Cuba

Una identità in movimento

Maria Giulia Alemanno: Ashé de una italiana

Odal Palma — Fotos: Diego



Maria Giulia Alemanno y Babalú Ayé. Foto: DiegoNo necesariamente hay que nacer en Cuba o residir en la Isla para pensar y sentir como cubano. Maria Giulia Alemanno, por ejemplo, vino al mundo y ha echado raíces en la lejana Europa, exactamente en la ciudad italiana de Torino. Sin embargo, asegura sentirse en Cuba más en su casa que en Italia.

"En esta tierra me siento mucho más realizada. Aquí todo es natural, incluso la vida".

Podría pensarse que las anteriores son meras palabras dichas a modo de cumplido, pero si se visita la exposición Mis Orishas, inaugurada el pasado 6 de enero de 2005 en la Casa Museo Humbolt, se llegará a la conclusión de que, en efecto, esta periodista y pintora pudo haber nacido en Italia, pero clasifica perfectamente como cubana, por su pensamiento, su corazón y su obra artística.

"A las Artes plásticas me dedico desde hace tanto tiempo que no sabría precisar cuándo hice mis primeros dibujos. Al extremo de que considero que la pintura ha sido siempre parte inseparable de mi vida".

Ese deseo permanente de pintar surgió en Maria Giulia porque desde muy pequeña comprendió que

"... la vida alrededor de mí tenía necesidad de ser interpretada. Recuerdo que cuando era niña ya pintaba. Y mientras mis amiguitos pedían a sus padres que les compraran juguetes, yo exigía a los míos colores y cartulinas porque más que jugar, lo que me gustaba realmente era pintar".

Obatalá. Foto: DiegoDe casta le viene el galgo a esta joven artista pues su abuelo, al que ella califica como un "... hombre muy espiritual", fue un destacado arquitecto y pintor italiano que aunque no lo conoció, "siempre lo siento muy cerca de mí". El resto de la familia, incluyendo sus padres, han dedicado toda su vida al comercio. Por esa razón probablemente

"... mis padres no me permitieron matricular en una escuela de arte porque existía entonces el criterio en Italia de que era más importante el trabajo que el arte. Así estudié periodismo, pero sin apartarme jamás de la pintura".

Lo dicho hasta aquí no tiene nada de excepcional y si ameritara una conversación exclusiva para La Jiribilla sería por la calidad de la obra de esta pintora y no el hecho de que es mujer, ni tampoco el infinito amor que siente por nuestra tierra. Lo extraordinario de Maria Giulia estriba en que, sin apenas tener conocimiento de un tema tan controvertido como el sincretismo religioso, ha logrado, combinando imaginación, colores y maestría increíble, una representación pocas veces lograda, incluso por artistas cubanos, de las principales deidades del panteón yoruba.

"La inclinación hacia la religión yoruba surge porque considero que hay un destino, un camino. No soy fanática, pero estoy convencida de que algo existe. Por ejemplo, yo visité a Cuba por primera hace tres años. Estaba pasándome unas vacaciones en Canadá y antes de llegar allí había conversado con un amigo italiano que me habló de Cuba y particularmente, de una santera con la que entabló amistad. Estando en Canadá sentí unos deseos inmensos de venir a Cuba y de conocer a esa mujer. Por esos días no conocía nada de sincretismo ni de la cultura africana. Conversé mucho con la santera. Me llamó grandemente la atención el arraigo de esta religión en Cuba y, sobre todo, el colorido con que eran vestidos los dioses negros, el colorido de sus collares y de sus atributos".

"Regresé a mi país y decidí pintar un retrato de esta santera. Más tarde lo traje a Cuba y fue expuesto en el Convento de San Francisco de Asís, donde tuvo gran aceptación. A partir de ahí, comenzó a picarme el bichito de la curiosidad que me fustigaba constantemente. Entonces, me dediqué a estudiar esta religión en textos editados en Cuba".

"Más tarde en Italia me pidieron pintar un grupo de postales para un evento importante de teatro. No se me ocurrió pintar nada relacionado con mi país. Dediqué toda mi obra a los orishas y a reflejar el pensamiento religioso de los cubanos, preferentemente el de las mujeres cuando delante de los altares que poseen en su hogar, imploran a sus dioses. Hice alrededor de 25 postales que fueron distribuidas el año pasado en Italia. Se reprodujeron en miles de copias algunas de las cuales están circulando todavía por el país".

Es harto conocido que la religión yoruba apenas se conoce en Europa, por ello evidentemente

"... comenzó a ser vista a través de mis obras".

Changó. Foto: DiegoAl igual que el retrato de la santera, las postales tuvieron una magnífica acogida entre los cubanos cuando fueron expuestas el pasado año en el Convento de San Francisco de Asís y, al decir de la artista, todos los que visitaron la exposición afirmaban que esas obras no habían podido ser hechas por una persona que no hubiera nacido en la Mayor de las Antillas.

