras que en Venezuela se les denomina folopo y fulo (ACOSTA SAIGNES, 1978: 99) y Aguirre Beltrán los identifica en México con los felupe.

      I.3.e.
      Los malinké (mandinka, manding o mandingo)[29] fueron referidos en Cuba desde el siglo XVI con varias denominaciones como manderega, mandinga, mandinga lumba alogasapi, mandinga sicuato, mandingo, sicuato (siguato) y también como carabalí siguato, cangá, gara, gangá siguato, lucumí kangá. Todo lo anterior denota la presencia mandinga en diversos puertos de embarque de esclavos. Si bien fueron importantes comerciantes de otros esclavos también fueron víctimas del inhumano tráfico.
      Este grupo es ampliamente conocido en las Américas y el Caribe y de reporta como mandinga en Brasil, Colombia, Venezuela y la República Dominicana (FRIEDEMANN, 1993: 52; ACOSTA SAIGNES, 1978: 102; DEIVE, 1996: 987), entre otros lugares.

      I.3.f.
      El pueblo serer (kegueme, sarer, ser, serere, serère, sereer o serre)[30] se conoció como mandinga sereré. Sin embargo, no lo hemos localizado en otras fuentes del área.

      I.3.g.
      Los soso (también llamados sosso, sousou, soussou susu o sussu)[31] pueden ser identificados en Cuba como mandinga osusu, mandinga soso, musoso, chocho, ososo y zoso.
      El etnónimo soso aparece reportado en Venezuela y ACOSTA SAIGNES refiere, según AGUIRRE BELTRÁN, que: "Se conocieron el México bajo el nombre de Xoxos. Se extienden desde el río Núñez hasta el río Scarcies. [...]. En compañía de pueblos mandingas acudían los Sosos a realizar transacciones comerciales con los europeos establecidos en S. Jorge Elmina" (ACOSTA cit. AGUIRRE, 1978: 105).

      I.3.h.
      Los wolof (jolof, ouolof, uolof o valaf)[32] fueron conocidos en Cuba por las denominaciones de mandinga yolof (mandinga yolofe), o simplemente como folopo, yolof (iolof, jolof, jolofe, jolofo, llolofo, yalofe, yolof, yolofe, xolopo). Como se evidencia, todas son variantes del etnónimo pero con diferentes transcripciones según los documentos registrados.
      Aparecen otras denominaciones, por ejemplo, en República Dominicana, donde se reportan las de xolofo y olofa. Están correctamente identificados por DEIVE, quien recuerda que el término les fue impuesto por los fulbé y significa negro. También subraya que: "La primera rebelión de esclavos fue, precisamente, la de los wolof del ingenio de Diego Colón, en Santo Domingo, a principios de 1522" (1996: 100). En Venezuela, aunque no se explica ni clasifica aparecen los términos galofe y golofo como una de tantas variantes posibles de trascripción.


    I.§. Otros componentes étnicos

    De esta misma zona también procedieron representantes de otros etnos cuya identificación ha sido independiente de las abarcadoras denominaciones metaétnicas.

      I.§.a.
      Tal es el caso de los andone,[33] que aparece en Cuba por una denominación como andove, cuyo cambio de trascripción se debe a los múltiples errores registrados por las fuentes documentales.

      I.§.b.
      Los bainuk (bainouk, banyon, banyun, banhiin, banhün, banyung o bañuun),[34] fueron denominados muy tempranamente como bañol, bañon y mañón. Estas trascripciones no se corresponden plenamente con el etnónimo y obedecen a las primeras referencias de los siglos XVI y XVII, etapa en que los traficantes inician sus vínculos con las costas africanas.
      Estas denominaciones se reiteran con sus variantes en otros lugares de América. En Santo Domingo aparece como banol, en Venezuela como bañón y en México entraron como bañol en el siglo XVI y pañol en el XVIII (DEIVE, 1996: 96; ACOSTA SAIGNES, 1878: 100 y AGUIRRE BELTRÁN, 1972: 114).

      I.§.c.
      Los balanté (balangas, balanta, balente, belante, bolenta, brassa o bulanda)[35] fueron identificados como balanta y valanta, dos variantes del etnónimo pero con otra ortografía.

      I.§.d.
      Los bidyogo (bidsogo, bidjugo, bissago, bijagó o biyago)[36] fueron referidos como bioho (biocho) y visao.
      También se reportan en Santo Domingo como viocho (DEIVE, 1996: 100) y en México como biahos, viohos y viojos (AGUIRRE BELTRÁN, 1972: 118).

      I.§.e.
      Los bobo (bua o bwa),[37] aunque su presencia en Cuba fue poco significativa, aparecen referidos como aobo, bobó y boblo, tres variantes del etnónimo con cambios de trascripción y de acentuación.