El segundo proyecto de Maria Giulia Alemanno es la exposición que motivó este encuentro: Mis Orishas, que se exhibe hasta el 6 de febrero. De su razón de ser explicó la artista:

"... entre los visitantes a mi exposición anterior en San Francisco de Asís, se encontraba una santera. Esa santera miró mis obras y se fue. Después regresó otro día y me dijo que ella había visto a mis orishas en sueños y que me daban ashé y que no los vio pintados pequeños como aparecían en las postales, sino como seres humanos que se movían como tales. Esto me impresionó mucho. Así cuando regresé a Italia comencé a pintar esos orishas que había visto la santera de tamaño natural, aunque antes había vivido con ellos en mi corazón y en mi cabeza durante meses. Los hice como ella me indicó del tamaño natural de una persona, que se mueven entre seres humanos. Esta es la razón del tamaño de mis figuras y también de esta exposición".

Sin poner en duda el sueño de la santera, ni lo dicho por Maria Giulia, lo cierto es que en las paredes del piso superior de la Casa Museo Alejandro Humbolt, yacen, más que pintados, retratados por la maestría en la ejecución, alrededor de una docena de deidades yorubas. Entre ellas no faltan, por supuesto, Oshún mostrando sus movimientos sensuales y el color amarillo radiante que la identifica, Yemayá en el azul de su mar, Babalú Ayé viejo y encorvado dejando que los perros acaricien sus pies, Shangó escarlata entre fuegos, Oyá Yansá, Obatalá... Creados todos en brillantes colores yuxtapuestos que aluden a la eternidad, a lo imperecedero. Los ojos de todos, por el contrario, muestran un mirar firme, terrenal, inquisitivos del proceder cotidiano de los hombres.

Comentó Alemanno que para la creación de sus obras la técnica fue

"... acrílico sobre tempera y tela de saco. Es una técnica un poco loca y muy difícil. Pero lo que yo deseaba era reflejar ese misterio que llevo dentro y al que todavía no le encuentro explicación. Conozco que cuando se visita un país prevalece el interés turístico, conocer sus bellezas naturales. A mí, en cambio, me interesó algo que no interesa a nadie o a muy pocos; las intimidades de una religión, la verdadera alma de los que habitan en esta tierra".

Por supuesto, que hacer estos cuadros no le resultó en modo alguno fácil a Maria Giulia, pero ella asegura que

"... nada es fácil en la vida. En la vida hay que luchar para conquistar los propósitos que uno se ha trazado. Yo me considero una guerrera como Oyá Yansá".

Acerca de sus creencias afirma que es católica, apostólica y romana como todos sus coterráneos. Asimismo, que no es fanática ni practicante de la religión de los negros africanos, aunque

"... soy un poquito creyente en ella porque considero, por ejemplo, que Yemayá representa la gran madre. Y cuando estoy en Italia y me baño en el mar pienso que es una madre que me quiere, que me protege. Aquí en Cuba me gustó mucho ver dioses que pertenecen a la naturaleza y en eso sí soy creyente. Igualmente creo en la naturaleza, en su gran fuerza positiva y negativa, y también en el fuego como energía. He pintado mucho los fuegos, los grandes fuegos a través de los cuales veo a lo que los cubanos identifican como Shangó".

Solo hace tres años que Alemanno se interesó por la religión yoruba. A su juicio

"... un pintor es como un instrumento de una situación muy amplia, muy abarcadora, aun cuando no tenga raíces, no forme parte directa de esa situación. En los libros de visita a mis exposiciones me escriben 'tú eres nuestra. Tú eres cubana'. Eso me gusta muchísimo, porque no importa el color de la piel ni el lugar donde vivas, lo importante es sentir, es pensar como cubana".

Mis Orishas será exhibida próximamente en febrero en galerías italianas y posiblemente también en Canadá.

"La historia de Mis orishas no termina aquí en Cuba, estoy convencida de que viajarán a otros países, de que continuarán su camino, más que para darme a conocer a mí para que los conozcan a ellos. Para que la gente comprenda el valor, la fuerza y el poder que poseen".

Maria Giulia Alemanno y Yemayá. Foto: DiegoFinalmente, Alemanno explicó que tiene

"... que pintar mucho para hacer otro proyecto, el cual realizaré con el fotógrafo Filippo Gallino y con el periodista y crítico de arte Massimo Olivetti, con quienes he formado un equipo de trabajo. De este proyecto no existe todavía nada concreto, pero tenemos en mente trabajar, utilizando como base fotografías, con los ángeles de la guarda que acompañan a las personas. Que viven con la gente y que, al decir de los santeros, los protegen en todas y cada una de sus acciones. Pero este proyecto, como ya dije, solo es una idea".

A modo de despedida Maria Giulia quiso patentizar nuevamente

"... cuánto quiero a Cuba. Cuba es algo muy importante para mí. Estoy en este país por ese destino del que hablé y porque quiero mucho esta tierra al igual que muchos italianos que la consideran un país hermano. Estar aquí en Cuba y representar a los santos cubanos es para mí una necesidad espiritual. Pinté las postales para mostrarles a los italianos cuán bella es Cuba. Cuánto de profunda en contraposición a esa imagen turística estereotipada".

Los cubanos igualmente además de admirar, hemos aprendido a querer esta artista de la plástica italiana, cuyo estilo bien pudiera militar entre los surrealistas, mostrándonos un mundo logrado con el deleite de una trabajadora genial de lo imaginario, lo meticuloso y lo preciso.


Fuente: http://www.lajiribilla.cu/2005/n193_01/193_24.html

© La Jiribilla. La Habana. 2005

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