      I.§.f.
      Los bram (brame, bola, buramo, mankanya y "bran")[38] son referidos como bram (bran) y carabalí bran. bran es reportada en otros sitios de América. En México, AGUIRRE BELTRÁN los confunde con los brong y los asocia con la factoría de San Jorge El Mina en la Costa de Oro (1972: 126).[39] ACOSTA SAIGNES, parte del criterio de Aguirre y reconoce que "Parecen haber sido muy apreciados en Venezuela en el siglo XVI, pues en una petición a la Corona, por intermedio del Gobernador Mazariegos, pedían los procuradores de las ciudades de Venezuela, en 1576 que se le permitiera importar 1 300 negros, que habrían de ser "Vrafaras, Branes [40] y Barroles, Mandinga o Zapes" (1978: 100). En Colombia también se reporta el término y es ubicado en Senegambia (FRIEDEMANN, 1993: 52), aunque es algo más al sur. En Santo Domingo, DEIVE reconoce que "debieron entrar en número considerable a la Isla" (1996: 97) y repite la confusión de Aguirre Beltrán.

      I.§.g.
      Los kasanga (cassanga, ihahe o kasange),[41] fueron referidos en Cuba con versiones transcriptas del etnónimo: casanga y cazanga.
      También se reportan en México y Venezuela como cachanga (AGUIRRE BELTRÁN, 1972: 114 y ACOSTA SAIGNES, 1878: 100) y en República Dominicana como casanga y cazarga (DEIVE, 1996: 96). Sin embargo, ACOSTA SAIGNES, siguiendo a Aguirre Beltrán, los ubica erróneamente en la meseta de Benguela, es decir, a miles de kilómetros hacia el sureste. Mientras que DEIVE rectifica el error.

      I.§.h.
      Los lobi [42] aparecen con denominación de loti, aunque su presencia no fue muy significativa en Cuba,

      I.§.i.
      Los mendé (kossa, kosso, mendi)[43] fueron escasos pero muy conocidos por los sucesos de la goleta Amistad.[44] Procedían de la zona donde operaba el traficante Pedro Blanco y Fernández de Trava, agente principal en las factorías de Gallinas, hoy Sierra Leona, para la firma española de Pedro Martínez y Compañía durante la primera mitad del siglo XIX. Su entrada fue, como tantas, de manera clandestina.

      I.§.j.
      Finalmente, los nalu (nanu o nanum)[45] también aparecen por el etnónimo nalú.
      Como hemos podido observar, esta zona incluye tres denominaciones metaétnicas (guinea, gangá y mandinga) que abarcan ciento cinco denominaciones étnicas, entre simples y compuestas. De ellas hemos podido clasificar 28 etnónimos correspondientes a la zona más occidental de África al sur del Sahara.




    Parte I — Parte IIParte II


    Este texto es una síntesis del capítulo V del libro Africanía y etnicidad en Cuba (los componentes étnicos africanos y sus múltiples denominaciones) del propio autor


      Notas

        1. Un ejemplo de ello son las versiones de la Enciclopedia Encarta (1998, 1999, 2000 y sus actualizaciones en Internet) de Microsoft, con su instrumento metódico del Organizador de investigación, que permite crear y procesar amplios ficheros y convertirlos en usos múltiples, o la Encarta Africana (1999) de carácter especializado con un enfoque que incluye la herencia africana en las Américas y el Caribe.

        2. Véanse, por orden cronológico, las obras de JAMESON, ABBOT, WURDEMANN y BREMEN.

        3. Véanse, por orden cronológico, las obras de PICHARDO Y TAPIA, DE LA TORRE, POEY ALOY, DUMONT y MACÍAS.

        4. Véanse, por orden cronológico, las obras de ORTIZ (1906, 1916, 1924), PÉREZ BEATO (1910, 1922), LACHATAÑERÉ (1939), MARTÍN (1939), DESCHAMPS CHAPEAUX (1969, 1970), VALDÉS BERNAL (1985), LÓPEZ VALDÉS (1986, 2002), DE LA FUENTE GARCÍA (1986), CREMÉ RAMOS (1994), GUANCHE (1996, 1998), NÚÑEZ JIMÉNEZ (1998), CALDERÓN, ALMAGUER y VILLALÓN (2000), PADRÓN JOMET y BONACHEA MACÍAS (2000), PORTUONDO ZÚÑIGA (2000), NOVOA BETANCOURT (2001), GÓMEZ GUERRA (2001), BASSO ORTIZ (2001) y ESCALONA (2002).

        5. Cuando se hace referencia al etnos o etnia se incluye el conjunto del grupo humano independientemente de su ubicación territorial según los actuales países. Por ello no se emplea el término grupo étnico ni minoría étnica porque poseen otra significación conceptual cuanticualitativa (Véase GUANCHE, 1996: 5-6).

        6. Articulación dialéctica entre los factores emotivos y conductuales del conocimiento en contextos culturales propios respecto de contextos culturales ajenos.

        7. Véase "Problemas de clasificación en antropología social", en JOSÉ R. LLOBERA (comp.). La antropología como ciencia, Barcelona, 1975: 311-315.

        8. Véase NGOU-MVE, 2001: 66.

        9. En la versión monográfica hay una caracterización de cada uno de los componentes étnicos identificados y clasificados. Véase J. GUANCHE. Africanía y etnicidad en Cuba. Los componentes étnicos africanos y sus múltiples denominaciones (inédito).

        10. Véanse HRBEK. Op. cit.: 149 y MORRISON, 1972: 331.

        11. Véanse HRBEK. Op. cit.: 163 y MORRISON. Op. cit.: 260.

        12. Véanse VALDÉS. Op. cit.: 122 y MORRISON. Op. cit.: 256.

        13. Véase HRBEK. Op. cit.: 154.

        14. Véanse HRBEK. Op. cit.: 163, MORRISON. Op. cit.: 260 y 283, y VALDÉS. Op. cit.:123.

        15. Véanse HRBEK. Op. cit.: 155 y MORRISON. Op. cit.: 283 y 331.

        16. Véanse HRBEK. Op. cit.: 162 y MORRISON. Op. cit.: 260, 283 y 331.

        17. Véanse HRBEK. Op. cit.: 163, MORRISON. Op. cit.: 265 y 283, y VALDÉS. Op. cit.: 123.

        18. Identificado por HRBEK como basa (II); 1984: 146.

        19. Identificado por HRBEK como basa (III); 1984: 146.

        20. Véanse HRBEK. Op. cit.: 166, MORRISON. Op. cit.: 260 y 283, y VALDÉS. Op. cit.: 123.

        21. Véanse HRBEK. Op. cit.: 171 y MORRISON. Op. cit.: 260.

        22. Véanse HRBEK. Op. cit.: 183 y MORRISON. Op. cit.: 283 y 331.

        23. Véanse HRBEK. Op. cit.: 168 y MORRISON. Op. cit.: 260.

        24. Véanse HRBEK. Op. cit.: 144 y MORRISON. Op. cit.: 260.

        25. En uno de sus trabajos LÓPEZ VALDÉS identifica a los zape con los kpwesi de Sierra Leona y Liberia, pero no explica por qué (1985: 63).

        26. Véase HRBEK. Op. cit.: 145 y MORRISON. Op. cit.: 260 y ss.

        27. Véanse HRBEK. Op. cit.: 152, MORRISON. Op. cit.: 247 y 325, y VALDÉS. Op. cit.: 103.

        28. Véanse HRBEK. Op. cit.: 153, MORRISON. Op. cit.: 325 y VALDÉS. Op. cit.: 103.

        29. Véanse HRBEK. Op. cit.: 168, MORRISON. Op. cit.: 247 y ss., y VALDÉS. Op. cit.: 104.

        30. Véanse HRBEK. Op. cit.: 178, MORRISON. Op. cit.: 325 y VALDÉS. Op. cit.: 123.

        31. Véanse HRBEK. Op. cit.: 180, MORRISON. Op. cit.: 260 y ss., VALDÉS. Op. cit.: 123 y TUTTLE, 1999.

        32. Véanse HRBEK. Op. cit.: 184, MORRISON. Op. cit.: 325 y ss., y VALDÉS. Op. cit.: 123.

        33. Véase HRBEK. Op. cit.: 143.

        34. Véanse HRBEK. Op. cit.: 145 y MORRISON. Op. cit.: 325.

        35. Véanse HRBEK. Op. cit.: 145, MORRISON. Op. cit.: 325, VALDÉS. Op. cit.: 122 y YOUNG. 1999.

        36. Véanse HRBEK. Op. cit.: 147 y VALDÉS. Op. cit.: 122.

        37. Véanse HRBEK. Op. cit.: 147, MORRISON. Op. cit.: 373 y VALDÉS. Op. cit.: 103.

        38. Véanse BRUK. Op. cit.: 583 y HRBEK. Op. cit.:148.

        39. HRBEK distingue los bran de Guinea-Bissau, de los brong asentados en Ghana (1983: 148).

        40. La cursiva es mía (JG).

        41. Véase HRBEK. Op. cit.: 161.

        42. Véanse HRBEK. Op. cit.: 166, MORRISON. Op. cit.: 265 y 373, y VALDÉS. Op. cit.: 104.

        43. Véanse HRBEK. Op. cit.: 171, MORRISON. Op. cit.: 331 y VALDÉS. Op. cit.: 123.

        44. Véanse Richard R. MADDEN. "Los cautivos del Amistad", en su La Isla de Cuba. Sus recuerdos, progresos y perspectivas, 1964: 255-265 y Rodolfo SARRACINO. "Odisea de los esclavos en la Goleta Amistad", en su Los que volvieron a África, 1988: 31-46.

        45. Véase HRBEK. Op. cit.: 172.


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